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11 sept 2024

Reseña: Cloud Cuckoo Land, de Anthony Doerr

 
Anthony Doerr, Cloud Cuckoo Land (Londres: 4th Estate, 2021). 626 páginas.

Para quienes disfrutamos de los libros es grato leer novelas cuya trama gira en torno al aspecto físico de la literatura: el libro y su conservación. Si en la Edad Media eran los amanuenses quienes preservaban libros copiándolos de forma esmerada y minuciosa, hoy en día cualquiera puede acceder a una copia digitalizada de antiquísimos (o no tanto) volúmenes. Ello es posible en gran medida a las bibliotecas y quienes las regentan, los bibliotecarios, a quienes Doerr dedica esta intricada y deliciosa novela.

Cloud Cuckoo Land tiene una estructura que al principio te parece un tanto enrevesada. Son varias las tramas y ocurren en distintos momentos de la Historia. En primer lugar, la caída de Constantinopla (1452-53), con dos protagonistas: por un lado una joven costurera, Anna, quien en su afán por ayudar a su hermana enferma opta por entrar en una vieja biblioteca abandonada con la ayuda de un barquero y vender el producto de su saqueo a unos caballeros venecianos. Uno de los objetos de su botín es un libro viejo y algo enmohecido, que resulta ser la historia del pastor Etón y su búsqueda de una ciudad en el cielo, obra ficticia que Doerr atribuye a Antonius Diogenes, autor griego clásico que ciertamente existió. Y por otro lado, Omeir, el hijo de una pobrísima familia campesina al que reclutan para el asedio de la ciudad, junto con sus dos bueyes y que ayuda a Anna a escapar del infierno en que se convierte Constantinopla tras el ataque del ejército del sultán.

La segunda historia une a dos personajes muy diferentes. Tras ser hecho prisionero en la guerra de Corea, Zeno regresa a su pueblo de Idaho y acomete la traducción de un oscuro manuscrito que la bibliotecaria le da a conocer en versión digitalizada. Zeno aprendió griego clásico en el campo de prisioneros gracias a Rex, un estudioso ingles de la literatura clásica, de quien se enamora perdidamente. El códice, naturalmente, es el que Anna robó en el siglo XV. Completada su traducción y edición anotada, Zeno adapta la historia para que los niños de la escuela local la representen una noche en la biblioteca. Y es aquí donde esta trama enlaza con la de Seymour, un muchacho autista que se siente en casa en el bosquecillo detrás de su casa, donde vive un búho con el que congenia. Pero el bosquecillo es destruido por una empresa constructora: a partir de ahí, Seymour se convierte en un activista medioambiental, absolutamente extremista. Alentado por un grupo con el que solamente tiene contacto en línea, su primera acción será la de plantar una bomba en la biblioteca del pueblo.

No era estrictamente ficción, pero se le asemeja. Fragmento de la Epístola a los Romanos. 

La tercera línea argumental tiene como protagonista a Konstance, hija de dos científicos que se ofrecieron como voluntarios de un viaje sin retorno a bordo de una nave interestelar con destino a un planeta en una galaxia muy remota. El plan es perpetuar la civilización humana, pues la Tierra ha dejado de ser habitable. Cuando en la nave se declara una epidemia, el padre de Konstance la encierra en una sala. Konstance tiene acceso a la biblioteca de la nave (Sibila, prima hermana del HAL de 2001: A Space Odyssey) y empieza a indagar en la extraña historia que su padre le había contado sobre el pastor Etón y su larguísimo viaje en busca de la ciudad de las nubes, hasta encontrar la edición anotada de un tal Zeno.

Si todo lo anterior parece complicado, como un rompecabezas de muchas piezas que pudieran ser difíciles de acoplar, no temas: es un libro ameno y hermoso en ocasiones, y Doerr sabe cómo dotar de suspense a todas estas historias. Si fuese el caso que el autor busca enseñar algo, quizás se trate del hecho de que es fácil destruir un libro de papel (e incluso los libros digitales, que no están exentos de tal amenaza), pero las historias que pasamos de generación en generación perviven, pese a todo. Un gran libro: muy inspirador, te absorbe desde el principio.

Cloud Cuckoo Land se publicó hace dos años en castellano como Ciudad de las nubes en la editorial Debolsillo, con traducción a cargo de Laura Vidal Sanz.

8 ago 2024

Reseña: Homeland Elegies, de Ayad Akhtar

Ayad Akhtar, Homeland Elegies (Londres: Tinder Press, 2020). 343 páginas.

Hacia al final de esta novela, la segunda de Akhtar, tras parar a repostar en una gasolinera en una pequeña población de Wisconsin, al protagonista narrador y a su padre los insulta un joven estadounidense blanco porque han dejado el coche levemente mal estacionado. La discusión que sigue termina en un intercambio de insultos:

«Vete a tomar por saco», añadí mientras tiraba de la manilla de la puerta del conductor. La mirada refleja que eché para observar su reacción me reveló entonces algo de lo que no me había percatado hasta ahora: una correa que le bajaba por el lado del torso hasta un bulto recubierto de cuero en el costado.

Vio que había visto el arma y sonrió: «Qué ganas tengo de construyamos ese muro para no dejar entrar a bichos como vosotros». Lo que sentí en ese momento fue algo fugaz, pero nunca lo olvidaré. La visión del arma, la amenaza visceral y el miedo ancestral que desencadenó, la urgencia elemental de protegerme, la asimetría de nuestro poder en aquel instante: todo se combinó para encender algo en mi interior que nunca antes había experimentado. Quería matarlo. Pero la conciencia inmediata de lo indefenso que estaba para hacerlo me echó para atrás, de una manera que todavía hoy me consume, casi dos años después. (p. 307, mi traducción)

En un excelso ejemplo de la ahora muy denostada (desde ciertos círculos) autoficción, Akhtar crea un personaje narrador que se llama Ayad Akhtar, nacido en los EE.UU. de padres pakistaníes, y que como él es dramaturgo y también ha ganado un Pulitzer gracias a una obra de teatro. Homeland Elegies mezcla elementos de diversos géneros (la autobiografía, el teatro, la crítica cultural o el análisis histórico) en un texto con intenciones claramente perturbadoras. No deja títere con cabeza. Ni siquiera el protagonista a quien le presta su nombre sale indemne.

En su narración, Akhtar toca desde el descalabro socioeconómico y humano que supuso la Partición  y la llegada de sus padres al país hasta décadas más recientes en las que comenzó su declive económico y el paso a una oligarquía económica provocada por las políticas Reagan con sus efectos ‘goteo’ y la nefasta gestión propiciada por sus ideólogos, como Robert Bork.

