El libro cuenta con un título que promete (algo así como ‘Me comí el mundo
entero para poder encontrarte’), pero se trata de un volumen que trata temas
muy actuales con una perspectiva sombría. La australiana Ang recopila cinco
cuentos gráficos en los que la protagonista es una misma mujer, Jenny. Cada una
de esas historias revela un episodio bizarro o traumático para ella.
Gran parte de lo que la autora quiere transmitirnos se expresa por medio de
los dibujos. Las expresiones faciales de los personajes te dan a entender
perfectamente la tristeza, los desaciertos en la comunicación, los atropellos y
humillaciones, los anhelos malogrados por la pobre interacción que tiene lugar entre
seres humanos que, si bien se conocen, nunca logran traducirlos correctamente mediante
palabras.
En la primera historia, ‘Hunger’, Jenny descubre que el chico con el que está comenzando a desarrollar una relación romántica persigue un objetivo muy inquietante por el que quisiera convertirla en un objeto de capricho morboso.
En ‘The Passenger’, Jenny viaja en tren junto a su ex y a su nueva amiga,
perdida en sus pensamientos sin control. La ficción convierte el momento en un
desastre: el tren descarrila. Página tras página, los bocadillos de los
personajes se presentan vacíos de texto. Vacilaciones, dudas, inseguridades. La
incapacidad de comunicarse se desborda en un caos alucinatorio. Este capitulo
enlaza perfectamente con el siguiente, ‘Your Shadow in the Dark’, en el que
Jenny está hablando con su prima por Skype cuando un recuerdo desagradable de
su niñez provoca una crisis entre ellas. Como suele ocurrir, las palabras o la
ausencia de estas causan malentendidos y sinsabores.
En la cuarta parte, ‘Swimsuit’, Jenny acude a una piscina de verano con un
amigo. La cita no parece estar yendo a ninguna parte: hay sentimientos que no
son correspondidos. De repente, se produce un grave incidente racista en la
piscina. Su reacción a este suceso es muy diferente de la de su amigo.
El capítulo final se titula ‘Purity’, un recorrido vital con parto incluido, un homenaje a la maternidad y al cuerpo femenino: «dos almas que conectan en el mundo», reza la primera viñeta, en la que Jenny sostiene en alto un bebé.
I Ate the Whole World to Find You refleja una visión crudamente lúgubre de la sociedad de nuestra época y de la incapacidad para comunicarnos cuando más herramientas tecnológicas parecemos tener a nuestro alcance para ello. Algo falla, sin duda.
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