21 may 2015

Cinco años de Notas Literarias

Que no pare la fiesta... Eagles-Cheerleaders-TradUniform(2)-Iraq, 7 de junio de 2008, Fotografía de Lance Cpl. Robert C. Medina 
Este blog cumple ahora en mayo de 2015 cinco años. Por lo que parece, cinco años de edad para un blog de estas características es en sí mismo un pequeño logro: la mayoría de los blogs no suelen perdurar, porque mantener un blog y añadir contenido de manera regular lleva naturalmente su tiempo, y exige constancia. Verdad de Perogrullo nº1.

Lo que fue concebido y nació por tanto como un (vano) intento por mantener el contacto con mis antiguos estudiantes de lengua española, tras tomar la decisión de dejar la enseñanza en octubre de 2009 – y también tratando de alimentar una ilusión, la de que ellos siguieran practicando el castellano tras haberles servido a algunos de ellos como guía y docente hasta un nivel más que competente – se fue poco a poco convirtiendo en algo mucho más grande.

Como traductor e intérprete profesional, me entusiasma el (duro) trabajo de facilitar la comunicación entre lenguas y culturas. Es por eso que desde hace algún tiempo he venido alternando la lengua en la que publico reseñas de los libros que leo, y me ha dado por reseñar en inglés algunos libros publicados en lengua catalana. En el futuro no descarto hacer lo mismo con libros de escritores de lengua castellana.

Cada vez que aparece alguna colaboración mía en forma de reseña en otros lugares (sea en Hermano Cerdo o en Transnational Literature, los lugares donde más me prodigo), he decidido publicar en el blog la misma reseña, pero en el otro idioma. Es sin duda una aspiración legítima, quizás con una pizca de vanidad, pero a mi edad, estando como estoy en la segunda parte – que es la más difícil, créanme ustedes los más jóvenes – de mis innings, y dadas mis circunstancias personales, es decir, habiendo vivido lo que he vivido, y visto lo que he visto, pues que me quiten lo bailao. Verdad de Perogrullo nº2.

En fin, con éste son ya 400 posts tras cinco años, el cual es un número nada desdeñable, y la mayoría de ellos son reseñas de libros. Se han superado ya las 114.000 visitas, pero éste sigue siendo un blog modesto, alejado como estoy del mundanal ruido de Facebook y Twitter desde un muy tranquilo barrio de Canberra, a.k.a. “the city that never wakes” (Peter Berner dixit).

Por las estanterías de mi casa siguen amontonados libros que compré hace años desde una posición de autoengaño: la peregrina idea de que como el día tiene 24 horas, quizás pudiera dedicarle unas tres de esas horas a la lectura… jajajaja. Iluso yo. El curro manda, y cuando no hay curro, hay que hacer cenas, o lavar la ropa, o cualquiera de esas tareas ingratas pero absolutamente inevitables. Verdad de Perogrullo nº3.

Los miro (a esos pobres libros olvidados) con ternura y pena y les susurro que algún día les llegará su turno. Tiempo al tiempo.

En fin. Algunos datos y curiosidades, por si interesan. Los Top 5:

Entradas más visitadas (no necesariamente las más leídas – como sabe todo el mundo, en internet el número de visitas a un post no significa gran cosa): Freedom, de Jonathan Franzen; Red Dog, de Louis de Bernières; We Need New Names, de NoViolet Bulawayo; The Leftovers, de Tom Perrotta, y El amanecer de un marido, de Héctor Abad Faciolince.

Entradas más comentadas: (9) Taipei de Tao Lin; (7) The Luminaries de Eleanor Catton y Red Dog; (6) Nueva Portada: Tasmania, Freedom y El somni de Farringdon Road de Antoni Vives; (5) L’estany de foc de Silvestre Vilaplana y ‘Planes de contingencia frente a los zombies’ de Kelly Link.

Términos de búsqueda más citados: “notas literarias” (pero qué nombre tan original…;)); “red dog”; “que rhetorical devices hay en un soneto me manda hacer violante de lope de vega”; “red dog louis de bernieres traducción” (pues no, todavía no lo han traducido al castellano, que yo sepa); “estelada”; “downunder-literatura.blogspot.com”; “contes russos"; “kelly link”; “el nas de Mussolini”; “jonathan franzen libertad”.

Consigue aquí tus PDF calvos, ¡GRATIS!
Quiero señalar la asombrosa recurrencia de la frase ‘pdf gratis’ que suele acompañar a muchos de los títulos que busca la gente. ¿Sabéis qué os digo a los del ‘pdf gratis’? Pues que musho morro. Más gracia me hacen e incluso despiertan en mí cierta simpatía los estudiantes que entran buscando resúmenes, sinopsis, estudios de personajes, etc. Incluso para copiar un comentario de texto hay que tener cierto arte y destreza. Verdad de Perogrullo nº4.

Los cinco países con más visitas registradas: España, Estados Unidos, México, Alemania y Colombia. No quedan muy lejos Argentina, Rusia, Chile, Francia y Venezuela. Incluso desde China e India empiezan a asomarse. Napoleón se equivocaba. China despertó, pero el mundo no tiembla. Más bien se ha quedado dormido frente al televisor o embobado delante de un Xbox o la Wii.

Gracias a todos los que alguna vez me han leído, o han mirado las fotos o incluso enlazado desde otros sitios a alguna de mis reseñas. Espero que sigáis pasando por aquí. De mis antiguos estudiantes, creo que a la larga nadie se animó a la idea de seguir al traumatizado exprofesor a través de un blog. ¿Y quién puede echárselo en cara? Yo en su lugar habría hecho lo mismo, seguro.

Quizás sería hora de cambiarle el nombre al blog… Aunque también podría dejar pasar un tiempo antes de hacerlo. Ya veremos, que dijo el ciego.

El ciego de Toledo, d'un altre valencià, Joaquín Sorolla 

20 may 2015

Reseña, A God in Every Stone, de Kamila Shamsie

Kamila Shamsie, A God in Every Stone (Londres: Bloomsbury, 2014). 312 páginas.

