Mostrando entradas con la etiqueta Edgardo Cozarinsky. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Edgardo Cozarinsky. Mostrar todas las entradas

8 oct 2015

Reseña: Lejos de dónde, de Edgardo Cozarinsky

Edgardo Cozarinsky, Lejos de dónde (Buenos Aires: Tusquets, 2009). 167 páginas.

Son varios los personajes de esta novela del argentino Cozarinsky que nos recuerdan la máxima de que la historia la escriben los vencedores. Pero también los perdedores, los que logran salir con vida, pueden tener alguna chance de rescribir su propia historia. Será en todo caso una ficción o una falsificación, pero para quien huye, siempre le valdrá vivir una ficción como vía de escape.

La novela de Cozarinsky se sitúa al principio en la Alemania nazi de finales de la guerra. La inminencia de la llegada de los soviéticos por el frente este desata el pánico de muchos, entre ellos la administrativa vienesa Therese Feldkirch. Pertrechada de una capa en la que esconde los dientes de oro de muchos de los judíos a los que han asesinado en Auschwitz, la mujer escapa y poco a poco logra alejarse de la escena de sus crímenes hasta llegar a Génova. Con el pasaporte de una judía muerta que guarda cierto parecido con ella consigue cruzar el Atlántico y radicarse en Buenos Aires. Conseguir empleo en un restaurante bávaro y alojamiento en una inmunda pensión son precisamente la clase de coartadas que necesita para no llamar demasiado la atención.

Una noche a la salida del trabajo tres desalmados la emboscan y la violan. No se trata de un caso de justicia poética, desde luego: aun así, de esa violación nacerá su hijo Federico, que asume el (falso) apellido judío de su madre, Fischbein.

Federico crecerá atento a los misterios y secretos de su madre. Para ella, él es objeto de devoción y posiblemente la única persona con la que pudiera compartir sus secretos. Pero es todavía muy joven. A Therese Feldkirch/Taube Fischbein la mata un coche en un accidente a la salida del restaurante. La narración da un salto de casi dos décadas y nos sitúa ante un Federico inmerso en la guerrilla urbana contra los milicos. Tras preparar un atentado, huye a Brasil y de allí a Europa.

Lejos de dónde está dividida en cinco partes. La última le sirve a Cozarinsky para de alguna manera cerrar el círculo, y parece sugerir un encuentro aleatorio entre los dos hijos de la prófuga vienesa: la hija a la que se vio obligada a abandonar durante el conflicto bélico de los años 40 y el muchacho argentino de ojos oscuros que casi en nada se parecía a ella.
Cozarinsky realiza una magnífica (a mi modo de ver) panorámica de la Argentina de posguerra, elidiendo los nombres de los personajes históricos que dominaron la historia del país, pero describiendo momentos significativos a través de la mirada de la vienesa prófuga: las concurridas manifestaciones de apoyo al caudillo Perón y a una hermosa mujer que lo acompaña en sus proclamas desde un balcón de ese edificio de color rosado por el que pasa casi a diario.


El autor trata de ser ecuánime con los dos personajes principales, madre e hijo. Y lo consigue, en gran medida gracias a una prosa concisa, parca en detalles y abundante en sombras y episodios no narrados o solamente bosquejados. Cerrar el círculo de una ficción, la de la prófuga colaboradora del régimen nazi que será madre de un joven judío (que no lo es), con la huida de ese hijo a Europa y el encuentro fortuito con su media hermana es de una riquísima (y verosímil) ironía.

Este es un buen ejercicio literario, breve pero rico en matices metaliterarios e históricos, al igual que otra de las obra de Cozarinsky que he tenido ocasión de leer y reseñar, Dinero para fantasmas.

11 dic 2014

Reseña: Dinero para fantasmas, de Edgardo Cozarinsky

Edgardo Cozarinsky, Dinero para fantasmas (Buenos Aires: Tusquets, 2012). 134 páginas.

Un relato que nos es presentado en forma de diario y situado dentro de otro relato, un sutil encaje de historias, escenarios y perspectivas configura esta nouvelle del argentino Cozarinsky. Martín es estudiante de cinematografía (otra de las vertientes creativas del autor argentino) en la capital bonaerense. Mientras busca posibles escenarios donde filmar un cortometraje para sus obligaciones académicas cree reconocer a un viejo cineasta que escribe solo sentado a la mesa de uno de los tropecientos cafés de Buenos Aires. Cuando, ya convencido de que el viejo es Andrés Oribe, regresa al local, el dueño de éste le entrega los cuadernos que el viejo Oribe ha dejado para él tras su última visita. Oribe no va vuelto desde entonces a pisar el café.

