11 nov 2017

Reseña: She Will Build Him a City, de Raj Kamal Jha

Raj Kamal Jha, She Will Build Him a City (Londres: Bloomsbury, 2015). 339 páginas.
Delhi, la milenaria capital de la India, es el escenario de esta curiosa amalgama de historias sobre las vidas de muy diferentes personajes que se relacionan únicamente de manera tangencial entre ellos. Son además personajes sin nombre en una inmensa ciudad cuya área metropolitana ha rebasado ya los 25 millones de habitantes: Hombre, Mujer y Niño constituyen los tres principales ejes narrativos, en episodios tejidos dentro de una más amplia estructura narrativa que a ratos me ha recordado al John Dos Passos de la trilogía USA.

¿Quiénes son? Niño es un bebé abandonado a las puertas de un orfelinato, y al que los gestores de la institución deciden bautizar como Huérfano. En su difícil vida cuenta con dos protectores: la cuidadora del orfelinato, Kalyani, y una perra callejera que se lo lleva cuando el edificio del orfelinato se derrumba durante una tormenta. Mujer es una viuda, madre de una joven que ha huido de casa y cuenta la historia de su vida mientras reza para que la chica regrese. Hombre es un rico psicópata encaprichado con una niña vendedora de globos, cuyo fantasma le incita a volver a asesinar.

El tren se detiene, levantando una ola de aire caliente que surge del túnel y sube hasta el andén. Se abren las puertas, sale la gente desparramándose por la estación. Un olor como de verduras putrefactas, a pan y plátanos que se hayan echado a perder.
A muerte y humedad.
El poeta Gieve Patel es también pintor. Suyo es Hombre bajo la lluvia con pan y plátanos (óleo sobre lienzo, 2001). Es su pintura favorita porque el hombre del cuadro se parece a su padre. Los mismos ojos tristes, las mismas viejas gafas.
Próxima estación: Patel Chowk; las puertas se abrirán a la derecha. Cuidado con introducir el pie entre coche y andén.
Doce paradas más hasta que llegue a casa en el Complejo de Apartamentos, en Ciudad Nueva.
Hombre se queda de pie, y cierra los ojos. (p. 8, mi traducción)
Gieve Patel, Man in the Rain with Bread and Bananas, 2001.


El autor busca mostrarnos a través de estos episodios y viñetas cómo es la realidad en el corazón de Delhi. Pero lo hace introduciendo elementos fantásticos y surrealistas: el gran centro comercial en el centro de la Nueva Delhi es el lugar donde los niños de la calle se reúnen durante la noche a jugar y comer los restos de comida basura que encuentran en las papeleras que no hayan sido vaciadas, y en el interior del complejo de multicines Europa vive una mujer llamada Violets Rose (anagrama de Love Stories) que se hará cargo de Huérfano cuando la perra Bhow lo lleve al gran complejo comercial. Frente a la casa de Mujer aparece entre la niebla una gigantesca figura femenina de cuatro metros de estatura que trata de consolar a la viuda.

Una narración fragmentada en hilos argumentales que se cruzan, sin nunca llegar a confluir en uno solo, She Will Build Him a City me sorprendió con su lenguaje ligeramente mordaz y la dinámica sucesión de episodios. El conjunto, tras la lectura del libro, se ve como una sombría fábula de la India urbana de principios del siglo XXI, en una ciudad donde las autoridades se han visto obligadas a
cancelar las clases en las escuelas primarias por los peligrosos niveles de contaminación atmosférica. Los momentos más memorables de la novela son aquellos en los que interactúan individuos de las élites millonarias con sus subordinados.

Al deshumanizar a los personajes principales, Raj apuesta por encuadrar su historia en una escala que sobrepasa con creces todo lo humano. Las gigantescas dimensiones de los edificios modernos se contraponen al rickshaw del padre de Kalyani, quien apenas gana suficiente para comer lo básico en un oficio que, en pocos años, va a llevarle a la muerte por el aire viciado en el que tiene que trabajar. 

She Will Build Him a City estuvo seleccionada en la lista corta de los libros candidatos al Premio DSC de Literatura del Sur de Asia de 2016.

