6 jun 2024

Reseña: The Dark Cloud, de Guillaume Pitron

 
Guillaume Pitron, The Dark Cloud: How the Digital World is Costing the Earth (Melbourne: Scribe, 2023). 290 páginas. Traducido del francés al inglés por Bianca Jacobsohn.

¿Cuál es el verdadero coste de la tecnologización de nuestras vidas a escala global? Para alguien que, desde que aparecieron, se negó a tener uno de esos teléfonos ‘inteligentes’ (y sigue sin tener uno), los datos con que Pitro bombardea al lector capítulo tras capítulo no hacen sino reforzar esa convicción de que lo digital, para el planeta Tierra, es un lobo disfrazado de cordero.

Esa nube oscura a la que se refiere el título del libro no es algo inmaterial: las grandes compañías que nos ofrecen almacenamiento de archivos digitales de todo tipo (desde esta entrada en un blog personal sin apenas presencia en internet hasta los cientos de miles de videos inútiles que cada día sube la gente a las muy mal llamadas redes sociales) han construido gigantescos centros que albergan servidores que devoran electricidad y agua. Los miles de millones de teléfonos y tabletas que se venden todos los años utilizan miles de toneladas de tierras raras, cuya extracción no es ni fácil ni económicamente asequible. La lista de contradicciones a las que Pitron hace referencia en este libro es enorme.

¿Es ese mundo futuro al que nos encaminamos una apuesta que nos va a costar la Tierra? Pitron augura que así es, si bien también recoge las opiniones de expertos y científicos que son un poco más optimistas. Sea como sea, The Dark Cloud abunda en el tema del increíble despilfarro que todo lo digital implica.

Pitron deja muy claro que lo digital ha asumido una función catalizadora de la aceleración económica y tecnológica de la que los gobiernos de todos los países del mundo participan; es una interminable intensificación de producción y consumo, a la que parecemos abocados a vivir (¿quién sabe por cuánto más tiempo?). Para evitar el previsible caos que muchos pronostican, señala Pitron que se ha de producir un importante giro ideológico:

«Se pueden temer y encomiar por igual los efectos rebote, según cual sea tu postura respecto al incremento de la riqueza, la globalización del comercio y la mezcla de culturas. Es así como la expansión de lo digital nos pone cara a cara con nuestras convicciones más íntimas: no es ni bueno ni malo; simplemente depende de lo que hagamos con ello. Internet permitirá a los niños de las regiones más distantes del planeta educarse de manera remota; también se usará para esparcir teorías conspirativas que socavan nuestros sistemas democráticos. Tratará enfermedades raras; pero también permitirá que Ryan Kaji, el muchacho famoso por desempaquetar regalos todos los días delante de una cámara en Texas, siga siendo el youtuber mejor pagado del mundo.

Los servidores de Wikipedia. Fotografía de Helpameout.

Sea como fuere, las repercusiones económicas, sociales y psicológicas de lo digital no deben confundirse con su función ecológica. Aunque estimula la aparición de iniciativas increíbles que buscan proteger el clima y la biodiversidad, no se diseñó para ‘salvar’ el planeta, y las afirmaciones acerca de que la resiliencia de la vida en el planeta Tierra está asociada con el desempeño de las herramientas digitales es, creo yo, un mito, una fantasía. Como me dijo un experto en tecnologías digitales, las TIC [tecnologías de la información y la comunicación] han hecho del mundo un lugar mejor, pero en términos de impacto medioambiental, es lo peor que podría haber ocurrido’.» [p. 149-50, mi traducción]

Un libro pobremente editado (está repleto de erratas y errores) sobre un asunto verdaderamente urgente. Lástima que no sea un estudio mejor diseñado. Nos queda la pregunta: ¿Salvará la tecnología a la humanidad o servirá para acelerar una posible calamidad global espoleada por el calentamiento global, las guerras, las hambrunas y las enfermedades que muchos predicen? ¿Quién tendrá razón? Y agrego yo: ¿De verdad les importará a quienes rigen nuestro modo de vida?

Por cierto, que si te apetece añadir tu granito de arena a esta absurda situación, puedes hacer un comentario más abajo, o compartir esta reseña en tus redes, o enviarme un correo. Dale. No, no lo hagas.

4 jun 2024

Reseña: Border Hacker, de Levi Vonk con Axel Kirschner

Levi Vonk con Axel Kirschner, Border Hacker (Nueva York: Bold Type Books, 2022). 330 páginas. 

