Kevin Powers, Letter Composed During a Lull in the Fighting (Londres: Sceptre, 2014). 96 páginas.
Siempre hay un
comienzo. O en otras palabras: por algo se empieza. En el caso de la primera
estrofa del primer poema de este libro de Powers:
‘Amen may have meant “to begin”
back then. So be it, the desert, I
imagine,
said. So be it, as the car I’m travelling
in
turns right on state highway 71,
due west into the vast unending waste
of Texas.’
‘Puede que entonces amén quisiera decir
“comenzar”. Que así sea, dijo, imagino yo,
el desierto. Que así sea, mientras el
coche en el que viajo
gira a la derecha en la carretera estatal
71,
rumbo al oeste, al interior del inmenso,
interminable erial
de Texas.’ (mi traducción, así como el
resto de las citas en esta reseña).
Siempre se debe
comenzar con una palabra, ¿y qué mejor que comenzar con una que significa
“final”? Porque puede que, al fin y al cabo, en determinados momentos, las
palabras (¿conoce alguien algún medio de expresión de los sentimientos humanos
que sea más fiable que las palabras?) nos fallan, se vuelven vacilantes, sus
contornos se difuminan, cuando no se desvanecen por completo.
Más adelante, en
ese mismo poema, ‘Customs’, Powers escribe ‘I can tell you exactly/ what I
mean.’ Y sin embargo, resulta significativo que se vea abocado a repetir la
misma oración dos versos más adelante. Sospecho que no le sirven tanto las
palabras para decir(nos) exactamente lo que quiere decir. Hay que tener cuidado
con las palabras, que también pueden convertirse en un arma arrojadiza. O en
una bomba.
En otro de los
poemas de Letter Composed During a Lull
in the Fighting, que lleva por título ‘Improvised Explosive Device’, Powers
juega con la imagen de un poema repleto de cables, un poema cuyas palabras
‘estuvieran hechas/de metal.’ La guerra de Iraq, en la que participó Powers en
2004 y 2005, es el tema esencial de los dos libros que hasta la fecha ha
publicado. Algunos de los poemas de este libro precedieron a The Yellow Birds (una reseña del cual
puedes leer aquí). Enunciar el horror requiere siempre un esfuerzo
que rara vez consigue remontar los obstáculos que el propio lenguaje nos
tiende: la dificultad intrínseca de un querer decir como voluntad irrenunciable
de expresar lo que de otra manera es indecible se multiplica en el caso del
sujeto traumatizado, como bien podría yo mismo aseverar a título personal.
No debería extrañar
por tanto que Powers busque superar ese obstáculo con un poema-bomba: “Si este
poema te ha dejado sordo,/ si las palabras que hay en él están humeantes,/ si
partes de él te han atravesado el cuerpo/ o los cuerpos de aquellos a quien
amas, esto ayudará en buena medida/ a explicar por qué, en unos cuantos años,/
preferirás dormir en un diván.[…]”
Si la verdad es
la primera víctima de una guerra (frase que célebremente se atribuye al senador
estadounidense Hiram Johnson), puede que sea el
lenguaje (y la poesía como máxima expresión estilizada del lenguaje) la primera
línea de defensa de la verdad. La ironía es, en todo caso, un instrumento defensivo
necesario para hacerle frente a la barbarie: “somos nosotros la guerra/ con
pequeños trozos de metal/ nos atravesamos unos a otros”, dice Powers en el
poema que da título al libro.
Es posible que
los poemas de Kevin Powers no le hablen a todo el mundo del mismo modo. Al fin
y al cabo, la respuesta que todo lector produce ante un poema es algo íntimo, algo
muy subjetivo y no siempre o no totalmente compartible. Hay poemas de Letter Composed During a Lull in the
Fighting que personalmente no consiguen arrancarme una respuesta, mientras que
otros parecen despertar emociones de tanto significado que daría cualquier cosa
por encontrar significantes con los que poder expresarlo.
Powers escribe en
verso libre, en un tono que puede fluctuar entre sobrio y ansioso, a veces en
un murmullo entrecortado, solitario, que merece ser escuchado. No debiera ser
tan difícil acercarse, aplicar el oído con ánimo de comprender y sentir también
su ira, o su aislamiento, como en 'Meditation on a Main Supply Route': “I am home and whole, so to speak./ The streetlights are in place along
the avenue/ just as I remembered/ and just as I remembered/ there is tar slick
on the poles/ because it has rained. It doesn’t matter./ I know these roads
will work/ their way to me. They may arrive/ right here, at this small circle
of light/ folding in on itself where brick/ and broken sidewalk meet./ So I
must be prepared. But I can’t remember/ how to be alive. It has begun/ to rain
so hard I fear I’ll drown.” [He vuelto a casa entero, por así decirlo./ Las farolas ocupan
su sitio a lo largo de la avenida/ justo como lo recordaba/ y justo como lo
recordaba/ hay manchas de alquitrán en los postes/ porque ha llovido. No
importa./ Sé que estas calles sabrán encontrar/ el camino que lleva hasta mí.
Puede que lleguen/ aquí mismo, en este pequeño círculo de luz/ que se pliega en
sí mismo allí donde se encuentran/ el ladrillo y la acera quebrada./ De modo que
debo estar preparado. Pero no me acuerdo/ de cómo estar vivo. Ha comenzado/ a
llover tan fuerte que temo ahogarme.]
Acordarse de cómo
estar vivo cuando uno ha dejado atrás el horror de la muerte y el absurdo de la
existencia. Ingrata tarea. Menos mal que siempre nos quedará la poesía. O en todo caso, un
poema-bomba, con el que poner punto final a la pesadilla.