31 ago 2011

La cerilla - Un poema de Simon Armitage




Mira esta cerilla, hijo:
una breve biografía. Representa
la vida de alguien que quizás tú has conocido.

Fíjate cómo una chispa ilumina
de ideas su cabeza;
mas bien pronto se suelta el halo
y se convierte en soga;
es después faja y luego correa,
es un hula hoop en combustión;
se extiende por su cuerpo,
y acaba por consumirle las piernas
y calcinarle los zapatos.

Termina desfallecido,
encogido, desencajado:
santo quemado en la hoguera.
Mero espinazo.



Versión en castellano de un poema sin título de Simon Armitage, del libro Book of Matches (1993).

25 ago 2011

¿No es posible estudiar literatura australiana en Australia?

David Malouf, fotografía de Dariusz Peczek

En la página web de Austlit, la base de datos más completa y útil sobre literatura australiana, me encuentro con la reseña de una noticia sorprendente aunque, en cierto modo, sintomática de los tiempos que corren en las instituciones universitarias, no solamente australianas sino prácticamente del mundo entero.

La noticia apareció en el diario The Age de Melbourne. Decepcionada y enojada porque no podía estudiar literatura australiana en el tercer año de carrera, Stephanie Guest se puso en contacto con otros estudiantes y pronto organizaron seminarios a los que invitaban a autores australianos a hablar de literatura australiana.

A Stephanie se le reveló su falta de conocimiento de la literatura de su país durante un intercambio académico en Argentina, un país donde ‘otorgan mucho valor a su literatura nacional’. A su regreso a Melbourne, comprobó con estupor que no podía estudiar la materia en su tercer año de carrera.

La Universidad de Melbourne ha asegurado que hará todo lo posible por subsanar este problema en 2012. Aunque uno siempre pueda leer y estudiar por su cuenta, son las universidades las que tienen el deber de cuidar y fomentar el estudio de la literatura propia.

22 ago 2011

Baltasar del Alcázar's Madrigal

Julius Kronberg, Bågskjutande amorin [Cupido con un arco]. 1885. Óleo.

Madrigal
Rip up your visor, see what you have done,
You rascal; at my age, it is hellish
To thus spoil my sleep and my peace long won;
Disarm your bow, my rest let me relish.
For nothing can my wintry blood now plot,
Neither can the body expect
To be exposed to the effect
And the potion in your malicious shot.
But should the most decisive sign
Be made with your weapons divine,
To break and overwhelm my heart
And make me the historian of your art,
Soften the bosom of her who denies
Your brave command in such severity,
As profound as her own beauty,
Unless in my poems, Love, you desire
Not your own but another’s feat,
Whilst in cruel shackles fettered you keep me.

Baltasar del Alcázar, (1530–1606)


He aquí otro modesto (siempre imperfecto) intento por lograr una traducción rimada de un poema del Siglo de Oro. Este madrigal del poeta sevillano Baltasar del Alcázar me resulta fascinante no solo por su temática (la del hombre anciano que, rendido otra vez a los embrujos del amor, dirige su queja contra Eros para que le deje tranquilo) sino por su exquisita construcción y su perfecto acabado.

Y digo que se trata de otro intento porque ya en su día publiqué una traducción rimada de un soneto de Quevedo, el muy famoso 'A un hombre de gran nariz', que puedes leer aquí traducido al inglés en una traducción también rimada.

Si quieres leer el madrigal original en castellano, puedes encontrar el texto aquí. Ve a la página 221.


(c) de la traducción, Jorge Salavert, 2011.

20 ago 2011

Reseña: Red Dog, de Louis de Bernières


Louis de Bernières, Red Dog (London: Secker and Warburg, 2001). 119 páginas.


En la granja de mis suegros vivía hasta hace poco más de un año un perro que, según la tradición australiana respondía al nombre de Blue, por el color de su pelo. Blue era un kelpie rojo, un can noble, siempre muy disciplinado, perro pastor ejemplar e infatigable. Finalmente se hizo viejo (tenía al menos doce años) y empezó a quedarse sordo, y a padecer de ceguera en un ojo. Blue vivió sus últimos meses como un buen jubilado, tumbado al sol muchas mañanas y dejando pasar las horas. El recuerdo más vívido y hondo que guardo de Blue fue la lucha feroz que le opuso a un zorro una tarde de invierno, mientras dábamos un paseo cerca del arroyo.


La leyenda de Red Dog forma parte de la historia más amplia del noroeste de Australia Occidental, una  parte del país que en la actualidad está viviendo un boom económico sin precedentes gracias a la exportación de hierro a China, en especial. Como parte de su visita a Australia en 1998, cuando asistió al Festival Literario de Perth, de Bernières acudió a Karratha, y aprovechó para explorar un poco la zona. Fue en Dampier donde vio la estatua en bronce de un perro que la población de la ciudad erigió para rememorarlo, y la curiosidad le picó tanto que volvió unos meses más tarde y se puso a indagar en la vida y aventuras de aquel perro. De ahí nació este librito.