Todos los días aprende uno algo. En mi caso, gracias a la lectura de la última novela de Kamila Shamsie (de ella ya había leído Burnt Shadows y Salt and Saffron) he conocido el dato histórico de la presencia y participación de soldados indios (o más específicamente, pastunes) en la I Guerra Mundial. Y curiosamente lo hicieron por primera vez un día después del desastroso desembarco de tropas australianas, también al servicio del Imperio, “for King and Country”: el 26 de abril de 1915.

Con este fondo de entramado histórico Shamsie sitúa pues el inicio de esta historia en Turquía, concretamente en el yacimiento arqueológico de Labraunda (uno de los muchísimos, posiblemente miles, yacimientos existentes en el Asia Menor, como puede constatarse si se realiza un viaje por las carreteras turcas). Allí, una joven inglesa, Vivian Spencer, participa en las excavaciones a las órdenes de un arqueólogo de origen armenio llamado Tahsin Bey. Vivian es muy joven y naturalmente algo ingenua, y apenas puede ocultar su predilección por el arqueólogo.

Pero la guerra echará por tierra sus planes de volver con él en otra expedición arqueológica. En un momento de debilidad ofrece datos sumamente importantes sobre el talante rebelde de Tahsin Bey a la inteligencia británica. Pero cuando esos datos terminan en el poder de otros, su suerte está echada. A Tahsin Bey lo asesinan de un tiro en la cabeza: una carga de culpa que Vivian tendrá que soportar en su conciencia toda la vida.

Es la guerra también la causa de que los caminos vitales de Vivian y Qayyum, enrolado como oficial en el 40 Regimiento Pastún del ejército indio británico y herido en Ypres, comiencen a cruzarse. Shamsie pone de relieve el altísimo precio que pagaron estos soldados pastunes, llamados por la metrópolis colonial a una lucha en tierras muy lejanas, en una guerra que en realidad no era suya. Tras comportarse como un héroe y recibir heridas que le causan la pérdida de un ojo, Qayyum es trasladado a Inglaterra, donde el tratamiento médico que recibe es mucho mejor que el trato social al que se ve sometido.

A los pocos meses, y tras haber servido brevemente como enfermera, Vivian viaja a Peshawar con la esperanza de reunirse nuevamente con el armenio y participar en otra excavación arqueológica. Bey le había señalado un yacimiento próximo a Peshawar (la antigua Caspatyrus) donde proceder a la búsqueda de la legendaria diadema de Escílax de Carianda. Allí tropieza con la negativa del dueño de las tierras, pero mientras espera que cambie de idea traba amistad con un muchachito llamado Najeeb (el hermano pequeño de Qayyum). Najeeb se convierte en pupilo de la arqueóloga inglesa: le enseña griego clásico y siembra en él la semilla de la afición por la arqueología. Cuando la noticia de la muerte de Tahsin Bey le llega por carta, Vivian regresa a Inglaterra.

Museo de Peshawar - Fotografía de Khalid Mahmood
La segunda parte del libro regresa con Vivian a Peshawar en 1930. Najeeb, ya licenciado universitario y oficial del museo local, la convence para venir a Peshawar a seguir buscando tesoros enterrados. Su llegada a “la ciudad de las flores” coincide sin embargo con una ola de desobediencia civil alentada por las acciones no violentas de Gandhi y Nehru. Qayyum se ha alistado en un ejército sin armas, los Khudai Khidmatgars (siervos de Dios), manifestantes pacíficos que siguen las enseñanzas del venerable Khan Abdul Ghaffar Khan. La respuesta de las autoridades británicas fue una masacre (escabechina que está bien documentada).

Lo que quizás no sea tan lógico es que los acontecimientos de tiempos tan revueltos y difíciles se hayan trasladado en la novela en una serie de episodios que no son caóticos pero sí parecen entrelazados de un modo demasiado tenue. Shamsie abre la trama a nuevos personajes que aparecen para desaparecer de inmediato. La novela es de repente un río de aguas turbulentas y alocadas. Es como si Shamsie hubiera querido adoptar varios puntos de vista narrativos (los de Vivian, Qayyum, Najeeb y Diwa, una joven de ojos verdes que ayuda a los manifestantes y a Najeeb cuando resulta herido) en el preciso momento en que los acontecimientos no pueden estar controlados, y es ahí donde la novela pierde un poco de fuerza.

A God in Every Stone es una narración con una indudable tendencia a la denuncia política e histórica. El desenlace, con varios hilos argumentales que no quizás no estén bien ejecutados, es posiblemente lo de menos. Al igual que en Burnt Shadows, Shamsie cautiva con su prosa, repleta de simbolismos e imágenes nítidas y palpitantes. Hay una significativa simetría entre la defensa de la libertad de su pueblo que hace Tahsin Bey y la posterior rebelión pacífica pastún contra los colonos británicos. La novela se inicia y se cierra con dos breves episodios de la época del rey persa Darío I, en 515 BC y 485 BC, con Escílax como protagonista. La idea latente en A God in Every Stone (aunque no explicitada) es que todos los imperios tienen un final irremediable. Le ocurrió a Darío y les ocurrió a los ingleses.

Peshawar, situada en una de las zonas más calientes del planeta, es la tierra de esos hombres sacrificados por el poder imperial, como Qayuum, quien nos deja esta reflexión: “Si un hombre ha de morir defendiendo un campo, que ese campo sea su campo, que esa tierra sea su tierra, que esa gente sea su gente.”(p. 101, mi traducción)

16 may 2015

Reseña: Springtime, de Michelle de Kretser

Michelle de Kretser, Springtime (Crows Nest: Allen & Unwin, 2014). 85 páginas.

¿Cómo puede adaptarse el cuento de fantasmas de nuestros días a las nuevas tendencias de la literatura en el siglo XXI? ¿Qué características deberá descartar un autor de las que tradicionalmente se han adscrito al género, y cuáles deberán retenerse o transformarse? El tiempo, sin duda alguna, dará las respuestas oportunas, pero por ahora los lectores tendremos que contentarnos con leer nuevas propuestas y decidir qué nos gusta y qué no.

