22 sept 2018

Reseña: Dark Chapter, de Winnie M. Li

Winnie M. Li, Dark Chapter (Londres: Legend Press, 2017). 379 páginas.
Si tú fueses la víctima de un suceso traumatizante, sea por sus características trágicas o sea porque entrañó violencia, ¿crees que escribir una ficción basada en los hechos reales te ayudaría a dejar atrás en alguna medida ese trauma? Se trata posiblemente de una pregunta sin respuesta.

Yo mismo, que sobreviví a una catástrofe ciertamente traumatizante, jugueteé con la idea de escribir algo, con la noción de recrear en una ficción una buena parte de aquello por lo que pasé. Aparte de algunos poemas y relatos que poco o más o menos sublimaban la realidad de lo (sobre)vivido, pronto dejé de plantearme la posibilidad de escribir mi historia.

Valga lo anterior como introducción a esta tremenda novela de la estadounidense Winnie M. Li, quien sufrió un violento ataque sexual mientras trataba de recorrer ahora hace ya una década un sendero en el Colin Glen Forest Park, al oeste de Belfast. A la distancia de los años transcurridos la autora y víctima agrega otro grado de separación: la protagonista de esta novela se llama Vivian y, como Li, es de ascendencia taiwanesa.

Mapa de senderos en el Colin Glen Forest Park

Sin embargo, no es esta la única técnica de distanciamiento que emplea la autora, pues Li escoge contar la historia mediante una doble narración paralela, con dos puntos de vista contrapuestos. Por un lado, la de la mujer violada, y por otro, el del violador, Johnny, un muchacho que cuenta con apenas 15 años, frente a los casi treinta de Vivian.

Ese contraste de puntos de vista narrativos se va haciendo más efectivo a medida que avanza la novela. Si bien al comienzo la voz narrativa de Johnny no parece tan verosímil como uno quisiera, a partir del primer punto de intersección de ambas voces (el crimen, la doble violación en el parque forestal) cobra credibilidad y significación. El segundo punto en el tiempo en el que se cruzan es tan impactante como el primero: se trata del silencioso reencuentro de víctima y victimario en el tribunal que juzga el crimen más de un año después.

Li realiza además una exitosa caracterización de ambos personajes (basada en los protagonistas reales de esta horrible historia). Así, la viajera estadounidense Vivian a sus 29 años persigue el triunfo profesional; graduada de Harvard (pero, a diferencia de otros, no en Aravaca), le encanta viajar y hacer caminatas en solitario.

Johnny, por su parte, procede de una familia pobre numerosa y vive a salto de mata en una caravana con su padre, un tipo arisco, alcohólico y violento, y su hermano mayor, ladrón ya convicto y que trata de enseñarle a Johnny todas sus malas artes. La madre vive en Dublín con las hijas. Es por supuesto víctima de un sistema que le ha cerrado las puertas desde su nacimiento: lo cual no justifica en modo alguno su comportamiento criminal.

Es muy evidente que la violencia que acompaña al delito de violación no queda limitada al acto mismo: la violencia y la insensibilidad persisten en el modo en que el sistema policial, judicial y la sociedad misma indaga en estos crímenes y cómo los juzga – o, en el caso de cierto sector de la sociedad española, incluso los tolera, como ocurrió recientemente con ese hatajo de delincuentes autodenominado La Manada.

Si a las huellas de esa violencia se añaden los resultados de una inercia social generalizada, las cicatrices quedan abiertas y no se cierran nunca: Vivian relata con todo detalle el proceso: entrevista tras entrevista con la policía, con médicos, los exámenes y fotografías posteriores, los tratamientos clínicos, las reacciones de amistades, conocidos y compañeros de trabajo, las sesiones de terapia psicológica, y muchas más cosas, para luego tener que revivirlo todo en el juicio, con un interrogatorio casi vejatorio por parte del abogado defensor, en un espacio (el juzgado) en el que todas las miradas se dirigen a ella.

¿Es éste un libro necesario? Quizás lo sea, aunque estoy convencido de que para muchas personas su lectura será sin duda difícil.

16 sept 2018

Reseña: El manual de Dímir, de Ricardo Steiner

Ricardo Adrián Steiner, El manual de Dímir (Buenos Aires: Contemporánea, 2009). 83 páginas.

Esta es una breve recopilación de cuentos del género detectivesco, que adopta como título el del primero. Están precedidos por una ‘Nota aclaratoria’ a cargo de Luisa Anastasio, un prólogo que destaca algunas de las virtudes (que las hay) en estos cuatro relatos.

Steiner se deleita en plasmar paradojas y aparentes contradicciones: ‘El manual de Dímir’ presenta a un asesino-autor, Dímir, obsesionado en la preparación de un manual para acabar con su enemigo, Fulson. El manual explora las diversas posibilidades para llevar a cabo la ejecución. El desenlace aporta un cambio radical de punto de vista narrativo: de pronto es Fulson quien nos está contando la historia. El final no es únicamente sorprendente; se trata de una ingeniosa solución de corte metaliterario.

Por nada del mundo llevaría tamaño peso a la espalda. Una Underwood. Fotografía tomada de Wikipedia.
El segundo cuento es ‘Buscando a Nelson’. El narrador es un viejo amigo de Nelson, escritor “medio encorvado, como si con los años el peso de la máquina de escribir se le hubiera subido a la espalda.” (p. 34) Aficionado a la ginebra a palo seco, Nelson se presenta en un bar con un último relato, ‘El caso de Carmen’, el definitivo, y le reta al narrador a encontrarlo a él, Nelson, en ese relato. Afanándose por encontrarlo, el narrador se devana los sesos infructuosamente, leyendo y releyendo el relato sin encontrar pista alguna. ¿Qué sorpresa le tenía preparada Nelson? ¿Cómo concluye esta trama? ¿Fue Nelson mucho más avieso que el narrador?

En el tercer cuento, ‘La extraña muerte de Aníbal’, Steiner utiliza diestramente el recurso de comenzar el relato del crimen por el desenlace, la muerte de Aníbal, y retroceder en el tiempo hasta revelar la causa de la muerte de Aníbal, enlace sindical de una empresa dedicado a rescindir contratos de manera amigable, y el victimario, quien lo narra todo en primera persona.

El cuento que cierra el volumen lleva por título ‘El quinto cadáver’, y es el más previsible de los cuatro. El narrador, un portentoso investigador que se ha labrado una excelente reputación y que vive de esos laureles recibe la llamada de Lorni, jefe de la brigada y excompañero del narrador que investiga una serie de crímenes que apuntan sin duda a un asesino en serie. ¿Sabrá descubrir a tiempo el narrador quién es el asesino?

Con apenas 80 páginas, El manual de Dímir no deja de ser una breve pieza de entretenimiento, carece de pretensión alguna por dejar una huella de grandes presunciones literarias. Gracias nuevamente al Turco Anad por facilitarme la lectura de este libro y otro posterior del autor, La hora difícil.

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