11 feb 2024

Reseña: Monica, de Daniel Clowes

Daniel Clowes, Monica (Londres: Jonathan Cape, 2023). 111 páginas.

El libro se compone de nueve capítulos, algunos de ellos amarrados a la trama central con alfileres. La protagonista es Monica, nacida en la década de los 60. Es la única hija de Penny, muchacha que en su época optó por el estilo de vida hippy, el amor libre y sin ataduras; a los pocos años, deja a Monica en casa de sus abuelos y desaparece para siempre de la vida de su hija.

Años después, tras la muerte de sus abuelos, Monica busca refugiarse en una cabaña a las orillas de un lago. Allí recibe, a través de una vieja radio, los avisos y consejos de su difunto abuelo. Al abandonar el lugar, sufre un grave accidente de coche y queda en coma. Cuando despierta del coma, los facultativos la convencen de que la señal de la radio no fue más que un sueño o una alucinación.

Incluso muerto, su abuelo no puede evitar ser racista...

Gracias a una adinerada mujer a la que conoce, Monica monta el negocio de fabricación de velas que había tenido años atrás su madre: Monica's Candles. Y lo hace con mucho éxito; de hecho, triunfa y gana tanto dinero que con el paso de los años decide dejarlo y con los fondos ahorrados dedica todos sus esfuerzos a encontrar el rastro de su madre.

Descubre que Penny se unió a una bizarra secta, un culto en el que el mito de su creación y dirección se guarda con enorme secreto, y cuyos miembros con esto Clowes claramente disfruta empleando sus excelentes dotes artísticas visten ropas extravagantes y lucen todos cortes de pelo francamente estrafalarios. La búsqueda arroja sus frutos. Encuentra a Penny, quien le hace ver que todas sus fantasías respecto a quién pudiera ser su padre son absurdas y no llevan a ninguna parte.

Las sectas son así. Una vez abras esa puerta, es muy probable que no te dejen salir... 

Finalmente, disfrutando ya de una avanzada edad, Monica se va a vivir a un pueblito de California tras los años de una pandemia. Espoleada por la curiosidad de un hombre con el que establece una cierta amistad, la protagonista regresa a la cabaña del lago y recupera el transistor, del que no emana otra cosa que estáticos ruidos de ultratumba que la encaminan a desenterrar un objeto. Es a partir de ese momento que se transforma en ‘Demonica’, en un ingenioso juego de palabras que se podría traducir como «Demoni(a)ca».

Ya en las dos páginas introductorias del libro, Clowes nos muestra una especie de resumen del apocalipsis que va a provocar que Monica desentierre ese objeto. La primera viñeta es de un organismo protozoario y va seguida de la aparición de los reptiles y dinosaurios, la caída del asteroide que los aniquila y la aparición de la especie humana. Siguen varias viñetas dedicadas a significativos eventos o períodos históricos (incluye una de una representación de Hamlet, en la que el héroe shakesperiano aguanta en sus manos el cráneo de Yorick) hasta el asesinato de JFK.

Si te fijas, Clowes oculta partes del texto que contienen los bocadillos, algo que rara vez se observa en una novela gráfica. Una manera de invitar al lector a poner algo de su parte...  
Si bien a la narrativa quizás le falte algo de coherencia y cohesión, puesto que algunos capítulos no parecen contribuir mucho al todo, Monica cuenta con suficiente material para enfrascar al lector. Los dibujos de Clowes recuerdan mucho a los ejemplares más tradicionales de comic. Hay una rotunda generosidad en el uso de la paleta de colores; Clowes es feroz en la creación de formas humanas y en la atención al detalle en los planos secundarios. Mucho entretenimiento para solamente ciento y pico páginas.

6 feb 2024

Reseña: A doble ciego, de Víctor Sombra

Víctor Sombra, A doble ciego (Barcelona: Penguin Random House, 2023). 275 páginas.