La lectura de la nouvelle más reciente de Michelle de Kretser me recuerda hasta qué punto las narraciones góticas de horror e imaginación de Edgar Allan Poe demostraron poseer un muy alto nivel de innovación para su época, el siglo XIX. Springtime, sin embargo, no tiene nada de gótico; muy al contrario. El sol deslumbra y titila en el Río Cook de Sydney mientras la protagonista, Frances, pasea a su asustadizo perro Rod por los barrios del área occidental de la capital de Nueva Gales del Sur siempre que no está entregada a la escritura de su tesis doctoral, que trata de los objetos retratados en la pintura francesa del siglo XVIII.

Frances se ha mudado recientemente desde Melbourne para vivir con Charlie. El traslado (naturalmente) da lugar a conversaciones del tipo que solamente gente de Melbourne o Sydney pensarían que vale la pena tener:

“Una de las cosas que le habían dicho en Melbourne cuando anunció que se mudaba a Sydney fue, Echarás de menos los parques. Otros comentarios incluían: Allí no hay buenas librerías. Y, ¿qué harás para comer bien?” (p. 1, mi traducción)

Charlie estuvo casado anteriormente, y tiene un hijo, Luke, quien parece disfrutar atormentando a Rod cuando viene de Melbourne a visitar a su padre. De Kretser es una muy hábil narradora (véanse Questions of Travel, ganadora del Premio Miles Franklin y candidata al Man Booker, o The Lost Dog), en la mezcla de detalles visuales y las insinuaciones que deja caer para ayudar al lector de manera gradual a que saque sus propias conclusiones: ‘El niño pataleaba el suelo o chasqueaba la lengua para atraer a Rod, mientras observaba todo el tiempo a Frances con el rabillo del ojo – picaramente, pensaba ella. Al final, resultaba más fácil sacar a Rod al jardín.’ (p. 38, mi traducción)

Es durante uno de esos paseos con el perro por el caprichoso diseño de las calles de Sydney que cuando Frances se asusta por primera vez con lo que ella cree que es una vieja señora que lleva un vestido rosáceo y un sombrero de ala ancha, acompañada de un bull terrier que solamente ella puede ver.

“[Las] visiones parciales, los falsos encuentros, se repitieron a intervalos a lo largo de semanas. Un día, mientras pasaba de largo cerca de la mujer y su perro, Frances se dio cuenta de que cada vez que los veía a los dos, estaba ella sola en el sendero.” (p. 11, mi traducción)

Al igual que en Questions of Travel, la prosa de De Kretser es frugal y avanza a un ritmo relajado: atrapa lo esencial en pocas palabras y las sirve tal si fueran canapés en taquitos en una fiesta o una recepción. De esta manera tan solvente se narra la presentación propia de un personaje secundario en una velada:

“Tim – músculos y loción de afeitado – repartía tarjetas: Tim Prescott, Creador. Organizaba lanzamientos de productos, les explicó, «todo, desde el concepto a los resultados de una comunicación creativa».” (p. 26, mi traducción)

Mas será en otra cena distinta a la que acuden Frances y Charlie donde se situará la escena para que ella revele el episodio del avistamiento de un fantasma. Después Frances tratará de minimizar las consecuencias que su historia tiene no solo sobre Charlie sino también en los otros comensales, pero de Kretser da a entender que el desacuerdo resultante entre ambos pudiera causar mayores problemas en su relación, la cual atraviesa ya por ciertas turbulencias por causa del errático comportamiento en el teléfono de la exesposa de Charlie.

Cabe imaginar que en nuestra avanzada era de la tecnología de la información escribir los más tradicionales cuentos de fantasmas. Springtime no obstante negocia con éxito los límites que caracterizan el género. Aun siendo un episodio significativo en la narración, la visión del fantasma no parece ser en ningún momento el factor más importante en la transformación de Frances. Cuando Charlie le exige que explique por qué no había dicho nada de la visión sobrenatural, ella rápidamente descarta la posibilidad de que fuera un espectro:

Los fantasmas requerían calma y la aplicación de la lógica. «No me digas lo que sientes, dime lo que piensas…» Las investigaciones realizadas en condiciones científicas habían demostrado que los fantasmas son solamente un olor que desataba el miedo en el cerebro. (p. 59, mi traducción)

Lo que apenas un párrafo antes de manera sarcástica (y autorreferencial) se llama “el resultado de una comunicación creativa” se convierte en un tema todavía más acuciante. Una taimada  Frances planeará una visita en solitario a la casa donde cree que ha visto el fantasma, para poder dar validez a sus impresiones iniciales. Lo que le muestran en la casa debería poner punto final a sus discusiones. ¿Pero lo hará de verdad?

Springtime es una curiosa historia sobre una joven que se muda de ciudad, un librito muy breve en el que abundan la ironía y la sutileza, y con un desenlace sorprendente como colofón. Trata, algo de refilón, de la no permanencia de los seres humanos en este mundo tras su muerte, pero el tema fundamental es de qué manera tan aparentemente imperceptible cambian nuestros sentimientos y emociones a lo largo de los años. Aunque esas personas por las que solíamos tener sentimientos tan intensos ya no están – o  nos las sentimos – tan cercanas, no es menos cierto que han dejado su marca imborrable.

Springtime lo ha publicado Allen & Unwin de forma exquisita en tapa dura, e incluye unos cuantos grabados en color, sumamente atractivos, del fotógrafo Torkil Gudnason. Es el tipo de generosidad que se ha vuelto cada vez más rara en el mundo editorial, de modo que quizás debiéramos agradecerlo.

Esta es la versión en castellano de la reseña publicada originalmente en inglés en Transnational Literature. Puedes leer el texto en inglés aquí.

10 may 2015

Xavier Aliaga's Dos metres quadrats de sang jove - A Review

Xavier Aliaga, Dos metres quadrats de sang jove (Barcelona: Alrevès, 2014). 187 pages.

It is rather regrettable that the name of my home town has become synonymous with insufferable levels of political corruption. Valencia is the setting for this short crime nouvelle by Xavier Aliaga. The protagonist is detective Feliu Oyono, a Catalan-speaking policeman of African ancestry, who is quite obsessed with sex and the female body.

