1 jul 2012

Julio: The Huon River



El río Huon es uno de los más espectaculares y pintorescos que recorren la isla de Tasmania. Desde el lago Pedder desciende a través de frondosos bosques para recorrer el valle de Huon. Es en medio de estos bosques donde se encuentra una de las atracciones más visitadas en esa parte de la isla, Tahune Airwalk, una impresionante construcción metálica que permite a los visitantes ver el bosque desde arriba, entre las copas. Cerca de Tahune, al Huon se le une un afluente, el río Picton, y desde allí sigue su curso hacia el sur hasta el pueblo de Glen Huon, desde donde se une al mar en un impresionante estuario.

El paseo de Tahune vale la pena no solamente por lo espectacular de las vistas sino por lo mucho que se puede aprender de los guías y guardabosques tasmanos. El complemento ideal a una excursión a Tahune, incluso si el tiempo es malo y hace frío (nada inusual en esa parte del mundo), es un largo chapuzón en la piscina de aguas termales de Hastings Cave, que queda a unos 75 kilómetros. El día de nuestra visita, en pleno verano austral, la temperatura exterior apenas llegaba a los 12 grados, y nos cayó un fino granizo mientras estábamos en la piscina. Nadie quería salir del agua.

Tasmania cuenta con algunos de los enclaves naturales más limpios de Australia. Pese a la gran distancia a la que se encuentra, atrae a cientos de miles de visitantes año tras año. Nunca he conocido a nadie que hable mal de la isla: por algo debe ser. 

29 jun 2012

Reseña: On Chesil Beach, de Ian McEwan



Ian McEwan, On Chesil Beach (Londres: Vintage Books, 2008). 166 páginas.

Nací en la mitad de la década de los 60, y crecí en una época en la que en la caduca España franquista se comenzaban a atisbar tímidamente extrañas ideas, que venían desde más allá de los Pirineos. Como con cuentagotas, Europa y la libertad que ésta significaba iban entrando con algo de disimulo en el estado español y en las conciencias de los súbditos del régimen fascista, sencillamente a través del turismo. Esencialmente, en lo que a mí me atañía y afectaba (la educación escolar), sufrí y aun sobreviví al catolicismo rancio y represor que, por increíble que parezca, apenas ha cambiado desde entonces sus preceptos y consignas, reaccionariamente aferrado a sus infalibles (¡qué risa me da esa palabra!) dogmas.

Sería no obstante fácil obviar que prácticamente hasta esa década, la represión sexual había sido algo generalizado en todo el mundo occidental. Esta novela de McEwan, de ejecución magistral, como suele ser habitual en el autor inglés, se inicia en 1962 en la cena que comparten una pareja de recién casados en su luna de miel en la costa de Dorset, en el sur de Inglaterra; de ellos, Edward y Florence, McEwan nos apunta en la primera oración del libro que son ambos vírgenes, bien educados y jóvenes, y que “vivían en una época en la que una conversación sobre dificultades sexuales era simplemente imposible.” McEwan puebla su narración de pequeños e irónicos detalles que nos recuerdan que en 1962 la modernidad no ha comenzado en esa Inglaterra cuyo imperio empequeñece por momentos: “no era un gran momento en la historia culinaria inglesa, pero a nadie le importaba por entonces, excepto a los visitantes extranjeros”.

Por otra parte, la estructuración que McEwan le da a su materia argumental es perfecta: el narrador controla en todo momento el progreso de la historia, incrustando los flashbacks que son necesarios para que el lector vaya complementando lo que está sucediendo en esa suite nupcial con datos sobre el noviazgo y las muy diferentes perspectivas con las que Edward y Florence se han aproximado a esa primera noche juntos.
Las tensiones y los nerviosismos de ambos son evidentes desde el mismo inicio; el narrador se/nos pregunta qué obstáculos tienen los novios para disfrutar de ese momento. La respuesta roza el sarcasmo: “Sus personalidades y pasados, la ignorancia y el miedo, la timidez, los prejuicios, la falta de capacidad o experiencia o de facilidad en el trato, y el remate era la prohibición religiosa, la clase social y su carácter inglés, la historia misma. No mucho en realidad.”

Creo no revelar ningún secreto a nadie si digo que el factor de la clase social, el origen familiar, fue durante mucho tiempo (y sigue siendo, en muchos aspectos) definitorio de la actitud que la otra familia demostraría respecto a un potencial yerno, como ilustra magníficamente Julian Barnes en The Sense of an Ending, por ejemplo. Esa estratificación social, tan obvia e incuestionable para los propios ingleses, resulta más llamativa y chocante para un extranjero.

En todo caso, lo que McEwan parece querer subrayar es que, como en casi cualquier otra esfera de las relaciones humanas, la incapacidad de dar con las palabras adecuadas, o la falta de comunicación, pueden abocar al desastre, como en el caso de Atonement, otra gran novela suya, en la que una mentira provoca una catástrofe irreparable.

Pese a su aparente brevedad – se lee en un suspiro – On Chesil Beach es una novela completa, y a diferencia de Saturday, que leí hace ya unos años y que me decepcionó, tiene una eficaz estructura y está escrita en una prosa limpia y cautivadora.

Posts més visitats/Lo más visto en los últimos 30 días/Most-visited posts in last 30 days

¿Quién escribe? Who writes? Qui escriu?

Mi foto
Ngunnawal land, Australia