6 jun 2018

Reseña: Ours Are the Streets, de Sunjeev Sahota

Sunjeev Sahota, Ours Are the Streets (Londres: Picador, 2011). 313 páginas.
¿Es posible meterse en la cabeza de un terrorista suicida en los días y semanas previas al momento en que se hará estallar en mil pedazos? Si así fuera, ¿qué puede uno concluir de alguien cuya sola intención sea la de asesinar a cuantas personas lo rodeen? Parodiando al corrupto censurado expresidente: ¿cuanto peor, mejor?

Meadowhall, Sheffield. El lugar escogido por Imtiaz para marcharse al paraíso (o eso le han hecho creer) en mil pedazos. Fotografía de Paul Harrop.
El protagonista de Ours Are the Streets, Imtiaz Raina, nació en Sheffield, de padres pakistaníes. Hasta ahora ha llevado una vida bastante alejada de la religión y la política. Es seguidor del Liverpool, pero en secreto se alegra de que Inglaterra pierda en las competiciones internacionales. De hecho, en las primeras páginas nos cuenta que, cuando conoció a la que es su esposa, Rebekah (inglesa de raza blanca), una noche a la salida de la discoteca del sindicato de estudiantes, le hizo una mamada: “Recuerdo que eran mis mejores vaqueros, y que me los aguantaba alrededor de los muslos porque no quería que terminasen pringosos, y con la otra mano le quitaba el pelo de la cara y se lo echaba hacia atrás y se lo sujetaba. Me gustó observar cómo me la acariciaba, y cómo iba poco a poco desapareciendo mi polla en su boca, y me encantaba esa sensación, cómo mi masa corporal quedaba como amortiguada así, dentro de ella.” (p. 8, mi traducción)

Naturalmente, a sus padres no termina de hacerles gracia que Imtiaz, hijo único, haya dejado preñada a Rebekah, pero él les planta cara y se casa con ella, que rápidamente se convierte al Islam, adopta el hábito de ponerse velo y se muda a la casa de la familia Raina.

Pero todo cambia tras la muerte de su padre, quien durante años ha sufrido en silencio las humillaciones, vejaciones e insultos de los clientes borrachos que hacen uso del taxi que conduce. Limpiar los vómitos de esos indeseables se ha convertido en un odioso hábito para Imtiaz. Desde su punto de vista, su padre es un dócil corderito que nunca se defiende de monstruos de esa calaña. El episodio en el que Rebekah, Imtiaz y sus padres se ven importunados por un grupo de jóvenes ebrias de fiesta de despedida de soltera en el restaurante donde han decidido ir a celebrar su compromiso es particularmente realista.

Imtiaz viaja con su madre a Pakistán para enterrar a su padre en su aldea en las afueras de Lahore. Aunque en un principio él no es sino un extranjero para todos, con el paso de los días Imtiaz va descubriendo que Pakistán es también su tierra, su hogar. Su inmersión entre las gentes del norte del país asiático supone para él un antes y un después: el viaje parece ponerle punto final a la soledad, al aislamiento que de algún modo siempre ha caracterizado su vida en Sheffield.

Muzaffarabad, Pakistán. Fotografía de Sammee Mushtaq. 
En compañía de otros jóvenes, Imtiaz viaja al norte, a Cachemira, tierra de continuas disputas y enfrentamientos. Tras pasar unos días en Muzaffarabad (ciudad cercana a la ahora ya famosa Abbottabad), cambian de rumbo y entran en Afganistán. Zona de guerra. En algún remoto lugar los acoge un tal Abu Bhai, una especie de caudillo militar que recluta combatientes que estén dispuestos a ser mártires (yihadistas) por la causa fundamentalista.

La novela está narrada en primera persona, y adopta el formato de diario íntimo, con el que Imtiaz les escribe a su hija y su esposa, vertiendo no solo la historia de su relación con Rebekah y el nacimiento de Noor; en él también están ahí sus sentimientos, sensaciones, ideas (en su mayoría poco desarrolladas), sus planes de autoinmolación y su paranoico desconcierto final, además del relato de su estancia en Pakistán y el viaje a la zona de guerra al oeste de Peshawar.