El tema fundamental de la novela es el conflicto identitario. En un ejemplo demoledor para la engañosa noción del melting pot estadounidense, Akhtar cita al sociólogo alemán de origen judío Norbert Elias: «La mayoría establecida toma su propia imagen colectiva a partir de una minoría de sus mejores elementos, y moldea una imagen colectiva de los forasteros a quienes desprecia a partir de una minoría de sus peores elementos». (p. 139, mi traducción) Dice Akhtar el narrador de su vida que se encuentra marcada por un dilema irresoluble: es un musulmán que ya no practica – y mucho menos cree – en la religión, pero su identidad, en el seno del país donde ha nacido, está totalmente moldeada por el hecho del Islam que lo ha definido dentro de esa sociedad desde el 11-S.

Norbert Elias, una larga vida (1897-1990). Fotografía de Rob Bogaerts.

Es un libro irresistible. Tanto por la calidad de su prosa como por el evidente amor y gusto que el autor tiene por la lengua inglesa. Akhtar juega con nosotros los lectores, en tanto que plantea sucesos en la vida del protagonista que lo dejan moralmente maltrecho (la historia de cómo contrae la sífilis no tiene desperdicio). Además, a lo largo de la novela va plantando minas que pueden estallarle en la cara a un lector hipersensibilizado y emocionalmente endeble.

Y por supuesto, la historia que su padre cuenta sobre Donald Trump. Pero de eso prefiero no darte ninguna pista.

«[…] Todo giraba en torno a hacerse rico. Al menos, los republicanos eran honestos respecto a ello. Mike veía un país donde la gente era más pobre, donde les mentían, donde sentían que sus vidas eran más mezquinas, un lugar en el que no tenían ni idea de cómo cambiar nada. Habían tomado la decisión sin precedentes de poner a un intelectual negro en el cargo más alto del país, un hombre que prometía cambios pero que ofreció muy pocos, cuya indudablemente sincera preocupación se vio empañada por su arrogancia, quien se enorgullecía de su estatus de celebrity de la cultura popular al tiempo que lamentaba un sistema cuyas disfunciones políticas le impedían ejercer el liderazgo. La victoria de Obama había resultado ser poco más que simbólica, acelerando simplemente el colapso de nuestra nación hacia una autocracia corporativa, y sus fracasos habían elevado las apuestas de forma inconmensurable. La mayoría de los estadounidenses no podrían hacer frente a sus gastos semanales en el caso de sufrir una emergencia. Tenían razones sobradas para estar asustados y enfadados. Se sentían traicionados y querían destrozar algo. El estado de ánimo nacional era hobbesiano: desagradable, embrutecido, nihilista; y no había nadie que mejor encarnara todo esto que Donald Trump. Trump no era ninguna aberración ni una idiosincrasia, según lo veía Mike, sino un reflejo, un espejo humano en el cual ver todo aquello en lo que habíamos permitido convertirnos. Por supuesto, uno podía leer metáforas en ese individuo: un magnate del sector inmobiliario, racista sin reservas, que encarna el auge de los derechos patrimoniales de los blancos; un idiota ensimismado que personifica la auto-obsesión y el narcisismo desenfrenados que nos hace a todos más estúpidos cada día que pasa; una codicia y corrupción tan manifiestas y endémicas que sólo podía entenderse como la expresión desmesurada de nuestros más profundos deseos: Sí, podía interpretarse a ese hombre como si se tratase de un símbolo que ha de ser descifrado, pero Mike creía que era algo mucho más sencillo. Trump había percibido el estado de ánimo nacional, y su genio particular fue una necesidad de atención tan cobarde, tan implacable, que estaba dispuesto a pintarse con todos y cada uno de los matices de nuestra fealdad, ¡y a la mierda las consecuencias!». (p. 242, mi traducción)

Publicado en castellano por Roca Editorial en 2021 como Elegías a la patria, con traducción a cargo de Elia Maqueda.

11 mar 2024

Reseña: I am Homeless if this is not my Home, de Lorrie Moore

Lorrie Moore, I am Homeless if this is not my Home (Londres: Faber & Faber, 2023). 193 páginas.

Si todavía no has comenzado a leer esta novela, vas a encontrarte cuando lo hagas con lo que parecen ser dos hilos narrativos independientes que resultan difíciles de conjugar entre sí. Es mucho más adelante cuando Moore explicita el nexo que conecta las dos partes. Y aunque esa conexión sea tenue, temáticamente hay duda de que sea válida.

Finn, profesor de secundaria suspendido a causa de las ideas que propaga entre sus alumnos, viaja a Nueva York para acompañar a su hermano moribundo, Max. Los dos rememoran íntimamente y con buenas dosis de humor episodios compartidos en sus vidas, haciendo un pequeño examen de su relación. A medida que vas leyendo esta parte te das cuenta de que la neurosis ha plantado una firme pica en el territorio mental y emocional de Finn. Cuando parece evidente que Max va a seguir vivo poco más de 24 horas, Finn recibe un mensaje en su móvil que le hace regresar inmediatamente a Ohio.

El año es 2016, Trump va a ganar las elecciones pese a perder (no conviene olvidarlo) en número de votos. La razón por la que Finn deja en su lecho de muerte a Max se llama Lily. La mujer con la que ha compartido muchos años de su vida, muchas alegrías y también muchos sinsabores. Le dice a Max: «¿Cómo explicártelo? Lily dice que se quiere morir. Es lo que dice siempre. Pero nunca te lo he dicho. Ha sido su otro yo. Es su secreto, y también mío. Pero su deseo de morir no es ella de verdad. El deseo se convierte en acciones y palabras a causa de su enfermedad. Es una habitación extra en esa casa que es su mente. Es como una araña que tiene dentro que, desde un rincón, le dice que la queme». (p. 28, mi traducción)

Tras un delirante viaje con accidente y rescate incluidos, Finn llega y descubre que a Lily ya la han enterrado. Se ha suicidado, pero Finn es incapaz de aceptar esa realidad, acude al cementerio ecológico y en su exquisita alucinación la encuentra no muerta del todo. Lo que sigue es una road movie en forma de novela. Si crees que una zombi y su exnovio son personajes ridículos para construir una trama, es mejor que lo pienses dos veces.

Es cierto: al principio a Lily le sale tierra de la boca y las lombrices le adornan el cuerpo. Moore disfruta detallando el proceso de descomposición: se le descoloran los ojos, comienzan a marcarse las costillas en su abdomen y la piel se le enverdece en una tonalidad grisácea, como la de un huevo muy cocido.

En una de las paradas que hacen se alojan en una fonda donde Finn consigue darle un baño de agua caliente a Lily. Es allí donde Finn encuentra un cuaderno en el que Elizabeth, poco tiempo después del final de la Guerra Civil, le escribió una serie de cartas a su hermana muerta. Moore maneja diestramente la intercalación de esas cartas en la otra narrativa. El resultado es un libro que nos habla del duelo, que nos presenta una versión amable de esos fantasmas (que pueden sernos tan verosímiles) de quienes nos han dejado sin convertirse en una historia de horror. Es un libro en el que Moore demuestra un enorme talento para combinar el ingenio y la inteligencia que acompañan a la locura que podríamos llamar ‘buena’ por un lado, y la irritación y la amargura de los que sufren la pérdida de un ser amado por el otro. Es brutal, sin duda, pero también hermoso.

