Además de la idea
de encontrarse desubicado, la expresión ‘fuera de lugar’ puede denotar un
comportamiento o conducta inapropiada. Esta novela del argentino Kohan (la
segunda suya que leo, tras la
bastante buena Bahía Blanca hace más
de cinco años) tiene más de novela negra que novela de denuncia
social, pese a que la primera parte de las seis que la componen introduce al
lector a un grupo criminal que se dedica a fotografiar a niños desnudos. El
grupo lo integran personajes variopintos, como un vendedor, un cura, el dueño
de una hostería, un par de señoras y el fotógrafo.
Buen dominio de la perspectiva en la narración: Martín Kohan. Fotografía de Antonio Nava / Secretaria de Cultura |
Lo realmente
curioso es cómo consigue Kohan inmiscuirte en la (prácticamente nula) moralidad
de los personajes que forman la banda criminal. Para ellos, el verdadero
criminal es el que mira la imagen, el que la compra, no quien la produce. Trivializan sus
actividades, y solamente atañen importancia a los réditos que ciertas ‘novedosas’
composiciones podrán reportarles en el mercado de destino, la Europa del Este
tras la caída del Muro, adonde exportan su producto a través del puerto de Valparaíso.
Tras la primera parte,
la más extensa (‘Precordillera’), viene ‘Litoral’, que traslada al lector a la
hostería de Santiago Correa en las orillas de un río, el Paraná o el Uruguay.
La difusión de las fotografías por medios digitales está colocando a la banda
al borde del colapso, y Santiago Correa (el único adulto que aparece en las
fotos) se obsesiona buscándose en internet. Su esposa Elena descubre qué le
ocupa las noches cuando se supone que debería estar durmiendo.
El río Paraná. Fotografía de Argenz. |
La tercera parte,
‘Conurbano’ se inicia de manera tajante: “Al muerto lo encontraron un jueves”.
El difunto es Alfredo Cardozo, quien hacia el final de la primera parte había
prestado a su sobrino Guido, intelectualmente discapacitado, para una de las
sesiones fotográficas de la banda. Entra en escena ahora Marcelo, el hermano
mayor de Guido, que no puede explicarse el suicidio de su tío. Marcelo
comenzará a indagar en la vida oculta de su tío.
Marcelo descubre
que su tío había pagado todas sus deudas, y eso que tenía muchas y abultadas.
¿Cómo lo hizo, y por qué? Entre sus papeles, Marcelo encuentra tres almanaques
de la hostería junto al río, y allí dirige sus pesquisas. No consigue descubrir
nada, pero tanto le gusta el lugar que convence a la tía Nelly para que acuda
allí junto con Guido. El momento más poderoso tiene lugar cuando Guido
reacciona de forma inusual al reconocer a Correa, lo cual extraña a Marcelo y
Nelly. Pero Elena y su esposo consiguen tranquilizarlos, y convence a Marcelo
de que le sirva de enlace en su negocio de exportación de mermeladas.
¿Qué oculta Elena
tras sus negocios de venta de conservas en provincias? ¿Hasta qué punto actúa
ella de manera independiente? Con una rauda narración en sus dos últimas
partes, Fuera de lugar se precipita velozmente
hacia un brutal desenlace. Muchos de los enigmas no quedan explícitamente resueltos,
de manera que es el lector quien habrá de contestárselos.
Una intrigante trama,
bien trabajada, con un lenguaje que es, a veces, muy escueto y directo: cuando el
autor lo juzga necesario (algo que el lector agradece). Un buen libro,
construido sobre diferentes líneas argumentales, a partir de una intriga que versa de lo amoral
y provocativo.