Lo que en ocasiones es un triste relato del desaliento característico de uno de esos millones de jóvenes desfavorecidos, marginados o que han sido privados de la oportunidad de afirmarse en la sociedad occidental queda algo desdibujado en su conjunto. En lugar de una exploración del proceso de fanatismo y radicalización ideológica, lo que Imtiaz Raina despliega en las páginas de su diario está más próximo al desahogo que un enfermo mental necesita llevar a cabo.

Sahota se esfuerza por reproducir el habla típica de Yorkshire, pero la mezcla de ese acento con la prosa autobiográfica de Imtiaz no siempre cuaja. Funciona mucho mejor la narración del trasplante del protagonista al entorno cultural de Pakistán. Con todo, Ours Are the Streets entretiene, aunque no fascine; narrada con buen ritmo, en mi opinión decepciona un tanto el desenlace.

31 may 2018

Pep Puig's La vida sense la Sara Amat: A Review

Pep Puig, La vida sense la Sara Amat (Barcelona: Proa, 2016). 295 pages.
Josep is 12 years old, and he’s been spending the long summer holidays at his grandparents’ house in a Catalan village called Ullastrell. It’s early September 1981; he and his gang of friends (la colla) are playing hide-and-seek at night time when one of them, Sara, 13, suddenly disappears. Where has she gone? What has happened? Has she been abducted? Or is she fleeing home?

Ullastrell: it's s big small world. Photo by Pere López. 
A search party is quickly organised, with no success. In the meantime, Josep has gone back to his room, where he discovers Sara, who is neither pretty nor ugly. In fact, Josep fancies Sara a fair bit, and when she asks him to keep mum about her whereabouts, he easily acquiesces.

The house is a big one, the typical two-floor building with long corridors and a shop at the front. Josep’s grandfather died a couple of years before, so his widow appreciates her grandson’s company. What follows is a tender love story and a literary game between reality and fiction. Quite incredibly, Sara gets to stay at Josep’s room for longer than a week. He gets her three meals a day, she gets to use the bathroom and even the shower every now and then; she hides beneath the big bed whenever visitors approach.

The first edition of War and Peace.
So what does she do with her time when Josep is not in the room? She reads Tolstoy’s War and Peace. We learn that Sara is thought of as ‘a little weird’ by most villagers. In fact, she’s a gifted and talented teenager, who should have been sent to a first-rate school by her parents. Nonconformist and a little rebellious, she hates the village and wants to leave and decide for herself what her life will be like.
“Of all of us, Sara was the only one who was different. The rest of us were all alike, except for her, who was different. Already as a little child. I daresay Sara’s difference essentially lay in her intelligence, not so much her rebellious instinct. I mean, if she was rebellious, it was precisely because she was far more intelligent than all of us. It must have been very hard for her to adapt to a village full of idiots, I mean; and even though I was not from the village, I count myself as one of them. And the older she got, the worst it became. She kept coming out to play with us, but it was almost against her will, as if by the force of habit of so many years doing so, but you could already see that one day she would stop coming and would leave us alone for good. At least, I did; and I particularly see it now, remembering her when she was nearing her thirteen years of age, sitting on the green wooden bench under the mulberry tree, sullenly looking towards the far end of the street, as if she were already pondering the way to flee.And it was certainly what she was doing: pondering the way to become a fugitive from the village.” (p. 15-16, my translation)
La vida sense la Sara Amat [Life without Sara Amat] is an assured and sensitive narrative on the challenges and fears any teenager encounters. Told by an adult Josep with an autobiographical technique, the story makes the young kid face the issues that appear while growing up and reaching maturity. Puig succeeds in inviting the reader to understand which are the contradictory aspects of the adult world that completely puzzle and baffle young Josep: love and sexuality, of course, but also hypocrisy, loyalty and secrecy.

