29 abr 2019

Dreambabwe, un poema de Les Murray

Hoy ha fallecido Les Murray, un carismático poeta australiano nacido en 1938. En una velada de lectura de poemas, hace unos cuantos años aquí en Canberra, le pedí que leyese este poema, que traduje hace ya varios años, y que pertenece a su volumen Subhuman Redneck Poems (1996). El título del poema es un ingenioso juego de palabras, de esos que tanto me gustan.

Me dio la impresión de que mi petición no le hizo mucha gracia; vete tú a saber por qué.

Fotografía de Jean-Pierre Dalbéra (Paris, France) - Hippopotame (Zoo de Berlin)

Dreambabwe

Chorreando, un hipopótamo sale a la superficie,
como la cabeza de alguien
que se alzase con la mirada permanentemente embriagada,
desde el lecho de un lago de estrofas.



Otro poema de Murray que he traducido al castellano, aquí.

26 abr 2019

Reseña: Sabrina, de Nick Drnaso

Nick Drnaso, Sabrina (Drawn & Quarterly, 2018). 203 páginas.
Hace ya muchos años que tomé la decisión de no abrirme cuenta en Twitter, ni de inaugurar muro personal en Facebook. Con el paso de los años me siento cada vez más reivindicado, y más si cabe después de descubrir hace unos años, un sábado por la tarde cuando más tranquilo quiere estar uno, que un descerebrado majadero, cegado por su inexplicable y estúpido odio hacia una persona a la que solo conocía por algunos comentarios en The Guardian Australia, creó de la noche a la mañana un falso perfil en Facebook utilizando mi nombre y robando material fotográfico familiar disponible en internet. La muy pertinente denuncia solventó la desagradable situación enseguida, pero siempre queda ese regusto amargo, ¿no?

La trama de esta novela gráfica se suscita en torno a la repentina desaparición y el posterior asesinato de la mujer que da nombre al título. Es una narración realmente simple en apariencia; pero el libro es mucho más profundo de lo que semeja ser a simple vista.

La soledad del oyente de radio.
El compañero de la joven mujer, Teddy, llega a la casa de Calvin en Colorado, su amigo desde la adolescencia, sin respuestas al misterio del desvanecimiento de Sabrina. Cuando días más tarde se confirma el brutal asesinato de la joven a manos de un misógino fascista, Teddy huye desesperado del foco mediático que, por desgracia, siempre acompaña estas tragedias humanas. La casa de Calvin será refugio para él. ¿Pero puede realmente escapar del atroz tratamiento que las redes sociales deparan a las víctimas? ¿Acaso no es cierto que cenutrios absolutamente lunáticos se han arrogado la potestad de juzgar y atacar a cualquiera desde un agresivo, iracundo estrado virtual? Dan asco.

El mundo que nos muestra Drnaso es el de 2018, el de nuestros días, la era de la posverdad trumpiana: las calles están vacías, impera el miedo y el temor a los extraños, los silencios son vertiginosos, y hay mucho odio, mucha bilis, y en la red el incesante esparcimiento de infundios e injurias. Las teorías conspirativas sobre el brutal asesinato de Sabrina abundan (como un miserable microorganismo, se hacen virales) y sus promotores no dejan de atacar al propio Teddy, a la familia de Sabrina, a todo aquel que se les ponga a tiro o se les antoje. Aunque Drnaso no hace mención alguna de la realidad política en la que viven los personajes, los enormes espacios vacíos, los largos silencios, los tonos grises y oscuros que predominan en el libro nos dicen mucho sobre el ambiente en que se desarrolla la historia.

La principal virtud de Sabrina, en mi opinión, es lo mucho que nos cuenta sin palabras. Los diálogos son escuetos, pero a través de los dibujos se nos cuenta una historia con muchos matices y detalles. Y sin embargo, algo que resulta muy curioso es que los rostros de los personajes, en los primeros planos, no son para nada expresivos. Drnaso no explicita su mensaje mediante la caracterización propia del medio, sino por la connotación de una implacable falta de contenido.

El hecho de que no le veas la cara dice mucho más sobre su estado de ánimo que cualquier palabra, 
¿Tiene Sabrina una resolución convencional? Solo en parte. ¿Hace falta un desenlace para una historia tan triste y desoladora? No. Sabrina es un libro excelente, de eso no cabe ninguna duda. Por algo entró en la primera preselección de obras candidatas al Premio Booker del año pasado. Y de hecho, ya la ha publicado Salamandra en castellano, con traducción a cargo de Carlos Mayor.

Unos golpes en la puerta en mitad de la noche son siempre un sobresalto. La última vez que alguien golpeó en mi puerta después de las 11, era mi vecino. Su casa ardió esa noche.

22 abr 2019

Reseña: Property, de Lionel Shriver

Lionel Shriver, Property (Londres: The Borough Press, 2018). 317 páginas.

“Es mío,” está diciendo alguien en alguna parte del planeta en estos momentos. El sentido de la propiedad se desarrolla en nosotros desde bien pequeños, sea por la presión que la competencia natural ejerce sobre los seres humanos, sea por el entorno educativo en el que crecemos, parece que no podemos dejar de sentir algo como de nuestra propiedad. Curiosamente, la palabra ‘propiedad’ en castellano designa tanto la cosa poseída como el estatus de posesión de dicha cosa.

