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17 ago 2022

Reseña: China Panic. Australia's Alternative to Paranoia and Pandering, de David Brophy

David Brophy, China Panic. Australia's Alternative to Paranoia and Pandering (Carlton: La Trobe University Press junto con Black Inc., 2022). 264 páginas.

Como en otras latitudes y longitudes, el estatus de China como superpotencia del siglo XXI y sus repercusiones en la geopolítica mundial son el motivo de un fuerte, acalorado y no siempre racional debate en Australia. Procedentes de las posiciones políticas más conservadoras en el tedioso espectro ideológico australiano se suelen escuchar voces estridentes y beligerantes, que con bastante frecuencia cuentan con el apoyo mediático para encontrar su cámara de resonancia, contagiando a la opinión pública de una preocupante desinformación y sembrando la cizaña de la xenofobia, el racismo y la histeria.

Tras la aparición del virus del Covid-19 en China, el Gobierno de Scott Morrison (quien en estos días pasa por sus horas más bajas como figura política) demandó una investigación internacional sobre sus orígenes. La respuesta de China fue la lógica ante una serie de medidas que Beijing consideró agresivas e injustificables: “Las leyes de seguridad, las decisiones sobre inversión extranjera, los allanamientos contra periodistas chinos: la lista es larga. El efecto combinado de todas estas medidas ha sido el de cultivar una imagen de China como país singularmente peligroso con el que no puede continuar la situación normal.” (p. 10, mi traducción)

Brophy se pregunta en los diferentes capítulos del libro a qué se debe este giro radical hacia la confrontación entre las elites políticas australianas, particularmente si se tiene en cuenta el robusto acercamiento que se produjo hace apenas una década, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre ambos países en 2015. Uno de los factores pertinentes para la respuesta es el papel que Australia insiste y persiste en jugar como subalterno de la hegemonía político-militar de los Estados Unidos en el Pacífico.

¿Y qué papel debiera ser ese? Dice Brophy: “En lugar de una ‘potencia media’, una descripción más fiel del rol de Australia en el mundo es el de una gran potencia de menor grado, cuya capacidad para actuar de tal manera ha venido siendo posibilitada por y, de hecho, depende de, su relación con una verdadera superpotencia. El término que algunos utilizan para describir tal situación es subimperial. En la práctica, una Australia subimperial le pide a los EE.UU. que avale sus ambiciones de tener un mini imperio propio, que se extienda mucho más allá de los límites de la isla continente y se adentre en el Pacífico. Y es en esta esfera de influencia en la que Australia y China están empezando a enfrentarse de forma directa.” (p. 85, mi traducción)

Una imagen de las protestas que tuvieron lugar en HK a fines de 2014. Fotografía de Citobun. 
Si Brophy es crítico con el establishment político australiano, no lo es menos con el régimen unipartidista que rige los destinos de una quinta parte de la humanidad: “La negación de los derechos democráticos básicos por parte del PCCh […] es una realidad desoladora, que debería irritarnos a todos. Pero Occidente le hace un flaco favor a la causa democrática cuando la construye no como la calidad cuantificable de un sistema político sino como una de las vertientes de una simplista ecuación binaria: democracia versus autoritarismo. Es incluso peor la tendencia a reducir dicho debate a uno entre dos ‘modelos’ diferentes: el chino y el estadounidense.” (p. 45, mi traducción)

Que el debate mediático y político en torno a la relación de Australia con China roza la histeria es innegable. A raíz de las medidas que Beijing adoptó contra ciertas exportaciones australianas, algunas voces se alzaron al verle las orejas al lobo del fuerte declive económico que podría resultar de un mayor enfrentamiento diplomático y comercial con el gigante asiático. No hay que olvidar que “No fue Beijing la que decidió permitir que la economía australiana dependiese de un puñado de sectores exportadores de alto rendimiento. Y ahora que China está manifestando su descontento con las políticas australianas mediante una menor adquisición de dichos productos, no es tampoco Beijing la que decidirá cómo va a responder Australia. No quiero minimizar la cuantiosa importancia del superávit comercial para el bienestar de Australia ni el impacto que las acciones de China pudiera tener en los ciudadanos de a pie en Australia. Pero resulta imposible abordar la ansiedad que rodea la vulnerabilidad de Australia a la presión comercial sin reflexionar de una manera más amplia sobre la enorme influencia que el sector de los recursos ejerce en la política australiana.” (p. 101, mi traducción)

