Ben Okri, Wild (Londres: Rider, 2012). 96 páginas.
Corría el año
1993 cuando me presenté una mañana (sin solicitar cita previamente, pero ¡qué
descaro tan juvenil!) en las oficinas de una editorial radicada en mi Valencia natal,
pertrechado solamente con mi enorme entusiasmo por la traducción literaria y mi
recién conquistada cualificación como traductor-intérprete jurado. Lo hice para
ofrecerle al editor la posibilidad de publicar traducido al castellano el
primer volumen de poesía de un autor que era completamente desconocido en
España, aunque acabase de ganar el Premio Booker por su novela The Famished
Road.
El autor era Ben
Okri, el libro An African Elegy, y al editor no le interesó mi
propuesta. Dos décadas después, Okri publicó su tercer volumen de poesía, que
lleva por título Wild, y que ahora en 2019 he leído, con una mezcla de
curiosidad y desgana.
Si An African
Elegy era manifiestamente la obra de un joven poeta nigeriano afincado en
Londres y constituía un indudable reclamo para quien quería escuchar nuevas
voces a finales del siglo XX, Wild es, por el contrario, un extraño
esfuerzo por demostrar dominio de la técnica poética.
En aquel poemario
de hace veinte y pico años aparecían temas muy diversos, desde la apropiación
cultural de África por parte de Occidente hasta reflexiones y meditaciones en
torno a la vida y la muerte, pasando por poemas de amor o abiertas denuncias de
la represión militar en Nigeria. No cabía hablar de técnica poética depurada:
la poesía de An African Elegy era directa y carecía de artificio. No se
encontraba en sus poemas rima alguna, los versos eran predominantemente cortos.
Se trataba de una propuesta estética basada en la rotundidad, expresada en
palabras a veces duras, a veces hermosas.
En cambio, con Wild
Okri parece buscar en demasía la rima, incluso de una manera que raya en lo obsesivo,
en ocasiones forzando o incluso terminando por deformar el poema, que de otra
manera hubiese llegado al lector con mayor efectividad. El resultado general es
harto desigual, cuando no decepcionante.
Hay varios
ejemplos claros de lo anterior. Uno es ‘Nostalgia’:
“Like a ship in the sand/ The days have moved slowly/ But
one never leaves land./[…] I travel the whole world/ With an uncomplicated
rhyme./ I feast in dreams, and fast in life;/ It seems that dreams transfigure
strife./ So I send messages to my future/ Within a murky paradigm./ Out at sea
there are many rocks / I encounter before they are due;/ Sleep resolves them in
a paradox./ Only in the present are things true./ Not even the future will
last./ Nostalgia’s a flower sent to the past.” (p. 74)
La cadencia
interna del poema se enreda en un trastabillar y el ritmo sufre. Aunque Okri
afirma desplazarse con rima sencilla, es precisamente la búsqueda de la rima y
la insistencia en el aforismo como recurso lírico lo que hunde el poema. No hay
encabalgamientos, y al forzar la rima, lo que debería ser dúctil flujo de
palabras resulta ser traqueteo mecánico.
La escena se
repite en el poema que cierra Wild, ‘O Lion, Roam No More’, homenaje al
padre fallecido:
“O father Lion roaming in my being,/ (fathers are not what
they seem)/ Merge into me/ Help me be free/ Multiply my powers/ Beyond the
ancestral towers/ Bless me with your wisdom/ Guide me to my kingdom…” (p. 95)
Me expresa mucho
más la poesía de Okri cuando fluye sin trabas técnicas autoimpuestas, cuando el
tema del poema le da al autor una libertad creativa inspirada en la observación
de la realidad cotidiana. Es el caso, creo, de ‘To the Full Moon’, en el que
Okri despliega sus recursos con originalidad, con fuerza, con maestría:
“You return, dream-transformer,/ With the roundness of the
world./ You bring celestial mysteries/ In your tailwind./ The earth quivers
under your glow;/ And the core of man, fertile/ And amorphous like the core of
sleep,/ Responds to the tidal sweep/ Of your sun-charged stone. […] Every
living thing/ Is enchanted by that silent/ Song you sing. Stones/ Grow under
your power. […]” (p. 59)
Lluna plena. Fotografia de Luc Viatour. |
Aquí son la metáfora,
la comparación o la aliteración los rasgos principales, y el verso, libre de la
restricción impuesta, si no impostada, que es a veces la rima, fluye con
naturalidad. Es en poemas como este en los que Okri me recuerda más al joven
nigeriano de An African Elegy. Es de lamentar que un buen número de los
poemas de Wild no contengan ecos de aquella poderosa primera colección de
poesía de Okri.