5 jul 2021

Reseña: A Banquet of Consequences - Reloaded, de Satyajit Das

Satyajit Das, A Banquet of Consequences - Reloaded (Australia: Viking, 2021 [2015]). 480 páginas.

El programa gubernamental de ayuda financiera al empleo durante la pandemia, conocido como JobKeeper, supuso un gasto de 130.000 millones de dólares australianos. Los receptores de esta generosísima cantidad de fondos públicos no fueron directamente los empleados, sino los empleadores. Transcurridos varios meses desde que JobKeeper concluyera, las investigaciones de periodistas revelaron que un buen número de las compañías que recibieron esos fondos no solamente no necesitaban la ayuda, sino que en última instancia dedicaron el capital público recibido a pagar dividendos a accionistas, bonificaciones extraordinarias a sus directivos y, en el caso de algunas escuelas privadas, a reducir las cuotas que pagan los padres que deciden enviar a sus niños y niñas a esos centros de elitismo y privilegio.

Moraleja: Para quienes deciden las políticas económicas y recaudan los tributos que costean sus elevados salarios, el dinero (de los demás) cae del cielo y crece en los árboles.

Das es economista de carrera. Nació en Calcuta y vive en Australia desde los 12 años. Este libro es una versión revisada y actualizada tras el hundimiento económico generalizado causado por el Covid-19. En su primera edición, el libro analizaba la situación resultante de la crisis de 2008 y las consecuencias que el sistema actual va a tener en nuestras vidas. El panorama que plantea Das es, sencillamente, desolador: “La posición de la economía global es semejante a un agujero negro, del que la gravedad impide que escape nada, incluida la luz. Los excesivos niveles de deuda y los desequilibrios fundamentales, fuertemente arraigados, impiden ahora escapar del estancamiento o algo incluso peor. Los agujeros negros se forman cuando estrellas inmensas colapsan al final de su ciclo vital: una metáfora adecuada para el reciente periodo de nuestra historia económica.” (p. 92. Nota: Todas las citas que figuran en esta reseña son mi propia traducción).

El arquitecto de la magia financiera saca un conejo de la chistera en menos que canta un gallo. “Los gobiernos utilizan la contabilidad creativa. Durante el periodo anterior a la introducción del euro, Italia y España utilizaron transacciones con derivados, supuestamente para minimizar sus niveles de deuda. […] Para superar la falta de dinero disponible para recapitalizar sus bancos, el Gobierno de España empleó la contabilidad, acordando que pérdidas tributarias de €30 mil millones pudieran utilizarse para apuntalar el capital regulatorio. Mientras la UE buscaba mejorar la solvencia de los bancos aumentando las reservas de capital, España adoptó una estrategia de manipulación fiscal que para nada ayudó a mejorar la verdadera capacidad de absorción de pérdidas de sus bancos.” (p. 59-60) 
El tema de la deuda, que según Das ha alcanzado niveles descomunales, es recurrente en su exposición y denuncia. La deuda, tanto pública como privada, lastrará cualquier tentativa que busque una solución a los múltiples problemas que afronta el mundo en las próximas décadas.

No es el único aspecto alarmante: el cambio climático, la escasez de recursos, en particular el agua limpia, y la incapacidad y falta manifiesta de voluntad de los políticos para obligar a repensar nuestros hábitos de consumo y el viciado sistema de producción que los alimenta.

Aunque es un libro muy especializado en cuestiones económicas, Das escribe en un lenguaje conciso, claro e inteligible. Algo que los lectores agradecen es su costumbre de ejemplificar un punto con una cita o referencia literaria o artística para concluir una sección. Son todas aptas y oportunas. Un ejemplo que describe la destrucción de la industria pesquera del Mar de Aral: “Los barcos pesqueros varados en el Mar de Aral seco son un eco del cuadro surrealista de Salvador Dalí de 1934, Imagen paranoica astral, en el que unos pobladores desatentos están sentados en un bote de remos en un lago o un océano seco. Es el recordatorio de las consecuencias del voraz apetito de la humanidad por el agua.” (p. 127)

