1 ene 2014

Reseña: The Harmony Silk Factory, de Tash Aw

Tash Aw, The Harmony Silk Factory (Londres: Harper Perennial, 2006 [2005]). 362 páginas.


La segunda guerra mundial juega un papel predominante en la memoria colectiva de los malasios. Hay unas cuantas obras de ficción que se sitúan en esa época (como es el caso de Echoes of Silence de Chuah Guat Eng). La invasión japonesa que los británicos no pudieron detener acarreó terribles consecuencias para la población civil, no solamente para los prisioneros de guerra. El debut literario de Tash Aw, malasio nacido en Taiwán, que se crió en Kuala Lumpur para luego completar su educación en Inglaterra, también se sitúa en los años inmediatamente precedentes a la irrupción triunfal nipona en la península malaya, a la que solamente la guerrilla comunista hizo frente a base de escaramuzas desde las profundidades de la selva en la que malvivían los guerrilleros y quienes les prestaban su apoyo.
Vista de Taiping desde Maxwell Hill
El protagonista de The Harmony Silk Factory es Johnny Lim, un hombre de origen muy humilde y borroso. Dividida en tres partes muy bien diferenciadas y ejecutadas, cada una de esas partes (con tres narradores distintos) da una versión diferente de la vida de Johnny Lim. En la primera parte, titulada ‘Johnny’, es el hijo de Lim, Jasper, quien relata lo que sabe de su vida tras su funeral. Jasper nunca ha tenido demasiada estima (ya no hablemos de cariño) por su padre: “Incluso cuando era pequeño, sabía muy bien lo que hacía mi padre. No estaba orgulloso de él, pero tampoco me importaba. Ahora daría cualquier cosa por ser solamente el hijo de un mentiroso y un tramposo porque, como ya he dicho, él no era solamente eso.” (p. 4).

Jasper nos cuenta que ha realizado una detallada investigación de documentos y otras fuentes para llegar a saber qué sucios negocios y cuántos crímenes cometió su padre, pero no le es posible completar el retrato con certeza absoluta. Sí sabemos que tras la guerra, Johnny se enriquece con el tráfico de drogas y con una amplia variedad de sórdidos negocios. Con sus lecturas e investigaciones, Jasper averigua que a los once o doce años Johnny le clavó un destornillador en la pierna al jefe inglés de la mina de estaño del valle de Kinta donde trabajaba; que entra a trabajar para un empresario textil, Tiger Tan, a quien después alguien asesina brutalmente, y (curiosa coincidencia) Johnny hereda el negocio; que provoca un incendio en la tienda de textiles para luego salvar a su suegro y quedar como un héroe a los ojos de todos; que en 1942 los japoneses masacran a los líderes de la guerrilla comunista que habían acudido a una reunión convocada por Johnny, quien sale indemne y reforzado en su posición de poder y de favor con el ejército invasor.
Kellie's Castle es avistado por los protagonistas en su viaje al norte de Malasia
Tras el funeral (“El funeral de un traidor es algo difícil, especialmente si ese traidor era alguien cercano a ti” (p. 114)), un anciano inglés que ha acudido a presentar sus respetos le hace entrega a Jasper de una caja que contiene, entre otras cosas, un diario.

Dicho diario es la segunda parte de la novela, y es el diario del año 1941 de la madre de Jasper, Snow Soong, una belleza admirada por toda la sociedad colonial. Snow muere al dar a luz a Jasper. Aw ciertamente lo borda en esta segunda parte, pues en el diario Snow ciertamente nos habla con voz propia. Sin embargo, la narración de la vida conyugal de Johnny y Snow nos deja tantos interrogantes como respuestas. Un año después de la boda, los padres de Snow (que nunca aceptaron a Johnny como un igual) organizan una especie de postergado  viaje de luna de miel, en el que a la pareja acompañarán tres hombres de muy distinto temperamento: Frederick Honey, palmario representante de los colonos ingleses que tan mal trataban a los locales, otro joven inglés llamado Peter Wormwood, muy amigo de Johnny, y un misterioso académico japonés, Mamoru. En un viaje algo accidentado e incómodo, los cinco abordan un pequeño barco con el que se dirigen a un archipiélago en la costa occidental de Malasia (no muy lejos de la idílica Langkawi). De la lectura del diario conocemos que la relación entre Johnny y Snow es muy mala, y ella está planeando la mejor manera y el mejor momento para comunicarle su decisión de separarse de él. ¿A qué obedece la presencia del japonés en el viaje? ¿Qué tratos ha alcanzado el padre de Snow con él? La inminente amenaza de la invasión japonesa actúa de trasfondo dramático en las conversaciones que Snow recoge en su diario. Tras una extraña celebración del cumpleaños de Peter en la isla, los expedicionarios descubren a la mañana siguiente que Honey ha desaparecido. El misterio queda aclarado cuando un día más tarde encuentran su cuerpo flotando en el mar, boca abajo. ¿Accidente? ¿Asesinato? El diario de Snow termina el 15 de noviembre de 1941, entrada en la que describe cómo Mamoru intenta violarla (si bien no queda claro si consuma el crimen).
¿El Palmeral d'Elx? Las plantaciones de palma de aceite reemplazaron enormes extensiones de selva en Malasia, ya en tiempos coloniales. 
En la tercera parte, ‘The Garden’, es el ya anciano Peter Wormwood quien narra sus recuerdos, que intercala en poco interesantes disquisiciones sobre el jardín que está diseñando para la residencia de ancianos en la que vive, cerca de Malaca. Cómo conoció a Johnny en Singapur, cómo entabló una fuerte amistad con él y le siguió hasta encontrarlo en el valle de Kinta. Este relato, que hemos de suponer entregará a Jasper en algún momento, aporta una tercera perspectiva sobre Johnny y queda enfocado como confesión no solo de su amor por Snow sino también de sus crímenes y traiciones. Aun así, rellena necesariamente algunas lagunas en el relato de Snow, alguna de ellas francamente sorprendentes.