Desde mediados de 2020, todos los días tomo dos pastillas, medicinas recetadas por un médico. Uno no duda en momento alguno de la bondad de un galeno que te receta un determinado compuesto químico (en mi caso, la metformina) para resolver algún problema de salud (en mi caso, diabetes mellitus tipo II). Sin embargo, ¿Cómo puede uno tener la certeza absoluta de que la caja que te dispensan en la farmacia contiene únicamente ese medicamento y no otro? Esta es, esencialmente, la duda que le sirve al salmantino Víctor Sombra para confeccionar un thriller insólito, utilizando un lenguaje que resulta bastante inusual en la narrativa española contemporánea.

La trama no gira únicamente en torno a un misterio, pues la estructura de A doble ciego aborda la cuestión de la metaficción y la convierte en tema mismo de la novela. Y no terminan ahí los elementos que se pueden identificar como temáticos: está la ética de la investigación tanto científica como periodística, el racismo que la primera narradora, Ben, sufre en sus propias carnes, los muchos males que el capitalismo tardío continúa creando en la sociedad contemporánea…

Ben es una sensacional hacker que desea contribuir con su pericia al esfuerzo de un grupo de activistas de vida alegre y despreocupada. Por curiosidad, más que otra cosa, el grupo se decide a presentar una propuesta a un Concurso de Innovaciones en Noruega. No lo ganan, pero atraen la atención de un extraño personaje, Dixon, quien les ofrece un suculento pago a cambio de recopilar datos sobre un medicamento creado en la década de los 80 por una empresa farmacéutica.

El centro de Oslo es donde se sitúa el cabo del hilo del que hay que tirar... Fotografía de Lars Tiede
Naturalmente, tras calcular las numerosísimas noches cerveceras que ese dinero podrá valerles – como estudiante que fui, no deja de ser un comprensible prisma con el que ver el trabajo, el tiempo, la vida, etc. a cierta edad – aceptan el encargo y se ponen manos a la obra. También el capitalismo encuentra los caminos para retorcer hasta las voluntades más firmes…

Revelar si a partir de todos los datos que consiguen mediante sus hackeos desentrañan una conspiración maléfica o no rozaría el spoiler, y por lo tanto no corresponde hacerlo. Solamente diré que al final del hilo vuelve a aparecer la inquietante y opaca Nora Wang, personaje que formaba parte del elenco de otra novela anterior de Sombra.

Como ya hizo Sombra en La quimera del Hombre Tanque, A doble ciego es el instrumento literario que el autor emplea para ofrecer al lector un debate de ideas fundamental en esta primera mitad del siglo XXI. Y porque la trama que teje Sombra te reclama la atención como lector y la construye en una metanarrativa bien ordenada, resulta ser un instrumento literario de alta calidad. La novela se articula en torno a una serie de diarios (el autor prefiere denominarlos «libros») de los personajes. Cada uno de los libros contribuye a desgranar partes del misterio e introduce otros elementos de intriga, pero se deja entrever, a medida que avanzas en la lectura, que detrás de todo hay una fuerza superior que convierte a todos los involucrados en simples juguetes. No en vano, el subtítulo de la novela es Apuntes para un manual de la ignorancia.

Si digo que Víctor Sombra es un escritor político, creo que no debiera considerarse como una censura. Al contrario, pretendo elogiar una manera de entender la literatura que cree en el compromiso ideológico, en principios de justicia social y en la resistencia frente a ambiguas o enmascaradas expresiones del poder económico, que es el que a fin de cuentas rige nuestros (humildes, sí, pero nunca insignificantes) destinos.

Arriba he señalado lo que pienso que es el infrecuente lenguaje de A doble ciego. Siendo ante todo una apreciación subjetiva, releyendo pasajes del libro me reafirmo en lo anterior: en ocasiones me hacía sospechar que quizás estaba leyendo una muy buena traducción al castellano de un texto generado en otro idioma (Sombra ha vivido muchos años en Suiza y domina los principales idiomas europeos). Hay otra posibilidad: el hecho de que la suya sea una prosa tan cuidada, tan magníficamente pulida y atenta al detalle sería el resultado de un encomiable trabajo de relectura y rescritura. Sea lo que sea, A doble ciego es un libro muy recomendable, especialmente para quienes no quieran seguir pecando de esa ignorancia a la que inevitablemente nos aboca un double-blind study.

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