22 oct 2017

Reseña: El Sistema, de Ricardo Menéndez Salmón

Ricardo Menéndez Salmón, El Sistema (Barcelona: Seix Barral, 2016). 327 páginas.
La palabra sistema (del griego σύστημα ' reunión, conjunto, agregado' — identifica una serie de reglas, estamentos y procedimientos que disponen el funcionamiento de un grupo o colectividad, o en términos generales, la sociedad. En esta novela de Menéndez Salmón, el Sistema es un conjunto (un archipiélago, nos dice el Narrador, el protagonista de El Sistema) en el que hay dos grupos enfrentados. Por una parte, los Propios del Sistema, autoerigidos en legítimos defensores de la civilización; como en toda narrativa que se precie debe haber un antagonista, en este caso ese papel corresponde a los Ajenos, exteriores, bárbaros, peligrosos. Nosotros y ellos. Nada nuevo bajo el sol.

El Narrador lleva cinco años trabajando en una Estación en la costa de una isla llamada Realidad. Su misión es vigilar el litoral y avisar al Sistema de cualquier incidente, especialmente el avistamiento de Ajenos, personas cuya ideología es contraria al Sistema y busca socavarlo. Cuando llegan dos ingenieros que instalan una Caja a la cual le prohíben acceder al Narrador, las cosas empiezan a cambiar rápidamente. Con el paso de los días, el Narrador se derrumba; tras un tratamiento médico, regresa a la Estación y es testigo de la llegada de Ajenos, pero no la reporta. Le asignan un compañero llamado Buena Muerte, comprueba con incredulidad cómo se distancia de su familia y finalmente abandona su puesto.

Un estupendo puesto de vigía para pasar un finde. Acantilados cerca de Garie Beach, al sur de Sydney. Fotografía de Timothy M Roberts.
El resto de la esquematizada trama es una extraña odisea del Narrador, quien es internado en una Academia del Sueño hasta la caída del Sistema y la invasión de Realidad por parte de los Ajenos. De allí se embarca con su celador/doctor, Klein, en una gabarra infernal que los Ajenos conducen hasta el Gran Norte y finalmente hasta otra isla donde hay una absurda estructura arquitectónica denominada la Cosa.

El Sistema es una densa novela de ideas. Son muchas (y desde luego, muy buenas) las que explora el Narrador. Pero son tantas que en ocasiones la estructura novelística se resiente. Menéndez busca examinar el deterioro de la sociedad posmoderna que, según parece, estamos viviendo en estas primeras décadas del siglo XXI. La sociedad que el Sistema defiende por todos los medios — sean lícitos, limpios o justos no parece importarle a nadie — es sin duda ignominiosa, pero no tan distante de la que ha producido, por poner un ejemplo palpable, un 50% de paro juvenil en esa “isla” que Menéndez da en llamar Realidad y que tanto ha defraudado a una generación entera de sus ciudadanos.

El Narrador se ve desde un principio como pieza del mecanismo del Sistema, y sus actos subversivos se recogen en tres cuadernos, que corresponden a las tres primeras partes de El Sistema. En sí, la novela es un gran juego metaliterario — además de las citas que el autor recoge en la nota final del libro, hay una infinidad de ecos literarios, que divertirá sin duda a quien le atraiga esa clase de pasatiempo.

A mi parecer, esta novela del autor de Derrumbe tiene dos problemas. El primero es, obviamente, la patente trabazón conceptual del empeño del autor: son tantas las ideas que la trama se atasca en ellas. El segundo lo identifico en la decisión deliberada del autor de escoger tres puntos de vista para cada una de las cuatro partes. La primera, ‘En la Estación’, nos presenta al Narrador a través de la tercera persona. En la segunda, ‘En la Academia del Sueño’, el Narrador nos habla en primera persona. Ese salto no debiera ser tan importuno si en las otras dos se mantuviera algún atisbo de coherencia. Pero no es así: en la tercera parte el Narrador se habla a sí mismo en segunda persona, un recurso efectista, pero en mi opinión poco exitoso. Por último, en la cuarta parte, ‘En la Cosa’, la narración vuelve a la tercera persona con una voz omnisciente. Si lo que buscaba Menéndez Salmón era sembrar el caos, no hay duda de que se ha acercado al objetivo. Pero su novela flaquea como resultado de esos vaivenes.

La interminable curiosidad por conocer.... y conocernos.
Clave para la interpretación de la novela resulta el cuadro de Rembrandt La lección de anatomía del doctor Tulp. Pienso que Menéndez identifica el cuadro — esto es, la representación artística — como concreción de la belleza en tanto que máxima creación humana. El tema de fondo de El Sistema sería pues la regeneración de la humanidad. En todo caso, esta novela no deja un buen sabor de boca: a ratos uno no tiene claro si está leyendo ficción o un tratado de literatura filosófica. Quizás algún día el Narrador nos lo pueda explicar, pero lo dudo.

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