Will Self, The Book of Dave (Londres: Penguin, 2006). 496 páginas.
Si el libro reseñado inmediatamente
antes de éste en el blog era una novela sobre un escenario postapocalíptico
en la italiana isla de Sicilia, el que ahora nos ocupa comparte con Anna un futuro también desolador y sombrío,
pero en este caso en esa isla al oeste de Europa que ha decidido salirse de la UE, y cuya
capital es el escenario de una novela inteligente e ingeniosa, aunque a ratos
de difícil lectura.
El Londres del ‘Libro
de Dave’ está anegado por las aguas oceánicas, y Gran Bretaña se ha convertido
en un archipiélago (Ing), de poblaciones dispersas bastante embrutecidas y
mantenidas en la más estricta ignorancia por una jerarquía religiosa. ¿Te suena? La religión
es el Davismo, que sigue las enseñanzas (es un decir) del profeta-dios Dave,
halladas en unas chapas metálicas impresas hace cerca de quinientos años, y que
reúnen por un lado el ‘Conocimiento’ (las rutas que todo buen taxista
londinense debiera conocer para poder ejercer su oficio) y las diatribas y
aforismos que mandó grabar en ellas el taxista Dave a finales del siglo XX o
principios del XXI.
El futuro es por
lo tanto un retorno al pasado: una nueva edad media se ha apoderado de la
humanidad, y las reglas respecto a la cohabitación entre hombres y mujeres son muy
estrictas. De hecho, la separación de sexos es rigurosa, y quien osa ir contra
las reglas sufre muy severas consecuencias. No hace falta decir que las mujeres
son, en este mundo tan incivilizado, ciudadanas de segunda categoría – para nada
diferente en buena parte del mundo actual, por cierto.
La crianza de los
niños la llevan a cabo las Mamás y los Papás por separado – la religión estipula
un estricto calendario de intercambio. Las chicas jóvenes son las ‘opares’ (es
decir, au pairs) y a los hombres que no han tenido descendencia se les llama ‘queers’.
The Book of Dave cuenta no obstante dos historias paralelas pero
muy estrechamente relacionadas – por un lado, la del joven Carl, hijo de un hereje
al que las autoridades han torturado y castigado con el exilio. Por otro lado,
la narración de la vida de Dave Rudman, el taxista que, con su diatriba misógina,
racista y violenta (invectiva que es fruto de una depresión de caballo, y que está dirigida a su hijo, a quien por una orden de alejamiento no le es posible ver), dará lugar
a la aparición de la religión dävina, el Davismo.
Carl vive en 523
AD (Año de Dave) en Ham, la parte de Ing donde se encontró el Libro Sagrado de
Dave. Se trata del actual Hampstead, y en ese futuro distópico, cerca del lugar
donde estuvo la casa de la exesposa de Dave Rudman, allí estará la Zona
Prohibida.
Carl escapa de
Ham con el ‘queer’ Böm, y tras muchas peripecias y aventuras alcanzan Nuevo
Londres. Su propósito es descubrir qué le pasó a su padre. Cuando son
descubiertos por las autoridades, parece que su destino está sellado y morirán ejecutados.
Pero gracias a un pintoresco personaje (lo más parecido a un contrabandista
moderno) logran escapar y regresar a Ham, donde Carl descubrirá la verdad sobre
su padre.
Si la historia
del futuro despierta interés y curiosidad, la del taxista en el Londres de
finales del siglo XX no desmerece en absolutamente nada. Como alguien que acompañó
durante algunas noches a un taxista (mi tío) en la Valencia de la década de los
90, puedo dar fe de lo variopinto y chocante que pueden ser los pasajeros.
Desde la concepción de su hijo, también llamado Carl, a la ruptura de su
matrimonio con Michelle, pasando por las veladas en el grupo de ‘Fighting
Fathers’, sus divertidos desvaríos, embrollos y tejemanejes con psicólogos,
psiquiatras, detectives y extraños personajes de los bajos fondos, todo imprime
a esta parte de la novela un inconfundible sello Self.
Quizás la mejor manera
de elaborar una sátira del mundo actual es ponerle un espejo desde el futuro.
Esa parece ser la premisa de la técnica de Self: sus blancos son contemporáneos,
su sentido del humor es ácido, vehemente y brutal, pero nadie puede negar que
trata a sus personajes con realismo y generosidad. De hecho, uno de los importantes
logros de esta novela lo constituyen las voces de los personajes, tanto los del
futuro (que se expresan en Mokney, una laboriosa mescolanza de Cockney y el lenguaje
del SMS que hay que leer en voz alta para poder comprenderla) como los del
presente.
Con este ya son
ocho los libros de Will Self que he leído y reseñado (quien quiera saber más
puede cliquear en el nombre del autor en la lista de la izquierda). Confieso
que no me aburre, y que voy a seguir descubriendo a este autor tan peculiar,
que escribe unas historias completamente idiosincráticas y brillantes. The Book of Dave incluye un glosario de
Mokney y mapas para orientarse por los prados y valles de Ham, y reírse más aún
si cabe de los juegos de palabras que inventa el autor.