14 sept 2010

Not a happy birthday

No es un feliz cumpleaños


(Para Trudie, con amor y dolor)


Ya nunca más podrá

desearle a su mujer

un feliz cumpleaños.

¿Cuántos años más habrán

de soportar este dolor?

¿Cuántos años más sangrará

su herida?


Que sepan los que soslayan sus palabras por falta de valor,

o que han andado un sendero de silencio:

Nunca es jodidamente demasiado tiempo.

Nunca es una larga y tortuosa navaja

que les acuchilla sus esperanzas más recónditas,

una espina clavada por siempre en su interior

que les corta y desgarra el corazón,

cortando, como si fuese una flor, su posible vida.

Nunca es la roca implacable

que aplastó sus sueños

arrancando todo atisbo de alegría

de su vida.

Nunca es el tiempo atemporal que estarán aquí,

esperando a que les llegue su hora,

confiando en regresar a un tiempo

y a un lugar antes de que comenzara este nunca,

esperando a reunirse

con la hija que perdieron.

(Traducido del inglés por el autor)

Not a happy birthday

(For Trudie, in love and pain)

He will never again bring himself
to wish his wife
a happy birthday.
For how many more years
will they have to endure this pain?
For how many more years
will their wound bleed?

Let me tell those who skirt their words for want of courage
or those who have trodden a path of silence:
Never is a fucking too long time.
Never is a long crooked knife
stabbing their most intimate hopes,
a thorn stuck inside them forever
scoring and gnawing at their hearts,
cutting down, as if it were a flower, their possible life.
Never is the unyielding rock
that smashed their dreams
wrestling all glimpses of joy
away from them.
Never is the timeless time they will remain here,
waiting until it is their time to die,
expecting a return to a time
and place before the never began,
waiting to reunite themselves
with the daughter they lost.

(September 2010)

9 sept 2010

Reseña: Atonement, de Ian McEwan



Ian McEwan. Atonement. (Londres: Vintage, 2001). 372 páginas.

Corre el año 1935 y en una gran y poco estética mansión de la campiña inglesa una niña (Briony) de trece años con espíritu de fabulista es testigo desde una ventana de una escena que cambiará no sólo su vida sino la de toda su familia. En el transcurso de una discusión, ve cómo su hermana Cecilia se queda en paños menores y se mete en una fuente en presencia de Robbie Turner, el hijo de la limpiadora de la casa, a quien el padre de Cecilia y Briony ha protegido desde que su padre los abandonara a él y a su madre, Grace Turner. Lo que ha visto Briony no es lo que a ella le parece, pero los acontecimientos y casualidades se van a encadenar para dar lugar a un desenlace terrible para todos los que van a cenar esa noche en la casa.

A Atonement le cuesta ciertamente arrancar como novela. Parece que McEwan ralentice en un principio intencionadamente la narración, y el lector puede en algún momento, en particular en los primeros diez capítulos, llegar a preguntarse hacia dónde se encamina en realidad el libro que tiene entre manos. Pero McEwan es un espléndido narrador que domina perfectamente su oficio; la catástrofe no anda lejos, y una vez la mentira surge de la imaginación febril de la mente de Briony, el desastre es imparable.

Cuando los primos gemelos de Briony escapan de la casa esa noche, todos salen a buscarlos. Y la hermana mayor de los gemelos, Lola, es violada por un hombre al que Briony sorprende y entrevé en la oscuridad. Convence a Lola de que ese hombre era Robbie.

A Robbie, quien encuentra a los gemelos durante la noche, se lo lleva esposado la policía a la mañana siguiente. Una vida rota por culpa de la mentira y la tozudez estúpida de una niña de trece años.

Cuatro años después, Robbie ha conseguido salir a cambio de alistarse en el ejército. McEwan nos ha trasladado a Francia, en medio de la caótica retirada inglesa, y Robbie huye de una barbarie de la cual no puede escapar, perseguido por los bombardeos sanguinarios de los stukas alemanes hasta Dunquerque. La esperanza de volver a ver a Cecily le guía, y con la ayuda de otros dos soldados llega a la playa desde donde espera embarcar de regreso a Inglaterra.

En la tercera parte de la novela, es Briony quien adquiere el protagonismo. Con dieciocho años, la encontramos formándose para trabajar de enfermera en un hospital céntrico de Londres. Ha renunciado a una formación académica y tiene permanentemente en la conciencia el remordimiento de lo que le hizo a Robbie y a su hermana. La llegada de los primeros soldados heridos la hace madurar en cuestión de horas – o eso nos hace creer McEwan. Y finalmente asistimos al reencuentro con su hermana y Robbie en el diminuto apartamento donde Cecily ha tomado refugio. Briony se retractará de lo que declaró a la policía. ¿Le será posible purgar una mentira dañina de su vida?

Y es entonces, en la parte final de la novela, donde la maestría de McEwan hace su aparición en toda su magnificencia. La cuarta parte de la novela, nos dice Briony, está escrita en 1999. En su vejez, Briony escribe la novela que hemos leído, pero nos confiesa que es ficción. ¿Cuál es la verdadera historia? ¿Qué verdad hemos de creer? ¿Le debe importar verdaderamente al lector si las tres partes anteriores son una mera ficción, inventada por una mujer que ha ocultado un crimen (el perjurio) durante casi seis décadas?

No voy a desvelar aquí el desenlace de Atonement. Pienso que no sería nada justo con su autor. Personalmente, fueron la segunda y la cuarta parte de la novela las que más me gustaron. Atonement deja ciertamente un buen regusto: es una gran historia, aunque tenga un comienzo un poco lento, con una trama algo desdibujada en su planteamiento inicial. Este McEwan está más cercano a First Love, Last Rites o The Cement Garden que el McEwan de Saturday (2005), otra de sus novelas más recientes.

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