Fuente: Wikipedia.

Para quienes conozcan las otras obras del autor inglés, Red Dog no dejará de ser una anécdota. Dista mucho de las divertidas y mordaces sátiras que le han dado fama (y algo de dinero) a Louis de Bernières, como The War of Don Emmanuel's Nether Parts (1990), Señor Vivo and the Coca Lord (1991) y The Troublesome Offspring of Cardinal Guzmán (1992), además de la muy famosa Captain Corelli’s Mandolin (1994). A ratos, Red Dog semeja más un cuento para niños que un relato para adultos, y en realidad no tiene una audiencia definida. Por lo demás, no está exento de divertidas anécdotas y tampoco de pasajes a los que sobra melodrama. Los personajes humanos quedan muy desdibujados en el conjunto, y es que de Bernières no tiene mucho interés por ellos. Solamente el perro es protagonista, y únicamente comparte el primer plano con el paisaje del norte de Australia Occidental, siempre tan imponente.






Espero hacer algún día ese viaje y recorrer esas tierras, y sin duda visitaré la estatua de Red Dog. Mientras llega ese día, podemos leer esta novelita o ver la película que se estrenó hace unas semanas. Yo siempre me acordaré de Blue, y cómo puso en su sitio al zorro. Y aunque aquella tarde se llevara también sus buenos mordiscos, me pareció verle esbozar una pícara y satisfecha sonrisa cuando regresábamos a la casa.

14 ago 2011

If music be the food of ...

Ricardo y John deleitaron al público tocando juntos una hermosa pieza que, por lo que me dijeron unas horas antes, apenas les había dado tiempo a ensayarla


El pasado viernes recibí en la oficina la visita por sorpresa de un amigo de Melbourne, el profesor John Griffiths, quien vino en compañía del afamado guitarrista Ricardo Gallén. Fue una agradable sorpresa, y pudimos charlar un rato antes de que se fueran a buscar el almuerzo (algo tardío) y a ensayar.

Sabía que John estaba en Canberra porque ya tenía en mis manos la invitación de la Embajada española, pero no me esperaba verlos aparecer por la oficina. Bromeamos un poco sobre los excesos que suelen cometer los músicos mientras están de gira, y fue un gran placer conocer a Ricardo, un andaluz universal y un músico excepcional.

Es la primera vez que escucho la música de Bach interpretada en la guitarra clásica. Y lo único que se me ocurre decir es que fue una absoluta maravilla. No solamente la suite de Bach, sino todo el concierto.

John Griffiths interpretó en la vihuela, el instrumento al que ha consagrado su impresionante vida académica, obras del Maestro Luis Milán, un músico valenciano del siglo XVI nacido en Masalavés, obras para laúd del italiano Spinacino y unas cuantas otras piezas de Luis de Narváez.

Por su parte, Ricardo Gallén nos deleitó primero con una Fantasía de Legnani, seguida de otras piezas cortas de Giulani, para terminar con la suite en mi menor BWV 996 de Johann Sebastian Bach.

La música alimenta el espíritu: pero festines como éste se dan en muy raras ocasiones. Toda una gozada.



Ricardo Gallén

9 ago 2011

Después de Lalomanu



La revista Hermano Cerdo publica esta semana un breve ensayo que comencé a escribir ahora hace unos cuantos meses, y que finalmente, tras barajar varias opciones imposibles, he titulado ‘Después de Lalomanu’. En él quise hacer una reflexión pública sobre ese silencio al que se enfrentan las personas, a la falta de respuestas, tanto propias como externas, no solamente ante la pérdida de un ser querido sino también tras una experiencia traumática, como fue mi caso.





Quiero expresar mi agradecimiento a René López Villamar, uno de los editores de la revista, por sus valiosas sugerencias y consejos, que me permitieron elaborar la versión definitiva del ensayo. Gracias asimismo a Anthea Wykes por las fotos de la playa de Lalomanu, que tomó en octubre de 2009. Y gracias también, por último, a Joan Margarit, poeta catalán con quien he tenido el privilegio de mantener correspondencia, por la inspiración que me proporcionaron estos dos versos de su poema ‘L’origen de la tragèdia’, perteneciente al libro No era lluny ni difícil, que reseñé en su día:

Viure, al cap i a la fi, és buscar consol.
Buscar-ho en el dolor de les paraules.

Life is ultimately a quest for consolation.
We search for comfort in the hurt of words.

Mientras siga vivo, cosa que muchos días hago por pura inercia, a mí me faltará el consuelo; en algún rincón recóndito, profundo, de nuestro ser tienen que estar esas palabras; aunque nos duela, debemos hacer el esfuerzo de encontrarlas. No hacer ese esfuerzo nos rebaja como humanos.

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