24 ago 2022

Reseña: Underdogs, de Chris Bonnello

Chris Bonnello, Underdogs (Londres: Unbound, 2019). 288 páginas.

La premisa de Underdogs es sencilla a la vez que una pizca simplista. Un megalómano generosamente financiado por el gobierno de Su Majestad, Nicholas Grant, toma el poder político y militar e instaura un régimen de terror y brutalidad gracias a un ejército de clones. La mayoría de la población es arrestada y llevada a una megaprisión llamada Nueva Londres.

Tras el ataque inicial, algunos alumnos de una escuela especial huyen y, dirigidos por un científico adulto, conforman un grupo de resistencia armada autodenominado Underdogs, algo así como ‘Los desaventajados’.

Y cierto es que, en principio, parecerían estar en desventaja. Todos los jóvenes tienen algún tipo de disfunción neurológica o de personalidad. Son autistas, disléxicos o sufren algún trastorno, como la ansiedad o una propensión patológica a la desobediencia. Pero son esas características las que también les hace más fuertes y les permite causar el caos cada vez que atacan al régimen totalitario de Grant. De hecho, en una incursión adolescente descabellada, logran entrar en Nueva Londres, donde habrán de enfrentarse a un psicópata adolescente a sueldo de Grant. Las peripecias se suceden, pero gracias a sus dones y talentos, la mayoría de ellos sobreviven.

Quizás lo más atractivo de este libro radique en que a su autor, Chris Bonnello, lo diagnosticaron como autista (concretamente, el síndrome de Asperger). La novela es pues una llamada en defensa de estas personas que tan frecuentemente sufren encasillamientos erróneos o son marginados por buena parte de la sociedad.

El otro dato curioso sobre el libro es el hecho de que fue el micromecenazgo lo que lo hizo posible. La editorial, Unbound, es una empresa editorial internacional de financiación colectiva de carácter privado. Al final del libro figuran los nombres de todos los que de alguna u otra manera contribuyeron a hacerlo posible.

Dejando esos dos datos de lado, Underdogs es un libro de aventuras más enfocado al mundo adolescente que a otra cosa. Entretiene, pero creo que es más que evidente que no pasará a la historia.

17 ago 2022

Reseña: China Panic. Australia's Alternative to Paranoia and Pandering, de David Brophy

David Brophy, China Panic. Australia's Alternative to Paranoia and Pandering (Carlton: La Trobe University Press junto con Black Inc., 2022). 264 páginas.

Como en otras latitudes y longitudes, el estatus de China como superpotencia del siglo XXI y sus repercusiones en la geopolítica mundial son el motivo de un fuerte, acalorado y no siempre racional debate en Australia. Procedentes de las posiciones políticas más conservadoras en el tedioso espectro ideológico australiano se suelen escuchar voces estridentes y beligerantes, que con bastante frecuencia cuentan con el apoyo mediático para encontrar su cámara de resonancia, contagiando a la opinión pública de una preocupante desinformación y sembrando la cizaña de la xenofobia, el racismo y la histeria.

Tras la aparición del virus del Covid-19 en China, el Gobierno de Scott Morrison (quien en estos días pasa por sus horas más bajas como figura política) demandó una investigación internacional sobre sus orígenes. La respuesta de China fue la lógica ante una serie de medidas que Beijing consideró agresivas e injustificables: “Las leyes de seguridad, las decisiones sobre inversión extranjera, los allanamientos contra periodistas chinos: la lista es larga. El efecto combinado de todas estas medidas ha sido el de cultivar una imagen de China como país singularmente peligroso con el que no puede continuar la situación normal.” (p. 10, mi traducción)

Brophy se pregunta en los diferentes capítulos del libro a qué se debe este giro radical hacia la confrontación entre las elites políticas australianas, particularmente si se tiene en cuenta el robusto acercamiento que se produjo hace apenas una década, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre ambos países en 2015. Uno de los factores pertinentes para la respuesta es el papel que Australia insiste y persiste en jugar como subalterno de la hegemonía político-militar de los Estados Unidos en el Pacífico.

