Ojalá
(un folleto de la Asociación 'The Compassionate Friends')
Ojalá no tuvieras miedo de nombrar a mi ser querido. Tuvo una vida, que fue importante, y me hace falta escuchar su nombre.
Si lloro o me emociono cuando hablemos de mi ser querido, ojalá te dieras cuenta que no es porque me hayas hecho daño; es el hecho de su muerte lo que provoca mis lágrimas. Si me permites llorar, te lo agradeceré. Estas lágrimas, estos accesos de emoción, me resultan beneficiosos.
Ojalá no dejaras que mi ser querido muera otra vez al quitar su foto en tu casa, o sus dibujos u otros recuerdos suyos que puedas tener.
Tendré mis altibajos emocionales, tendré mis subidas y tendré mis bajones. Ojalá no pienses que porque haya tenido un buen día, mi dolor se ha terminado; o que si tengo un mal día, es porque me hace falta el asesoramiento de un psiquiatra.
Ojalá supieras que la muerte de un hijo es diferente de otras pérdidas, y que tiene que considerarse por separado. No existe una tragedia mayor: ojalá nadie la comparara a la muerte de un padre, de un cónyuge, o de una mascota.
Recuerda que ser una persona afligida por la muerte de un hijo no es algo contagioso; ojalá no te mantuvieras lejos de mí.
Ojalá supieras que todas las reacciones de dolor ‘desquiciado’ que estoy teniendo son, de hecho, muy normales. La depresión, la ira, la frustración, la desesperanza, y el cuestionamiento de valores y creencias, son todas cosas normales después de esa muerte.
Ojalá no esperaras que mi dolor se terminase a los seis meses. Los primeros años van a resultar extremadamente traumáticos para nosotros. Igual que en el caso de los alcohólicos, nunca voy a estar ‘curado’, ni voy a ser una persona que ‘solía estar afligida’. No, voy a estar recuperándome de su pérdida por siempre, permanentemente.
Ojalá comprendieras que en nosotros se produce una reacción física al dolor: puede que yo engorde, o que pierda peso; puede que duerma todo el tiempo, o que padezca insomnio; puede que sufra un gran número de enfermedades, y que me vuelva propenso a tener accidentes; todo está relacionado con mi dolor.
El cumpleaños de nuestro ser querido, el aniversario de su muerte, las épocas de vacaciones, son todas fechas terribles para nosotros. Ojalá pudieras decirnos que en esos días estás pensando en nuestro ser querido. Y ojalá supieras que, si guardamos silencio y nos retiramos, estamos pensando en ella también; ojalá no intentaras nunca obligarnos a sentirnos 'animados'.
Ojalá no te ofrecieras a llevarme de copas, o a una fiesta: no es más que una vía de escape temporal, y el único modo que tengo de pasar este dolor es experimentarlo. He sentido ya el dolor, y creo que puedo curarme.
Ojalá comprendieras que el dolor cambia a la gente. No soy la persona que era antes de la muerte de mi niña, y nunca más volveré a ser esa persona. Y si sigues esperando a que yo vuelva a ‘ser el que era’, vas a experimentar una gran frustración. Digamos que soy una nueva criatura, con nuevas ideas, nuevos sueños, nuevas aspiraciones, nuevos valores y creencias. Trata de llegar a conocer mi nuevo ser: hasta es posible que todavía te guste quien soy.
Fuente: desconocida