I am Homeless if this is not my Home es una sobresaliente adición en la obra de Lorrie Moore, de quien reseñé hace ya diez años el volumen de cuentos Bark.

He seleccionado un fragmento de la primera carta de Elizabeth a su hermana en la que habla de ese país extranjero que llamamos pasado. Espero que te guste.

«Cuando regreso a los lugares del pasado, ya no queda nada en ellos, como si me lo hubiese inventado yo todo. Es como si la vida fuese un sueño, colocado junto la ventana para que se enfríe, como un pastel, y que más tarde, te lo roban. Son esos los momentos en que me siento y te imagino y me pregunto qué dirías. La reminiscencia es un dolor de oídos, afirmarías tú. Aunque supongo que yo misma soy típica: taciturna, remilgada, no tan cristiana como finjo ser, contra las madamas, tal como ha observado el caballero que me corteja. Muchos de mis inquilinos (los jugadores de cartas, los guerrilleros del Sur, los judíos y los indios Shawnee) se han impregnado de la nueva cultura: la electricidad, los ferrocarriles, los globos aerostáticos y el desierto occidental que aún continúa inventándose una fiebre de la plata después de la del oro y luego de nuevo otra de la plata, quizás para que haya más retratos de soldados y guerras, ocasionando que todo el mundo de repente eche a volar como estrafalarios muchachos hacia un lugar cuyo nombre incluya la palabra Dust o Butte o Scratch, ululando y canturreando, acarreando la gran carga de sus lejanos corazones moribundos, y todos van mucho más lejos de lo que debieran. El grito de “¡Hacia el oeste!” de los soldados desengañados. Hay ahora una vereda de madera en la calle principal que es idónea para dirigirlos hasta allí; unas tres manzanas como mínimo. Se nota en el aire un tufillo a despilfarro. Ayer vi a una gran gorrina muy crédula, trotando por el camino marcado por los surcos de las ruedas, como si hubiera oído que se contaba algo y se hubiera comido a su camada para poder estar libre e investigar. Aunque probablemente terminaría atiborrándose con el cuerpo de algún muchacho en algún campo en alguna parte, después de las lluvias. Los cerdos de los granjeros todavía desentierran a los soldados muertos. Y no es que para eso haga falta estar cerca de un campo de batalla. Algunos de los chicos eran desertores o iban rezagados, todos tenían hambre, y los fusilaron, y ahora, años después, escarban sus restos y sirven de alimento para el ganado». (p. 11-12, mi traducción)

Campo de batalla de la Guerra Civil estadounidense en New Market (Virginia).

El libro lo va a publicar en castellano Seix Barral dentro de unas pocas semanas con el título Si este no es mi hogar, no tengo un hogar. La traducción está a cargo de Albert Fuentes Sánchez.

4 feb 2024

Reseña: The Netanyahus, de Joshua Cohen

Joshua Cohen, The Netanyahus (Londres: Fitzcarraldo Editions, 2022). 239 páginas.
No me disgusta para nada la novela de campus universitario como subgénero, aunque la primera que leí, y de eso hace ya casi cuatro décadas, venía impuesta como lectura obligatoria en el primer o segundo año de carrera: Lucky Jim, de Kingsley Amis. Con The Netanyahus, el estadounidense Joshua Cohen transforma un episodio aparentemente verídico (el encuentro entre Harold Bloom y Benzion Netanyahu, especialista en la historia de los judíos conversos de la España del medioevo tardío, y padre del más conocido Netanyahu, un tal Bibi que es todavía – es increíble, ¿no? – primer ministro de Israel).

Vaya por delante la aclaración de que se trata de una novela. Es ficción. Y es más que divertida: es desternillante, hilarante y jocosa; te hace partirte de risa y supone un espléndido ejercicio de escritura, que navega con pleno aplomo entre la ironía, el sarcasmo y la pedantería. Y eso, a pesar de que el subtítulo (An Account of a Minor and Ultimately Even Negligible Episode in the History of a Very Famous Family, es decir, ‘relato de un episodio nimio y en última instancia insignificante en la historia de una familia muy famosa’) es un guiño maestro al lector que no sabría muy bien qué podría esperar.

El escenario es Corbin College, una ficticia institución universitaria sin brillo alguno en el entorno rural del oeste del estado de Nueva York. Ha llegado allí un joven estudioso de historia económica, Ruben Blum, de familia judía y casado con una mujer también judía. Tienen una hija, Judith, cuya mayor obsesión parece ser “repararse” la nariz. Blum traga con la mediocridad de sus compañeros y soporta las no tan veladas bromas antisemíticas que dejan caer en sus conversaciones el profesorado.

Para la familia Blum, Corbin es tedioso, pero sirve para vivir y pasar mayormente desapercibidos. Cuando el catedrático del departamento, el Dr. George Lloyd Morse, le encarga que presida un comité de selección para un nuevo puesto de profesor en historia medieval, Blum no sabe ni puede negarse. El candidato es Benzion Netanyahu y se presenta en casa de los Blum acompañado de su mujer y tres hijos varones: Jonathan, Benjamin e Iddo, que a los siete años todavía lleva pañales.

Poco antes de la entrevista que va a decidir si lo contratan, el profesor Netanyahu demuestra en pocos minutos que jamás se podrá adaptar a una universidad como Corbin (o ninguna otra universidad norteamericana, en realidad). Es un tipo terco y arrogante que no tiene interés alguno en la enseñanza. Tiene su propia agenda (sionista) y parece sencillamente querer un sueldo para poder vivir en los EE.UU.

Además, está su esposa Tzila, que ni domina el inglés ni tiene intención alguna de aprender a comportarse con cierto decoro en el país que los va a acoger. En las pocas horas que los procaces chicos Netanyahu pasan en la casa de los Blum, consiguen provocar una verdadera hecatombe.

A excepción de dos capítulos en los que Cohen inventa cartas que dos académicos nada afines a Benzion Netanyahu le dirigen para compartir sus puntos de vista sobre el candidato (ambas son un estupendo ejercicio de pedantería y sarcasmo), la novela es sumamente eficaz a la hora de regalarle al lector el relato de un suceso baladí pero repleto de momentos de brillante humor.

No todo el mundo parece compartir las ganas de crear algo tan humorístico como lo que ha escrito un judío de Atlantic City (Nueva Jersey). El autor de esta reseña, Patrick T. Reardon, es feroz en sus crítica negativa de la novela: «No creo que haya “una brillante gracia cómica” en tal escritura ni en tal historia. […] Es, simple y llanamente, ridícula. ¿Y con qué propósito?