Si no podemos venderlo, pues habrá que beberlo... Vinos australianos en un supermercado. Fotografía de Maksym Kozlenko.
China Panic se compone de ocho capítulos, además de una introducción y la pertinente conclusión. Brophy escribe para un público que no es meramente académico, lo cual se agradece. Incluye capítulos sobre la cuestión latente de la apertura democrática en China (y cómo ven el tema la población inmigrante china en Australia), la lucha por retener unos mínimos posos de democracia en Hong Kong y la situación de los derechos humanos de los uigures en la región autónoma de Sinkiang. El suyo es un análisis sesudo, bien matizado y ponderado no exento de un idealismo que, dadas las circunstancias por las que atraviesa el mundo en esta segunda mitad de 2022, no deja de ser necesario. Su insistencia en que las elites dirigentes australianas deben anteponer los intereses de la gente normal a la hora de reconducir y reformular las relaciones sino-australianas al tiempo que aboguen por un combate firme contra la opresión y por la defensa de los derechos humanos.

Culpar a la víctima siempre da rédito a quien aboga por ese tipo de maniobras sucias: "El hecho de que China, en alguna ocasión, haya descrito las críticas que recibe como racistas ha dado pie a la perspectiva de que la crítica del racismo bien pudiera ser parte de una conspiración del PCCh." (p. 214, mi traducción). Sello conmemorativo de los 100 años del Partido Comunista de China emitido por Serbia en 2021.
Lástima que hasta ahora, el doble rasero de la realpolitik haya ganado siempre la partida y haya impuesto distorsiones y duplicidades en la relación de Australia con muchos de sus vecinos asiáticos.

18 ene 2022

Reseña: Dear Son, de Thomas Mayor et al.

Thomas Mayor, Dear Son: Letters and Reflections from First Nations Fathers and Sons (Melbourne y Sydney: Hardie Grant, 2021). 189 páginas.

En la primera de las cartas que integran este libro, Thomas Mayor le recuerda a su hijo la ocasión en la que rechazó tomarle de la mano en público. El hijo tenía a la sazón 9 años. Thomas Mayor adujo que el niño era ya demasiado mayor como para ir cogido de la mano de su padre. El autor de la carta lamenta y se arrepiente de haber rechazado la mano de su hijo.

La idea de este libro nació de un encuentro entre Mayor y la escritora indígena australiana Tara June Winch, quien escribió el prólogo.

Se trata de una antología de sentimientos fruto de la experiencia, de los recuerdos y los relatos de generaciones anteriores de hombres Indígenas australianos: reflejan la frustración, la irritación, la rabia, la indignación y la humillación que han sufrido ellos y sufrieron sus padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos… Es una recopilación en la que la comunicación directa con padres o hijos, según sea el caso, dignifica y reivindica a sus autores.

En cierto modo, es como si el tiempo no hubiera pasado...
El calendario del pueblo Nyoongar.
Fotografía de Orderinchaos 
En muchas de ellas se menciona la opresión colonial y la violencia ejercida contra los pobladores originarios de esta tierra. Hablan asimismo del hurto de sus tierras, de las generaciones robadas por un sistema social racista, del sufrimiento y la lucha constante por mejorar sus vidas y las de sus hijos, de la aniquilación de sus lenguas y costumbres.

Un ejemplo profundamente llamativo es este episodio que relata el periodista Stan Grant en la vida de su padre:

“Esa fue la misión de vuestro Abuelo: salvar nuestra lengua. De pequeño había pasado algún tiempo con su Abuelo, Budyaan, en los matorrales del bush. El viejo Budyaan hablaba siete lenguas y le enseñó la lengua de los Wiradjuri a Papá. Un día, en la calle principal del pueblo, Budyaan le dijo algo a Papá en voz alta y un poli lo oyó. Al viejo lo arrestaron y lo encarcelaron.

Cuando salió, dijo que nunca más volvería a hablar nuestra lengua. Se la guardó solamente para cuando Papá estaba con él, lejos, allí donde ningún hombre blanco pudiera oírlo. Vuestro Abuelo pasó muchos años simplemente sobreviviendo. Simplemente poniendo comida en la mesa. Los Indígenas vivían a salto de mata. Día tras día, un pueblo tras otro, un trabajo agotador y luego otro y luego otro.

El Abuelo tiene cicatrices repartidas por todo el cuerpo: cicatrices de sobreviviente. Son cicatrices adquiridas en las carpas de boxeo, cicatrices de los aserraderos, cicatrices de los polis. Y luego están las cicatrices que no vemos: las cicatrices que él mantiene escondidas. Cicatrices en el alma que no curan. Vuestro Abuelo tiene cicatrices infligidas por Australia.” (Stan Grant, p. 28, mi traducción).

