Peter Carey, True History of the Kelly Gang (St Lucia: University of Queensland Press, 2000). 401 páginas.
Durante un reciente viaje a
la capital de Victoria, Melbourne, hice la necesaria parada para el café de
media mañana, casi al azar, en un pueblecito llamado Glenrowan, famoso por ser
el lugar donde capturaron a Ned Kelly. A mis hijos mellizos la historia de Ned
Kelly les entusiasma, y no fue difícil convencerlos de que era el lugar idóneo.
De hecho, en la maleta de
viaje llevaba yo esta novela de Peter Carey, y además recordaba vagamente haber
leído algunas cosas sobre la leyenda del forajido, y de cómo había sido en este
lugar donde la ley había podido finalmente echarle el guante.
Un breve paseo por las
calles de Glenrowan fue suficiente para darme cuenta de que el lugar rezumaba
historia por todas partes, y nada más llegar a Melbourne me sumergí en la
lectura de True History of the Kelly Gang,
una de las dos novelas de Carey que todavía no había leído. (La otra es Illywhacker).
Ned Kelly es uno de los
mitos más populares de la iconografía australiana, precedió a la formación del
estado moderno australiano (lo que se conoce como Federación) y en la
imaginación popular representa perfectamente el papel de luchador perdedor, tan
estimado en general por los australianos. Mencionaré solamente dos datos
históricos para situar el tema: los hechos del asedio de Glenrowan y la captura
de Kelly y su banda tuvieron lugar en 1880, mientras que apenas 25 años
después, en 1906, se filmó la primera película australiana, la cual se tituló
(y no es una coincidencia) The Story of the
Kelly Gang.
La novela de Carey es extremadamente efectiva en
tanto que el autor le otorga a Kelly la posibilidad de recobrar su voz, de volver
a expresarse: la suya es la voz del currency
lad oprimido por el establishment
inglés de la colonia. Pero al mismo tiempo el lector no debe olvidar que ésta
es una obra de ficción, cimentada en documentos y hechos reales; pero sigue
siendo, no obstante, una historia novelada, tanto como lo fueron otras novelas
de Carey, como Oscar and Lucinda, Jack Maggs o la más reciente Parrot
and Olivier in America.
Como acostumbra a hacer Carey, hay una disolución
deliberada de las demarcaciones que separan lo ficcional de lo no ficcional, lo
oral de lo escrito, produciendo dos versiones del pasado (el lector puede fácilmente
enfrascarse en el texto y olvidar que existe un autor, o bien tomar un poco de
distancia y admirar el habilidoso juego de malabares narrativos que el autor
está desplegando ante sus ojos). Y lo realmente complaciente, en mi opinión, es
que ambas versiones pueden dejar al lector más que satisfecho.
El Kelly que Carey mitifica (si es que fuese
posible hacerlo más) es un jovenzuelo que lucha por salir adelante en el seno
de una familia pobre y acosada por los estamentos más poderosos de la sociedad
colonial. Es un jinete excepcional, conocedor de los caballos y de su
temperamento; es también el joven nativo que conoce el terreno de la región
como la palma de su mano y puede sobrevivir en el bush donde los demás no sabrían cómo hacerlo y durarían apenas
cuarenta y ocho horas (incluido el que esto escribe, por supuesto). Modelando
su narrativa en primera persona en la carta que Kelly escribió denunciando el
acoso policial a su familia y las injusticias que los ricos hacendados
infligían sobre los colonos más pobres, Carey le otorga una exquisita calidad
oral al texto que produce su narrador: la voz de Kelly suena en la prosa de
Carey, es fácil seguir las cadencias australianas en su sintaxis. Al buscar
alejarse de lo más puramente literario, lo que logra Carey es (re)crear gran
literatura.
A lo largo de toda la novela es la voz de Kelly la
que nos recuerda que todo lo que le ha ocurrido en su vida ha sido resultado y
consecuencia de situaciones de injusticia. El tono es a veces amargo, pero
Kelly tampoco busca adquirir un estatus de héroe idolatrado. Nos hacen sonreír
las anotaciones que hace Mary Hearn (personaje totalmente ficticio introducido
por Carey) en el manuscrito, corrigiendo las descripciones tan poco halagadoras
que los periódicos de la época hacen de su querido, el padre de la niña que
lleva en su vientre, y a quien Kelly se dirige desde la primera página.
La novela se presenta al lector en forma de trece
fardos de texto manuscrito (Carey da detalles del estado en que se encuentra
cada uno de ellos, amén de el tipo de papel en que fueron escritos). El último,
nos explica Carey en el breve prólogo que precede a cada capítulo/fardo, está
terminado de forma “abrupta”.
True History of the Kelly Gang es uno de los mejores ejercicios de
virtuosismo literario que jamás haya leído. Si para el novelista el reto es
crear una ficción creíble, Carey sortea el envite con un retrato completo,
mágicamente lleno de vida de un joven australiano que nunca aceptó la miseria
como destino y que hizo frente a sus verdugos con dignidad. Es ahí donde la voz
de Kelly resuena, y su eco nos llega hasta nuestros días, advirtiéndonos de que
las injusticias deben ser subsanadas.
La estación de ferrocarriles de Glenrowan. Al fondo, el lugar donde Ned Kelly fue finalmente capturado. |
Hoy en día, el pueblo de Glenrowan explota la figura histórica de Ned Kelly para atraer turistas. Detalle de uno de los carteles que ilustran al visitante, en la calle principal. |