El propósito, me parece, es conseguir que los lectores de izquierdas se sientan a gusto y cómodos en su posición de NO A NETANYAHU (o, por extensión, su postura de NO A MARJORIE TAYLOR GREENE y su NO A DONALD TRUMP)». (mi traducción). Como dirían mis hijos: chill, man. ¡Es solo una novela! Y es ciertamente divertida.

La publicó en 2022 De Conatus con el título de Los Netanyahus [sic], traducida por Javier Calvo. Si te apetece reírte, hazte con ella.

16 ene 2024

Reseña: Trust, de Hernán Díaz

Hernán Díaz, Trust (Londres: Picador, 2022). 403 páginas.

Son pocas las veces que un escritor, al edificar por partes la historia que quiere contar, exige que sea el lector el que tiene que descifrar claves y acertijos y dar con las pistas que le ayuden a entender el todo de la propuesta narrativa. Si eres un lector o lectora que con gusto acepta ese tipo de reto, entonces Trust es una novela cuya lectura debes acometer lo antes posible. Pero también aviso: esta reseña contiene algunos spoilers.

Trust son cuatro “libros” (no por su longitud sino por su concepto). El primero es ‘Bonds’ (el primer juego de palabras de los muchos que Hernán Díaz incluye en el libro: bond relaciona las obligaciones financieras con los vínculos familiares) y lo escribe un autor ficticio, Harold Vanner. En él se cuenta la historia de Benjamin Rask y su mujer, Helen. Rask es un todopoderoso potentado económico que multiplica su fortuna con el desastre bursátil de 1929. En su versión de la historia, Vanner achaca a la perversidad del marido el decaimiento de la salud mental de Helen en lo que, a los ojos de Vanner, se convierte en una tortura, terminando en su internamiento y muerte en una residencia suiza.

El segundo ‘libro’ es la autobiografía de Andrew Bevel, multimillonario orgulloso de su aptitud para convertir el dinero en mucho más dinero a pesar de las crisis que afectan a otros. En esta segunda parte Hernán Díaz realiza una valiente apuesta: hace que la biografía de Bevel quede inconclusa, con marcadores de secciones que se deberían completar con datos, anécdotas, episodios o datos varios. Los paralelos entre la historia de Rask y la de Bevel son, en todo caso, muy evidentes.

La Bolsa de Nueva York. Fotografía de Jeffrey Zeldman, vecino de Manhattan.
En el tercer ‘libro’ aparece Ida Partenza (nótese que el apellido de este personaje, secretaria de Bevel, contratada en 1938 para ayudarle a escribir la autobiografía ꟷla segunda sección del libroꟷ se puede traducir como «desviación»). Es también una autobiografía, pero buena parte de ella se encamina a contarnos cómo Bevel confecciona, forja, manipula y fabrica la memoria de su esposa Mildred, fallecida recientemente. Lo mejor de esto es que Díaz adopta determinadas características del género de la novela detectivesca y de misterio y suspense para hacer añicos la narrativa que había construido hasta ese momento. Cuando Bevel fallece de modo completamente inesperado, Ida Partenza pierde lógicamente su trabajo y el proyecto de biografía del millonario.

El círculo de la novela se cierra con la cuarta sección, el diario secreto de Mildred que Partenza encontró en la casa de Bevel y que sustrajo poco antes de su muerte. El diario de la señora Bevel deja en evidencia al marido, mostrando que era ella la que poseía la inteligencia y las dotes matemáticas para enriquecerle a él.

En una entrevista titulada “El dinero es una ficción” a Milenio, Díaz observa que «en las grandes epopeyas del capital hay gente que tiene un megáfono y una voz que se proyecta ensordecedoramente en todos los ámbitos de la sociedad, y hay otra gente que ha sido desplazada y amordazada, y entre esa gente me interesaban las voces de las mujeres que habían sido ignoradas en la historia del capital». Para llevar a cabo esa denuncia, el autor arriesga mucho: opta por hacerle creer al lector una versión del pasado, pero a medida que avanza la novela desmonta esa versión con mucho ingenio y exquisito estilo. No es únicamente el dinero lo que es ficción: también puede serlo el pasado si uno tiene tanto poder como pueden concederle el dinero y el sistema socioeconómico reinante.

El libro fue premiado con el Premio Pulitzer de 2023 y, lógicamente, se tradujo rápido, el mismo año. Curiosamente, tanto la versión en castellano (Fortuna, en Anagrama, con traducción de Javier Calvo) como la versión en catalán (Fortuna, en Edicions del Periscopi, amb traducció de Josefina Caball) obvian el juego de palabras del título original en inglés. ¿Puede uno fiarse? No olvides lo que reza el lema oficial de los Estados Unidos: In God We Trust. Cosas del mercado editorial, supongo.

16 ago 2022

Reseña: The Water Dancer, de Ta-Nehisi Coates

 
Ta-Nehisi Coates, The Water Dancer (Londres: Penguin, 2019). 405 páginas.

El narrador protagonista de esta novela es Hiram Walker, hijo y a la vez esclavo del propietario de una gran hacienda de cultivo de tabaco en Virginia llamada Lockless. Cuando lo pone a servir al heredero (también su medio hermano) en la mansión, Hiram demuestra tener unas dotes casi sobrenaturales. Su memoria es perfecta y retiene hasta el más mínimo detalle. Bien pronto habrá quienes tengan interés en utilizar sus extraordinarias habilidades.

Sin embargo, Hiram tiene también extensas lagunas en su memoria. De su madre apenas recuerda nada. La madre fue vendida cuando Hiram era pequeño y nunca más supo de ella. En las plantaciones esclavistas, la vida de un ser humano era un valor comerciable; si un esclavo trataba de escapar y lo atrapaban, el castigo era terrible. La muerte podía ser en realidad una forma de huida preferible. Estamos a mitad del siglo XIX: las tensiones entre Norte y Sur pronto desembocarían en la Guerra Civil. Existen ya bien organizadas redes de soporte que luchan contra la esclavitud a su manera.

Un monumento recordatorio de la barbarie: la sencillez de unas cadenas enterradas en el polvo del tiempo. Forks of the Road en Natchez, Misisipí. Natchez fue uno de los mercados de compraventa de esclavos más activos en el Sur. Fotografía de Taylerpomeroy.

Una noche, mientras regresan de un día de carreras a Lockless junto a su hermano (Maynard, un perfecto imbécil, la perfecta encarnación de un calavera) el carruaje se adentra en una bruma azulada y cae al río Goose. Maynard muere ahogado; Hiram despierta a millas de distancia del río, aturdido pero ileso. Poco antes del accidente, el esclavo ha tenido una extraña visión: su madre, bailando en el agua.

Campo de cultivo de tabaco. Fotografía de EMW.

