5 jul 2014

Reseña: Friendship, de A.C. Grayling

A.C. Grayling, Friendship (New Haven: Yale University Press, 2013. 229 páginas.

¿Quién no recuerda las miradas de complicidad de padres o hermanos cuando uno se presentaba en casa a media tarde en compañía de una ‘amiga’? ¿Y las risitas que provocaba en ese público medroso y recatado de los años 70 cuando Kiko Ledgard repetía la presentación de una pareja de concursantes del ‘Un, dos, tres’ por parte de la azafata de rigor como “amigos y residentes en…” pero añadía la palabra “sólo” en lo que era en realidad una pregunta capciosa y entrometida? Como todos sabemos, la palabra 'amigo/a' puede estar cargada de significados que distan mucho de la definición que nos da el diccionario.

Friendship es un estudio de la amistad desde una base filosófica e histórica. En una época en la que cualquiera que abra una cuenta en Facebook contará de inmediato con numerosísimos amigos (por cierto, no te molestes en buscarme en Facebook: no estoy), uno podría tener la impresión de que el concepto de amistad está más bien devaluado. De hecho, resulta altamente significativo que, al menos en la lengua inglesa, ‘friend’ se ha convertido en verbo, y sus opuestos, ‘defriend’ o ‘unfriend’, forman ya parte del vocabulario habitual. ¿Realmente se puede eliminar una amistad con un clic del ratón?

Grayling divide este volumen, el primero de una nueva serie que Yale University Press dedica a los ‘Vicios y Virtudes’ humanos, en tres partes: Ideas, Leyendas y Experiencias. En la primera realiza un preciso aunque no exhaustivo repaso al significado de la amistad en la cultura occidental, desde Platón y Aristóteles a autores del siglo XIX y XX, incidiendo en los valores y propósitos que los seres humanos hemos visto en la amistad desde el principio de los tiempos. La taxonomía que Grayling resume para el lector nos presenta con cuatro conceptos que ya los antiguos griegos discernían: ‘phila’, ‘eros’, ‘agape’ y ‘storge’.

La segunda sección examina los ejemplos míticos, literarios e históricos de amistades imperecederas, como los casos de Aquiles y Patroclo, o Hamlet y Horacio, entre muchos otros. En los capítulos que componen la tercera parte Grayling trata de producir una síntesis, refinando y categorizando términos y nociones de la amistad en tanto que responsabilidad ética, o el peliagudo asunto de si es posible (por supuesto que no es per se imposible, pero aún así, es necesario debatirlo) la amistad entre personas de distinto sexo, o qué es lo que puede llegar a constituir una mala (o nociva) amistad.

El hecho de que Grayling en cierto modo adapte su esquema ensayístico alrededor de la historia de una idea hace de Friendship una especie de tour en un archipiélago. Al lector se le lleva de isla en isla sin que sepa en ningún momento cuál es la meta final. Lo cual – como sucede con todo viaje que no sea un mero, frívolo itinerario turístico – a fin de cuentas importa poco, pues lo que cuenta no es el destino sino el viaje en sí mismo. Y como en todo viaje, uno puede quedarse prendado de detalles llamativos, como éste:

La idea de que el amor de uno por los demás debiera ser universal y no debiera distinguir a una persona más que a otra sería, no simplemente inaceptable sino también insostenible, exactamente igual que la enseñanza del Evangelio que nos dice que, si queremos realmente seguir a Cristo debemos deshacernos de todo nuestro dinero y posesiones y, como los lirios del campo, no hacer plan alguno para el porvenir. Al más coherente y honrado de los epígonos se le considera un fanático por hacer lo que las escrituras de las principales religiones le dicen; si todos fueran fanáticos, la vida humana sería intolerable, pero en todo caso tampoco duraría (quizás, por fortuna) mucho tiempo.” (p. 74, mi traducción)
Quizás uno de los aspectos de esta relación tan intrínsecamente humana que más fácil resulta obviar hoy en día es, como apunta Greyling, el hecho de que adoptar o asumir una amistad también implica cosas que pueden resultar negativas. Son muchas e innegables las bondades de una relación de amistad, pero “la amistad tiene también sus aspectos negativos y sus peligros. Uno de ellos es que, cuando hacemos amigos, nos comprometemos con el dolor. Lo mismo cabe decir para el amor. Inevitablemente, uno de los dos…va a quedar privado del otro – a causa de la muerte, del divorcio, del distanciamiento que el tiempo conlleva a medida que la gente y las circunstancias cambian.” (p. 179, mi traducción)


Friendship es un ensayo de lectura muy asequible, pensado obviamente para el gran público, no para académicos. Sin ser superficial o frívolo en su tratamiento de cuestiones de honda raíz filosófica, por fortuna Grayling nunca abandona la posición de que la sencillez es la apuesta más segura a la hora de abordar ideas y debatirlas.

