2 jun 2013

Reseña: Portnoy's Complaint, de Philip Roth

Philip Roth, Portnoy's Complaint (Londres: Vintage, 2005 [1969]). 274 páginas.

Quizás uno de los factores que mejor pueda describir la grandeza de una obra literaria es su perdurabilidad; si, transcurridos unos treinta años o más, persisten el reclamo y el interés inicial que despertó en el  momento de su publicación, si la obra aguanta el paso de los años no solamente con entereza sino con brillantez. Es de estas obras que se forma el elenco de los clásicos, y son pocos los llamados a formar parte de él. Además, y para nuestro pesar o nuestro alivio, según corresponda, no estaremos aquí cuando el paso del tiempo sepulte a muchas creaciones contemporáneas en el olvido.

Cuando se publicó Portnoy’s Complaint, de Philip Roth, yo estaba aprendiendo a leer. La leo ahora en 2013 por vez primera. Es un libro raro, ciertamente mordaz, aunque en ocasiones resulte también un poco monótono. Me ha parecido mucho más atractiva y relevante la fórmula que emplea Roth para dar voz a su personaje (a través de las varias sesiones de psicoanálisis en las que Alex Portnoy le habla al Doctor Spielvogel) que el tema de sus divagaciones. Encuentro por tanto más sustancia en la forma que en el contenido.

¿Por qué escogí leer ahora esta novela de Roth? La razón podría resultarte al menos curiosa: por casualidad descubrí que Portnoy’s Complaint estuvo oficialmente prohibida en Australia durante un tiempo, concretamente desde su publicación en 1969, cuando la National Literature Board of Review declaró ilícita su importación, hasta 1971. La editorial Penguin hizo frente a la censura oficial al hacer una edición propia en Australia al año siguiente. Mediante una hábil maniobra, los editores consiguieron eludir a la policía. El caso fue llevado a los tribunales, que finalmente desestimaron la denuncia contra la librería Angus & Robertson, a la que habían requisado cerca de 800 ejemplares. Un año después, el gobierno federal levantó su prohibición.
Documento que recomienda la prohibición de Portnoy’s Complaint. National Literary Board of Review, 3 de mayo de 1969. NAA: A425, 72/4378.
El señor Chipman aducía en el último párrafo que “El libro es obsceno y su mérito literario no es suficiente como para justificar su publicación. Va más allá de lo que resulta aceptable en esta comunidad, y recomiendo que se prohíba en tanto que es inapropiado para su distribución en Australia.” Me pregunto qué diría el Sr. Chipman si lo encontrase en la Biblioteca Pública de Gungahlin, de la cual he sacado la copia que he leído.

Al igual que evolucionan los criterios morales de los que se atribuyen la potestad de juzgar la idoneidad o la aparente insolencia que puede expresar un libro, los gustos literarios se transforman, reflejando las mores de cada época y sociedad. Portnoy’s Complaint fue sin duda un libro que hizo añicos algunos tabúes en su época. Es una excelente sátira, en la que predomina un tono de amargura, en una narración-confesión que igual pasa de lo cáustico a lo nostálgico, de la grotesca anécdota doméstica a explícitas fantasías sexuales del joven Portnoy.


Aunque la sátira sea abundante y provoque la risa del lector, Roth sin embargo no hace de la ironía una herramienta patente en el libro – le corresponde al lector leer entre líneas. Quizás sea en este detalle sobre el que se pueda aventurar con más fundamento que Portnoy’s Complaint continúe siendo una obra actual. No tanto, en cambio, su tema: dudo que las obsesiones sexuales y las inseguridades durante la infancia y adolescencia de un joven judío en la posguerra en un entorno familiar asfixiante y represivo en la costa este de los EE.UU. sigan siendo tema de tan fuerte interés.

29 may 2013

Tres encuentros con lo físico: Un cuento de Graeme Simsion

© Rennett Stowe, 2008.
En Hermano Cerdo acaba de aparecer mi traducción al castellano del relato 'Three Encounters with the Physical', del australiano Graeme Simsion. Es el relato de un hombre de mediana edad que busca hacer realidad el sueño de completar un maratón. Tras haberse preparado a conciencia, el día de la carrera las cosas no le salen como él esperaba. Por tozudez y amor propio, el corredor obliga a su cuerpo a superar los  límites propios físicos de la tolerancia al dolor, con consecuencias muy graves.

'Three Encounters with the Physical' fue galardonado con el segundo premio del certamen de narrativa breve de 2012 del diario de Melbourne The Age.

El cuento comienza así:
Mañana añadirás otra línea a tu currículo, pondrás una marca más en tu lista de deseos. A los cincuenta y un años, con tu título de doctor, dueño de una compañía exitosa, un pasaporte que tiene los sellos de cuarenta y siete países distintos y una novela en marcha, vas a correr tu primer maratón.
No eres deportista, y tampoco eres alguien que haya jugado al fútbol hasta los cuarenta años o se haya mantenido en forma jugando al squash y tenga confianza rutinaria en su propio cuerpo. Pero te has entrenado durante ocho meses, literalmente al pie de la letra del manual, levantándote a las seis de la mañana seis días por semana, dándole varias vueltas al parque, y has llegado a los treinta y cinco kilómetros una mañana de domingo, hace apenas tres semanas. Has perdido nueve kilos y tu índice de masa corporal se ha reducido hasta 22.
Puedes terminar de leer este excelente relato corto aquí. También puedes encontrar el relato original en inglés aquí.

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