La Australia blanca anglosajona sigue ignorando, cuando no menospreciando, a los pueblos originarios de este continente. Gobierno tras gobierno, las reivindicaciones de los pueblos Aborígenes siguen siendo desdeñadas y arrinconadas en la agenda política y económica del país. La parte que juegan los medios de comunicación no es nimia, pues desde muchos de ellos se les denigra e insulta. El caso del jugador de fútbol australiano Adam Goodes es claramente ilustrativo.

Cada una de las cartas incluye detalles reveladores y únicos, pero todas tienen algo muy importante en común: el hartazgo. “Porque somos padres Indígenas y cuidamos de nuestros hijos. Los hemos amado, criado y sostenido; los hemos protegido y les hemos enseñado cómo sobrevivir y a sentirse orgullosos de su cultura. Hemos hecho igual que hicieron tus padres, y los padres de tus padres, y así durante generaciones que se remontan a decenas de miles de años.” (Thomas Mayor, p. 179, mi traducción)

Incluso si no fuera cierto que la frase fue suya, es innegable que Gandhi sigue siendo ejemplo para muchos. “Al echar la vista atrás y ver lo que he aprendido, quiero que sepas que lo más importante es ser fiel a uno mismo. Si las expectativas de la sociedad te fuerzan a negar quién eres, cambia entonces las expectativas de la sociedad. Haz lo que sugiere Gandhi: «Conviértete en el cambio que quieres ver en el mundo.»” (Daniel Morrison, p. 89, mi traducción). 
Fotografía de Bernard Gagnon .
Una aportación en forma epistolar muy necesaria, muy relevante pero, desgraciadamente, muy actual.

2 ene 2022

Grand Canyon Walk - Blue Mountains

Blackheath es uno de los muchos núcleos urbanos de la municipalidad de Blue Mountains. El comienzo del sendero del Gran Cañón del arroyo Greaves se encuentra al final de Evans Lookout Road. Fotografía de SimCity4.

Puede que no sea tan grande y espectacular como el Gran Cañón del río Colorado en los Estados Unidos, pero este recorrido circular en el corazón de las Montañas Azules al oeste de Sydney es uno de los senderos de mayor atractivo en la época de verano.

El sendero está muy bien mantenido y es lo suficientemente ancho para que pasen dos personas en sentido contrario 

El recorrido se estableció hace más de un siglo, en 1907, alejándolo en lo posible del lecho del arroyo. Aun así, después de tormentas o días de lluvias intensas es posible que en algunos tramos el agua supere las rocas y los bloques de cemento que se han colocado para cruzarlo. Es necesario ponerse buen calzado porque la humedad es máxima y las superficies son muy resbaladizas.

La búsqueda de la luz. En las laderas que descienden hasta el cañón crecen eucaliptos como estos que en pocos años llegan a superar los treinta o cuarenta metros de altura. 

El sendero tiene tiene una longitud de 6,3 km. La guía oficial asegura que se necesitan entre tres y cuatro horas para completarlo. En realidad puede hacerse en dos horas o menos. Aparte del descenso y el ascenso para regresar al punto de partida, se trata de un recorrido llano y sencillo. Hay que cruzar el arroyo en varias ocasiones. 
La madera de los árboles caídos se acumula en el arroyo hasta que una nueva crecida la mueva.
Este sendero empalma con Rodriguez Pass Walk, de unos 12 km, un recorrido muy exigente que lleva desde el Mirador de Evans hasta el lugar conocido como Govett's Leap [Salto de Govett], un poco más al norte. Rodriguez Pass escala el despeñadero de Govett, pero en la actualidad lleva cerrado más de un año a causa de los daños producidos por los incendios.
Tras días de fuertes lluvias, el agua resbala entre los riscos y se desploma desde los acantilados para alimentar el riachuelo Greaves.  
Algunos helechos llegan a medir varios metros de altura. Aunque sea un día caluroso, en el Cañón la temperatura es fresca y no vas a necesitar crema de protección solar.

23 may 2021

Breadknife & Grand High Tops Walk

 

El Parque Nacional de las Warrumbungles está a una media hora de Coonabarabran, una localidad de unos 3.000 habitantes en el centro oeste de Nueva Gales del Sur, a unas cinco horas y media de distancia de Sydney.

El nombre de las montañas, Warrumbungle, es de la lengua indígena de la zona, Gamilaroi y quiere decir “montañas torcidas”. Son en realidad los restos de un gran volcán extinto en la región que estuvo activo hace unos 18 millones de años. La erosión desde entonces hizo el resto, dejando una serie de montañas, formaciones rocosas y valles que son ahora parte de un parque nacional con una excelente red de senderos.

