1 sept 2012

Septiembre-Wineglass Bay



La foto, pienso, habla por sí sola de la belleza de este paraje. Desde el mirador, Wineglass Bay, imponente en su serenidad, deslumbrante en su hermosura, insondable en su perfección, tal y como aparecía un cálido día de enero de 2012 bajo una insólita neblina que proyectaba unas extrañas sombras, tristezas que parecían deslizarse por el manto de arbustos que cubre la península de Freycinet.

Una capa de arena blanquísima delimita la caricia del mar, mientras al fondo, gasas tenues de un inexplicable algodón lamen las colinas. Desde el mirador, tanta belleza y tanta perfección no cansan la vista. Sería fácil quedarse ahí, sentados en las rocas, guarecidos de la quema que los rayos ultravioleta le infligen a nuestra piel, saboreando el equilibrio de las formas, colores y olores, disfrutando de una paz estética, de una singular armonía que ningún edificio, ninguna ciudad, ninguna construcción hecha por mano humana ha podido ni podrá alcanzar.

A poco de haber dado inicio al sendero que trepa hacia el mirador, a apenas un metro de mis pies, una serpiente de unos dos metros, un ejemplar de una de las especies más venenosas que viven en estas tierras (creo que se trataba de una tiger snake), cruzó el sendero y se escurrió ante mí desapareciendo entre la maleza.

Al igual que en distintas medidas y proporciones en cada uno de nosotros, hay en la naturaleza un poco de todo: bondad y malignidad, hermosura y mortandad, serenidad y terror.

28 ago 2012

Reseña: Bliss, de Peter Carey



Peter Carey, Bliss (Londres: Faber and Faber, 2009 [1981]). 354 páginas.

Últimamente he venido ampliando mi repertorio de novelas de Carey con un doble objetivo. Por un lado, con cada nueva lectura de sus obras (re)descubro un narrador portentoso y una fecunda imaginación – hace poco leí sus primeros dos libros, The Fat Man in History y War Crimes, dos colecciones de cuentos exquisitos en su mayor parte.
Por otra parte, estoy cada vez más convencido de que a Carey le llegará en algún momento (pronto) el reconocimiento que, en mi opinión, merece a todas luces. La suya es una carrera literaria envidiable, no tanto por los muchos galardones que ha recibido sino por la variedad y la calidad de su creación. Y cuando llegue ese momento… digamos que quiero estar preparado.
Y es por eso que decidí acercarme a su primera novela, Bliss, publicada en 1981 cuando todavía andaba por los treinta tacos. Lo hice buscando raíces o semillas de lo que se convirtió en el Carey de Oscar and Lucinda, y que posteriormente iluminó la escena literaria contemporánea con novelas que rozan la maestría como Theft, True History of the Kelly Gang, Jack Maggs o The Unusual Life of Tristan Smith.
Este acercamiento a la obra inicial de Carey me ha permitido entender mejor cómo trabaja el autor con los elementos narrativos en las más recientes: Parrot and Olivier in America, o la última, The Chemistry of Tears.
Bliss comienza con una sutil artimaña pero muy efectiva: la muerte momentánea del protagonista, el publicista Harry Joy, tras un infarto. Clínicamente muerte durante unos cuantos minutos, lo reaniman para al cabo de unos días someterlo a una operación de alto riesgo. Sobrevive, pero Harry está convencido de que en realidad ha muerto y ha terminado por ir al infierno: el mundo el que habitaba antes de su ‘muerte’ resulta ser el Infierno, y los pobladores de éste son seres inmorales, crueles, inicuos: su esposa Bettina, sus dos hijos David y Lucy, y el socio, Joel, que además es quien le pone los cuernos con Bettina.
Decidido a ser bueno, Harry emprende cambios radicales en su vida y en la empresa; pero en el Infierno mandan los malos, y pronto consiguen sacarlo de la suite en el Hilton donde se ha refugiado y meterlo en una institución para enfermos mentales. De allí conseguirá salir gracias a Honey Barbara, la hippy prostituta vegetariana y traficante de marihuana de quien se enamora, pero todo tiene un precio: tendrá que ayudar a Bettina a triunfar en el mundo de la publicidad, y volver a vivir en su casa. Tras tres meses de cocinar comida sana, Honey Barbara se larga para siempre.
El mundo que Carey fabula en Bliss tiene algo de surrealista, y esto algo que ya había explorado el autor en los cuentos que precedieron a esta novela, pero los temas no han dejado de tener cierta relevancia actual: la falta de escrúpulos en la ‘comunidad’ (hago un uso irónico de la palabra) empresarial y financiera, la ambición desmedida, el consumismo rampante, la avaricia sin límites del capitalismo, actitudes de corte fascista y/o sádico en funcionarios públicos. Resulta curioso que siga teniendo tanta validez en 2012, treinta y un años después de su publicación.
Como suele ser habitual en el Carey posterior, el componente satírico es fundamental, y marca los tiempos narrativos; hay escenas inolvidables por su comicidad y mordacidad, como cuando Harry finge tomar un vuelo para poder espiar a su familia. La novela mezcla tramas secundarias no siempre justificadas, y hay algunos elementos melodramáticos que posiblemente no gozarían ahora en 2012 del favor del público lector.
Pese a su aparente simplicidad de lenguaje, Bliss apela al intelecto del lector mediante el recurso al más antiguo de los géneros narrativos: el cuento. Son numerosos los relatos breves que surgen en la narración, y hacia el final de la novela Carey incluye una hermosa reflexión sobre el génesis del relato y la enorme importancia que tiene para el ser humano.

Posts més visitats/Lo más visto en los últimos 30 días/Most-visited posts in last 30 days

¿Quién escribe? Who writes? Qui escriu?

Mi foto
Ngunnawal land, Australia