El Mar de Aral desde el espacio, en 1989 y en 2008. 
Tampoco le falta la ironía: “Un directivo de un banco central describió la política de la devaluación de divisas de forma muy pintoresca: es como orinarse en la cama. Aunque al principio uno se siente bien, rápidamente se convierte en un desastre.” (p. 156)

Das reitera a lo largo del libro el hecho incontrovertible de que el pato siempre lo pagan los mismos: los que menos poder tienen, los más pobres y vulnerables: “Las políticas diseñadas para hacer frente a la Crisis Financiera Global, tales como la inversión en instituciones financieras para asegurar su solvencia, los recortes en los tipos de interés y los programas de expansión cuantitativa, incrementaron todavía más la desigualdad. El coste de los rescates lo asumieron de manera desproporcionada los grupos sociales con menores ingresos.” (p. 216)

“Tras dejar el Banco de Reserva Federal, Ben Bernanke se lanzó al ruedo de las conferencias con una celeridad que no ha tenido parangón desde que la madre enviudada de Hamlet contrajo matrimonio con su cuñado.” (p. 90). Fotografía de Medill DC.
No es, ciertamente, una lectura de lo más amena. Tampoco va a inyectarte dosis de positividad, que ya quisiéramos muchos en esta época. Pero A Banquet of Consequences – Reloaded advierte de negros nubarrones en el horizonte. La tormenta no se desatará mañana, sino que afectará a las próximas generaciones, que han nacido endeudadas.

Los niños ya no vienen al mundo con un pan bajo el brazo, sino con una carpeta repleta de avisos de cobro de deudas.

25 jun 2021

Reseña: Providence, de Max Barry

Max Barry, Providence (Sydney: Hachette Australia, 2020). 306 páginas.

A quien esté un poco familiarizado con la trayectoria de Max Barry no debería extrañarle para nada que la novela más reciente (hay una más nueva, The 22 Murders of Madison May, que está a pocos días de ver la luz de las librerías y el universo digital) es un paso adelante hacia el vacío del universo. ¿Un thriller ambientado en una galaxia lejana? ¿Qué clase de locura es esa?

Pero decir que Providence es una novela de misterio situada en el espacio, en un futuro en el que la humanidad ya ha descubierto la presencia de otra especie extraterrestre, que no solamente es inteligente sino que además es hostil, agresiva y destructiva, sería simplificar y minusvalorar a este autor de Melbourne.

Desde su primera novela, Syrup, Barry se ha distinguido por realizar una sátira feroz en torno a temas muy señalados: sean el capitalismo y sus numerosas faltas (la ya mencionada Syrup o Company), sea la humillación de los valores humanistas a la maquinaria de la guerra o la industria armamentística (Jennifer Government o Lexicon), sea la intrusión desmedida de la tecnología en la vida humana (Machine Man), Barry nos muestra lo muy vulnerables y débiles que somos todos, en tanto que piezas de una mecánica sobre la que no ejercemos ningún poder.

Gilly, Talia, Anders y Jackson son los cuatro tripulantes de la Providence 5, una nueva nave espacial supuestamente invencible. El año podría ser 2100, 2200 o incluso 2300, pero realmente ese dato no importa. Es una nave se puede desplazar a velocidades impensables con la tecnología de la que disponemos hoy en día. Los rincones más distantes y desconocidos del universo están a nuestro alcance.

Una simpática y básicamente inofensiva salamandra. Estas no te arrojan pequeños agujeros negros que te trituran. Fotografía de Petar Milošević.