El sendero propuesto aquí supone un total de 16 km, que normalmente se completan en 5-6 horas. Incluir el desvío de Febar Tor y Macha Tor (dos cerros rocosos) incrementa el recorrido en una media hora: las vistas desde las cimas de ambos merecen la pena.

La entrada al Parque Nacional cuesta 8 dólares. Se puede rellenar la cantimplora en el Centro de Información a Visitantes y hay en el parque diversos lugares habilitados para pernoctar en tienda, con agua potable y otras modestas instalaciones.

En el parque viven canguros, cuervos, loros y, al menos un pareja de halcones, quizás más. Hay también algunos pequeños rebaños de cabras asilvestradas, que los guardas del parque tratan de mantener a raya cada cierto tiempo. El parque sufrió un grave incendio en 2013, del cual parece haberse empezar a recuperarse.

Coonabarabran está en la Oxley Highway y cuenta con una gran variedad de moteles para alojarse. El paso de tráfico pesado es constante y molesto, incluso durante la noche. Cuanto más alejada esté la habitación de la carretera, mejor.

El inicio del sendero está impecablemente mantenido, incluso pavimentado en algunos trechos.

¡El que se mueve, no sale en la foto! Este canguro no quiso ser protagonista.

Belougery

Breadknife, cerca del mediodía. El sendero asciende por terreno difícil hasta la parte superior de las formaciones rocosas.

The Shadow Line

En la parte posterior se aprecia mucho más claramente cómo las formaciones rocosas son rocas areniscas comprimidas. Tiene el aspecto de un rompecabezas, o de una construcción con bloques que en cualquier momento pudiera desmoronarse. 

Bluff Mountain. Un impresionante despeñadero al que se puede subir. En una próxima ocasión será. Las vistas desde arriba deben ser impagables.

¿Cuántos cuervos hay en esta fotografía?
Al otro extremo del Parque Nacional de las Warrunbungles se halla el Observatorio Astronómico de Siding Spring. 

Panorámica del Parque Nacional.

Reloj, no marques los años... Habían pasado 18 años desde mi anterior (y primera) visita a Coonabarabran. En aquella ocasión llevaba a mi hija de cuatro meses.
La Torre del Reloj en el centro del pueblo, cuenta los camiones que pasan cada minuto a su lado. ¿Para cuándo la circunvalación?

12 abr 2021

Marble Arch Walk

 

El Parque Nacional Deua se encuentra en el este de Nueva Gales del Sur, entre la costa meridional y las suaves colinas y llanos cercanos a Canberra. La caminata propuesta te lleva desde el campamento de Berlang, donde es posible acampar mediante el permiso correspondiente, hasta la cueva que fue bautizada como Marble Arch, quizás en imitación de otras cuevas del mismo nombre en Irlanda del Norte. Sea como fuere, resulta absurdo mantener un nombre colonialista para el paraje, habiendo como hay una infinidad de nombres indígenas que identifican lugares cercanos o similares.

Shoalhaven River at Berlang. Si eres medalla de oro en salto de longitud, podrías intentar pasar sin mojarte. Pero pienso que no tendrías éxito en esta época del año. 

El sendero cubre una distancia de unos 6 km, desde Berlang hasta la cueva. El regreso puede hacerse por el mismo sendero o siguiendo en parte un cortafuegos que corre casi paralelo al sendero un poco al norte. En total son unos 12 km. La guía de los Parques Nacionales asigna unas 5 horas para completarlo, pero puede hacerse perfectamente en apenas 4 horas.

El principal obstáculo que hay que tener en cuenta se encuentra justo al comienzo. A unos 150 metros del campamento de Berlang se encuentra el río Shoalhaven, que en épocas de lluvias puede llevar un respetable caudal. No hay puente alguno, y las rocas que suelen encontrarse para facilitar el vado desaparecen tras las crecidas que sobrevienen tras días de lluvias intensas. En abril de 2021 hubo que vadear el río: conviene llevar chancletas para el cruce, que naturalmente habrá que repetir al regreso.

Típico bosque de la zona.

Semanas después de días de lluvia intensa, el suelo está muy húmedo y la hierba crece con ganas.

Tras cruzar el Shoalhaven, el sendero sube entre eucaliptos y bosque bajo. No se trata de una cuesta con mucha pendiente. En el sendero podrás ver restos de la presencia de wombats y wallabies. Transcurrida una media hora de marcha el sendero te lleva a una gran sima, conocida como The Big Hole, que ya figuró en este blog hace siete años. Junto a la sima hay un mirador donde puedes descansar e hidratarte antes de proseguir la marcha hacia Marble Arch.

