David Szalay, All That Man Is (Londres: Jonathan Cape, 2016). 437 páginas.
‘All that man is’
[Todo lo que es un hombre] es un verso de ‘Byzantium’,
un poema de W.B. Yeats, y así se llama esta colección de relatos, cuyos
protagonistas pertenecen todos al género masculino. Que su autor (o la
editorial) se haya empeñado en llamarla novela no deja de ser una anécdota, que
el paso del tiempo ─ lo único que es verdaderamente eterno ─ se encargará
sin duda de enmendar.
Otra
característica que comparten todos los protagonistas es su origen: son todos
europeos. Lo que a fin de cuentas parece decirnos el autor es que a todos les
une es la conciencia (en algunos casos, repentina; en otros, resultado de un
proceso algo más largo) de saberse mortales, de que todo lo que nos rodea, todo
lo que vivimos día tras día, es transitorio y efímero, que somos seres caducos
por nuestra naturaleza misma. ¿Qué decir de esto? Si nunca has estado cerca de
la muerte, puede que te impresiones.
Pero si por las
circunstancias que sean has mirado a la Parca a los ojos y has visto el filo de
su guadaña bien de cerca, quizás tu reacción será – como es mi caso – “¡Guau!
¡Menudo descubrimiento!”
¿Quiénes son los
hombres cuya mesurada introspección se narra en estos relatos? Hay de todo: dos
mochileros ingleses recorriendo el centro de Europa; un avaricioso promotor
inmobiliario; un periodista danés sin escrúpulos que viaja a Málaga para
sonsacarle detalles jugosos a un Ministro de Defensa cuyo lío de faldas ha
descubierto el periódico; un magnate ruso, el “emperador del hierro”, que
asiste impotente al final de su imperio; un profesor universitario que descubre
que ha dejado embarazada a su amante en mitad de un viaje por media Europa para
entregarle un coche de lujo al padre de ella, jefe de policía de una pequeña
ciudad polaca; un cincuentón escocés borrachín, que pierde todos sus ahorros en
una estafa en el pueblo croata donde vive.
Todos ellos se
enfrentan a situaciones que podríamos llamar críticas, se sienten solos (mejor
dicho: están solos) y no tienen ni idea de cómo gestionar el desbarajuste que
rige sus vidas. La crisis que enfrentan la desarrolla el narrador de forma muy esquemática,
incluso apresurada, con un notable exceso del presente de indicativo histórico.
Muchos de los personajes quedan bosquejados con apenas tres o cuatro palabras.
Contrasta esto con la inclusión de detalles muy realistas, como las marcas de
la cerveza que beben, los cigarrillos que fuman o incluso el tipo de gasolina
con el que repostan. Si la intención con estos ociosos detalles era dotar estos
relatos de una vertiente que roce en lo cinematográfico, ciertamente no lo logra.
La impresión que
deja el conjunto es, a pesar de los innegables nexos que unen los nueve
relatos, la de un formato repetitivo. Se ha escrito mucho de la crisis de la
masculinidad en los albores del nuevo milenio, y ciertamente David Szalay no
demuestra compadecerse de sus personajes. A su manera, cada uno de ellos es un
perdedor. Puede que lo peor, sin duda, sea que se han perdido a sí mismos.
No voy a negar
que Szalay escribe con soltura, a ratos incluso con cierto donaire, y que detrás
de sus relatos y escuetos esbozos de historias y personajes se esconde una muy fina
ironía, incluso una devastadora censura que lanza sus dardos contra la
avaricia, el sexismo, el egoísmo o la autocompasión. Pero de ahí a poder atribuírsele
la concepción de una novedosa narrativa dista mucho. Como sugiere la reflexión de
uno de los protagonistas: “la vida no es una broma”. Tampoco la literatura debe
verse como una.
Tal como a los protagonistas de estos nuevos relatos les sobreviene la lúcida reflexión sobre la inutilidad de sus vidas, al lector de All That Man Is le asaltará la duda de si ha valido la pena invertir varias horas de su vida en esta lectura. Quizás su inclusión en el grupo de finalistas del Premio Man Booker de 2016 le haya dado una resonancia que, francamente, en mi opinión, no merece.
Tal como a los protagonistas de estos nuevos relatos les sobreviene la lúcida reflexión sobre la inutilidad de sus vidas, al lector de All That Man Is le asaltará la duda de si ha valido la pena invertir varias horas de su vida en esta lectura. Quizás su inclusión en el grupo de finalistas del Premio Man Booker de 2016 le haya dado una resonancia que, francamente, en mi opinión, no merece.