I may be picking at straws here, but one of Chandler’s commandments for writing good crime fiction says that the novel needs to be “realistic in character, setting and atmosphere”, and should deal with “real people in a real world”. Far be it from me to rule out the possibility that a black Valencian-born policeman exists. Anyone would most likely agree with me that such a fictitious character is less than likely to speak and write the local language the way Oyono does, though.

Against a background of dirty play and internecine wars within the ultraconservative political party in government – the PP is never mentioned, but the references are obvious – Oyono and his assistant Amalia Vigarany must find out who killed a young idealist journo called Manel.

Manel is (was) one of the founders of a web-based investigative newspaper, La ciutat digital. Their reports denouncing the ever-present corruption networks and the misappropriation of public funds (in this sense, Aliaga cannot be accused of making up too much!) have already earned them the wrath of ruling politicians and senior bureaucrats. One night while he’s alone at the newspaper offices someone whose face is covered with a balaclava breaks in and slashes his throat in one swift, highly ‘professional’ cut. Manel’s colleagues are naturally quite devastated.

Feliu Oyono and Amalia interrogate the journalists but find nothing much – they all seem to get along quite well. Yet setting up a newspaper from scratch is neither easy nor cheap, so they decide direct their detective skills towards the source of the funding that has made La ciutat digital possible. What they find is that Enric, co-founder and rival to Manel for the sexual favours of the only female reporter, has been receiving monies from an obscure company based in Buenos Aires. What is really going on?

It appears that Manel and Enric were not on such amicable terms anymore when the former was murdered while typing on his keyboard and bled to death, leaving two square metres of young blood on the office floor. Oyono and Amalia turn the screws on him but it all seems to be a red herring: they might not like each other that much, but that should be no reason to murder your former friend and colleague. Or should it?

In the end, the reason Manel was savagely murdered happens to be quite unrelated to the murky financing he had been arguing about with the co-founder of the newspaper. The plot meanders rather aimlessly: Aliaga throws in the story of Amalia’s affair with a radical Basque youth while she was serving in Navarre. Its inclusion seems rather unwarranted, and given how short Dos metres quadrats de sang jove actually is, the reader may wonder about its purpose.

The novella’s structure is developed mostly by means of monologues. At times this works, but other times replacing dialogue with dramatic monologues feels too artificial. The inclusion of blog posts written by Manel before his death and later released as they had been programmed by the deceased journalist adds some spice. But Aliaga is at his best when he lets the characters speak. His dialogues can be witty, lively, full of force and irony:

- Listen very carefully, you son of a bitch! Why should we believe an impostor? ‘Oooh! We’re a persecuted media! Manel has paid with his life for the work we do unveiling corruption! Me! Me! Me! It could have been me! Why haven’t they come after me? I cannot sleep thinking about all this!’… Do you think we’re stupid?
- I… I haven’t said that… What I believe is that you’re going the wrong way about this. Neither Alberola nor anyone around him knew that Manel had found out about the scam. I hid that information, I wasn’t interested, please believe me, I was certain Manel would let it go to the keeper… The thing with his blog has taken us by surprise.
- And how can you be so sure Albarola didn’t know?
- He would’ve told me. Like all politicians, he’s a bit paranoid.
- And now you’ll tell me, you piece of shit, that you’ve had no contact with him since Manel’s death, that you’ve told him it’s over.
- No, I’ll tell you the truth, we spoke at length. Alberola was amazed, he was shocked. And very worried, too. He said that maybe we had lost our grip on things, that some of his rivals hadn’t taken in the issue too well. I think he was being truthful. He’s a very ambitious pollie, he’ll go to any lengths to crush those who bother him, but I don’t think he’s capable of such an atrocity, to be honest.
- And how did he intend to handle the situation?
- He asked not to meet with us again for a long while and to fuel the conspiracy theory from La Ciutat. To do that for a few months and wait until the storm cleared up… But it will not clear up… And I can’t take this anymore, I’m on edge…
- You’re lucky we’re not at the station, ‘cause I’d give you another kind of edge over there. You know what I think, arsehole? That you told everything to your friend the minister in order to protect your grubby deal. In the best of cases, you washed your hands of it, you played dumb, ‘whatever will be, will be’, you thought. And I also think you had another reason not to be concerned about what might happen to Manel: you have never been able to swallow the fact that Empar preferred him, that she was still in love with a man without your physique, without your charisma, but with so big a brain and so big a heart that the office was not big enough for him. An honest, upright person. The opposite of you, you piece of shit, you filthy sewer rat. Know that we’ll go all the way, you’re up to your neck in shit, you retard…
- That’s enough, Amalia.
- Did you get it, you bastard? We’ll get you!
- For fuck’s sake, Amalia! That’s enough, I said! (p. 139-141, my translation)

Had Aliaga worked further with the manuscript (which incidentally contains some typos in the few Spanish passages it includes) Dos metres quadrats… would have probably increased its length and its literary attractiveness. As it stands, it is a rather lame specimen of crime fiction, its shortcomings outnumbering its virtues.

9 may 2015

Reseña, The Namesake, de Jhumpa Lahiri

Jhumpa Lahiri, The Namesake (Londres: Harper Perennial, 2004). 291 páginas.

Lo admito, estoy probablemente enganchado. Me atrae todo tipo de historia que cuente la experiencia  de la emigración, algo que he vivido y sigo viviendo en carne propia. Quizás porque cada una de esas historias tiene algo que la hace única y singular, aunque todas compartan ideas, temas y circunstancias harto similares.

The Namesake (palabra que en inglés suele traducirse por ‘tocayo’ u ‘homónimo’) es la segunda novela de esta autora estadounidense de origen indio. Las familias bengalíes, según parece, tienen la costumbre de darles un apodo a los hijos, apodo que solamente emplearán en el entorno familiar. Así, todos terminan teniendo un nombre oficial y otro de andar por casa.