La sima atrae a muchos visitantes, quienes después de contemplar el vacío, se dan media vuelta y vuelven al aparcamiento. 

El sendero baja la colina y sigue entre el tipo de bosque habitual en esta zona. Abundan los eucaliptos, que en algunos casos alcanzan los treinta metros de altura. La senda se puede ver claramente, pero aun así hay postes que la marcan cada 500 metros. Tras una hora de camino aproximadamente se llega al cañón horadado por un arroyo, Reedy Creek. Es aquí donde las pendientes son más pronunciadas. El desnivel son apenas 300 metros y el sendero está bien cuidado: cuenta con escalones y zigzaguea hasta alcanzar el lecho del arroyo.

Inicio de la bajada a Reedy Creek.

El arroyo discurre algo de agua bajo, pero ésta desaparece filtrándose entre la arena y las rocas que forman la cueva. Las aguas se unen al otro lado con otro arroyo, Moodong Creek. Subir de nuevo al sendero es un ascenso exigente. Como siempre en el bush australiano, hay que hidratarse y reponer fuerzas, algo que se puede hacer en la cueva antes de regresar al coche.

En el interior de la cueva. Las guías recomiendan llevar linternas.


Helechos gigantes crecen con facilidad en la umbría del lecho del arroyo.

La senda está muy bien formada. Siempre y cuando no te apartes del camino, es difícil perderse.

La entrada a Berlang se encuentra en la carretera que une Braidwood con Cooma, a unos 40 minutos al sur de Braidwood, un tranquilo pueblo que cruza la Kings Highway y que es parada obligatoria para quienes van desde Canberra hasta las playas del este de Nueva Gales del Sur los fines de semana.

Ejemplo perfecto de resiliencia. Del árbol caído siguen saliendo brotes verdes. 

11 ene 2021

Blowering Cliffs Walk

 

Situado a la entrada del Parque Nacional Kosciuszko, la presa de Blowering alimenta hasta tres centrales hidroeléctricas en la región meridional de Nueva Gales del Sur. Este sendero, con unos cinco kilómetros de recorrido (ida y vuelta) te lleva desde la carretera principal (Snowy Mountains Highway) hasta la base de los acantilados que dominan la vista. Pese a su corta longitud, el sendero es exigente, con fuertes (aunque cortas) pendientes al principio.

¡Ponga un gang gang en su vida! Fotografía de JJ Harrison.
Deja el coche en el aparcamiento de Log Creek, justo antes del puente sobre la carretera principal. Los primeros dos kilómetros se hacen por la pista de mantenimiento de las líneas eléctricas. La vegetación es frondosa y abundan los pájaros. Posiblemente veas algún ejemplar de gang gang, una hermosa cacatúa autóctona cuyo canto recuerda al que se produce cuando se saca un tapón de corcho de una botella o el chirrido de una puerta cuando se abre.

La vista de Blowering Dam desde el claro.
La pista te llevará hasta un claro desde el cual ya es posible ver los acantilados claramente, y si ha llovido recientemente, oirás también el sonido del agua que cae en una pequeña cascada. Hacia el oeste queda la presa, mientras que al este hay montañas y bosques que se extienden hasta el Territorio de la Capital Australiana.

La senda es estrecha pero muy clara. Es un paseo bastante popular entre senderistas.
Esta pequeña zona se salvó de los incendios del año pasado que devastaron una extensión similar a la totalidad de la provincia de Valencia y que destruyeron todo lo que queda más al sur del Parque Nacional. No se salvó de los incendios de 2003, que en apenas dos semanas cruzaron toda la región y devoraron las afueras de Canberra. Otro incendio de las características del año pasado casi seguro terminará por siempre con este ecosistema, ya bastante dañado de por sí.

Los acantilados vistos desde la base. Cuando las lluvias son intensas, el agua arrastra rocas y troncos montaña abajo.
Tras el claro, la pista se convierte en senda, cada vez más estrecha. Abundan los helechos y los eucaliptos tienen cada vez mayor altura. La última señal se encuentra poco antes de la senda. A partir de ahí, lo aconsejable es permanecer en la senda y no salirse ella. El camino cruzará un par de puentecitos camino de la base de los acantilados. El ascenso es mucho más suave y la proximidad del agua se escucha claramente.

