Mostrando entradas con la etiqueta esclavitud. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta esclavitud. Mostrar todas las entradas

15 mar 2023

Reseña: River Sing Me Home, de Eleanor Shearer

Eleanor Shearer, River Sing Me Home (Londres : Headline Review, 2023). 376 páginas.

Rachel, la protagonista de esta novela, la primera de la autora, nació en la esclavitud en una plantación de caña de azúcar en Barbados. En su vida solamente ha conocido la crueldad, la brutalidad, la obligación de trabajar a cambio de nada y el robo de los cinco hijos que sobrevivieron a las durísimas condiciones en que vivían. Cuando en 1834 llega el decreto real que pone fin a la esclavitud, ella sabe que no le ha llegado la libertad. La realidad era otra: los esclavos pasaban a ser “aprendices” con un contrato de seis años que no podían romper y que apenas les daba para no morirse de hambre.

Intuyendo que de un infierno van a pasar a otro, Rachel decide huir. Su única meta en la vida es reencontrarse con sus hijos. La primera ayuda le viene de una enigmática mujer, Mamá B., que acaudilla un pequeño poblado de esclavos huidos y emancipados. Gracias a Mamá B., Rachel consigue llegar a la ciudad, Bridgetown. Rachel encuentra a su hija Mary Grace, que trabaja en una sastrería. Los dueños de la tienda se apiadan de ella y le ofrecen trabajo y un lugar donde refugiarse del dueño de la plantación, que sigue buscándola.

Alentada por datos de un registro de venta de esclavos, de Barbados parten hacia Georgetown, en la Guyana Británica, en busca de los otros cuatro hijos. Durante el viaje se les une un marinero llamado Nobody (Nadie). En una de las plantaciones Rachel recibe la noticia de que a uno de ellos, Micah, lo ejecutaron sumariamente durante la rebelión de Demerara en 1823 (suceso histórico que es el eje central del libro White Debt, que reseñé hace unos meses). En su largo periplo se adentran en la jungla de Guyana hasta encontrar al tercero, Thomas Augustus, en un remoto y oculto poblado de esclavos huidos. Pero Thomas Augustus no quiere abandonar el lugar en el mundo en el que ha encontrado la paz y la libertad, de modo que Rachel, Mary Grace y Nobody reemprenden su viaje, esta vez rumbo a Trinidad, donde se supone que están las dos hijas que faltan.

En Trinidad no tardan en encontrar a Cherry Jane, que ha logrado ascender socialmente y no quiere renunciar a su buena fortuna. El viaje final para encontrar a su última hija, Mercy, es arduo, largo y dificil. Trinidad es una isla mucho más grande que Barbados y las condiciones son tremendamente difíciles. Cuando por fin dan con Mercy, descubren que está embarazada en una plantación del este de la isla. El dueño es el epítome de la brutalidad y será nada fácil que deje ir a Mercy. Pero la lucha por la libertad propia y de sus hijos guía a Rachel.

Un lugar en el mundo. Mayaro Beach, Trinidad y Tobago. Fotografía de Kalamazadkhan. 

De todo lo anterior se podría pensar que es una excelente trama (y en cierto modo, pese a la obvia falta de verosimilitud en muchos momentos, lo es). Pero una gran historia no siempre resulta ser una gran novela. En River Sing Me Home es más que notable la ausencia de oficio narrativo. Los personajes carecen de profundidad, pese al evidente esfuerzo de Shearer por dotarlos de algo sustancial. La famosa regla novelística (“Show, don’t tell”) apenas se cumple, y la novela se construye en una narración absolutamente lineal. Hay únicamente un punto de vista (el de la voz narradora omnisciente), constantemente centrado en la perspectiva de Rachel. Y además, le sobra melodramatismo.

River Sing Me Home, que tan buenas reseñas ha recibido tras su aparición, no deja de ser un claro ejemplo de cómo se puede dar con una gran historia y desarrollarla construyendo una trama que es simplemente pasable, y que sin embargo termina materializándose en una narración rectilínea, bastante predecible y una pizca ramplona. Una pena, todo sea dicho.

16 ago 2022

Reseña: The Water Dancer, de Ta-Nehisi Coates

 
Ta-Nehisi Coates, The Water Dancer (Londres: Penguin, 2019). 405 páginas.

El narrador protagonista de esta novela es Hiram Walker, hijo y a la vez esclavo del propietario de una gran hacienda de cultivo de tabaco en Virginia llamada Lockless. Cuando lo pone a servir al heredero (también su medio hermano) en la mansión, Hiram demuestra tener unas dotes casi sobrenaturales. Su memoria es perfecta y retiene hasta el más mínimo detalle. Bien pronto habrá quienes tengan interés en utilizar sus extraordinarias habilidades.