Leaving aside its minor issues of plausibility, Pep Puig achieves a rare sensitivity in this novel: young Josep is a timid boy, hesitant and apprehensive about the trials life will bring him to, yet the adult narrator (how dissimilar he can be from the author is probably a tricky question) creates a deftly balanced story. Just as Josep discovers something about himself by staring at his reflection in the mirror, La vida sense la Sara Amat is an invitation for the reader to doublecheck their firmest notions about fiction and memory. Let’s play hide-and-seek once again.

La vida sense la Sara Amat was awarded the Sant Jordi Prize for fiction in 2015. The first twenty-odd pages are available for download here.

[Added on 15 Feb 2020] The novel has been made into a movie. Here's the trailer:


28 may 2018

Breath, la película

Por increíble que pueda parecer – a mí al menos me lo parece – todavía es posible encontrar la reseña que hice en 2008 de Breath, la novela de Tim Winton, para una revista digital de la UCM. Casi diez años después, Simon Baker, actor australiano que debuta como director con este largometraje, lleva la historia de Pikelet y Loonie al cine, y lo hace con gusto, convirtiendo un libro emblemático de Winton en una sugerente historia sobre el azaroso paso de dos niños de la adolescencia a la madurez.

A modo de recapitulación de la trama de Breath, contaré aquí que Pikelet y Loonie son dos amigos de un pueblo de la costa del sudoeste de Australia Occidental en la década de los 70. Pike es el hijo único de una familia de íntegra conducta, mientras que Loonie, que vive con un padre alcoholizado y a veces brutal, es la clase de chico a quien le gusta vivir al límite, deleitándose con el sabor de la aventura y el riesgo. Como en cualquier otro pueblo costero de Australia, el océano es el lugar natural donde pasar el tiempo. Los amigos aprenden a hacer surf, y en una de sus salidas conocen a Sando, leyenda viva del surf. Sando se convierte en mentor de los dos muchachos, que compiten por la admiración del campeón. Mientras que Loonie siente el gélido rechazo de Eva (Elizabeth Debicki), la mujer de Sando, exesquiadora que sufrió una ruinosa lesión en la rodilla, para Pike es todo lo contrario; así, cuando Sando se marcha de viaje con Loonie para surfear en Indonesia, Pike se hunde en el erótico embrujo de la mujer madura.

La historia en la película está espléndidamente narrada con imágenes más que con palabras. Excelentes actuaciones de los dos jóvenes actores que interpretan los papeles de Loonie y Pikelet (Ben Spence y Samson Coulter respectivamente). La fotografía es magnífica, tanto en el agua como fuera de ella; sin recurrir prácticamente al diálogo como recurso narrativo, Baker, que interpreta a Sando, consigue transmitir a sus jóvenes pupilos lo insondablemente espiritual que une al océano con el deporte de la tabla. Y también la banda sonora, a cargo de Harry Gregson-Williams, añade su granito de arena para hacer de ésta una estupenda película.

20 may 2018

Reseña: Exit West, de Mohsin Hamid

Mohsin Hamid, Exit West (Londres: Penguin Random House, 2017). 229 páginas.
“We are all migrants through time.” (p. 209) Con esta frase concluye Hamid el antepenúltimo capítulo de esta original novela. Es innegable que, al nacer, todos nos convertimos en migrantes, pasando por el curso del tiempo. Los únicos que no completan esa migración son los que nos dejan prematuramente, antes de poder terminar ese viaje que llamamos vida.

El escenario inicial de Exit West es una ciudad anónima (si bien por la descripción que hace el autor uno se inclina por situarla en el país natal del autor, Pakistán) asediada por militantes sanguinarios. Los dos personajes, Saeed y Nadia, son jóvenes, tienen empleo – qué raro – y aspiran a construir un futuro. Saeed trabaja para una agencia publicitaria, mientras que Nadie lo hace para una compañía de seguros. Ambos asisten a uno de esos cursillos vespertinos de formación permanente que con frecuencia sirven más que otra cosa para que alguien conozca a otro alguien.