La recompensa es llegar y lavarse el sudor de la cara con el agua más fresca y limpia. Impagable.
En la base de los farallones el aire es mucho más fresco, pues apenas recibe la luz del sol. El arroyo se forma allí y baja por la montaña hasta unirse al pantano más abajo, ya pasada la carretera.

Camino de la represa para producir electricidad.
Lo recomendable es hacer noche en Tumut y disfrutar de su cerveza, sus truchas o carnes frescas. En verano, el pueblo cuenta con una piscina de 50 metros, y en los dos últimos años el ayuntamiento ha permitido la entrada gratuita a todo el mundo.

12 oct 2020

Reseña: The Cost of War, de Stephen Garton

Stephen Garton, The Cost of War. War, Return and the Re-Shaping of Australian Culture (Sydney: Sydney University Press, 2020 [1996]). Segunda edición revisada. 283 páginas.

Quien por primera vez visita Australia desde el extranjero se encuentra con el paradójico ensalzamiento de la primera campaña militar de Australia como nación (la Federación de estados y territorios como tal se consolidó en 1901) en una estrecha playa de Turquía en 1914. Se dice que, simbólicamente, fue en tierras europeas (fue en el lado occidental del estrecho) donde nació Australia. Este concepto guarda y solapa un designio deliberadamente ideológico y político. La glorificación de la guerra como escenario del nacimiento de un estado moderno sirve para ocultar (y especialmente para ocultarnos a nosotros mismos los australianos) que el origen de las colonias se basó en una invasión y ocupación, con la ulterior desposesión gracias a otra guerra en contra de sus poblaciones indígenas.

ANZAC Cove, Turquía, septiembre de 2014.

Pero la guerra, obviamente, tiene un costo muy alto. Altísimo. Extraordinariamente oneroso para la sociedad. Esa es la premisa que llevó a Stephen Garton a realizar este completísimo estudio histórico de los múltiples impactos que los conflictos bélicos en los que se ha visto involucrada Australia han tenido sobre su población y su cultura. La primera edición del libro se publicó en 1996, y a principios de 2020 aparece esta segunda edición, que revisa, corrige y expande la primera.

El libro realiza un exhaustivo análisis en torno a aspectos cruciales de la experiencia del regreso y reintegración de los hombres y mujeres que prestaron su servicio en las dos guerras mundiales y en Corea y Vietnam. Garton organiza el material producto de su meticulosa investigación en siete capítulos bien delimitados. Los cuatro primeros tratan la cuestión del regreso de los campos de batalla, el recuerdo de los caídos en la guerra y la memoria de los que pudieron volver, y los problemas sociales y políticos que implicó la repatriación al término de los conflictos bélicos, especialmente el reasentamiento de los exsoldados y los éxitos y fracasos de las políticas gubernamentales que buscaban ayudarlos.

En los tres siguientes capítulos el estudio se centra en cuestiones más personales. Por un lado, las consecuencias psicológicas de la guerra; Garton explica detenidamente el proceso por el que surgió la idea del “shell shock” (un concepto que en castellano se suele traducir como “neurosis ocasionada por la guerra”), y que décadas después ha sido descrito más oportunamente como “trastorno de estrés postraumático”. En el capítulo que lleva por título ‘Home Fires’, Garton ahonda en los aspectos más terribles del retorno a casa: el enorme costo humano en términos de relaciones familiares destrozadas por la imposibilidad de adaptarse a la vida civil o los numerosos casos de violencia doméstica (cuando no sexual) de los exsoldados, y la vergonzante respuesta de algunos estamentos institucionales que preferían mirar a otra parte o incluso justificarla. El séptimo capítulo está dedicado a los exprisioneros de guerra y la frecuentemente fallida rehabilitación en su vuelta a Australia.

Son muchos los puntos de interés que señala el autor a lo largo de The Cost of War. Por ejemplo, indica que hubo muy claras diferencias en la recepción en el país que recibieron los exsoldados de cada uno de los conflictos: “Hubo sin duda algunas diferencias importantes en la recepción dispensada a los hombre y mujeres que sirvieron en las dos guerras mundiales y los veteranos de las campañas de Corea y Vietnam, particularmente para los veteranos de Vietnam que regresaron cuando los movimientos antibélicos y en pro de la moratoria cobraban mayor impulso. Está claro que la protesta pública contra los veteranos de la Guerra de Vietnam fue mucho mayor y más visible que cualquier cosa a la que se enfrentaron los exsoldados de la I Guerra Mundial. Ciertamente, para un significativo segmento de la población, la Guerra de Vietnam fue moralmente más ambigua que tanto la I como la II Guerra Mundial, y por tanto comprometía el sentido de una celebración pública. No obstante, los veteranos de conflictos anteriores también estuvieron expuestos al resentimiento, y muchos de los que sirvieron en Vietnam volvieron a casa en medio de entusiastas bienvenidas. Pero algunos de los veteranos de Vietnam hicieron su regreso a título individual en lugar de como brigadas del ejército, y fue esta experiencia la que enmarcó su recuerdo de la bienvenida a casa. A estos recuerdos también les han dado forma las narrativas históricas y populares que se han escrito acerca cada una de las guerras. Mientras que la I y la II Guerra Mundial se consideraron nobles victorias, la de Corea se disipó de la memoria pública y la de Vietnam estuvo envuelta en un velo de fracaso. El poderío del mito de los ANZAC pudo causar tanto su menoscabo como la exageración”. (p. 30, mi traducción)