Desde ese momento, su vida va a dar un fuerte giro. Sus extraños poderes los han detectado los miembros del Underground, una red de personas (de raza negra y blanca) que saca clandestinamente a esclavos de las plantaciones y los lleva al Norte, donde pueden vivir en libertad. Coates pinta un detallado cuadro de las plantaciones (ya por entonces camino de la ruina debido a la degradación del suelo) y las ciudades de Virginia, Alabama y otros estados sureños y de las clases sociales que las habitan: los esclavos de ascendencia africana, los terratenientes (que se autodenominan ‘Gente de Calidad’) y los blancos más pobres que malviven como pueden y se encargan de capturar a los esclavos huidos por recompensas.

El poder que Hiram tiene se llama ‘Conducción’. Tan pronto como aprenda a dominarlo, los dirigentes del Underground van a reclutarlo para sus fines liberadores. Pero Hiram no puede esperar y escapa junto a Sophie, otra esclava de Lockless de la que está enamorado. Su aventura dura poco: los encuentran y los someten a violentas torturas.

Serán los miembros del Underground quienes lo saquen del Sur y lo trasladen a Filadelfia. En esa ciudad Hiram empieza a vivir como un hombre libre y a comprender la misión que el movimiento abolicionista quiere completar en todo el país. Sus esfuerzos se ven a veces recompensados con pequeñas victorias, pero en otras ocasiones sufren reveses e infortunios y pierden a leales integrantes de sus comandos.

El autor de The Water Dancer, Ta-Nehisi Coates, en 2015. Fotografía de Eduardo Montes-Bradley.   

La narración mantiene un ritmo constante, aplicando el suspense como recurso recurrente. El uso del ingrediente mágico (basado en el mito de cómo los africanos secuestrados y transportados en los buques esclavistas saltaban al mar y regresaban a sus tierras danzando sobre la mar). Coates controla bien la compleja caracterización de los personajes e incluso los secundarios están competentemente retratados y construidos.

Una brillante novela que nos fuerza a reflexionar no solo sobre la importancia de todos nuestros pasados sino también en las repercusiones que la injusticia de la violencia racial tuvo en las vidas de esas personas desarraigadas por la más deplorable lacra del colonialismo. Porque han de aprender a aceptar y a demostrar amor por hijos e hijas que son mezcla de dos razas y el producto de violaciones.

The Water Dancer se ha publicado este año en castellano (El baile del agua: Seix Barral, 2022, en traducción de Javier Calvo). I també en català (Ballar amb l'aigua: Àmsterdam, 2022, amb traducció a càrrec d'Anna Llisterri i Boix).

13 jun 2022

Reseña: Weather, de Jenny Offill

Jenny Offill, Weather (Londres: Granta, 2020). 207 páginas.
Quién iba a decirnos que la irrupción de Trump en la Casa Blanca habría de dar lugar a narraciones tan imbuidas de pesimismo como esta singular novela de Jenny Offill. Weather está ambientada en el escenario semi-apocalíptico de hace unos años, en el que el cambio climático mostraba su patita de lobo por debajo de la puerta mientras un neurótico, ensimismado en el poder de su propio reality show, se dedicaba a socavar los cimientos hasta entonces sólidos de la sociedad estadounidense y condenaba a una gran mayoría silenciosa al precariado económico, sanitario y vital, cuando no a la miseria absoluta.

La narradora de Weather es Lizzie, una mujer de mediana edad que asume que la actitud de desventura y desesperación ante la que se les avecina es inevitable. Trabaja de bibliotecaria en una universidad, tiene un marido paciente y comprensivo y un hijo que parece desconfiar de todo; además, hay un hermano que está tratando de superar la adicción a sustancias no especificadas. Lizzie, además, colabora con una amiga que publica a través de un podcast recomendaciones para sobrevivir el final de los tiempos.

La novela está montada a base de fragmentos, breves vendavales narrativos, a veces poéticos, a veces mundanos. Es como la vida cotidiana misma, ¿no? A lo largo de las veinticuatro horas del día nunca hay tantos momentos que nos resulten extraordinarios ni inolvidables. El libro consta de doscientas páginas en las que el tono predominante es el de la premonición del desastre que nunca llega. Una llovizna pertinaz de desesperanza aderezada de pequeñas revelaciones o epifanías cotidianas que le dan el impulso necesario para afrontar un nuevo día.

Como contrapunto, en Weather encuentras pequeñas gemas de ironía, retazos de sol y humor en mitad de la borrasca. La mayoría de las ocasiones son las respuestas que Lizzie confecciona a las preguntas de los oyentes del podcast, que en el libro vienen maquetadas en recuadros:


Pregunta: ¿Cuál es la filosofía del capitalismo tardío?
Respuesta: Dos senderistas avistan un oso hambriento en medio de la senda que tienen por delante. Uno de ellos saca las zapatillas de correr de la mochila y se las pone. «No podrás correr más rápido que el oso,» susurra el otro. «Solamente me hace falta correr más rápido que tú,» le responde.
(p. 44, mi traducción)

Fotografía de Jean, de Shelbyville


En realidad no hay consuelo en ningún momento: la sensación de inminente catástrofe medioambiental y la irrupción del fascismo pro-trumpista anegan la narrativa. El matiz imperante es el temor a que todo lo malo llegue a ocurrir, pero el deseo de seguir adelante con la vida siempre está debajo, no totalmente oculto.

Weather se publicó en castellano como Clima, en traducción de Eduardo Jordá (Libros del Asteroide, 2020); i en català, amb el títol de Com el temps, amb traducció de Yannick Garcia (Amsterdam, 2020).

26 may 2022

Reseña: The Mandibles. A Family, 2029-2047, de Lionel Shriver

Lionel Shriver, The Mandibles. A Family, 2029-2047 (Londres: Harper Collins, 2016). 402 páginas.

¿Está el capitalismo tardío en peligro como sistema económico? Todo parece indicar que sí. Y las consecuencias podrían ser… más que negativas, fatales. Es en el marco de esa premisa que Shriver publicó hace ya seis años esta novela de corte distópico en la que una familia acomodada norteamericana sobrevive en medio de la mayor crisis social que el mundo occidental haya visto en su seno desde el siglo XX.

La sociedad civilizada como tal se hunde, el dinero deja de tener valor (nótese ese epígrafe que figura en la portada (‘In God We Trusted’), el crimen y la violencia dominan las calles. Todo el modelo socioeconómico en el que se sustenta la sociedad actual se viene abajo: no hay empleo, no hay apenas elementos del estado del bienestar, la inflación es astronómica…

Como sugería Yuval Noah Harari, esto es un trozo de papel y nada más.
Fotografía de Sysman.

De las cenizas del imperio yanqui surge un estado totalitario que criminaliza la propiedad de oro y se queda con el 90% de tu sueldo. La posesión de divisas extranjeras es también un delito sancionable. Y para colmo, obliga a los ciudadanos a implantarse un chip cerca de la nuca, que automatiza absolutamente todos los aspectos de la vida diaria.