¿Y qué papel debiera ser ese? Dice Brophy: “En lugar de una ‘potencia media’, una descripción más fiel del rol de Australia en el mundo es el de una gran potencia de menor grado, cuya capacidad para actuar de tal manera ha venido siendo posibilitada por y, de hecho, depende de, su relación con una verdadera superpotencia. El término que algunos utilizan para describir tal situación es subimperial. En la práctica, una Australia subimperial le pide a los EE.UU. que avale sus ambiciones de tener un mini imperio propio, que se extienda mucho más allá de los límites de la isla continente y se adentre en el Pacífico. Y es en esta esfera de influencia en la que Australia y China están empezando a enfrentarse de forma directa.” (p. 85, mi traducción)

Una imagen de las protestas que tuvieron lugar en HK a fines de 2014. Fotografía de Citobun. 
Si Brophy es crítico con el establishment político australiano, no lo es menos con el régimen unipartidista que rige los destinos de una quinta parte de la humanidad: “La negación de los derechos democráticos básicos por parte del PCCh […] es una realidad desoladora, que debería irritarnos a todos. Pero Occidente le hace un flaco favor a la causa democrática cuando la construye no como la calidad cuantificable de un sistema político sino como una de las vertientes de una simplista ecuación binaria: democracia versus autoritarismo. Es incluso peor la tendencia a reducir dicho debate a uno entre dos ‘modelos’ diferentes: el chino y el estadounidense.” (p. 45, mi traducción)

Que el debate mediático y político en torno a la relación de Australia con China roza la histeria es innegable. A raíz de las medidas que Beijing adoptó contra ciertas exportaciones australianas, algunas voces se alzaron al verle las orejas al lobo del fuerte declive económico que podría resultar de un mayor enfrentamiento diplomático y comercial con el gigante asiático. No hay que olvidar que “No fue Beijing la que decidió permitir que la economía australiana dependiese de un puñado de sectores exportadores de alto rendimiento. Y ahora que China está manifestando su descontento con las políticas australianas mediante una menor adquisición de dichos productos, no es tampoco Beijing la que decidirá cómo va a responder Australia. No quiero minimizar la cuantiosa importancia del superávit comercial para el bienestar de Australia ni el impacto que las acciones de China pudiera tener en los ciudadanos de a pie en Australia. Pero resulta imposible abordar la ansiedad que rodea la vulnerabilidad de Australia a la presión comercial sin reflexionar de una manera más amplia sobre la enorme influencia que el sector de los recursos ejerce en la política australiana.” (p. 101, mi traducción)

Si no podemos venderlo, pues habrá que beberlo... Vinos australianos en un supermercado. Fotografía de Maksym Kozlenko.
China Panic se compone de ocho capítulos, además de una introducción y la pertinente conclusión. Brophy escribe para un público que no es meramente académico, lo cual se agradece. Incluye capítulos sobre la cuestión latente de la apertura democrática en China (y cómo ven el tema la población inmigrante china en Australia), la lucha por retener unos mínimos posos de democracia en Hong Kong y la situación de los derechos humanos de los uigures en la región autónoma de Sinkiang. El suyo es un análisis sesudo, bien matizado y ponderado no exento de un idealismo que, dadas las circunstancias por las que atraviesa el mundo en esta segunda mitad de 2022, no deja de ser necesario. Su insistencia en que las elites dirigentes australianas deben anteponer los intereses de la gente normal a la hora de reconducir y reformular las relaciones sino-australianas al tiempo que aboguen por un combate firme contra la opresión y por la defensa de los derechos humanos.