Ashoke Ganguli es un profesor indio en los EE.UU. que contrae matrimonio (convenido entre sus dos familias) con Ashima y se la lleva a la costa este. Allí tendrán dos hijos, un varón (Gogol) y una chica (Sonia). La novela narra por un lado la paulatina prosperidad que consigue la familia Ganguli, contraponiéndolo al ajuste progresivo que deben emprender (especialmente Ashima) tras el choque inicial de culturas. Pero es ante todo un estudio de la vida del hijo varón, que toda su vida se debate entre la obediencia debida a la tradición cultural de su familia y la necesaria adaptación a la vida en la tierra donde ha nacido.

Al comienzo de la novela, justo cuando nace su primer hijo, Ashoke y Ashima se encuentran en la tesitura de tener que ponerle un nombre al niño cuando la carta de la abuela que tiene que revelarles cuál es el nombre bueno (frente al apodo familiar) nunca llega. Ashoke se decanta por ponerle Gogol, el nombre del novelista ruso cuyo libro tenía en sus manos cuando sufrió un terrible accidente ferroviario en la India que casi lo mata.

La idea de que nuestro nombre es parte de nuestra identidad es uno de los temas que expande Lahiri a través de las páginas de The Namesake. Ashoke trata de reinventar a su hijo al matricularlo en la escuela bajo otro nombre, Nikhil, pero Gogol se rebela y le pide al maestro que lo apunte como Gogol. Mientras la fuerte tradición cultural bengalí ejerce su influencia en la esfera familiar, a Gogol/Nikhil no le queda otra opción que lidiar con la sociedad estadounidense y adaptarse por tanto a sus modos de hacer y ver el mundo. Para complicarles más las cosas, la familia regresa cada cierto tiempo a Calcuta en lugar de pasar sus vacaciones en otras partes del país o del mundo.

En lo que constituye un cambio radical y decisivo, Gogol decide cambiar de nombre oficialmente tan pronto alcanza la mayoría de edad e ingresa en la universidad. Naturalmente, adopta Nikhil, un nombre que le permite seguir estando muy cerca de la idea de sí mismo que tenía hasta entonces. Solo que la tensión de la dualidad es precisamente su esencia vital, y en realidad nunca podrá liberarse de esa tensión propia: celebrará las navidades pese a no ser cristiano, acudirá a las multitudinarias fiestas de la comunidad emigrante bengalí aunque prefiera estar en otra parte. La muerte de su padre tras un infarto fulminante mientras trabajaba en Ohio precipitará los acontecimientos y una resolución de la tensión entre culturas que palpita en su ser.

En The Namesake, Lahiri construye un relato muy verosímil de la vida del emigrante de segunda generación, nacido en la tierra y cultura de acogida. Gogol/Nikhil se va labrando un futuro profesional en la costa este (y finalmente en Nueva York) al tiempo que en su vida sentimental experimenta los éxitos y clamorosos fracasos nada raros en las personas de su generación, sea cual sea su procedencia étnica. El fracaso más rotundo, sin embargo, se produce con Moushumi, la hija de unos amigos bengalíes de los Ganguli, a quien conocía desde pequeña y con quien se casa tras una relación alentada por ambas familias.



Antes de este libro, de Lahiri solamente había leído Unaccustomed Earth. The Namesake ha sido llevada al cine, pero ciertamente no voy a apresurarme en verla. Lahiri sabe cómo indagar en lo más recóndito de nuestro ser, en lo que nos (con)mueve y nos destroza, y lo hace con una prosa nítida y rica en detalles. Aunque el ritmo narrativo decae a ratos, es una novela de calidad. Se publicó en castellano en 2006, traducida por Juanjo Estrella para Emecé Editores.

4 may 2015

Niu - Cocos (Coconuts 4 sale)

Niu es la palabra samoana para coco. De esta manera tan artística y atractiva colocan los cocos los campesinos de las zonas rurales de Samoa en la vereda de las carreteras. No consigo entender por qué no se caen, debe de haber algún truco o ingenio que se me escapa. Trataré de averiguar cómo se las ingenian para crear estas extrañas columnas.

5 de mayo.

Misterio resuelto. Atan los cocos con tiras de la palmera a un palo largo que clavan en la tierra y que queda invisible. El mérito es lograr un equilibrio perfecto de modo que no caigan. El agua del coco es muy refrescante y nutritiva.

1 may 2015

Reseña, The Lost Dog, de Michelle de Kretser

Michelle de Kretser, The Lost Dog (Crows Nest: Allen & Unwin, 2007). 343 páginas.

Mi primer perro se llamaba Charly, era un setter irlandés algo alocado, y terminó perdiéndose, y con el tiempo borrándose de mi memoria a medida que yo iba creciendo. En el caso de Tom Loxley, el protagonista de esta novela de la autora australiana nacida en Sri Lanka Michelle de Kretser, también pierde a su perro (del que no llegamos en ningún momento a saber su nombre) en una boscosa zona rural a un par de horas de Melbourne.

La novela está dividida en capítulos que llevan por título los días desde la desaparición del can de Tom hasta su feliz reencuentro con su amo. Tom, profesor de literatura en una universidad local, está en una vieja casa rural que pertenece a su amiga Nelly Zhang tratando de terminar el libro que lleva tiempo escribiendo sobre Henry James. ¿Leerías un libro sobre un académico en busca de un perro perdido? Por supuesto que no. El caso es que esa historia es únicamente el armazón que sostiene lo que es una elegante y generalmente amena novela en la que de Kretser analiza la vida de Tom en detalle.

De madre india y padre inglés, Tom nace en el subcontinente y emigra con sus padres a Australia en su adolescencia. La autora esparce a lo largo de la novela retazos de su vida en ambos países, relatando peculiares aspectos de la relación de sus padres con sus abuelos maternos. Una galería de personajes que en algún momento tuvieron influencia en la vida y personalidad de Tom: el abuelo Sebastian de Souza, su madre Iris, su padre Arthur Loxley, su exmujer Karen, la tía Audrey que los acoge en Melbourne cuando deciden salir de la India.

