16 feb 2022

Reseña: Hashim & Family, de Shahnaz Ahsan

Shahnaz Ahsan, Hashim & Family (Londres: John Murray, 2020). 391 páginas.

La crónica de la Partición del territorio en 1947 de lo que había sido parte del Imperio británico tras la II Guerra Mundial no terminó hasta 1971, año en que lo que se había denominado Pakistán Oriental se independizó de Pakistán, formando un nuevo estado, llamado Bangladesh. Como en tantos otros lugares, la convulsión político-social de esos años entre una fecha y otra empujó a miles de personas a emigrar y buscar una vida mejor.

Hashim y su familia son los protagonistas de esta novela, la primera que publica esta joven autora británica, situada en tres décadas: desde 1960 hasta 1982. El primero en llegar a Manchester es Rofikul, primo de Hashim, quien le escribe y convence para que haga las maletas y acuda al lluvioso y frío norte de Inglaterra.

Trabajo, dice Rofikul, no le va a faltar. Tampoco las desagradables experiencias que demasiados inmigrantes padecen: un fuerte ajuste cultural en el mejor de los casos; racismo, violencia y marginación en la peor de las experiencias.

Transcurridos los primeros meses, Hashim decide que ya es hora de que se le una su esposa Munira. Rofikul, por su parte, ha congeniado muy bien con una joven irlandesa, Helen. De hecho, tras muchos meses de convivencia, Helen se queda embarazada y optan por casarse. Pocas horas antes del parto, Rofikul parte sin dar razón alguna y sin dejar señas.

Sin dejar de ser una novela muy convencional, Hashim & Family narra una historia que, en gran medida, nadie había novelado hasta ahora. Ha habido narrativas de la experiencia migratoria en Inglaterra desde muchas otras partes del mundo, pero no de Bangladesh.

La principal objeción que le pongo a la obra es la falta de dinamismo narrativo. Es completamente lineal y el punto de vista es único: la voz omnisciente de la narradora, cuya identidad británica es preponderante, incluso cuando la trama se traslada a Bangladesh para contar las atrocidades del ejército pakistaní durante el movimiento hacia la independencia.

La novela habría ganado muchísimos enteros si, por poner un ejemplo, en lugar de contarle al lector que el hijo de Rofikul comienza a escribirle cartas a su padre en Bangladesh, las epístolas del joven Adam hubieran sido incluidas, arriesgando algo con una variación narrativa. La trama, por lo demás, abunda en giros predecibles, momentos amargos y triunfos que son lo habitual en toda historia de migrantes.

No cabe ninguna duda de que es necesario seguir desvelando las historias vitales de los inmigrantes asiáticos a Occidente. Es una realidad tremendamente actual, de hecho. Son muchos los jóvenes que buscan un futuro mejor en países como Australia – o como España, donde una banda disfrazada de partido político que, al tiempo que se declara democrático ensalza la figura del dictador fascista que ejerció de jefe del estado hasta su muerte. Hashim & Family, pese a sus benignas intenciones, no deja de ser una novela más del montón.

31 ene 2022

Reseña: The Souvenir Museum, de Elizabeth McCracken

Elizabeth McCracken, The Souvenir Museum (Londres: Jonathan Cape, 2021). 239 páginas.
Hay dos aspectos de esta colección de relatos breves de McCracken que llaman poderosamente la atención. Por un lado, la habilidad con la que la autora captura el habla de personajes variopintos, incluso de distintas procedencias geográficas. Y por otro, las sorprendentes imágenes y percepciones que transmite en sus historias. The Souvenir Museum comprende un total de doce cuentos, de los cuales cinco tienen como protagonistas a Jack y Sadie (aunque en ‘A Splinter’, una historia sobre el adolescente británico que escapa desde Nueva York a Londres para aprender el arte de la ventriloquía, solamente Jack hace acto de presencia).

El relato que abre el volumen, ‘The Irish Wedding’, derrama su humor cáustico en cada una de las páginas. Jack y Sadie acuden a la boda de la hermana de Jack en Irlanda. La familia de Jack es en realidad inglesa y todos demuestran tener un sentido del humor harto inusual, entre lo manifiestamente escatológico y el sarcasmo más puro y duro. Sadie, estadounidense de pura cepa, revienta la ceremonia del corte de la tarta nupcial cuando el padre de Jack pronuncia una frase intraducible (“The bride and groom will now cut the cheese”) en honor a la parte holandesa de la boda que tanto en Canadá como en los Estados Unidos tiene una acepción muy tosca: soltar un pedo.

Pero no sería cierto decir que los cuentos de The Souvenir Museum son una colección cómica. No lo son, a pesar de recoger muchas escenas humorísticas y presentar personajes extravagantes. McCracken parece tener una predilección por extranjeros que se comportan como peces fuera del agua. En “Mistress Mickle All at Sea” la protagonista es una personalidad televisiva americana de regreso a Dover en un ferry que se bambolea en el fuerte oleaje del Canal de la Mancha. Tras una conversación con un artista que, tal vez sin quererlo, la ridiculiza, juguetea con la idea de lanzarse por la borda.

En vez de buscar trocitos de vasijas o antiguas botellas, yo me iría directo al pub a probar el agua de la vida local, uisge beatha. Una de las playas de la Isla de Mull. Fotografía de Lesbardd.

En “Proof” David Levine comparte un viaje a Escocia con su padre Louis y espera tener el éxito que siempre había imaginado: comprarle una falda escocesa, algo que siempre había querido pero que su madre, recientemente fallecida, le había denegado a Louis. Pero el anciano caballero prefiere recoger trozos de cerámica y vidrio de colores en las playas de Mull, una de las Hébridas Interiores.

Uno de los más sugestivos relatos es “It’s Not You”, en el que la narradora rememora una estancia intensamente alcoholizada en un hotel cuando era joven, tras un profundo desengaño emocional, y allí flirtea con un famoso locutor. Confiesa la narradora en un interludio del relato: “¿A quién amo yo en este cuento? A nadie. A mí misma, un poco. Ah, sí, al camarero, con el bigote diacrítico que mostraba encima de una dentadura blindada. Me encanta el camarero. Siempre me encanta el camarero.” (p. 53, mi traducción)

Como hace con el ya mencionado bigote diacrítico, McCracken deja caer metáforas extraordinarias y audaces símiles. El hotel mencionado en el párrafo anterior, The Narcissus Hotel, “se encontraba situado en la orilla de un lago y admiraba su imagen reflejada.” Los zapatos de una pareja de ancianos viajeros en “Proof” dan la impresión de ser “dos pares de patatas asadas.” La multitud de niños en una de las piscinas del parque acuático le recuerdan a Ernest el cuadro de Théodore Géricault Le Radeau de la Méduse.

Cada vez más resulta evidente que nos encaminamos a una situación de «Sálvese quien pueda».
Relatos en los que el paso del tiempo nunca termina de cicatrizar las heridas de la pérdida de los seres amados, The Souvenir Museum entretiene sin entusiasmar. Aunque la autora tiene una indudable habilidad para explotar la parte de la historia que posee un potencial risible, con frecuencia el material narrativo es tan desalentador y sombrío que el efecto global es contraproducente, si no completamente macabro.

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