El punto final del recorrido es la orilla sur del Kangaroo River, afluente
de otro río, el Shoalhaven, de corto trayecto, pues nace en la vertiente
oriental de la Gran Cordillera Divisoria que recorre la larguísima costa este
del continente australiano.
Pero si no apeteciera caminar, uno puede acudir a ese punto final por el
afluente mismo. En la localidad de Kangaroo Valley (que, si no recuerdo mal,
aparece nombrada por algún extraño motivo en Larva, el hermoso e
indescriptible engendro literario de Julián Ríos publicado en 1984) se puede
alquilar un kayak o una canoa y hacer un fácil descenso hasta ese punto.
¿El río de los canguros? Seguro que los hay, pero no se ve ninguno.
La pista es muy ancha y por lo tanto no está señalizada. El camino es plano
al principio y, conforme avanzas en dirección al río Kangaroo, los eucaliptos
son más altos. Hay un trecho en el que la pista desciende entre grandes rocas
areniscas, algunas de ellas erosionadas hasta formar oquedades caprichosas. En
el lado derecho del cortafuegos son claramente visibles las secuelas de los
incendios del verano de 2019-20.
El agua de la lluvia, el viento y los siglos han horadado la roca, que habrá de romperse algún día, seguro.
Se puede acampar junto al río: de hecho, hay un WC cercano, de esos que no cuentan ni con agua ni con papel. Es un paseo ideal para los meses de verano porque puedes darte un chapuzón y refrescarte antes de volver al aparcamiento. El regreso, naturalmente, es cuesta arriba. Como siempre: Cuidado con las serpientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Your words count - Tus palabras cuentan - Les teues paraules compten