Podría pensarse que es Tom el que anda un poco perdido por Australia, pero ése no sería un análisis correcto. Su enamoramiento de Nelly Zhang es lo más parecido a perderse que le pasa.

Nelly es una artista cuya reputación la precede: solamente permite la exposición de fotografías de sus composiciones en lugar de los originales, los cuales (presuntamente) destruye después de fotografiarlos. Gracias a esta posmoderna estratagema Nelly ha alcanzado el éxito y se ha hecho un nombre en el difícil y caprichoso mundo artístico de Melbourne. En sus composiciones Nelly utiliza predominantemente objetos encontrados: el pasado.

Y es precisamente el pasado de Nelly el punto misterioso que explota de Kretser para hacer de The Lost Dog una novela mucho más amena que lo que un aburrido académico en busca de su perro daría de sí.

El marido de Nelly, Felix Atwood, desapareció sin dejar rastro tras haber defraudado millones como gestor de carteras de inversión. ¿Tuvo algo que ver Nelly en esa desaparición? ¿Es Rory el hijo de Felix, o lo es de Posner, el mecenas y protector de la artista?

Michelle de Kretser es buena observadora, no solamente de lo que nos rodea sino de cómo reaccionamos los seres humanos, y su maestría (que volvió a demostrar en la muy elogiada y laureada Questions of Travel, cuya reseña puedes leer aquí) estriba en la concisión. Es proclive al aforismo, y seguro que alguno de los muchos que afloran en la novela te quedará grabado. Un ejemplo, sobre el 11-S: “Todo cambia cuando caen del cielo estadounidenses”.

Lamentablemente, ninguna de las obras de Michelle de Kretser se han traducido al castellano (ni al català, també cal dir-ho). Las editoriales parecen no querer más riesgos de los necesarios, y les resulta más rentable apostar por caballos (o ciclistas) más seguros, aunque su calidad literaria sea más baja.


Era una obra colosal, Les grandes baigneuses, su escala y la frontalidad de su tratamiento más próximos a los de un mural que a un cuadro de caballete. Tom había escrito una vez un ensayo sobre él. Había localizado sus precursores, descrito el modo en que vitalizaba la gastada gramática de las mujeres desnudas en un escenario rural.

El hombre inclinado sobre el libro había olvidado la mayoría de las cosas que había argumentado.

Eran los cuerpos lo que recordaba. Llenaban el plano del dibujo: absurdos, pesados. Tampoco se estaban quietos, como había observado Posner. Una mujer arrodillada en el lado derecho del lienzo era también una figura en horcajadas, el torso de una formaba las nalgas y piernas de otra. Al observar esto, la mente titilaba entre dos sentidos, como en un sueño.

Tom reconoció esa sensación de precipitación: la percepción de la duplicidad de imágenes. Un resto de nausea – reforzado por la emoción – seguía funcionando en su interior. El grotesco tratamiento de los cuerpos tenía el efecto de volver la carne misma en algo inorgánico. Era un cuadro en el que algo maquinal chirriaba en el ánimo. (p. 221, mi traducción)

29 abr 2015

Reseña: The Bone Clocks, de David Mitchell

David Mitchell, The Bone Clocks (Londres: Sceptre, 2014). 595 páginas.

- ¿Qué queremos?
- ¡Ficción bien escrita y que entretenga!
- ¿Cuándo la queremos?
- ¡Ya!

Esta es la primera novela de David Mitchell que leo. Cercana a las 600 páginas y con una trama enrevesada pero totalmente seductiva, The Bone Clocks no defrauda como lectura, a pesar del hecho de que posee patentes defectos. Quizás sea por el excelente sentido del humor de su autor, quizás por su cuidada prosa y un manejo exquisito de los tempos narrativos, quizás por su imaginación, desbordante y deslumbrante. Sea por lo que sea, la última novela de Mitchell entretiene, está muy bien escrita y deleita. Aunque, repito, no sea perfecta.

El comienzo es más bien engañoso: en 1984, Holly Sykes, una quinceañera en el seno de una familia irlandesa propietaria de un pub en Gravesend, en la terrible Inglaterra de la baronesa Thatcher, tiene una pelea con su madre, una de esas peleas que hacen época, y que termina con un soberbio sopapo en su mejilla propinado por su madre. ¿Nada nuevo bajo el sol? Treinta años después un guantazo de ese calibre puede terminar en los juzgados, si la (persona) abofeteada recibe el asesoramiento de un sagaz abogado… El caso es que Holly escapa de casa para darles una lección a sus padres. Al llegar al piso de su novio de buena mañana lo encuentra durmiendo (con la que, hasta ese preciso momento, era su mejor amiga) en vez de haberse ido al trabajo. A Holly no parece quedarle otra opción que darse a la fuga de verdad y buscar trabajo en una granja de fresas. En un principio lo hace con la ayuda de Ed Brubeck, compañero de clase, pero tras la primera noche sigue sola. En su vagabundeo conoce a una extraña mujer que está pescando junto al Támesis y que le solicita asilo. Holly, que unos años antes había recibido tratamiento porque oía voces, sufre un desvanecimiento después. Estos son los primeros indicios que apuntan a una trama paralela y paranormal Al día siguiente aparece de nuevo Ed Brubeck, quien la busca para avisarla de que su hermano Jacko (un muchacho extraño, que por las noches escucha emisoras de radio en otros idiomas) ha desaparecido.

Esa es solamente la primera de las seis partes de The Bone Clocks. Tratar de resumir el resto sería ocioso, y además supongo que solamente conseguiría que dejaras de leer esta reseña (si es que todavía la estás leyendo). Digamos pues que si la primera parte se desarrolla en la Gran Bretaña thatcheriana de los 80, la última nos lleva a un enclave irlandés llamado Sheep’s Head, en Cork, en la década de los 2040, en una distopía no tan improbable, en la que el cambio climático y peak oil han sumido a la humanidad en una nueva edad media, con una Europa gobernada (es un decir) por un abstracto ente de tintes orwellianos, llamado Estabilidad.

El faro de Rottnest Island, también conocida como Wadjemup en la lengua indígena Noongar. I did not have to dismount my bike, unlike Crispin!

