Jordi Cabré, Després de Laura (Barcelona: Proa, 2011). 301 páginas.
“La mort és el contrari del silenci”, reza a modo de subtítulo la portada
la novela de Jordi Cabré. Es una curiosa paradoja la que investiga Cabré en Després de Laura, paradoja que se
configura como una suerte de enunciación ficticia de lo que siempre ha sido una
aspiración muy humana (y por ende, síntoma de debilidad). Me refiero por
supuesto al anhelo de que exista otra vida después de la muerte, y que en el
caso de esta novela se plantea desde la premisa de que la muerte no es silencio
permanente, sino el espacio/tiempo donde la más hermosa y terrible de las
músicas suena en nosotros, con nosotros, en el espíritu que (debo recordarlo
una vez más, muchos desean creer) se libera del cuerpo tras fallecer.
En su autobiografía, Vladimir Nabokov nos recordaba que el sentido común
nos dice que la vida es “a brief crack of light between two eternities
of darkness” (Speak, Memory). Quizá
no sea solamente un breve instante de luz, sino también de sonido, de música.
Pero la tesis que parece plantearnos Salvador Dalmau, el protagonista de
Després de Laura, vendría a ser, parafraseando la cita anterior, “a brief crack
of silence between two eternities of music”.
Dalmau es profesor de historia de la música en Barcelona, y complementa su
sueldo tocando al piano números escogidos para funerales, como miembro de un
terceto que complementan un violín y una flauta.
Cuando muere un buen amigo pianista Bernard Stengel, Salvador acude a Viena
para el funeral, donde conoce a su viuda, una atractiva joven llamada Laura. Es
Stengel, el difunto, quien ejerce la función de narrador. El efecto podría
perfectamente terminar en algo desastroso, pero Cabré sabe llevar bien las
riendas de este caballo que nunca se desboca – algo que habría podido ocurrir
con suma facilidad, la verdad. No me vienen a la cabeza muchas novelas en las
que un muerto conduzca la trama con soltura.
Descubrimos que Stengel ha dejado escrito en una carta que quiere que
Salvador le dé clases particulares de piano a Laura. El problema es que, cuando
después del funeral queda con Laura en el Café Central de Viena, apenas
transcurridos unos cinco minutos Laura le besa en los labios y se lo lleva “de
la mà al lavabo de les Damen,” donde se encierran en uno de los excusados y
Salvador le da consuelo “com només saben fer-ho els amics de l’ànima.”
Una cosa lleva a la otra, y de regreso en Barcelona, Laura y Salvador
comparten un pequeño estudio. El affaire
extramarital cobra una nueva dimensión cuando gracias a la mediación de Laura,
invitan a Salvador a un homenaje a su amigo en Nueva York. Allí decide romper
con su vida estable (una esposa, Berta, y un hijo, Pol) y entregarse
íntegramente a Laura. Pero Laura muere en la habitación de hotel, y Salvador se
hunde.
En una trama paralela y complementaria, Cabré nos lleva a la historia de
los últimos días de Beethoven, viejo, enfermo y sordo. Como Salvador, Beethoven
también se enamoró perdidamente de una joven, la “amada inmortal”. ¿Hubo una
partitura ahora perdida de la música más excelsa, la que se escucha al cruzar
el último umbral? Esta trama paralela resulta por momentos fascinante, y
cautivará al lector atento: los puntos de conexión entre lo que tanto Beethoven como Dalmau persiguen son numerosos y muy sugestivos.
Ante todo, el tema central de Després
de Laura es la muerte. Después de la muerte de Laura asistimos al proceso
inexorable de declive de Salvador Dalmau, obsesionado por encontrar la música
que le reúna con Laura y abocado a morir con tal de encontrarlas, es decir,
tanto la música como a Laura.
Es aquí donde más significativa se nos presenta la paradoja a la que hacía
referencia al principio. Si la muerte de una persona amada puede (o debería) llevarnos
a expresar lo indecible, esto es, a crear
o componer, la muerte es en ese
sentido lo contrario del silencio. A mi entender, Cabré obvia los numerosos y larguísimos
silencios, medrosos y turbados, que se producen en la vida; no es, obviamente, lo
que le interesaba descifrar en Després de
Laura.
Escrita de forma esmerada tanto en su lenguaje como en su estructura, la
novela está adornada con ciertos aderezos plurilingüísticos no siempre
justificables pero no por ello menos bienvenidos. Si a ello añadimos la
sugerencia de Banda Sonora – ¡quién pudiera conseguirla! – que precede al texto,
tenemos una gran lectura.
Després de Laura fue
finalista del Premi Sant Jordi de 2010. Jo la recomane.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Your words count - Tus palabras cuentan - Les teues paraules compten