Maravilloso, ¿no? El riesgo existe, eso es innegable. La deuda de los Estados Unidos es astronómica. Si el dólar dejase de ser la divisa fuerte con la que todo cristo paga las mercancías importadas (por algo el dictador del Kremlin obligó a sus compradores a pagar en rublos), ¿Qué le ocurriría a la economía estadounidense? De superpotencia a paria del mundo, sugiere Shriver.

The Mandibles (un juego de palabras imposible de trasladar en la traducción del título) escoge la saga familiar para postular un terrible futuro realmente cercano. Y la fórmula no es necesariamente acertada, en mi opinión. Aunque el ingenio, el humor y la trama no desmerecen, resulta ser un híbrido cuyo subtexto es la provocación a su lector o lectora de clase media y el ataque despiadado a la complacencia reinante.

Viva Las Vegas! Fotografía de LBM1948.
Apunta mucho a esta intención que la alternativa a la que huye la familia desde ese estado dictatorial distópico sea un estado libertario, donde la vida es difícil, sí, pero apenas se pagan impuestos. ¿Y ese estado sería Nevada? ¿En serio?

Y con Elvis de Gobernador, claro.

Disponible en castellano como Los Mandible. Una familia: 2029-2047, traducido por Daniel Najmías y publicado en Anagrama en 2017.

21 mar 2022

Reseña: The Ministry for the Future, de Kim Stanley Robinson

Kim Stanley Robinson, The Ministry for the Future (Londres: Orbit, 2020). 563 páginas.
Hace apenas una semana que, en una controvertida decisión judicial, la Corte Federal australiana anuló una sentencia anterior por la que se asignaba al Gobierno la obligación de proteger a las generaciones futuras de los efectos del cambio climático en sus vidas. Me pregunto si los magistrados que votaron en contra del grupo de jóvenes mujeres que reclamaban ese derecho a tener un futuro han leído este libro del estadounidense Robinson.

El Ministerio del Futuro al que se refiere esta novela sería una agencia internacional, fruto del Acuerdo de París, encargada de defender a todos los seres vivos en esta década y en las próximas. Es necesario poner el énfasis en la idea de que se trata de todos los seres vivos, no únicamente las personas.

El primer capítulo narra cómo uno de los protagonistas, Frank May, sobrevive a una catastrófica ola de calor en el norte de India, con un recuento de víctimas mortales cercano a los veinte millones de personas. Después del terrible episodio (en modo alguno inverosímil), la creación de este brazo ejecutivo de carácter supranacional buscaría financiar los medios y mecanismos necesarios para ralentizar el calentamiento del planeta. La protagonista principal es Mary Murphy, directora del Ministerio, que debe enfrentarse a quienes detentan el verdadero poder, el económico: los líderes de los bancos de reserva de las principales fuerzas económicas mundiales, a quienes ha de convencer de la necesidad de un viraje económico que favorezca la eliminación de las emisiones de carbono y abandone los combustibles fósiles.

Robinson plantea en su narrativa conflictos, actos y problemas sociales que serían perfectamente posibles en años venideros: actos de activismo terrorista con fines medioambientalistas, huelgas masivas de carácter multinacional, migraciones de millones de personas por causas climáticas, asesinatos selectivos de multimillonarios insolidarios… entre muchos otros.

"[...] Matan a los buenos, pensó Mary con amargura, a los líderes, a los tenaces, y después retan a los más débiles a tomar el relevo y continuar la tarea. Pocos lo harían. Los homicidas se impondrían. Siempre fue así como sucedieron las cosas. Eso explicaba el mundo en el que vivían; los asesinos estaban dispuestos a matar para salirse con la suya. En un combate entre la gente malvada, los sociópatas, enfermos, heridos, enojados y jodidos y el resto de la gente, no únicamente los buenos y los valientes sino también los corrientes y los débiles, los corderitos que solamente deseaban salir adelante, ganaban siempre esos cabrones. Los pocos que copaban el poder y lo ejercían como torturadores, felices de arrancarles la felicidad a la mayoría. Claro que todos tenían sus motivos. Los asesinos siempre pensaban que estaban defendiendo su raza o su nación o a sus niños o sus valores. Miraban a través del espejo y arrojaban su fealdad contra los otros, para no verla en ellos mismos. ¡Siempre los otros!". (Mi traducción) Fotografía facilitada por el Kremlin a través de Wikicommons.

En el Ministerio se dan cuenta rápidamente de lo difícil, si no imposible, de su misión. ¿Sería necesario que el Ministerio contara con un brazo armado clandestino que practique una guerra sucia contra los bastiones del neoliberalismo? ¿Es ética una lucha soterrada contra quienes anteponen su codicia al bienestar de la población mundial (o incluso a la supervivencia de la vida humana en la Tierra)?

Robinson crea una narración de ciencia ficción muy plausible. En cierto modo rebosa optimismo, siempre sobre la base de los conocimientos científicos, geopolíticos y económicos que posee. Todas las hipótesis que formula la novela conducirían a una solución creíble de regeneración. Es como si Robinson antepusiera su fe en la resiliencia humana a la patente realidad de una crisis cada vez más extendida, más profunda e irreversible.

Con el objeto de hacer más creíble la trasformación de Mary en alguien más pragmática que guiada por el bien ante los dilemas éticos, Robinson une a Frank May y Mary Murphy en Zúrich: Frank sigue a Mary una noche y la retiene en su casa hasta que reconozca que el enfoque burocrático adoptado por el Ministerio del Futuro, que se adhiere a la legalidad, nunca va a ser suficiente y que otro tipo de medidas son necesarias para salvarnos.

Capítulo 2º

Soy un dios y no soy un dios. En cualquier caso, vosotros sois mis criaturas. Os mantengo con vida. 

En mi interior poseo un calor insoportable; y sin embargo, mi exterior es incluso más caluroso. Arderéis si os toco, aunque dé vueltas por el cielo. Cada vez que exhalo mis lentas bocanadas, os congeláis y luego os quemáis, os congeláis y luego os quemáis.

Algún día os devoraré. Por ahora, os doy de comer. Cuidado con mi mirada. Nunca jamás me miréis a los ojos. (Mi traducción)

El formato es asimismo novedoso: The Ministry for the Future mezcla las historias de Mary y Frank con informes de científicos, voces que nos hablan en nombre de elementos químicos o de estrellas, de animales o conceptos abstractos. Es ciencia ficción con propósitos esperanzadores: Robinson quiere pensar que un post-capitalista será no solamente posible sino también beneficioso para el mundo en que vivimos. Es harto difícil creer en ello, dadas las circunstancias en las que estamos viviendo en los últimos años.