Martín y su compañera de estudios Elisa se enfrascan en la lectura de los cuadernos de Oribe, que se inician con el relato de cómo Oribe conoció a Celeste, una jovencita de provincias (de la hermosa Catamarca) llegada a la capital para buscarse la vida en el cine. Tras acompañarla una noche en su auto, Celeste desaparece, y Oribe trata de encontrarla adentrándose en los barrios marginales. Allí conoce a Ignacio, quien había sido compañero sentimental de la joven, y por él averigua que Celeste se ha ido a Alemania a perseguir su sueño cinematográfico.

Cuando Oribe acude a Berlín invitado por académicos alemanes, Ignacio le ruega que la encuentre. Es justamente tras el pase de la película en la que había participado Celeste que ésta vuelve a presentarse en la vida de Oribe. Pero la vida de la muchacha ha cambiado tanto como la ciudad que Oribe había visitado muchos años antes, cuando un muro (tanto físico como ideológico) separaba en dos Berlín. Celeste es ahora una pieza de ostentación, una joya dotada de bolsos de piel y teléfono celular que exhibe un millonario ruso con negocios de dudosa moralidad. Oribe la acompaña por las calles de Berlín mientras una limusina los sigue a velocidad de transeúnte. Celeste le explica a Oribe el porqué de su huida y transformación: “Sé que vos me vas a entender. Mirame bien. ¿Qué era yo en Buenos Aires? Una negrita del interior, una cabecita negra…Para Yuri soy una belleza exótica. Como lo oís, así me lo dijo cuando me conoció. Me enseñó a estar orgullosa del color de mi piel, de mis ojos, de mi pelo. A no sentirme inferior a nadie. A mirar a la gente sin miedo.” (p. 67)

Por alguna razón no totalmente explicitada, el relato de Celeste sacude a Oribe en algo muy recóndito de su ser. En el aeropuerto duda de si quiere regresar a Argentina. Lo hace, pero al llegar toma la determinación de desaparecer. Acude a su departamento y se lleva lo mínimo sin que nadie le vea. Luego viaja a ver a su padre, internado en una residencia geriátrica. La conversación (por decirlo de alguna manera) que Oribe mantiene con su padre enfermo es una de las secuencias más conmovedoras de Dinero para fantasmas. Después se instala en un hotel de mala muerte y deja pasar los días, hasta que una tarde encuentra en recepción una citación. La policía le pide que acuda a una comisaría. ¿Cómo han dado con él? ¿De qué quieren hablarle?

Martín y Elisa terminan de leer sus cuadernos y se embarcan en la filmación del corto, inspirado por el relato de oribe sobre Celeste e Ignacio. Martín recibe un premio por el film, y gracias a eso también son invitados a un festival en Salta. Allí Elisa cree descubrir algo que revolucionaría totalmente la idea que Martín (y Oribe) tenían de Celeste. Un sorprendente final (que no desenlace).

El tema central de Dinero para fantasmas es nuestra identidad y los titánicos esfuerzos que entraña toda huida de ella. Oribe busca evaporarse pero, cuando ya cree haberlo conseguido, aparece en la recepción del hotelucho una orden policial para que se presente a declarar qué es lo que sabe de Ignacio y del viaje que éste hizo a Alemania, con un final aparentemente trágico. ¿Pero realmente fue ese el final?, se pregunta Elisa. ¿Vale la pena compartir lo que ella ha descubierto?

El título del libro hace referencia a la costumbre muy extendida en toda Asia de quemar billetes falsos en una ofrenda a los difuntos. Es Elisa la que al final de la historia quema un billete (auténtico) de dos pesos en el cuarto de baño del hotel mientras Martín duerme, y lo hace con el fin de alejar el pasado (a Oribe, pero también a los fantasmas de Celeste e Ignacio) de su presente, de su juventud. “«Somos jóvenes. […] El pasado no puede alcanzarnos.»

Si fuera tan fácil como quemar un billete, celebrar un ritual para que el pasado nunca nos hostigue…

Posts més visitats/Lo más visto en los últimos 30 días/Most-visited posts in last 30 days

¿Quién escribe? Who writes? Qui escriu?

Mi foto
Ngunnawal land, Australia