"En su forma final, el edificio parece menos un templo griego o un mausoleo que una interpretación de estilo art decó de una basílica medieval, una impresión que refuerza el uso de la cúpula, el atrio, los claustros y las vidrieras de colores.” (p. 38, mi traducción). The Australian War Memorial, Canberra. Fotografía de Sardaka.

Y el hecho es que el mito de los ANZAC ha vertebrado desde la segunda década del siglo XX la tradición histórica ininterrumpida y la identidad de una gran parte de la sociedad australiana: “…en esta continuidad, la leyenda de los ANZAC ha conseguido mantener su lugar en el centro del simbolismo nacional. Esta es la memoria pública que une a los hombres y mujeres que prestaron sus servicios a Australia en la guerra. Es una memoria de una fuerza y una significancia extraordinarias para muchos australianos, y que ha dado forma a nuestro entendimiento de nuestra propia historia: si bien, como todas las memorias, es selectiva, pues bloquea narrativas y conmemoraciones históricas alternativas.” (p. 70, mi traducción)

Una de las conclusiones que el lector puede extraer del excelente estudio de Garton es el hecho de que la ideología configuró decisivamente las políticas gubernamentales de ayuda a la repatriación de los exsoldados: “Lo que sorprende es la ubicua naturaleza del llamamiento a los códigos masculinos como elemento reconocido y esencial de la política gubernamental. En su mayoría, esas políticas atendían a las necesidades materiales (hospitales, políticas de empleo, servicios de rehabilitación, ayudas asistenciales), pero incrustados en estas prosaicas inquietudes había problemas de cultura, de naturaleza, de sexualidad e identidad. Los soldados estaban regresando a sociedades que habían cambiado, y llevaban consigo una sensación generalizada de que también ellos habían cambiado. La repatriación, por lo tanto, había de negociar los problemas del cambio y la diferencia, mas su respuesta, especialmente después de la I Guerra Mundial, miraba en gran medida hacia el pasado, hacia convenientes certidumbres de la masculinidad; la importancia de la independencia varonil, la autoayuda, y la autosuficiencia. En la II Guerra Mundial se reconoció que ese enfoque, con todo lo deseable que podía ser, era insuficiente. […] Pero al hacer de la repatriación un problema de psicología individual, el nuevo enfoque científico rebatía la idea de la repatriación como problema cultural: una cuestión que precisaba de la negociación de las costumbres y expectativas de los que regresaban y las de los que los recibían. El nuevo enfoque de la repatriación era conservador y romántico, hacía uso de normas consoladoras e idealizadoras de un sujeto activo masculino y libidinal y un sujeto pasivo femenino: el sostén de la familia y una dependiente; eran normas que cada vez más eran difíciles de sostener, en particular para los exsoldados heridos y enfermos. (p. 109-10, mi traducción)

