Ángeles Mastretta, Mal de amores (Barcelona: Seix Barral, 2009). 390 páginas.
Con el trasfondo
histórico de la Revolución Mexicana del primer tercio del siglo XX, en Mal de amores Mastretta cuenta una
historia de amor, la de Emilia Sauri y Daniel Cuenca. Ella es la hija de Diego
Sauri, farmacéutico liberal que alberga esperanzas de que en México se dé un
cambio político de verdad. Por su parte, Daniel es hijo de un miembro del
principal grupo de prohombres intelectuales de Puebla.
Desde bien pequeña
Emilia está expuesta a charlas en torno a ideas políticas, veladas musicales y actos
que rayan en lo subversivo. También a los remedios menos ortodoxos basados en
la cultura popular y los conocimientos de los pueblos indígenas. A medida que
crece, sus convicciones se reafirman, y con cada vez mayor frecuencia se contraponen
a la realidad de un mundo que margina a las mujeres.
Mientras que
Daniel se entrega por completo a la Revolución, Emilia preferiría no tener que
perderlo cada vez que hay una lucha que bregar o una idea que defender. La
novela sigue las vidas de Emilia y Daniel en sus aconteceres individuales y
cada vez que el destino los cruza. Harta de sentirse abandonada por Daniel.
Emilia toma refugio en los brazos del médico Antonio Zavalza, una mano firme en
pos de la paz, pero por quien Emilia no está dispuesta a casarse y renunciar a
Daniel, el amor de su vida desde que fue niña.
Una calle en el centro de Puebla, a finales de 2010. |
Mastretta escribe
con mucha soltura. Abundan – yo diría que hasta en exceso – las metáforas y
comparaciones, que le dan al texto un colorido exagerado. Lo mejor de la novela
es la creación del personaje de Milagros Veytia, tía de Emilia por parte de
madre. Una mujer muy adelantada a su tiempo, firme en sus convicciones, astuta,
inteligente y segura, sin miedo del sistema machista y conservador con el que
no comulga.
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