También disponible en castellano: El Ministerio del Futuro, publicado por Minotauro en 2021, con traducción a cargo de Simon Saito.

31 ene 2022

Reseña: The Souvenir Museum, de Elizabeth McCracken

Elizabeth McCracken, The Souvenir Museum (Londres: Jonathan Cape, 2021). 239 páginas.
Hay dos aspectos de esta colección de relatos breves de McCracken que llaman poderosamente la atención. Por un lado, la habilidad con la que la autora captura el habla de personajes variopintos, incluso de distintas procedencias geográficas. Y por otro, las sorprendentes imágenes y percepciones que transmite en sus historias. The Souvenir Museum comprende un total de doce cuentos, de los cuales cinco tienen como protagonistas a Jack y Sadie (aunque en ‘A Splinter’, una historia sobre el adolescente británico que escapa desde Nueva York a Londres para aprender el arte de la ventriloquía, solamente Jack hace acto de presencia).

El relato que abre el volumen, ‘The Irish Wedding’, derrama su humor cáustico en cada una de las páginas. Jack y Sadie acuden a la boda de la hermana de Jack en Irlanda. La familia de Jack es en realidad inglesa y todos demuestran tener un sentido del humor harto inusual, entre lo manifiestamente escatológico y el sarcasmo más puro y duro. Sadie, estadounidense de pura cepa, revienta la ceremonia del corte de la tarta nupcial cuando el padre de Jack pronuncia una frase intraducible (“The bride and groom will now cut the cheese”) en honor a la parte holandesa de la boda que tanto en Canadá como en los Estados Unidos tiene una acepción muy tosca: soltar un pedo.

Pero no sería cierto decir que los cuentos de The Souvenir Museum son una colección cómica. No lo son, a pesar de recoger muchas escenas humorísticas y presentar personajes extravagantes. McCracken parece tener una predilección por extranjeros que se comportan como peces fuera del agua. En “Mistress Mickle All at Sea” la protagonista es una personalidad televisiva americana de regreso a Dover en un ferry que se bambolea en el fuerte oleaje del Canal de la Mancha. Tras una conversación con un artista que, tal vez sin quererlo, la ridiculiza, juguetea con la idea de lanzarse por la borda.

En vez de buscar trocitos de vasijas o antiguas botellas, yo me iría directo al pub a probar el agua de la vida local, uisge beatha. Una de las playas de la Isla de Mull. Fotografía de Lesbardd.

En “Proof” David Levine comparte un viaje a Escocia con su padre Louis y espera tener el éxito que siempre había imaginado: comprarle una falda escocesa, algo que siempre había querido pero que su madre, recientemente fallecida, le había denegado a Louis. Pero el anciano caballero prefiere recoger trozos de cerámica y vidrio de colores en las playas de Mull, una de las Hébridas Interiores.

Uno de los más sugestivos relatos es “It’s Not You”, en el que la narradora rememora una estancia intensamente alcoholizada en un hotel cuando era joven, tras un profundo desengaño emocional, y allí flirtea con un famoso locutor. Confiesa la narradora en un interludio del relato: “¿A quién amo yo en este cuento? A nadie. A mí misma, un poco. Ah, sí, al camarero, con el bigote diacrítico que mostraba encima de una dentadura blindada. Me encanta el camarero. Siempre me encanta el camarero.” (p. 53, mi traducción)

Como hace con el ya mencionado bigote diacrítico, McCracken deja caer metáforas extraordinarias y audaces símiles. El hotel mencionado en el párrafo anterior, The Narcissus Hotel, “se encontraba situado en la orilla de un lago y admiraba su imagen reflejada.” Los zapatos de una pareja de ancianos viajeros en “Proof” dan la impresión de ser “dos pares de patatas asadas.” La multitud de niños en una de las piscinas del parque acuático le recuerdan a Ernest el cuadro de Théodore Géricault Le Radeau de la Méduse.

Cada vez más resulta evidente que nos encaminamos a una situación de «Sálvese quien pueda».
Relatos en los que el paso del tiempo nunca termina de cicatrizar las heridas de la pérdida de los seres amados, The Souvenir Museum entretiene sin entusiasmar. Aunque la autora tiene una indudable habilidad para explotar la parte de la historia que posee un potencial risible, con frecuencia el material narrativo es tan desalentador y sombrío que el efecto global es contraproducente, si no completamente macabro.

17 oct 2021

Reseña: Zeroville, de Steve Erickson

Steve Erickson, Zeroville (Nueva York: Europa Editions, 2007). 329 páginas.

“Fuck continuity”. A la mierda la continuidad. Como propuesta filosófica en torno a la creación artística, la frase anterior vale tanto para el cine como para la literatura. Una trama absolutamente lineal puede que sea tan atractiva como una que no lo es; pero una narración discontinua, con narradores no fiables y saltos cronológicos también tiene su gracia. Y leerla suele bastante entretenido (y a propósito de esto, me viene a la memoria Larva, ese monstruo literario informe que nos regaló Julián Ríos a todos los que amamos la literatura y que debo releer algún día, antes de que sea demasiado tarde).

Ike Jerome ha huido de la pesadilla viviente que es su padre en Pennsylvania y se ha cruzado el país entero para llegar a Los Ángeles. Se ha rapado la cabeza y se ha hecho tatuar una imagen de Liz Taylor y Montgomery Clift en la película Un lugar en el sol. Ha descubierto el cine; el veneno del celuloide lo tiene atrapado y no lo soltará.

¿Qué hacer en un lugar como Hollywood? Lo primero es cambiar de nombre. Pasará a llamarse Vikar. Luego, encontrar trabajo en la industria que crea sueños. Sus comienzos no son muy prometedores, pues la policía lo arresta cerca del lugar donde Manson ha asesinado a Sharon Tate y otras cuatro personas.

El caso es que Vikar va abriéndose camino, consolidando algunas conexiones que casi pueden llamarse amistades y prendándose de una belleza llamada Soledad. Es un alma inquieta, una mente atormentada por imágenes, sueños y sonidos.

La Soledad de Vikar parece estar basada en la sevillana Soledad Rendón Bueno, conocida por le nombre artístico de Soledad Miranda. Imagen procedente del film She Killed in Ecstasy de Jess Franco.  

Gracias a Dorothy, Vikar aprende a editar filmes. Reclutado por su amigo y mentor, Viking Man, esa habilidad técnica le llevará a España en los últimos años de la dictadura fascista. Allí lo secuestra un grupo guerrillero que quiere producir una película que mate a Franco, utilizando al padre del jefe guerrillero como actor, fragmentos del NO-DO, fragmentos del western que estaba editando hasta ese momento y también algunas imágenes de la famosísima Emmanuelle, ya un clásico por entonces.

Años más tarde Vikar recibirá un premio especial en Cannes tras rescatar el montaje de una película cuyo director ha abandonado tras un desacuerdo con los productores. Las desventuras de Vikar en la Côte d'Azur son de lo más divertido.