El tema predominante que recorre y envuelve toda la trama es no obstante la muerte, y cómo ésta borra todo vestigio de la presencia de una persona en el mundo y en las vidas de los demás. Es una noción que repiten varios personajes, pero que Jasper introduce al comienzo de una historia cuya narración, en sus propias palabras, “nunca puede ser perfecta” (p. 6). “La muerte borra todas las huellas, todos los recuerdos de vidas que una vez existieron, de forma completa y para siempre. Eso es lo que mi Padre me decía a veces. Creo que es la única cosa verdadera que me dijo.” (p. 4). Puede que sea cierto, y que huellas y recuerdos se esfumen con el tiempo, pero siempre quedarán (al menos esa es la esperanza y el objetivo último, pienso yo, de cualquier escritor) las palabras que escribamos.

Con todo, el relato de Wormwood en la tercera parte no logra mantener el nivel de excelencia narrativa de la que hace gala The Harmony Silk Factory en sus dos primeras partes, y en eso el libro se resiente. Como debut novelístico, no cabe duda de que esta es una buena novela, para mi gusto mucho mejor que Map of the Invisible World, la segunda de Tash Aw. Marca una interesante técnica que el autor retoma en su obra más reciente, Five Star Billionaire. Queda por ver con qué puede atraer al lector Aw en el futuro.

The Harmony Silk Factory se publicó en castellano el mismo año de su aparición, en 2005, en edición de Salamandra, bajo el título de La fábrica de sedas, en traducción de Luis Murillo Fort.

28 dic 2013

La intimidad de la máquina de escribir, de Les Murray


La intimidad de la máquina de escribir

Soy un viejo troglodita, con mis libros,
uno que compone sobre el papel
y escribe y reescribe el resultado
tantas veces como haga falta.


Me asustan la computadora,
sus errores y sus códigos,
sus enlaces con espías y disparos,
su texto que parece ya publicado


y que quizás lo haya sido.
No sé yo quién lee
lo que escribo en un carro
que ni se mueve ni suena.


Confío en el rastro de la pifia,
en el Típex donde el pensar se hizo profundo,
en la libertad del Corrector Ortográfico,
páginas que vender a la Biblioteca Nacional.


Temo a la sabiduría
de una torva tecla equivocada
que llene la pantalla bigotuda
de retorcida pornografía infantil


y que entren por la fuerza en casa,
que la policía me encadene
a una cultura más rígida, la del vídeo,
coralina en un mar cada vez más frío.





Recientemente, mi amigo Javier describía en Rango Finito su sorpresa ante el hecho de que “hace unos cuarenta años las personas se escribieran cartas tan largas y completamente libres en cuanto a temática y énfasis”. Le faltó decir que esas cartas eran por lo general manuscritas, o en el mejor de los casos, escritas a máquina. Casi todos los que hayan nacido después de 1980 habrán, en mayor o menor medida, completado su educación haciendo uso de alguna computadora para escribir sus trabajos. A finales de los 90 el correo electrónico ya había reemplazado a la carta como medio de comunicación escrito favorito. A medida que la tecnología ha hecho más fácil la comunicación instantánea, menos largo y libre ha sido el mensaje que se transmite. De hecho, cuanto más al alcance de la mano parece estar la facilidad comunicativa, menos contenidos que valgan la pena parecen comunicarse.


En este poema del ‘troglodita’ australiano Les Murray la máquina de escribir es protagonista. Me gusta cómo establece las conexiones entre el temor a la computadora porque se trata de un mundo desconocido, de códigos y errores, en el que todo lo digital puede ser fácilmente copiado y revendido, y el temor (no tan infundado) a la vigilancia y el espionaje, a la vulneración de derechos o el allanamiento de la morada. Durante muchos años tuve una Olivetti muy parecida a ésta,



pero en la memoria siempre guardaré la vieja máquina de escribir que tenía mi abuelo en su despacho, con la que preparaba sus cartas comerciales, facturas y recibos, y que en ocasiones me permitía utilizar, aunque nunca escribí en ella nada que valiera la pena.

El poema original en inglés apareció recientemente en NYR Gallery.

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