Entre medio, Mitchell nos lleva a Cambridge y a una estación de esquí alpino en Suiza en la década de los 90, al Iraq post-2001, tras la ocupación en la segunda guerra del Golfo. Una década después acompañamos al enfant terrible de las letras inglesas, Crispin Hershey, a la Isla Rottnest enfrente de Perth (Australia Occidental), al Festival Hay en Cartagena de Indias y a los llanos volcánicos islandeses; en la quinta parte de la novela, unos años más adelante, ya en la década de los años 20 (que se siente ya tan próxima, ¿no?) la acción nos lleva a Manhattan y a una especie de dimensión metafísica en la que los “atemporales” campan a sus anchas.

Un perezoso quokka cerca del faro. La isla Rottnest recibió ese nombre (Nido de Ratas) porque los primeros exploradores europeos (holandeses) creyeron que este simpático animal era una rata de dimensiones extraordinarias.. Campan a sus anchas por toda la isla.

¿Cuál es el hilo conductor de todo este amasijo de escenarios reales e irreales, de momentos históricos y fantásticos? Podría decirse que es la quinceañera Holly Sykes, pero esa sería solamente una parte de la historia. Más bien, lo que maneja Mitchell es un argumento paralelo o secundario que pertenece al género de la ciencia-ficción: es la guerra a muerte (en el sentido absoluto del término) entre los Horólogos y los Anacoretas. Los primeros son los buenos de la película, y se han hecho acreedores al don de la inmortalidad; su espíritu, por razones desconocidas, puede renacer en un cuerpo diferente después de su muerte natural, y algunos de ellos llevan ‘viviendo’ varios cientos de años. Sus enemigos, los Anacoretas (que son más malos que la tiña) han conseguido posponer repetidamente su mortalidad trasegando en beneficio propio las almas de jovencísimas víctimas, propicias gracias a su total ingenuidad; son esos meros mortales como tú o como yo, a quienes los Anacoretas llaman ‘relojes de hueso’.

Sí, es verdad lo que dicen muchos críticos: The Bone Clocks tiene algunos defectos, pero ninguno de ellos resulta intolerable. Es verdad que los personajes – tanto los Anacoretas como los Horólogos – parecen todos expresarse de manera bastante similar. Las seis secciones están narradas en primera persona (Holly Sykes; Hugo Lamb; Ed Brubeck; Crispin Hershey; Marinus; y finalmente, una ya anciana Holly Sykes). El paso de una narración realista a un relato fantástico con visos de ciencia-ficción puede parecer incongruente; sin embargo, personalmente me ha resultado divertido. Es decir: ¿Por qué obsesionarse con torpezas relativas a un peculiar amasijo de los aspectos más canónicos de la novela cuando lo que tienes entre manos no solo te está entreteniendo sino que te resulta intrigante? ¿Qué tiene de malo esta idiosincrática mezcla de géneros cuando uno disfruta sobremanera, y se descubre enganchado a las vicisitudes de personajes como Brubeck o Hershey, o a las tribulaciones de la misma Holly Sykes en un inventivo escenario de futurismo distópico que, bien considerado, no parece tan improbable?

Léela, y si después de hacerlo te parece rematadamente mala, vienes y me lo dices sin rodeos. The Bone Clocks estuvo en la lista final de novelas candidatas al Premio Man Booker. Su presencia entre los finalistas me parece plenamente justificada.

Añadido el 12 de abril de 2016. La semana pasada se publicó en el sello Random House la versión en castellano, Relojes de Hueso, en traducción de Laura Salas Rodríguez.

15 abr 2015

Wave Rock

La erosión, el paso de los siglos y el capricho propio de la naturaleza se han aliado pata formar esta curiosa muralla de granito que semeja una ola de esas cuyas dimensiones y especial curvatura muchos surfistas bien quisieran poder aprovechar.


Wave Rock, esta curiosa atracción turística, se halla en las afueras de un pequeño pueblo de Australia Occidental llamado Hyden (población 400 habitantes). Forma parte de una cadena de bajas colinas muy desgastadas por la erosión. Se calcula que comenzaron a formarse hace unos 60 millones de años. En los alrededores de Hyden se pueden visitar también lagunas saladas y la característica vegetación de la sabana australiana. Si no fuera por Wave Rock, Hyden ni estaría en los mapas.


Un dato curioso: a fines del siglo XIX, cuando la zona comenzó a ser colonizada y explotada por los europeos, abundaban los árboles de los que se extrae la madera de sándalo. Hoy en día apenas quedan unos pocos ejemplares. Los europeos cortaron la mayoría de ellos sin preocuparse de llevar a cabo una repoblación.

13 abr 2015

Reseña: The Whole Story and other stories, de Ali Smith

Ali Smith, The Whole Story and other stories (Londres: Penguin, 2003). 178 páginas.

Hay libros que te dejan una enorme interrogante después de su lectura. Con unos, puede tratarse del consabido regusto amargo que te causa su patente mediocridad (“¿Quién tomó la decisión de publicar este bodrio?”). Con otros, la pregunta puede girar en torno a si un enfoque alternativo o someter al texto a una revisión severa mejoraría el libro de manera sustancial. Ninguno de los dos casos anteriores puede aplicarse a este volumen de relatos (el tercero de la novelista escocesa y el primero suyo que he leído).

La principal característica de los relatos de The Whole Story… es que no son cuentos en el sentido más tradicional y acostumbrado de la palabra. En todos ellos prima el artificio narrativo por encima del argumento, y el resultado es que su lectura pueda parecer a ratos una pizca cargante. Es decir, una vez establecida la idea generadora del relato, la autora parece preferir concentrarse en lo más abstracto y teórico de la creación ficcional en vez de desarrollar los personajes y crear una línea argumental plausible, que no implica necesariamente verosímil. El planteamiento es por tanto sumamente entretenido, incluso hilarante en ocasiones (por ejemplo, en el caso de ‘May’, una mujer se enamora perdidamente de un árbol, y lo hace hasta las últimas consecuencias, mientras que la reacción de su marido ante este inesperado enamoramiento es llevado también al extremo de lo insólito).

