25 jun 2017

Vicenç Villatoro's Moon River: A Review

Vicenç Villatoro, Moon River (Barcelona: Columna, 2011). 182 pages.
I feel I have an ambivalent attitude towards hospitals. It is the kind of place where you usually welcome the most cherished new life into the world. It was at a hospital that I first held my firstborn, my beloved daughter; yet there are also the memories of the place where many decades ago I saw my grandmother enduring the completely undeserved indignity of having her leg amputated a couple of days before she passed away.

The story of Villatoro’s Moon River takes place almost completely at a hospital in Barcelona. The day is the 11th of September – TV sets everywhere keep showing the footage of two New York twin towers falling over in pieces, while in the Barcelonan streets enthusiastic youths march with flags wrapped around their shoulders and backs. The protagonists are two: one is a middle-aged writer, Pere, who has been feeling under the weather and goes to the emergency ward at the Hospital Clínic to get some tests done. While waiting for the results he meets Maria.

Maria is also awaiting results. She has recently returned from a trip to Africa, and her symptoms have been baffling the doctors. It’s either some recurring form of cancer or a tropical disease. They start talking, and over the next twenty-four hours, an unexpected empathy develops between total strangers, who are very much alone. The reader can easily conclude that they both feel terribly lonely, something that is par for the course in big cities.

The plot is minimal: apart from strolls through corridors and lucid discussions while sitting together on benches, plus a charming scene in which the two engage in a dance to the tune of Henry Mancini’s song, very little actually happens in Moon River.



What matters is the words and the glances (and let’s not forget the ever-meaningful yet unfathomable silences that accompany the words unspoken by eyes) they share on every single aspect of human life. The issues are many: the proximity of unavoidable death, the imperishableness of human deeds on earth, religiosity, beliefs and superstition, the feelings of guilt derived from our wrongdoings.

Moon River is narrated in the first person, and there is little doubt that the narrator is partly inspired by the experiences of Villatoro himself, who in the acknowledgements makes mention of the many doctors and nursing staff at various hospitals where he was well looked after.

A place as good as any to start a new life...or to finish a spent one. Photograph by Jordi Ferrer..
As you can presume from the cover, Moon River was marketed as “a novel about love and the fear of losing it”; despite Pere’s seemingly unconquerable pessimism, it is indeed a book about love – perhaps more about the love for life than the romantic love the photograph appears to hint at. While not an extraordinary book, Moon River is mostly an entertaining read. Villatoro repeats some sentences way too many times: it is difficult for the reader not to begrudge a narrator who keeps admitting “I didn’t know what to say”. Leaving such minor flaws aside, it turns out to be an intimate, introspective account of a fictional encounter, one endowed with enough verisimilitude nonetheless.

20 jun 2017

Reseña: The Snow Kimono, de Mark Henshaw

Mark Henshaw, The Snow Kimono (Melbourne: Text, 2014). 396 páginas.
El inspector Auguste Jovert, comisario ya jubilado de la policía parisina, recibe unos 40 años después de su estancia en Argelia (donde dirigió la Unidad de Operaciones Especiales – operaciones tan especiales que incluían la tortura) una carta que contiene la fotografía de una joven. La remitente dice ser su hija.

La noticia, lógicamente, le produce una cierta conmoción. ¿Quién iba a pensar que su vejez iba a depararle tamaña sorpresa? Además, y para más inri, Jovert sufre un accidente que le obliga a usar muletas primero, y posteriormente un bastón. En esa tesitura se encuentra cuando conoce a un vecino. Se trata del profesor de derecho (también jubilado) Tadashi Omura, prestigioso abogado y docente de la Universidad Imperial de Tokio. Para su solaz, Jovert podrá ahora departir con el ilustre letrado nipón. Las suyas son interesantes conversaciones: ambos tienen mucho que confesar, mucho de lo que sentirse apesadumbrados, si no arrepentidos.

The Snow Kimono se compone de 9 partes. Unas se centran en el pasado de Jovert, quien debido a su trabajo conoce al dedillo los escenarios más habituales del crimen y la desgracia. No es de extrañar que Omura le cautive con sus relatos. En especial, cuando el viejo profesor empieza a hablarle de un enigmático amigo suyo, Katsuo Ikeda, un escritor famoso en Japón, un hombre disoluto  que carece de pauta moral alguna. Para llevar a cabo sus conquistas amorosas, Katsuo no duda en usar el nombre de su amigo Omura. En la universidad, urde una trampa para ridiculizar y humillar a su mentor, el Profesor Todo; este episodio recuerda en gran medida al gran engaño de las letras australianas de finales de la década de los 40, Ern Malley.

En The Snow Kimono, Henshaw efectúa un experto estudio sobre la naturaleza engañosa de cualquier documento: lo real ataviado de los ropajes de la ficción, o la ficción disfrazada de autenticidad. Hay numerosas referencias intertextuales que no parecen ser gratuitas. Hay también un erotismo muy estilizado, dentro de lo que parece ser una típica trama de novela de misterio. Pero es mucho más que eso. El misterio es y será por qué hasta 32 editoriales norteamericanas (sí, has leído bien: 32) rechazaron esta obra de Henshaw, que finalmente, tras su publicación, fue premiada con el NSW Premier’s Literary Award, que lleva el nombre de Christina Stead en su vertiente de ficción.

La narración es una seducción constante, tanto por los elementos de la trama como por el lenguaje, detallado y gentil: un entramado literario magistralmente diseñado para cautivar al lector, atrapar su deseo y curiosidad y llevarlo absorto hacia adelante, capítulo tras capítulo, de París a Japón, de Japón a Argelia y de vuelta a París, por un sutil laberinto literario deliberadamente engañoso, hasta la conclusión, con un desenlace tan inesperado y sorprendente que es difícil no rendirse con admiración hacia el autor.

Una hora más o menos después del amanecer, doblamos una curva en la carretera y de pronto, desplegada por debajo nuestro, está Osaka. La ciudad se derrama por las laderas de la montaña hacia la bahía, que reposa inmóvil bajo la neblina de primera hora de la mañana. Más al sur, a lo largo de la costa, resulta imposible ver dónde termina la ciudad. Se disuelve en un lejano horizonte gris e indeterminado. (p. 191, mi traducción)
Los temas de la amistad, la traición, la pérdida de seres amados, la melancolía y la depresión, la separación, la crueldad… todos temas inherentes a la condición humana, a lo que nos hace vulnerables al tiempo que nos empuja a realizar actos de puro arrojo cotidiano. Rara vez se encuentra uno con un libro de la calidad de The Snow Kimono. Esperemos que encuentre un hueco en las editoriales que publican en castellano o en catalán. Lo merece, sin duda.

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