Culpar a la víctima siempre da rédito a quien aboga por ese tipo de maniobras sucias: "El hecho de que China, en alguna ocasión, haya descrito las críticas que recibe como racistas ha dado pie a la perspectiva de que la crítica del racismo bien pudiera ser parte de una conspiración del PCCh." (p. 214, mi traducción). Sello conmemorativo de los 100 años del Partido Comunista de China emitido por Serbia en 2021.
Lástima que hasta ahora, el doble rasero de la realpolitik haya ganado siempre la partida y haya impuesto distorsiones y duplicidades en la relación de Australia con muchos de sus vecinos asiáticos.

16 ago 2022

Reseña: The Water Dancer, de Ta-Nehisi Coates

 
Ta-Nehisi Coates, The Water Dancer (Londres: Penguin, 2019). 405 páginas.

El narrador protagonista de esta novela es Hiram Walker, hijo y a la vez esclavo del propietario de una gran hacienda de cultivo de tabaco en Virginia llamada Lockless. Cuando lo pone a servir al heredero (también su medio hermano) en la mansión, Hiram demuestra tener unas dotes casi sobrenaturales. Su memoria es perfecta y retiene hasta el más mínimo detalle. Bien pronto habrá quienes tengan interés en utilizar sus extraordinarias habilidades.

Sin embargo, Hiram tiene también extensas lagunas en su memoria. De su madre apenas recuerda nada. La madre fue vendida cuando Hiram era pequeño y nunca más supo de ella. En las plantaciones esclavistas, la vida de un ser humano era un valor comerciable; si un esclavo trataba de escapar y lo atrapaban, el castigo era terrible. La muerte podía ser en realidad una forma de huida preferible. Estamos a mitad del siglo XIX: las tensiones entre Norte y Sur pronto desembocarían en la Guerra Civil. Existen ya bien organizadas redes de soporte que luchan contra la esclavitud a su manera.

Un monumento recordatorio de la barbarie: la sencillez de unas cadenas enterradas en el polvo del tiempo. Forks of the Road en Natchez, Misisipí. Natchez fue uno de los mercados de compraventa de esclavos más activos en el Sur. Fotografía de Taylerpomeroy.

Una noche, mientras regresan de un día de carreras a Lockless junto a su hermano (Maynard, un perfecto imbécil, la perfecta encarnación de un calavera) el carruaje se adentra en una bruma azulada y cae al río Goose. Maynard muere ahogado; Hiram despierta a millas de distancia del río, aturdido pero ileso. Poco antes del accidente, el esclavo ha tenido una extraña visión: su madre, bailando en el agua.

Campo de cultivo de tabaco. Fotografía de EMW.

Desde ese momento, su vida va a dar un fuerte giro. Sus extraños poderes los han detectado los miembros del Underground, una red de personas (de raza negra y blanca) que saca clandestinamente a esclavos de las plantaciones y los lleva al Norte, donde pueden vivir en libertad. Coates pinta un detallado cuadro de las plantaciones (ya por entonces camino de la ruina debido a la degradación del suelo) y las ciudades de Virginia, Alabama y otros estados sureños y de las clases sociales que las habitan: los esclavos de ascendencia africana, los terratenientes (que se autodenominan ‘Gente de Calidad’) y los blancos más pobres que malviven como pueden y se encargan de capturar a los esclavos huidos por recompensas.

El poder que Hiram tiene se llama ‘Conducción’. Tan pronto como aprenda a dominarlo, los dirigentes del Underground van a reclutarlo para sus fines liberadores. Pero Hiram no puede esperar y escapa junto a Sophie, otra esclava de Lockless de la que está enamorado. Su aventura dura poco: los encuentran y los someten a violentas torturas.

Serán los miembros del Underground quienes lo saquen del Sur y lo trasladen a Filadelfia. En esa ciudad Hiram empieza a vivir como un hombre libre y a comprender la misión que el movimiento abolicionista quiere completar en todo el país. Sus esfuerzos se ven a veces recompensados con pequeñas victorias, pero en otras ocasiones sufren reveses e infortunios y pierden a leales integrantes de sus comandos.