Es evidente que Erickson está haciendo uso de figuras históricas de la industria cinematográfica para sus propios fines. Es un libro a ratos difícil, casi siempre con guiños humorísticos, que tiene una estructura extraña. El autor divide el texto en secciones normalmente muy breves, numeradas hasta el 227, que dice que “Vikar no lo sabe, pero ahora todo se ha puesto a cero de nuevo.” Y a partir de ahí la cuenta es regresiva hasta el final. Es por supuesto un recurso extraño, pero no tan provocador como el que utilizó en Our Ecstatic Days, reseñada en este blog hace cuatro años.

La novela fue descuartizada en el formato cinematográfico por James Franco en 2019. Una gran decepción, y no solo por los cambios argumentales que el guion introduce.

En todo caso, vale la pena leerla; que el lector trate de extraer las enseñanzas sobre el séptimo arte y la creatividad e innovación que Vikar nos ofrece.  

Zeroville la publicó en castellano Pálido Fuego en 2015, con traducción a cargo de José Luis Amores.

4 mar 2021

Reseña: Vampires in the Lemon Grove, de Karen Russell

Karen Russell, Vampires in the Lemon Grove (Nueva York: Alfred A. Knopf, 2013) 243 páginas.

El comienzo de esta colección de cuentos de la estadounidense Karen Russell (la autora de Swamplandia!) le exige al lector sentir un poco de compasión por una pareja de vampiros, casados durante siglos y que con el paso del tiempo han terminado por estar obsesionados con saciar su sed con líquidos que no sean la sangre. ¿Para qué sacrificar vidas de jóvenes vírgenes cuando una limonada puede servirte y mantenerte en la vida eterna con un sabor inigualable? Él, Clyde, describe así su primer sorbo de la deliciosa bebida:

“Cuando arribamos a Sorrento, estaba escéptico. El jarro de limonada que pedimos tenía un aspecto turbio, adulterado. El azúcar se amontonaba en el fondo. Pegué un trago y un pequeño limón se me quedó atascado en la boca; no hay ninguna palabra lo bastante hermosa para ese primer sabor, la primera sensación que tuve al clavarle los colmillos a ese limón. Era tonificante y amargo, con una leve insinuación a sal marina. Después de un escozor inicial – una especie de efervescencia química a lo largo de las encías – desde la punta de cada uno de los colmillos un reconfortante vacío se desplazó hasta mi cerebro enfebrecido. Estos limones son el analgésico perfecto para un vampiro.” (p. 7-8, mi traducción)

Más refrescante que una pinta de sangre, ¿no? Fotografía de Prasad SR 

En todos los cuentos hace acto de presencia un aspecto fantástico o sobrenatural, que deja al lector perplejo y constantemente a la espera de una solución más lógica, no necesariamente convencional, que cuando llega te deja casi siempre satisfecho.

Por ejemplo, ‘Reeling for the Empire’ nos lleva a una especie de fábrica de seda en el Japón imperial, en la que residen unas chicas muy jóvenes a las que han esclavizado tras haberlas transformado en gusanos de seda mediante la ingestión de una pócima mágica.

De los ocho relatos del libro, quiero destacar dos. El primero es ‘Proving up’, en el que un chico de 11 años, Miles, ha de transportar una ventana de vidrio a través de los llanos de Nebraska para demostrar que la casa construida por una familia local, los Sticksel, cumple con el requisito de contar con una ventana y lograr así el título de propiedad del gobierno en Washington. La ventana ha de estar en su sitio cuando el inspector federal haga su visita. La casa de sus amigos es, posiblemente, idéntica a la que ha construido su padre: “Es nuestro hogar, aunque parezca un jadeo de la tierra. El piso está hecho con terrones de tierra; el tejado está hecho de terrones de tierra, endurecida por el sol de Nebraska – y si alguna vez volviera a llover, entrará la lluvia y nos caerá en la cabeza durante días. El colchón está alzado sobre una caja hecha de postes de madera de ciruelo silvestre. Mi madre cubre el fogón con el envejecido mantel de lino de mi abuela para que no caigan en nuestra cena las lagartijas, los ratones de campo, los topos, las serpientes de cascabel y las arañas amarillentas.” (p. 88, mi traducción)

Campos de trigo de Nebraska.
Aunque a sus once años Miles está deseando demostrar su madurez y hombría, nada más ponerse en marcha una ventisca intempestiva le hace extraviarse y, para colmo, pierde el caballo. ¿Con quién se encontrará en medio de la nieve? ¿Llegará a tiempo de prestarle la ventana a los Sticksel?

El otro relato que, en mi opinión, es especialmente destacable, es ‘The Graveless Doll of Eric Mutis’ que narra un hombre ya maduro que rememora cómo él y sus amigos en la escuela secundaria agredían y acosaban a un chico más pequeño que ellos, Eric Mutis. Meses después de que Eric haya desaparecido de sus vidas, encuentran en una sima del parque a donde van a beber cerveza una especie de espantapájaros que parece una copia o una imitación de Eric. Lo que sigue es la confesión de los execrables actos de tortura y tormento que llevaron a cabo los jóvenes, y cómo el narrador llega a entablar una incierta amistad con Eric y lleva a cabo una traición vergonzosa.

‘The New Veterans’ plantea que la masajista que está tratando a un soldado traumatizado tras la guerra de Iraq de la terapia puede manipular las emociones del hombre desplazando los elementos de un enorme tatuaje que lleva en la espalda, el cual rememora el día en que un compañero, Arlo, murió tras un ataque con bomba en el arcén. Russell ejecuta un detallado estudio en torno a los efectos de la memoria en nuestras emociones, apuntando algo bien sabido: que la narración del trauma no solamente recrea los hechos, sino que ayuda a superarlos.

Pero no todos los cuentos me han parecido tan redondos como los anteriores. Dos de ellos son entretenimientos que rozan lo absurdo: ‘The Barn at the End of Our Term’ coloca a un conjunto de expresidentes de los EE. UU. reencarnados en cuerpos de caballos en una granja, mientras que ‘Dougbert Shackleton’s Rules for Antarctic Tailgating’ narra en clave de humor deportivo las opíparas comilonas de kril que disfrutan las ballenas todos los años en las aguas cercanas a la Antártida.

Como recopilación de cuentos, Vampires in the Lemon Grove no decepciona de ninguna manera. Russell tiene la habilidad de pasar de un sencillo boceto psicológico a lo fantástico y rociarlo todo con una visión global humorística muy necesaria en estos tiempos que nos ha tocado sobrevivir. Una buena propuesta para quien guste del cuento bien ejecutado.

Vampires in the Lemon Grove lo publicó Tusquets a finales de 2014 en castellano, con el bastante ridículo título de Vampiros y limones, en traducción de Victoria Alonso Blanco.

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