Es una buena noticia la publicación de un nuevo libro de cuentos de Kelly
Link, cuyo relato ‘Some Zombie Contingency Plans’ tuve el gusto
de traducir hace unos años para la revista de los campeones, Hermano Cerdo, y el cual, si es que todavía
no lo has leído, puedes (y deberías) hacerlo: aquí.
Digo buena nooticia porque me parece estupendo que alguien como Link vea
recompensado su trabajo literario de años con la publicación de otro libro. Hay
algo sumamente especial y atractivo en las historias de Link, a causa en buena medida
de la ambigüedad con la que escenifica las historias. La singularidad de los
cuentos de Kelly Link estriba en sus sorpresivos desenlaces.
En el caso de los ‘Planes de contingencia frente a los zombies’, la
presencia del personaje principal, el Jabones, con su llegada nocturna a una
fiesta a la que no ha sido invitado, parece una poco amenazadora desde el
primer momento; pero la narración sabe guardar sus bazas ganadoras – esas que
deben deleitar al lector para que sienta satisfacción por la lectura de un
texto – hasta el último instante.
Ya el título de esta colección de cuentos nos indica que en estas
narraciones los personajes van a meterse en problemas de toda índole. Es desde
luego una colección variopinta en cuanto a los escenarios escogidos: desde un
hotel de Nueva York a una nave espacial en medio del universo en otra época más
avanzada que la nuestra, pasando por las orillas de un lago en el que existió
una antigua colonia nudista desaparecida misteriosamente.
El relato que inicia Get in Trouble,
titulado ‘The Summer People’, algo así como ‘los veraneantes’, tiene como
protagonista a una jovencita a la que le despierta su padre una mañana con un
vaporizador, para decirle que se va a Florida a una reunión religiosa y que
debe cuidar de “los veraneantes”. Con un gripazo de impresión, Fran acepta la
ayuda de Ofelia, compañera del instituto, a la que inmediatamente le pica la
curiosidad por saber quiénes viven en la extraña casa medio oculta en la
montaña. Los veraneantes resultan ser criaturas mágicas que decoran la casa con
fantásticos juguetes. No es el mundo de los cuentos de los hermanos Grimm: los
veraneantes cambian la configuración del iPod de Ofelia cuando ella lo olvida
tras su primera visita a la casa. Cuando Ofelia insiste en aceptar el reto de
pasar una noche entera en la casa, el lector puede intuir que algo siniestro se
cierne sobre ella. Sin embargo, Link interrumpe la narración para llevarnos
varios años después a un albergue juvenil europeo donde Fran reflexiona
rememora cómo escapó su madre de la servidumbre hacia los veraneantes en la que
estaba inmersa, y cómo Fran hizo lo propio.
‘I Can See Right Through You’ cuenta la desdichada vida del famoso actor protagonista
de una película de vampiros en el crepúsculo de su carrera y víctima del
escándalo causado por un esperpéntico episodio sexual grabado en video, y al
que la voz narradora se refiere siempre como ‘Demon Lover’. Deprimido, huyendo
de su mujer y otro inevitable litigio por divorcio, acude a ver a su amiga
Meggie, su antigua amante y coprotagonista de sus películas, que ahora presenta
un reality sobre fantasmas y
presencias de ultratumba. El escenario es una antigua colonia nudista a las
orillas de un lago en Florida, en donde desaparecieron décadas antes todos sus
miembros (el juego de palabras es fortuito, de verdad). El desenlace es más que
sorprendente.
‘Secret Identity’ supone un significativo cambio de técnica narrativa, pues
Link escribe en primera persona. La protagonista es una adolescente del midwest que ha venido a Nueva York a
pasar un fin de semana con alguien a quien solamente conoce a través del mundo
virtual de internet. El susodicho, Paul Zell, ha pagado la habitación en un
hotel donde se está celebrando una convención de superhéroes y otra de
dentistas. Puede que el desengaño al que está abocada sea el menor de sus
problemas.
‘The New Boyfriend’ es el relato que más me ha gustado de este volumen. Un
grupo de chicas adolescentes celebran sus fiestas tomando absenta en compañía
de una especie de chicos artificiales, unos androides o robots, de una marca
llamada ‘Boyfriend’. Los androides hablan y bailan, demuestran cariño e interés
por las chicas. Pero todos ellos son propiedad de una de ellas, Ainslie – cuya
familia nada no solo en dinero sino también en problemas. La última adquisición
de Ainslie es el modelo ‘Ghost Boyfriend’, que puede configurarse en dos modos:
corpóreo y espectral. Cuando Immy, una de las amigas de Ainslie, se enamora del
nuevo robot e idea un plan para pasar una semana con él en el almacén de la
madre de Ainslie (como es tan buena amiga, sabe dónde encontrar llaves para la
casa y el almacén, además de la clave para desconectar la alarma), puede uno
suponer que lo que Immy le ha dicho a Elin (otra chica del grupo de amigas) va
a ser cierto: “Puede ser que yo no quiera lo que es real.”
Me gusta cómo escribe Kelly Link. Su prosa es límpida, tiene una enorme
originalidad y sabe tirar del hilo conductor de sus relatos con destreza. Sus
recursos, no obstante, no son extraordinarios, no tienen nada de insólito: los
personajes son personas corrientes que no
albergan sueños grandiosos, mas Link los zambulle en circunstancias un tanto
surrealistas o fantásticas de las que mayoritariamente podrán salir, aunque lo
hagan tocados para siempre. La vulnerabilidad de los personajes es precisamente
lo que los hace más humanos: el deseo les lleva al desastre.
El resto de relatos de Get in Trouble
son ‘Valley of the Girls’, ‘Origin Story’, ‘The Lesson’, ‘Two Houses’ y ‘Light’.
En el primero, además de utilizar una forma tipográfica especial, reproduciendo
la cartela que habitualmente rodea los jeroglíficos alrededor de cada uno de los
nombres de los personajes, la estructura narrativa da saltos entre el pasado y
el presente. Los jóvenes de esta historia son hijos de personas muy ricas, híper-controlados
con microchips. Tienen también una cara pública, otra persona que los representa
en público para evitar los escándalos. Las chicas se han entregado a la moda de
construirse pirámides y sarcófagos como en el antiguo Egipto.
En ‘Two Houses’ la tripulación de una nave espacial se despierta de su
larga hibernación para celebrar un cumpleaños. Lo hacen contando cuentos de
fantasmas, sin que parezca importar mucho que la nave lleve años surcando en
solitario el universo tras haber perdido repentinamente y sin explicación lógica
alguna a su nave gemela. Cuando Maureen, el cerebro cibernético de la nave (una
versión femenina de HAL) empieza a jugar con las imágenes decorativas que
ilustran los cuentos que cuentan los miembros de la tripulación, empiezan a
surgir ansiedades y serios atisbos de zozobra.
Estos son cuentos que no buscan satirizar, pese a la sutil ironía que
demuestra Link en muchos de ellos. Los elementos irreales o fantasiosos no son añadidos
gratuitos ni facilones: pienso que son más bien aspectos estructurales que le
asisten a dibujar personajes que sin buscar la grandeza terminan en la
desgracia. Siempre hay una lección en cada uno de ellos. Una colección de
relatos muy entretenidos, muy recomendables.