Teniendo en cuenta la fecha de publicación de este volumen (2003), cabría naturalmente apostillar que se trata de un conjunto harto original en las técnicas de construcción experimental del relato, riesgoso y aventurado en el tratamiento del aspecto argumental de una historia como algo si no accesorio, al menos secundario. Dudo que sean muchos los lectores que declaren sentirse plenamente satisfechos con la lectura de estos relatos de Smith. Doce años después, no resultan una lectura fácil, pese a que las ideas que los sostienen son en casi todos los casos originales, insólitas, brillantes.

Tomemos por ejemplo el primer relato, irónicamente titulado ‘The Universal Story’, en el que la intervención (casi me atrevería a denominarla una constante intromisión o intrusión) de la voz narradora es patente desde la primera oración:

Había una vez un hombre que moraba junto a un camposanto.
Bueno, vale, no era siempre un hombre, en este caso particular era una mujer. Había una mujer que moraba junto a un camposanto.
Aunque, a decir verdad, en realidad nadie usa esa palabra hoy en día. Todo el mundo dice cementerio. Y ya nadie dice moraba. En otras palabras:
Había una vez una mujer que vivía junto a un cementerio. Cada mañana al despertarse miraba por la ventana de detrás de la casa y veía…
De hecho, no es así. Había una vez una mujer que vivía junto – no, en – una librería de lance. Vivía en el piso de la primera planta y llevaba la librería que ocupaba todo la planta baja. (p. 1, mi traducción)  
El relato sigue progresando a fuerza de saltos, y pasa de la librera a una mosca que se posa en el lomo de un libro, un ejemplar de El gran Gatsby, para volver a la mosca y su historia vital y retomar luego la historia de ese ejemplar de la novela de Fitzgerald y cómo pasó de mano en mano hasta terminar en la librería, en la que un joven entraría una tarde y compraría no solamente ese ejemplar sino todos los ejemplares de la novela de que disponía la librera, para luego entregárselos a su hermana, artista experimental que construía barcos con materiales extraños que irremediablemente se hundían al poco de botarlos en el agua. El relato, pues, no tiene ni un auténtico principio ni un verdadero final, y diríase que ése es el elemento definitorio del ‘cuento’ (y por extensión, de todo el volumen) que parece querer resaltar Smith.

Que el viento le hinche las velas...

Otros relatos se configuran en torno al diálogo entre dos personajes (marido y mujer, preferentemente), que aportan sus puntos de vista en torno a un mismo argumento que no termina de desarrollarse ni alcanza un desenlace propiamente dicho. Es el caso del ya mencionado ‘May’; también ‘Being quick’, en el que una mujer cree tener un encuentro fortuito con la Muerte en una estación de trenes, y tras la parada forzosa del tren en el que regresaba a casa a causa de un accidente mortal en otra estación, decide regresar a casa siguiendo las vías del tren hasta que unos trabajadores la obligan a salir de la vía férrea. Y en 'Believe Me', este diálogo plantea la infidelidad confesada por un yo al que el interlocutor responde con una rocambolesca inversión de los términos que la primera confesión había establecido, explorando los límites de la confianza y la veracidad que se ponen a prueba en toda relación sentimental y forzando al lector a un posicionamiento frente a estos bosquejos de personaje: ¿es el yo hombre o mujer? ¿Y su interlocutor? ¿Qué tipo de relación percibe usted, lector, en esto que le propongo?

Otros relatos cuentan con tres voces (o personajes, si se prefiere) y sus correspondientes puntos de vista. ‘Paradise’ lo componen tres relatos de un mismo día contados por tres hermanas huérfanas en un pueblo cercano a Loch Ness. Kimberley McKinley es la gerente del turno de noche de la hamburguesería local cuando unos ingenuos chicos locales tapados con pasamontañas tratan de llevar a cabo un atraco. Gemma trabaja a bordo del barco que lleva a los turistas (“fuckers”, según la tripulación) por el loch, vendiendo paquetes de papas, refrescos y bebidas espirituosas cuando el bar está abierto. La más pequeña, Jasmine, se emborracha entre las tumbas del cementerio local. En un hogar sin padres, Kimberley es imperturbable y madura, Gemma esconde un carácter avinagrado detrás de una fachada servicial, mientras que Jasmine…es Jasmine. Es ciertamente un relato memorable.

Del resto de relatos de The Whole Story and other stories cabría destacar dos: ‘The Start of Things’, en el que Smith vuelve a adoptar el juego de las dos voces para contarnos una pelea conyugal que (aparentemente) termina en reconciliación cuando ambos se dan cuenta de que se han quedado fuera de la casa en medio de una fuerte nevada. Y 'The Heat of the Story', un curioso cuento de Navidad, en el que tres mujeres de distintas edades entran ebrias a la misa del gallo, arman un considerable escándalo y terminan en la calle contándose historias, expulsadas de la iglesia por el sacerdote.

Los demás relatos se titulan ‘Gothic’, ‘Erosive’, ‘The Book Club’, ‘Scottish Love Songs’ y ‘The Shortlist Season’, del que incluyo aquí un párrafo traducido.

Semilla de sicómoro Fotografía: Lofaesofa (Laurence Livermore)


Llevaba unas hojas enganchadas en la capucha del suéter. Se cayó algo. Cuando llegó al piso rebotó bastante alto e hizo un ruido sorprendentemente seco para ser algo tan pequeño, y lo recogí. Era una semilla de sicómoro, su única aleta estaba nervada como una especie de piel y le daba a la semilla un aspecto surrealista: una pequeña avellana voladora, un ala a la que le hubieran acoplado una cabeza encogida, un pez que era casi todo él aleta. Pero el dependiente de la galería detrás del mostrador de venta de postales me estaba observando con algo de interés, de modo que volví a poner la semilla en el interior del suéter junto con las hojas, lo doblé y me lo puse encima del brazo y escuché cortésmente cómo me decía que la entrada era gratuita, que los folletos sobre la exposición eran también gratuitos y que los catálogos ilustrados costaban £16,30. (p. 144-5)

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