“Muchos manifestantes de la época (y desde entonces) han mantenido que su oposición era a la guerra, no a los soldados. En el ardor del momento, es probable que los veteranos no vieran distinciones tan sutiles […] pero debemos considerarlas en su contexto, más como proyecciones de los tumultuosos cambios socioculturales que han terminado asociados con la década de los 60. En todo Occidente, los cambios en la vestimenta, los peinados, la música, y los movimientos emergentes de la liberación sexual, la liberación gay, la liberación de las mujeres, la nueva izquierda, las protestas estudiantiles, el anticolonialismo y el antibelicismo, recibieron una extraordinaria cobertura mediática.” (p. 242, mi traducción). Protesta de hippies contra la guerra de Vietnam. Fotografía de S.Sgt. Albert R. Simpson - National Archives and Records Administration.
Garton demuestra una enorme empatía y compasión por todas las personas que sufrieron en los conflictos. Antepone siempre su parte humana en el análisis. Y no obstante, en el epílogo, a modo de conclusión, formula unas cuantas preguntas que cada australiano tendrá que responder conforme a sus valores morales y la jerarquía de estos en su visión del mundo y de la vida: “…oculta bajo la honorable tradición de los ANZAC se halla una historia más sombría de muertes prematuras, de duelo, de las vidas destrozadas de muchos que sobrevivieron, y las heridas emocionales infligidas a quienes los recibieron a su regreso. ¿Por qué se ha terminado entrelazando la nación tanto con la muerte? ¿No podemos tener la una sin la otra? ¿Merece la pena una cosa por la otra? Quizás el reto consiste en crear un estado nuevo, sin ignorar el anterior: en ensanchar nuestros valores como nación sin perder los antiguos, y en encontrar un sentido en ser australiano sin sufrir la futilidad de la guerra y todas sus consecuencias. ¿O son acaso el sacrificio voluntario y la aceptación de la muerte por la colectividad el único modo de que podamos asegurarnos que el lugar donde vivimos tiene un valor?” (p. 269, mi traducción) 

Lo que evidencia en todo caso este magnífico libro de Historia es que el coste de la guerra es, se mire como se mire, siempre excesivamente alto.

12 jun 2020

Uriarra Loop Track - Molonglo y Murrumbidgee

El río Molonglo es un afluente del Murrumbidgee, que a su vez es uno de los más caudalosos afluentes del río Murray, el único río australiano de cierta envergadura, que desemboca en Australia Meridional desde las Montañas Nevadas (the Snowys en el habla popular) del sur de Nueva Gales del Sur tras marcar la frontera entre ese estado y Victoria durante cientos de kilómetros. La confluencia de ambas corrientes tiene lugar al norte del Territorio de la Capital Australiana, esto es, Canberra. El paseo propuesto aquí puede comenzar desde el aparcamiento de Uriarra Crossing a orillas del Murrumbidgee. Un gran parque con varias mesas de picnic, barbacoas (has de llevarte tu propia leña), servicios y mucho espacio para correr, jugar a cricket, tomar el sol en invierno o refugiarse de él bajo las casuarinas en verano, además de refrescar los pies o el cuerpo entero en el río. No hay papeleras ni cubos para la basura, de modo que es necesario recoger tus desperdicios antes de volver a casa.


Del parque este de Uriarra Crossing se sale por la carretera de entrada, en una breve cuesta que lleva a la carretera. Se cruza la carretera y se inicia el descenso hasta el cauce del río Molonglo, En apenas diez minutos se llega a un puente que lo cruza.
Desde allí se puede contemplar el mirador, que es adonde lleva esta parte del sendero. Es una subida exigente pero relativamente corta. No estamos en alta montaña. La senda es estrecha en algunos tramos, cruza un arroyo casi siempre seco y deja a la derecha la planta de tratamiento de aguas residuales, que puede verse en el centro de la fotografía. Desde el mirador uno contempla el Murrimbidgee en su rumbo al norte, antes de que gire al oeste camino de Jugiong y Gundagai.
Ahí debajo Molonglo y Murrumbidgee unen su fuerzas.
El río Murrumbidgee discurre hacia el norte antes de alcanzar el pantano de Burrinjuck. Puede convertirse en un río bravo después de lluvias fuertes. En Gundagai, unos 200 km más al oeste, la población indígena avisó a los colonos de que no debían construir casas cerca del río. En 1852  el pueblo  fue arrasado por el río, y 89 personas perecieron. Hoy en día el pueblo está construido sobre las colinas cercanas.

Cerca del río pueden verse infinidad de madrigueras de wombats, el marsupial típico de los entornos fluviales. Es un animal muy tímido, nocturno y solitario.
De regreso al Molonglo, para completar el círculo el sendero gira a la derecha y remonta una suave cuesta entre rocas. Desde ahí el camino es predominantemente plano y discurre junto a ambos ríos. A diferencia de la vegetación en la subida al mirador, donde abunda el Callitris (ciprés pino australiano), junto al río lo que abunda es la casuarina.
Hay remansos perfectos para estirar las piernas y escuchar el silencio. Uno de ellos en el tramo final del Molonglo.
Un ciprés pino contempla el majestuoso Murrumbidgee, 

El sendero remonta el Murrumbidgee, cruza de nuevo la carretera y tras un giro a la izquierda te devuelve al aparcamiento. Distancia total: aproximadamente 8 kilómetros y medio. Duración: 2 horas. El sendero está bien señalizado y es imposible perderse. Caminante, hay camino.

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