Sin embargo, Hiram tiene también extensas lagunas en su memoria. De su madre apenas recuerda nada. La madre fue vendida cuando Hiram era pequeño y nunca más supo de ella. En las plantaciones esclavistas, la vida de un ser humano era un valor comerciable; si un esclavo trataba de escapar y lo atrapaban, el castigo era terrible. La muerte podía ser en realidad una forma de huida preferible. Estamos a mitad del siglo XIX: las tensiones entre Norte y Sur pronto desembocarían en la Guerra Civil. Existen ya bien organizadas redes de soporte que luchan contra la esclavitud a su manera.

Un monumento recordatorio de la barbarie: la sencillez de unas cadenas enterradas en el polvo del tiempo. Forks of the Road en Natchez, Misisipí. Natchez fue uno de los mercados de compraventa de esclavos más activos en el Sur. Fotografía de Taylerpomeroy.

Una noche, mientras regresan de un día de carreras a Lockless junto a su hermano (Maynard, un perfecto imbécil, la perfecta encarnación de un calavera) el carruaje se adentra en una bruma azulada y cae al río Goose. Maynard muere ahogado; Hiram despierta a millas de distancia del río, aturdido pero ileso. Poco antes del accidente, el esclavo ha tenido una extraña visión: su madre, bailando en el agua.

Campo de cultivo de tabaco. Fotografía de EMW.

Desde ese momento, su vida va a dar un fuerte giro. Sus extraños poderes los han detectado los miembros del Underground, una red de personas (de raza negra y blanca) que saca clandestinamente a esclavos de las plantaciones y los lleva al Norte, donde pueden vivir en libertad. Coates pinta un detallado cuadro de las plantaciones (ya por entonces camino de la ruina debido a la degradación del suelo) y las ciudades de Virginia, Alabama y otros estados sureños y de las clases sociales que las habitan: los esclavos de ascendencia africana, los terratenientes (que se autodenominan ‘Gente de Calidad’) y los blancos más pobres que malviven como pueden y se encargan de capturar a los esclavos huidos por recompensas.

El poder que Hiram tiene se llama ‘Conducción’. Tan pronto como aprenda a dominarlo, los dirigentes del Underground van a reclutarlo para sus fines liberadores. Pero Hiram no puede esperar y escapa junto a Sophie, otra esclava de Lockless de la que está enamorado. Su aventura dura poco: los encuentran y los someten a violentas torturas.

Serán los miembros del Underground quienes lo saquen del Sur y lo trasladen a Filadelfia. En esa ciudad Hiram empieza a vivir como un hombre libre y a comprender la misión que el movimiento abolicionista quiere completar en todo el país. Sus esfuerzos se ven a veces recompensados con pequeñas victorias, pero en otras ocasiones sufren reveses e infortunios y pierden a leales integrantes de sus comandos.

El autor de The Water Dancer, Ta-Nehisi Coates, en 2015. Fotografía de Eduardo Montes-Bradley.   

La narración mantiene un ritmo constante, aplicando el suspense como recurso recurrente. El uso del ingrediente mágico (basado en el mito de cómo los africanos secuestrados y transportados en los buques esclavistas saltaban al mar y regresaban a sus tierras danzando sobre la mar). Coates controla bien la compleja caracterización de los personajes e incluso los secundarios están competentemente retratados y construidos.

Una brillante novela que nos fuerza a reflexionar no solo sobre la importancia de todos nuestros pasados sino también en las repercusiones que la injusticia de la violencia racial tuvo en las vidas de esas personas desarraigadas por la más deplorable lacra del colonialismo. Porque han de aprender a aceptar y a demostrar amor por hijos e hijas que son mezcla de dos razas y el producto de violaciones.

The Water Dancer se ha publicado este año en castellano (El baile del agua: Seix Barral, 2022, en traducción de Javier Calvo). I també en català (Ballar amb l'aigua: Àmsterdam, 2022, amb traducció a càrrec d'Anna Llisterri i Boix).

25 jul 2022

Reseña: White Debt, de Thomas Harding

Thomas Harding, White Debt: The Demerara Uprising and Britain's Legacy of Slavery (Londres: Weidenfeld & Nicolson, 2022). 300 páginas.

Unos pocos datos para empezar. La esclavitud solamente se abolió en los Estados Unidos de América a finales de 1865, mediante la 13ª Enmienda a la Constitución. Es decir, el país de la “libertad” nació con una Constitución racista que aceptaba la esclavitud. En el Reino Unido, la legislación correspondiente se aprobó en 1833 (en 1807 se prohibió la trata de esclavos, pero no su explotación en las colonias). En el caso del ya por entonces exiguo imperio español, el comercio de esclavos fue prohibido en la Península merced a una ley de 1837, aunque dicha norma no se aplicó en las colonias que quedaban en la segunda mitad del siglo XIX, Puerto Rico y Cuba, hasta 1873 y 1886 respectivamente.

