'Painted cliffs', Maria Island (Tasmania) |
Maria Island (Isla de María) se halla en la costa oriental de Tasmania. Por
alguna extraña razón que desconozco, los locales pronuncian el nombre “Maraia”.
El nombre lo recibió del explorador neerlandés Abel Tasman en honor a la mujer
del gobernador de Batavia (una fortificación construida junto a la actual Yakarta), Maria van Diemen. Según
parece, los habitantes originarios la llamaban Toarra-marra-mona (hay otros lugares
australianos de nombre similar: Turramurra en Sydney, o Mona Vale).
La colonización europea de la isla se inició, como en el resto de Tasmania
(la tierra de Van Diemen) en forma de asentamiento penal inglés, aunque ya los
franceses habían explorado la isla con la expedición de Baudin en 1802. Durante
el siglo XIX se fundó Darlington, el principal núcleo de población de una isla
que llegó a albergar distintas industrias, aunque todas ellas terminaron por fracasar.
Convertida en Parque Nacional, la isla es hoy en día un atractivo destino
turístico en los meses de verano – en invierno, Tasmania es un lugar muy frío.
Es posible la acampada (hay que obtener permiso), y en los edificios de
Darlington hay opciones de alojamiento modesto, sin lujos.
Otro de los atractivos de la isla es su fauna: debido a su aislamiento del
resto de Tasmania, el Parque Nacional ha acogido a algunas especies en peligro,
que han proliferado y han hecho de Maria Island su nuevo hábitat.
A Cape Barren goose |
Al norte de Maria Island se encuentra un pequeño islote que ha conservado
el topónimo francés (Isle du Nord) que sirvió como “celda de aislamiento” (sobreañadido)
para los convictos que infringían las reglas.
Isle du Nord, desde el ferry, camino de Maria Island. Más de un convicto moriría intentando escapar a nado. |
La foto del mes de marzo de Notas Literarias muestra los acantilados de la
costa occidental, donde la piedra arenisca adopta formas y colores de fantasía
gracias a la acción de filtración del agua de lluvia.
Maria Island podría ser escenario ideal para una novela. Sus casas (algunas
derruidas, en mitad de ninguna parte) guardan secretos inconfesables, perdidos
en el tiempo. La isla posee un magnetismo que resulta difícil de explicar; no
cabe duda que vale la pena hacer la visita y emprender algunas de las caminatas
que propone el Parks and Wildlife Service de Tasmania.