El río Huon es
uno de los más espectaculares y pintorescos que recorren la isla de Tasmania.
Desde el lago Pedder desciende a través de frondosos bosques para recorrer el
valle de Huon. Es en medio de estos bosques donde se encuentra una de
las atracciones más visitadas en esa parte de la isla, Tahune Airwalk, una impresionante construcción
metálica que permite a los visitantes ver el bosque desde arriba, entre las copas. Cerca de Tahune, al Huon se le une un afluente, el río Picton, y desde allí sigue su curso hacia
el sur hasta el pueblo de Glen Huon, desde donde se une al mar en un
impresionante estuario.
El paseo de Tahune
vale la pena no solamente por lo espectacular de las vistas sino por lo mucho
que se puede aprender de los guías y guardabosques tasmanos. El complemento
ideal a una excursión a Tahune, incluso si el tiempo es malo y hace frío (nada
inusual en esa parte del mundo), es un largo chapuzón en la piscina de aguas
termales de Hastings Cave, que queda a unos 75 kilómetros. El día de nuestra
visita, en pleno verano austral, la temperatura exterior apenas llegaba a los
12 grados, y nos cayó un fino granizo mientras estábamos en la piscina. Nadie
quería salir del agua.
Tasmania cuenta
con algunos de los enclaves naturales más limpios de Australia. Pese a la gran
distancia a la que se encuentra, atrae a cientos de miles de visitantes año
tras año. Nunca he conocido a nadie que hable mal de la isla: por algo debe
ser.
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