El autor, Thomas Harding, centra su historia en el alzamiento que tuvo lugar en la colonia británica sudamericana de Demerara, lo que hoy es Guyana. Lo hace porque el lugar representaba un “microcosmos” de la explotación de esclavos robados en África y vendidos al mejor postor a los propietarios de plantaciones de azúcar o tabaco. Demerara fue una de las colonias más lucrativas: se producía un azúcar de gran calidad y la productividad era altísima… gracias a la mano de obra africana esclavizada y sometida a condiciones de brutalidad extrema.

La insurrección de los esclavos en la colonia de Demerara, ocurrida el 18 de agosto de 1823. La retirada del Teniente Brady. Los soldados europeos se vieron obligados a replegarse.
Para Harding se trata de una cuestión de honor familiar, pues su familia ganó mucho dinero en el siglo XIX con el comercio del tabaco y otras materias primas. El autor reconoce la deuda que la sociedad británica contemporánea tiene con los descendientes de esos esclavos. Es necesario hacer reparaciones que sean no solamente dialécticas sino también monetarias. Paradójicamente, la familia de Harding comprende también a judíos alemanes, asesinados en el Holocausto, cuyas propiedades fueron confiscadas por los nazis. Como tal, el gobierno alemán compensó a Harding y su familia y ello le llevó a examinar en profundidad de dónde venía la riqueza de su dinastía. Lo que averiguó le llenó de vergüenza y le inspiró un imborrable sentimiento de culpabilidad.

El reverendo John Smith. Fotografía de Tim Bray.
El libro cuenta pues la rebelión de los esclavos en Demerara y lo hace utilizando cuatro puntos de vista distintos que corresponden a cuatro personas que participaron en los sucesos: el reverendo John Smith, el esclavo líder de la rebelión abolicionista, Jack Gladstone, el esclavista y propietario de varias plantaciones en Demerara, John Gladstone, y John Cheveley, que llegó a Georgetown para dirigir una tienda y fue testigo directo de los sucesos, las ejecuciones sumarias, los consejos de guerra y las condenas y dejó sus impresiones por escrito en sus memorias. Harding hace uso de todos los documentos que se conservan: diarios, cartas, periódicos, registros de los debates parlamentarios.

"La familia Gladstone vivía en Seaforth House, una gran mansión situada en más de cien acres de terreno en la costa, justo al norte de Liverpool, Inglaterra. A través de los anchos ventanales acristalados de la sala de estar, John Gladstone podía observar los buques que zarpaban del estuario del Mersey rumbo al Caribe. La playa estaba a poca distancia y allí, junto con sus hijos, paseaban a caballo por las arenas de la orilla. Además de las decorativas jardineras repletas de flores de múltiples colores, sus extensos jardines contaban con grosellas, viñedos, cerezas y fresas. Pese a la lluvia, frecuente, y los vendavales que en ocasiones la azotaban, resultaba ser un lugar imponente para vivir. Y a pesar de su belleza, no era Seaforth la finca que ansiaba tener. Él y su esposa eran de Escocia y deseaban regresar a su tierra natal cubiertos de gloria. De hecho, habían bautizado la casa en honor al jefe del clan de su esposa, Lord Seaforth. La ambición de Gladstone, por tanto, era la adquisición de una gran finca al norte de la frontera. Para lograrlo, tendría que amasar una fortuna aún mayor." (p. 49, mi traducción)

Entre los capítulos, Harding intercala reflexiones propias sobre el proceso de investigación y redacción del libro, conversaciones con familiares en torno al propósito que le mueve a escribirlo, intercambios con activistas caribeños y guyaneses y con descendientes de los hombres y mujeres esclavizados.

White Debt indaga en un momento de la Historia que hay que revisar y reescribir. Resulta inconcebible que, tras la abolición oficial de la esclavitud, el Gobierno del Reino Unido decidiera compensar a los esclavistas por la “pérdida” de la propiedad de las personas que trabajaban a destajo y sin recibir salario alguno para ellos. Se calcula que el pago de esa “compensación” se amortizó hace apenas unas décadas.

Detalle del monumento a los abolicionistas (encarnados por Jack Gladstone) que se rebelaron contra la denigrante práctica esclavista. La fotografía procede del libro White Debt.
Los descerebrados racistas de la vergonzosa ultraderecha neofascista arremeten contra la inmigración irregular y se dejan pastorear como borregos por líderes hipócritas y cobardes. Mientras, la deuda de Occidente con África sigue sin ser satisfecha. La deuda blanca exige una reparación.

Posts més visitats/Lo más visto en los últimos 30 días/Most-visited posts in last 30 days

¿Quién escribe? Who writes? Qui escriu?

Mi foto
Ngunnawal land, Australia