Tim Winton, Land's Edge: A Coastal Memoir (Camberwell: Hamish Hamilton, 2010 [1993]). 109 páginas.
Land’s Edge: a coastal memoir se publicó por primera vez en 1993, en
una edición que, por lo visto y leído, era de gran tamaño y muy poco asequible
para el público en general. Penguin Books a través de su sello Hamish Hamilton lo
reeditó en 2010 en formato también de tapa dura pero mucho más asequible. Como indica
el subtítulo, se trata de un relato autobiográfico, pero para quienes conocemos
en cierta profundidad la obra de Winton, resulta ser un librito de mucho
interés. Land’s Edge recoge las
inquietudes, los temas, las obsesiones vitales y literarias de Winton, y el
gran telón de fondo que aparece y en cierto modo protagoniza prácticamente
todas sus novelas: el Océano Índico.
Quizás resulte
significativo (al menos para mí lo es) que Winton escribiera Land’s Edge unos cuantos años antes del
tsunami que cambió hace diez años las vidas de los moradores de las costas de
ese océano para siempre. Al menos para mí lo es. Ese amor que le profesa
Winton, esa misteriosa contemplación e introspección a la que parece invitarnos
(cuando no forzarnos) el océano, el discurrir de la vida de tantos australianos
junto al margen de la tierra, están todos ahora en 2015 permanentemente a la
sombra de una catástrofe que lamentablemente se repetirá algún día. La cuestión
no es si se repetirá, sino cuándo, y si contaremos con la tecnología punta
necesaria para evitar tantas muertes como en 2004.
Formalmente el
libro se compone de siete capítulos, y cada uno de ellos viene introducido por
un episodio personal e íntimo del autor, impreso en tinta azul. Además, cada
capítulo viene precedido de una fotografía de Narelle Autio. Son fotos
absolutamente espectaculares de escenas marinas y playeras que no hacen sino
realzar lo que ya es de por sí una esmeradísima edición.
Winton combina
los recuerdos de la niñez con episodios autobiográficos de tiempos más
recientes. Escrito en una prosa exquisita, el relato de Land’s Edge está sin embargo dotado de una cadencia rítmica que lo
aproxima mucho a la poesía. En el transcurso de esta absorbente narración autobiográfica
el autor plantea algunas preguntas para las que en ocasiones esboza algo que
podría parecer una respuesta, aunque en su mayor parte sus conclusiones son
naturalmente ambivalentes.
Australia es un
continente cuyo corazón es un desierto, y ello tiene una profunda influencia en
la psique de los australianos. Dice Winton: “En ninguna otra parte del
continente hay una mayor sensación de estar atrapado entre océano y desierto
que en Australia Occidental. En muchos lugares a lo largo de este vasto y
solitario litoral la playa es el único margen entre ellos. Desde el mar uno
contempla directamente el desierto rojo, y desde el desierto se ve el brillo
acerado del Océano Índico. En las playas hay canguros, y conchas marinas en las
planicies.” (p. 35, mi traducción)
Atrapados o no,
los australianos viven en la playa de una manera que no he observado en ninguna
otra parte del mundo. Nos atrae el océano, pero entramos en él con miedo. En
ese sentido, se podría establecer una especie de paralelismo entre la renuencia
al cambio tan presente en la vida sociopolítica de Australia y el muy extendido
miedo al océano y lo que éste alberga. Escribe Winton: “El océano es la
metáfora suprema del cambio. Espero lo inesperado, pero nunca estoy
completamente preparado.” (p. 83, mi traducción)
Naturalmente, también
se hace presente en Land’s Edge otra
de las cuestiones que han (pre)ocupado la vertiente pública de Winton desde
hace décadas: la conservación de los ecosistemas marinos y litorales y la protección
de la biodiversidad en los océanos. Ojalá la lectura de Land’s Edge consiga ganar más adeptos a la causa medioambientalista.
Es un libro sencillo pero ciertamente inolvidable.