En torno al cruce clandestino de la frontera entre México y Estados Unidos hay todo un universo de libros y películas (me vienen a la cabeza dos: La Bestia y The Three Burials of Melquiades Estrada, ambas muy recomendables). El recién condenado expresidente del país receptor de migrantes prometió construir un muro que extendiese la divisoria que el Río Bravo del Norte marca de forma natural. Como todas sus promesas, tenía mucho de bravuconería y muy poquito de realidad.

Border Hacker cuenta la rocambolesca historia de cómo uno de esos migrantes, Axel, es expulsado del país donde ha crecido (Estados Unidos) y deportado a Guatemala en un proceso tan absurdo (y posiblemente alegal) que resulta fascinante y francamente asombroso. Que alguien criado en las calles de Queens sea deportado a Guatemala donde ni siquiera lo reconocen como ciudadano guatemalteco no es una simple anécdota: es un motivo de vergüenza ajena.

El narrador principal es sin embargo Levi Vonk, periodista, antropólogo y alma caritativa que decide invertir su beca Fullbright en apuntarse al Viacrucis Migrante, una de las caravanas de personas que en la segunda década del siglo cruzaban México desde su frontera sur con la idea de llegar al vecino del norte. En realidad, no han cambiado tanto las cosas diez años después, pues desde el norte de Colombia, y atravesando en condiciones infrahumanas el Tapón del Darién de Panamá, el flujo de personas hacia Norteamérica no cesa en absoluto.

Hay quien le quiere poner puertas al campo (o al desierto en este caso, Arizona), pero nunca podrá ponérselas al hambre. Fotografia de Mobilus In Mobili. 

La historia: Levi conoce a Axel en uno de los refugios para migrantes en México. Axel es ya un veterano de la ruta migratoria y rápidamente se da cuenta de que Levi no durará mucho tiempo si no cuenta con alguien que vele por su salud y su vida y le ayude en un entorno extraño y peligroso. Cuando Levi oye el acento neoyorquino de Axel, comprende que su historia personal debe ser única, singular y audaz.

El relato tiene de todo: sinsabores, peligros, amenazas y algunos (pocos) momentos de cierta alegría que experimentan ambos en la ruta migratoria. Vonk denuncia las malas artes de toda una nebulosa de personajes que rodean y se aprovechan de estas personas desesperadas en una red que les tienden todo tipo de canallas, algunos lo bastante cínicos como para afirmar que están del lado de la justicia y la decencia. Por ejemplo, los propietarios de albergues que coaccionan cuando no esclavizan a quienes buscan trabajo para no morir de hambre mientras esperan su oportunidad de viajar a la frontera; abogados con aspiraciones políticas; siniestros personajes que buscan sexo o dinero a cambio de protección; e incluso la figura del sacerdote, la figura falsa que finge querer, proteger y atender las necesidades de los inmigrantes.

El contraste entre la experiencia de Axel y la ingenuidad de Levi Vonk da mucho juego. Las ‘confesiones’ en primera persona de Axel agregan una perspectiva picante al caldo de cultivo del estudio periodístico que realiza Vonk. Conforme pasan los años, Levi descubre que Axel está ocultando detalles o inventándoselos. Y cuanto mejor lo conoce, más tiende a desconfiar de la veracidad de sus explicaciones.

Un gran reportaje periodístico acompañado de las muy certeras observaciones de un personaje misterioso y semioculto, que sobrevive en la ilegalidad y se gana la vida hackeando por dinero y favores. Border Hacker es asimismo una denuncia del programa conocido como Southern Border, que Obama instauró como remedio a la molesta llegada de emigrantes a un país que se fundó en la inmigración y en la ocupación de las tierras de los primeros pueblos. ¿Por qué será que esos países que, en los siglos XVIII y XIX, se nutrieron de emigrantes europeos a porrillo y ahora, en el XXI, invierten billones en implementar políticas de disuasión de la emigración (cuando no de absoluta violación de derechos humanos). Yo vivo en uno de ellos y tengo algunas respuestas a esa pregunta, pero no es el momento ni el lugar para compartirlas.

Este es un libro trepidante, pero es también un poco desazonador por momentos. No sé si hace falta decir que algunas de las personas que Axel menciona en su relato no llegaron vivas a la orilla norte del Río Bravo.

Posts més visitats/Lo más visto en los últimos 30 días/Most-visited posts in last 30 days

¿Quién escribe? Who writes? Qui escriu?

Mi foto
Ngunnawal land, Australia