Susan Johnson, Messages from Chaos (Artarmon: Harper & Row, 1987). 163 páginas.
¿Por qué, en el
día de su veintinueve cumpleaños, en la conservadora Brisbane de los años 80,
Anna Lawrence se ha encerrado en su casa, en la que normalmente vive sola? Hoy,
sin embargo, tiene con ella al pequeño Adam, el hijo del hombre al que se ha
entregado en cuerpo y espíritu desde que tuvo, por así decirlo, uso de razón.
Esta corta novela
data de 1987, pero no deja de tener actualidad. Para empezar, algo que me
sorprendió muy gratamente en una obra literaria de la década de los 80, una
narradora que se declara poco fiable en la primera oración de su narración en
primera persona: “Si hubiera de ser honesta, que no lo soy, podría revelar que
desde siempre me he considerado especial. Siempre imaginé que mi vida sería, de
algún modo, altamente sofisticada; que me ocurriría algo que me señalaría como
diferente, separada de ese mundo del montón, el de las cuatro semanas anuales
de vacaciones y las sempiternas esperanzas de ganar la Loto.” (p. 1, mi
traducción)
Con el trasfondo
de la liberación feminista del siglo pasado – en gran medida, una asignatura
todavía no superada por la sociedad occidental – Messages from Chaos está construida como una narración de tipo
confesional. Anna Lawrence cuenta su propia historia, en cierto modo una Bildungsroman de dificultades y
conflictos, algunos de ellos meramente internos. Hay también algunos pasajes
escritos en tercera persona, que añaden una cierta distancia y equilibrio.
Brisbane. Fotografía de Troy Keith. |
Atractiva es
asimismo la estructura narrativa, que alterna entre el pasado de Anna y el
presente, encerrada en su casa con Adam. Naturalmente, se producen huecos que,
antes que causar perplejidad, ayudan al lector a crearse una mejor idea de la
caracterización de los personajes.
La muchacha de 19
años que fue Anna Lawrence se enamora de Jimmy West, hombre casado, muy seguro
de sí mismo. Un verdadero don Juan, un conquistador irreprimible que dicta los
términos de las muchas relaciones que irá manteniendo a lo largo de los años en
los que forma parte de la vida de Anna. Esta vive siempre con la secreta
esperanza de que algún día ella sea la elegida, la que consiga el botín, el
premio de una vida “normal” con Jimmy.
Cuando ocurre el
previsible embarazo, Jimmy se niega a hacerse cargo y, más o menos, la obliga a
abortar. Estos son quizás los momentos más duros para Anna, que no sabe ver la
indiferencia, la insensibilidad que definen a West. Transcurridos unos meses,
Anna toma la decisión de marcharse de Australia. Jimmy no quiere renunciar a
ella, pero tampoco consigue disuadirla. En Grecia, Anna podrá encontrar refugio
y vivir una vida enriquecedora para su espíritu, entablando una profunda
amistad con otra Anna.
Las cartas de
Jimmy se vuelven cada vez más esporádicas y ridículas. Pero cuando su mujer,
Ros, se queda embarazada, Jimmy le escribe varias cartas a Anna, y con la
última de ellas la convence para regresar a Brisbane:
“Ros ha tenido un niño. Quiere llamarlo Adam, que supongo que es un poco mejor que Trent, o Nathan, y solo ligeramente peor que Alexander, o Joshua. ¿Y por qué no Cliff, o Percy, o Norm? A la clase media le gusta marcar a sus hijos temprano, ¿no? […] El parto fue asqueroso, Ros dijo ‘A la mierda con el parto natural, denme drogas’. Intenté que me las dieran a mí también, pero nadie lo permitió. Esto ha terminado de confirmar todos mis prejuicios contra los bebés, estoy intentando convencer a Ros de que se lo dé a alguna pareja ambiciosa que no tenga niños de un barrio bien. ¿Cuándo piensas venir a casa a librarme de todo esto? Estoy rodeado de mujeres lactantes, nunca más podré mirar una teta sin pensar en la puta leche. Te extraño, Anna. ¿Piensas en mí a veces?” (p. 134, mi traducción)
Anna regresará
finalmente a Brisbane. ¿Conseguirá que Jimmy la reconozca como objeto de sus
deseos y renuncie al egoísmo y la cicatería que lo han caracterizado durante
una década? ¿O volverá Jimmy a las andadas, relegándola al papel de amante
segundona a la que dedicar días fijos de la semana?
Con un desenlace
sorprendente, Messages from Chaos resulta
ser una excelente primera novela de una autora australiana que nunca ha
alcanzado la fama que probablemente merecería. Más sorprendente es, sin
embargo, que nadie se haya decidido a llevarla al cine: con este excelente
texto y unos personajes muy bien dibujados se podría haber hecho una buena
película, no me cabe ninguna duda.
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