La revista Hermano Cerdo publica esta semana un breve ensayo que comencé a escribir ahora hace unos cuantos meses, y que finalmente, tras barajar varias opciones imposibles, he titulado ‘Después de Lalomanu’. En él quise hacer una reflexión pública sobre ese silencio al que se enfrentan las personas, a la falta de respuestas, tanto propias como externas, no solamente ante la pérdida de un ser querido sino también tras una experiencia traumática, como fue mi caso.
Quiero expresar mi agradecimiento a René López Villamar, uno de los editores de la revista, por sus valiosas sugerencias y consejos, que me permitieron elaborar la versión definitiva del ensayo. Gracias asimismo a Anthea Wykes por las fotos de la playa de Lalomanu, que tomó en octubre de 2009. Y gracias también, por último, a Joan Margarit, poeta catalán con quien he tenido el privilegio de mantener correspondencia, por la inspiración que me proporcionaron estos dos versos de su poema ‘L’origen de la tragèdia’, perteneciente al libro No era lluny ni difícil, que reseñé en su día:
Viure, al cap i a la fi, és buscar consol.
Buscar-ho en el dolor de les paraules.
Life is ultimately a quest for consolation.
We search for comfort in the hurt of words.
Mientras siga vivo, cosa que muchos días hago por pura inercia, a mí me faltará el consuelo; en algún rincón recóndito, profundo, de nuestro ser tienen que estar esas palabras; aunque nos duela, debemos hacer el esfuerzo de encontrarlas. No hacer ese esfuerzo nos rebaja como humanos.
Tu admiro. Espero que tú encuentres las palabras otra vez, aunque este viaje es duro y largo. Deseo que tu vida mejora, aun si esta poco a poco. Abrazos, Liz
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