Chang-rae Lee, On Such a Full Sea (Londres: Little, Brown, 2014). 352 páginas.
¿Cómo
serán nuestras sociedades
dentro de doscientos o trescientos años? ¿Será
el calentamiento global un factor determinante en la reestructuración del orden social en un futuro quizás no tan lejano? ¿Qué
aspiraciones tendrán los futuros ciudadanos, qué inquietudes? Esta
es solo una de las ideas que puede barajar el lector de On
Such a Full Sea, la
última novela de este talentoso novelista estadounidense nacido en
Corea.
Una joven llamada Fan, chica
corriente que no destaca ni por su belleza ni por su inteligencia, de
raza asiática, baja estatura y entregada a su trabajo como
submarinista en los enormes tanques piscifactorías de la pequeña
ciudad de B-Mor (el guiño a Baltimore es evidente) se escapa para
buscar a su novio, Reg. Este ha desaparecido sin dejar rastro tras
ser reclutado a la fuerza por las autoridades (el Directorio). Lo
curioso del caso es que Reg parece estar libre de las enfermedades
causadas por el mal que en la novela se identifica solamente por la
letra C, y que tarde o temprano afecta a todos los habitantes del
planeta. Lo que no sabe Reg es que tras un único encuentro sexual
con Fan, la joven ha quedado embarazada.
El mundo de On Such a Full Sea
(título que Lee toma
prestado del Julius Caesar de Shakespeare) bos presenta una
sociedad distópica,
altamente jerarquizada y estratificada. Los habitantes de B-Mor son
en realidad los descendientes de inmigrantes llegados varias
generaciones antes de un lugar llamado Nueva China, en el que la vida
se volvió imposible a causa de la altísima
contaminación. Se dedican principalmente a la producción de
alimentos, destinados a las ciudades “estatutarias”, centros
urbanos en los que residen las élites económicas e intelectuales,
separadas del resto del territorio por autopistas de peaje y cuerpos
de seguridad. El ancho campo restante es lo que el narrador (sobre
este narrador cabe añadir más
cosas) denomina “los condados”, zonas indeterminadas en las que
subsisten quienes pueden, entre bandas de ladrones y asesinos que
recorren las regiones a la caza de dinero, comidas, esclavos. Así
pues, tenemos un universo dividido en tres partes: la zona oscura y
peligrosa, una suerte de zona intermedia terrenal (B-Mor) y una
asociación de paradisíacos lugares de lujo y privilegio con clases
sociales plenamente establecidas, las ciudades estatutarias.
En
su huida, Fan sufre diversas peripecias, la primera de la cuales es
un atropello en la carretera, accidente tras el cual es recogida por
Quig y (a regañadientes) Loreen. Quig, antiguo veterinario expulsado
de Asociación Estatutaria debido al comercio ilegal de drogas, la
cura y le permite recuperarse en el asentamiento conocido como The
Smokes, del cual es el líder. Allí ejerce la medicina y extrae
beneficios de todo aquel que llega en busca de ayuda. Cuando el
asentamiento está
a punto de quedarse sin agua, Quig emprende un viaje acompañado de
Loreen y Fan en busca de una taladradora potente y de medicamentos
para el hijo de Loreen. ¿Destino?
Una ciudad estatutaria llamada Séneca.
Quizás
el aspecto más
intrigante de esta novela sea el carácter del narrador. Con una voz
anónima que habla en primera persona del plural en nombre de los
habitantes de B-Mor, Chang-rae Lee crea un filtro narrativo sumamente
atractivo: el narrador nos recuerda repetidamente que no ha sido
testigo de la historia de Fan, la cual nos narra al tiempo que la
envuelve en rumores, dudas y especulaciones. El narrador pone pues en
duda la veracidad de la historia que cuenta, en un sutil intento por
otorgarle a Fan (y a Reg) un estatus de heroína legendaria, mítica.
La narración intercala por otra parte reflexiones de cierta índole
filosófica sobre la vida en B-Mor y los leves cambios de rebeldía
que experimenta su sociedad una vez la historia de Fan y Reg cobra
visos de verdad/leyenda. Este recurso es desde luego arriesgado, pero
no me cabe duda alguna de que Lee consigue lo que persigue, pese a
que el ritmo de la narración decaiga en algunos momentos.
La
trama se complica un poco más
cuando los tres viajeros llegan a Séneca tras salir vivos de una
emboscada en mitad de los condados, gracias a la astucia y presencia
de ánimo
de Fan. Quig entrega a Fan a un matrimonio sin hijos, pero cuando el
dueño de la casa, Leo, intenta violarla la primera noche, su mujer
(la Sra. Cathy) le golpea en la cabeza y le provoca un derrame
cerebral. Fan empieza a acostumbrarse a vivir en la gran mansión,
aprendiendo el oficio de sirvienta. Hay algo extraño y un poco
siniestro en esa casa, como descubrirá Fan cuando Cathy la invite a
pasar la noche en sus aposentos. Esta es, en mi opinión, la parte
más
sorprendente de la novela. Es un episodio que precede al giro
argumental que ha de llevarnos al desenlace. Chang-rae Lee ya ha
escrito varias obras que me resultaron amenas y satisfactorias (si te
interesa saber de mi opinión respecto a ellas, están en el blog),
pero On Such a Full Sea
es un territorio nuevo, un reto distinto del que sale muy airoso.
La
incógnita de si Fan encontrará
a Reg impulsa la trama y mantiene por supuesto el interés del
lector, pero es la posibilidad de que Fan encuentre a su hermano
mayor, Bo Liwei (uno de los pocos jóvenes de B-Mor que consiguió
aprobar los exámenes de acceso a la escuelas privilegiadas de la
Asociación Estatutaria), lo que crea un aliciente argumental
añadido, que en ningún momento resulta enrevesado ni arduo de
seguir. El desenlace, pese a ser abierto y algo extraño, culmina una estupenda novela de uno de los autores estadounidenses a tener en cuenta en los próximos aňos.