El autor de The Water Dancer, Ta-Nehisi Coates, en 2015. Fotografía de Eduardo Montes-Bradley.   

La narración mantiene un ritmo constante, aplicando el suspense como recurso recurrente. El uso del ingrediente mágico (basado en el mito de cómo los africanos secuestrados y transportados en los buques esclavistas saltaban al mar y regresaban a sus tierras danzando sobre la mar). Coates controla bien la compleja caracterización de los personajes e incluso los secundarios están competentemente retratados y construidos.

Una brillante novela que nos fuerza a reflexionar no solo sobre la importancia de todos nuestros pasados sino también en las repercusiones que la injusticia de la violencia racial tuvo en las vidas de esas personas desarraigadas por la más deplorable lacra del colonialismo. Porque han de aprender a aceptar y a demostrar amor por hijos e hijas que son mezcla de dos razas y el producto de violaciones.

The Water Dancer se ha publicado este año en castellano (El baile del agua: Seix Barral, 2022, en traducción de Javier Calvo). I també en català (Ballar amb l'aigua: Àmsterdam, 2022, amb traducció a càrrec d'Anna Llisterri i Boix).

1 ago 2022

Reseña: Los días perfectos, de Jacobo Bergareche

Jacobo Bergareche, Los días perfectos (Barcelona: Libros del Asteroide, 2021). 177 páginas.

Los días perfectos es un librito compuesto de dos largas cartas que escribe Luis. La primera va dirigida a su amante mexicana Camila, con quien había estado acudiendo a un congreso de periodismo en Austin (Texas) hasta ese año. Por un lado, la carta rememora cómo se conocieron y pasaron días que rozaron la perfección, mientras que por otro hace un repaso de su peculiar investigación de corte biográfico-literario en torno a las cartas del Nobel de 1949 de Literatura, William Faulkner, a Meta Carpenter, la secretaria de su agente, con quien mantuvo una relación de las llamadas ilícitas.

En realidad, la fascinación de Luis con Faulkner y sus cartas le sirve al autor como subterfugio narrativo para dotar al libro de un trasfondo literario para la (apenas presente) trama.

La segunda parte es también una carta de Luis, dirigida en cambio a su esposa Paula en Madrid. En ella también hace mención de Faulkner y sus misivas a Meta, refiriéndose a la apatía a la que intuye que la vida conyugal lo ha condenado: «somos incapaces de arrancar espontáneamente con esa vieja melodía sobre la que improvisar a dúo, nos salimos de la canción todo el rato, estamos tocando sin escucharnos, la intensidad se pierde pronto y todo parece previsible y recitado a media voz como recitan las viejas en misa.» (p. 162)

Un día perfecto, una canción perfecta.

¿Qué es un día perfecto?, podríamos preguntarle a Luis (o a Bergareche, ya puestos). E incluso si fuese posible dar con una respuesta a esa pregunta, yo personalmente la rebatiría de inmediato, porque la idea de vivir ‘un día perfecto’ ya no me sirve de nada. Me es más atractiva la noción de vivir cada día como si pudiese ser el último día que viva. Pero ninguno es perfecto.

En ambas cartas Luis compone una diatriba no exenta de humor sobre el hecho de enamorarse y ejercer el apasionamiento en nuestras vidas. Pero no deja de ser una invocación convencionalmente rebelde en contra de la frustración que sigilosamente invade nuestras vidas conforme envejecemos.

Y un último apunte: Bergareche traduce «collarbone», es decir, la clavícula (de la carta que Faulkner le dirigió a Meta un viernes de 1960) como «vértebra», un pequeño error significativo dado el contexto en el que aparece.

El cuadro favorito de Luis: Goya, Retrato de la Marquesa de Santa Cruz, 1805.

Posts més visitats/Lo más visto en los últimos 30 días/Most-visited posts in last 30 days

¿Quién escribe? Who writes? Qui escriu?

Mi foto
Ngunnawal land, Australia