Ese es el hilo temático que une los relatos de este libro de Shriver. El primero, ‘The Standing Chandelier’, es sin duda el mejor de todos los que componen Property, y por su longitud la misma autora lo define como nouvelle. Jillian Frisk y Weston son grandes amigos, a pesar de ser examantes, y tres veces por semana juegan a tenis. Han sido amigos desde hace más de 20 años, de manera que cuando él decide sentar cabeza y casarse con Paige, y ésta lo obliga a renunciar a la amistad con Jillian, se inicia un tira y afloja que Shriver utiliza con excelente efecto. Jillian es una artista amateur, tiene una expansiva personalidad, la cual no tragan muchas personas, en especial la novia de Weston.

Pero es esa amistad inquebrantable lo que le empuja a Jillian a producir un fantástico regalo de bodas para Weston. Un singularísimo candelabro, creación única e idiosincrática tanto por su diseño como por los materiales que lo integran. A medida que se acerca la fecha de la ceremonia, la amistad que los une se va resquebrajando; llegado el momento, Jillian descubre que no está en la lista de invitados.

¿Hasta qué punto es irrazonable la posición de Paige? Y Weston, ¿por qué no defiende la amistad en la que tanto tiempo y esfuerzos invirtió a lo largo de los años? Shriver juega magistralmente con los puntos de vista narrativos, de tal modo que el lector bien pudiera sentir simpatía y respaldar la posición de uno de los tres personajes y cambiar de idea apenas dos páginas más adelante. ‘The Standing Chandelier’ es un relato que te deja con hambre de más, tan fascinante y avasallador resulta.

Lo cual nos lleva a las odiosas comparaciones. El volumen cuenta con cuentos muy logrados, pero no logran despertar la avidez lectora que consigue incitar el primero, que con cerca de 100 páginas casi podría justificar la adquisición del libro.

Tomemos por ejemplo ‘Kilifi Creek’, relato que nos sitúa en su comienzo en Kenia. La protagonista es la joven estadounidense Liana, de Wisconsin. Viaja de gorra tanto como puede, y se hospeda en la casa de amigos de unos amigos, una pareja de jubilados. Liana, haciéndose el sueco, se va a nadar al río cercano a la casa. De pronto la corriente la ha arrastrado. El pánico hace mella y a duras penas, y repleta de heridas, consigue volver, ensangrentada y humillada en su amor propio. En un salto brusco pero lleno de ironía, Shriver nos lleva al apartamento de Liana en Nueva York unos cuantos años más tarde. La trama pega un salto dramático, literalmente. Pero, a mi parecer, es un giro muy forzado, un salto al vacío. Y saltos como ese suelen hacer pupa.

El siguiente relato se titula ‘Domestic Terrorism’. Muy divertido en su planteamiento: Liam tiene 32 tacos, pero sigue viviendo en casa de sus padres, Harriet y Court. Harriet compara constantemente el imparable flujo de refugiados en el Mediterráneo con la negativa de Liam a hacerse un hueco en el mundo, encontrar un trabajo e independizarse. ¿El porqué de la comparación? Vete tú a saber. El caso es que todos los esfuerzos de los padres resultan ser vanos, y se inicia una pequeña guerra de guerrillas, y el campo de batalla termina siendo el jardín delantero de la casa. Es un relato en el que, es cierto, abundan el humor y el sarcasmo, pero la comparación que establece la protagonista (su punto de vista es el preponderante en la historia) con la desesperación de los que huyen de la miseria y de la guerra es cruel (además de estúpida, ¿me hacía falta señalarlo?) y cae en saco roto.

Un simpático mapache puede convertirse en una maldición para tu propiedad... Fotografía de Steve (Washington, DC) 
Otros relatos breves en este volumen resultan ser lecturas agradables: ‘Vermin’. Una pareja decide comprar la casa en la que vivían alquilados, pese a que todo indicaba que iba a ser una mala inversión. Con el paso del tiempo el pronóstico se convierte en realidad, y la presencia de mapaches causa tantos daños a la casa como a la relación entre la pareja. ‘Repossession’ es la historia de un gran fracaso personal revestida de cuento de fantasmas.

En “The Self-Seeding Sycamore”, la trama gira en torno a los vanos esfuerzos de una viuda por declararle la guerra al sicómoro de la casa de su vecino. Los conflictos vecinales en torno a los daños que algunos árboles pueden causar en la propiedad al otro de la cerca son frecuentes en esta parte del mundo, y yo mismo no he estado exento de ellos.

Otro divertido relato lleva por título un interesante juego de palabras: ‘The Royal Male’. Un repartidor de correo lleva tiempo robando cosas de paquetes y cartas que abre en su casa. Cuando intenta sacar tajada de una carta y se hace pasar por un antiguo admirador de una señora, el juego se vuelve en su contra. De cazador a cazado, nada nuevo bajo el sol. Hay en la mayoría de estos relatos abundante ironía, mas el tono predominante, quitando del primero, es una pizca cargante, además de los consabidos dardos tan poco políticamente correctos a los que acostumbra la autora. Un volumen pasable, con nota de sobresaliente para ‘The Standing Chandelier’.

Agregado el 6/12/2020: El libro se ha publicado en castellano, como Propiedad privada, en Anagrama. La traducción corre a cargo de Daniel Najmías.

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