Siete años antes de la partida de la Providence 5 hubo un encuentro con los salamandras. El relato de ese encuentro es el prólogo de la novela. Fue la nave Coral Beach la que se acercó demasiado a esos seres desconocidos: “los salamandras pueden escupir pequeños balines de plasma de quarks-gluones, que esencialmente son unos diminutos agujeros negros, los cuales a su paso dejan un rastro de materia triturada, porque lo que ocurre cuando tanta gravedad te pasa a centímetros del corazón o a metro y medio de los pies es que las diferentes partes de tu cuerpo experimentan unas fuerzas que son colosalmente diferentes. La tripulación del Coral Beach no lo sabe.” (p. 6, mi traducción)

Lo que no todos los cuatro tripulantes de la Providence 5 saben es que la nave se dirige, se gestiona e incluso se repara ella solita, gracias a un sistema de inteligencia artificial que lo controla absolutamente todo, incluso la decisión de perseguir y atacar al enemigo, analizar los resultados de las batallas y configurar nuevas estrategias de cara a la próxima. ¿Qué hacen entonces esos cuatro humanos a millones de kilómetros de distancia? Figurar: son simplemente actores en lo que es un estratagema mediática planificada para justificar la descomunal inversión de dineros públicos en la maquinaria de guerra más costosa y sofisticada que jamás se haya visto. ¿Te suena de algo?

Tras los primeros meses, se imponen la claustrofobia y el hastío en la odisea de los cuatro escogidos. Pero poco a poco las cosas cambian. A Anders le da por jugar a cosas cada vez más arriesgadas y a desaparecer durante días en el interior de la nave. Ciertos errores en el sistema no tienen sentido y Gilly descubre que la Inteligencia Artificial no es tan infalible. Y para colmo de males, los salamandras demuestran haberse aprendido la lección de la múltiples derrotas y masacres sufridas.

Hay quien está dispuesto a gastarse millonadas para irse de aquí en lugar de tratar de solucionar los numerosos problemas que tenemos.
La campaña de destrucción es narrada de manera desapasionada. El número de enemigos abatidos va a permitirles entrar en el Salón de la Fama, sin duda. Hay ecos transparentes a las ejecuciones que drones y otros medios militares llevan a cabo en nuestro planeta en nombre de la democracia, la justicia, la libertad y otras palabras vacías de significado. No hace falta irse a otra galaxia para sentir la misma náusea.

El punto de vista narrativo alterna de capítulo en capítulo. Eso ayuda a que la novela avance rápido aunque los protagonistas no estén realmente haciendo gran cosa. La atmósfera de suspense se mantiene: el lector sabe que algo va a salir mal. Y naturalmente, algo sale muy mal.

De los cuatro personajes, es Gilly quien más simpatías despierta. Al menos en mi opinión: habrá quien se identifique más con Talia, o incluso (¿Por qué no? Tiene una pizca de psicópata y ha de haber para todos los gustos…) Anders. Sobre Gilligan: “Quería saber por qué estaban en guerra. No en términos generales. Esos ya le habían bastado anteriormente, pero ya no le valían. Quería hallarse en una habitación con la persona que había tomado la decisión, que había dicho «Adelante», e indagar si había habido otras opciones. Porque sí había discrepancias. Había protestas. Había gente que decía que las contratistas como Surplex tenían sus tentáculos metidos en todo Servicios, y manipulaban la percepción del público a favor de la guerra, cuyo propósito había en cierto modo cambiado: de obligar a los salamandras a replegarse del territorio de los humanos a su exterminación como especie; ¿era eso estrictamente necesario? ¿Era adentrarse en la Zona Violeta de hecho la misma guerra que todo el mundo había suscrito tras el desastre de la Coral Beach? Porque en aquel tiempo no había esa Inteligencia Artificial corporativa que se volcara en la construcción de naves espaciales acorazadas, además con el 22% del PIB mundial, y que tomara decisiones que resultaban literalmente excesivamente sofisticadas como para cuestionarlas. Esa parte le parecía sospechosa ahora. Verdaderamente sospechosa.

Sabía lo que estaba sucediendo. Se estaba inventando una ficción reconfortante en la cual era aceptable hablarle al salamandra, porque él, Gilly, no le debía nada a la Humanidad. Aun así, los razonamientos siguieron incrementándose en su cabeza hasta que se sintió furioso. Estaban todos en casa, sanos y salvos y felices, excepto él.” (p. 243, mi traducción)

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