30 jun 2014

Reseña: A Gesture Life, de Chang-rae Lee

Chang-rae Lee, A Gesture Life (Londres: Granta, 1999). 356 páginas.


Si todos nuestros actos y gestos en público son una representación, y por lo tanto no dejan de ser una máscara que nos ponemos para proteger o no tener que revelar nuestra intimidad, en el caso del emigrante este planteamiento adquiere un cariz distinto, en tanto que el dilema consiste en qué tipo de máscara ponerse en público.

Franklin Hata, el protagonista y narrador de A Gesture Life es un huérfano coreano adoptado por una humilde familia japonesa, que tras la guerra emigra a los Estados Unidos, cambia de nombre y adopta a su vez a una niña de origen coreano, Sunny. Doc Hata, tal como lo conocen sus vecinos de Bedley Run, un ficticio pero próspero barrio satélite de Nueva York, ha hecho una pequeña fortuna vendiendo suministros médicos y quirúrgicos, y se ha labrado en letras de oro el reconocimiento de una comunidad al tiempo que ha hecho respetar su privacidad. La suya es una vida basada en la prudencia, la discreción y el esfuerzo personal. Sin embargo, en su pasado esconde episodios trágicos vividos durante la guerra, cuando sirvió como ayudante médico en el ejército imperial nipón en Birmania.

Las cosas empiezan a torcérsele cuando Sunny alcanza la adolescencia y rechaza el sistema de valores que le ha inculcado desde pequeña. Frente a la rectitud de Franklin Hata, Sunny se inclina por el vicio, el sexo fácil y las malas compañías.

El autor va desgranando capítulo a capítulo los dos pasados que Hata quisiera no haber tenido que vivir. Por un lado, el de la contienda mundial, cuando Jiro Kurohata llevaba puesta la máscara de la obediencia ciega para no llamar la atención sobre sus orígenes coreanos entre la oligarquía militar japonesa. Por otro lado, su fracaso como figura patriarcal es patente cuando Sunny se marcha de casa y de Bedley Run. Su intervención posterior para facilitar un aborto fractura todavía más la relación con su hija adoptiva, aunque la reaparición años después de Sunny con su hijo Thomas le obliga a Hata a enfrentarse a su pasado y admitir sus errores.

Lee escribe en una prosa nítida y metódica, en una estructura narrativa en la que los ecos del pasado, sus sombras y desdichas, irrumpen sin violencia ni brutalidad. El autor es particularmente cuidadoso en dotar a Franklin Hata de una sintaxis que a ratos bordea en la hipercorrección y en la pedantería. Se trata, no obstante, de una máscara más, de otro de los numerosos gestos que constituyen la vida diaria de un hombre metódico. Tal como le dice su hija: “Construyes una vida entera a fuerza de gestos y cortesías.” La sintaxis, esas cadencias gentiles y ceremoniosas que salpican los diálogos intercalados en la narración dirigida por la voz de Hata, es un gesto más de esa estrategia de asimilación y camuflaje en otra sociedad.

El terrible pasado con el que carga Hata en su conciencia va revelándose poco a poco. La llegada de cinco “mujeres de solaz” coreanas al campamento militar en Birmania es el detonante de la tragedia que marcará la vida de Kurohata y su posterior transformación en Franklin Hata tras emigrar a los Estados Unidos. La fallida relación con Mary Burns, una viuda de Bedley Run, es otro episodio que delata su incapacidad de conectar con otros seres humanos si no es a través de meros gestos.

A Gesture Life es una novela de alto calibre, una excepcional historia cuya narración progresa por lo general pausadamente, sin altibajos pero también sin sobresaltos. Está ya publicada en español desde 2004, en Anagrama, como Una vida de gestos, en traducción de Jesús Zulaika. Lee es para mí un importante hallazgo como escritor, alguien a quien, creo, valdrá la pena seguir leyendo.

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