San Diego a la izquierda, Tijuana a la derecha. Decida usted, si le dejan. Fotografía: Gordon Hyde.
Y eso es exactamente lo que ocurre. Tras intercambiar unas pocas palabras, Nadia acepta ir a tomar un café una semana después de la primera invitación de Saeed. Nadia lleva siempre una larga túnica negra, pero de desplaza en motocicleta por la ciudad y vive sola. Saeed vive en otra parte de la ciudad con sus padres. La sociedad en la que viven ejerce un fuerte control patriarcal sobre las mujeres.

Pero incluso en sociedades tan asfixiantes como ésta, nos dice Hamid, es posible escaparse. Los dos tienen teléfonos móviles, fuman de vez en cuando algún porrito, escuchan los discos de vinilo que tiene Nadia. Para subir al pisito, Nadia le baja con una cuerda una túnica y las llaves dentro de una bolsa, y Saeed se hace pasar por su hermana. Incluso un día toman hongos psicodélicos.

Mientras, los militantes se están haciendo dueños de la situación. El caos se extiende, las antenas de acceso a internet dejan de funcionar, el suministro de electricidad desaparece. A la madre de Saeed la mata un francotirador. Hay que huir, eso está muy claro. Pero ¿cómo? ¿Y dónde?

Es en esta coyuntura en la que Hamid introduce un elemento fantástico: por todo el mundo hay un número de puertas mágicas que llevan a otras partes del mundo: Saeed y Nadia atraviesan una de esas puertas tras pagar una buena suma de dinero y llegan a Miconos. Es el primer destino de su larga travesía global, que los llevará (siempre cruzando esas oscuras puertas fantásticas) a Londres y finalmente a Marín, en California.

La novela tiene dos estratos muy diferenciados. Por un lado, está la historia de amor de Saeed y Nadia. El aspecto de la sexualidad entre ellos, que el autor explora de modo un tanto solapado, le añade una pizca de interés a una subtrama que quizás no lo tendría por sí misma (Saeed es un mojigato). Por el otro lado, la historia de Saeed y Nadia es en realidad la historia de millones de personas y su posibilidad de encontrar un atisbo de esperanza y resiliencia gracias a la emigración a otras partes del mundo.

Protegiendo a Europa en África. La ignominiosa valla de Melilla. Fotografía de Stephane M Grueso.
En el relato sobre Saeed y Nadia, Hamid esparce cortos episodios, deliberadamente imprecisos, de personas que cruzan esas puertas en diversos lugares del mundo: mientras una mujer duerme en su apartamento de Surry Hills en Sydney, alguien sale del baño y escapa por una ventana abierta; agentes del FBI toman la casa de un marine jubilado en San Diego cuando detectan la presencia de extranjeros en el área.

Narrada con un lenguaje que busca la abstracción como estrategia, y que recuerda a las estrategias retóricas de los cuentos orientales más clásicos y antiguos, Exit West fuerza al lector a sumergirse en un espacio global. Lo consigue porque, con los dos personajes no anónimos de la novela, Hamid te pone un espejo delante para que te veas reflejado en esa realidad que enfrentan tantos millones de seres humanos que únicamente quieren escapar de la guerra, de la muerte, de la pobreza, de la desolación.

No, éste no soy yo.
Se abre una puerta y entra Mohsin Hamid, que lleva en sus manos una gran novela. Pero me parezco un poquito, ¿no? 
Fotografía de Mr Choppers.
Exit West, que estuvo en la lista final de obras candidatas al Booker del año pasado, ya ha aparecido en castellano (con un título tan innecesariamente esclarecedor como engañoso: Bienvenidos a Occidente) en traducción de Luis Murillo y publicado por Reservoir Books; y també en català, amb el títol Sortida a occident, en edició de Periscopi i traducció d’Albert Nolla.

14 may 2018

Reseña: No hay que mirar a los muertos, de Mauricio Electorat

Mauricio Electorat, No hay que mirar a los muertos (Santiago: Tajamar, 2015). 151 páginas.

Milan Petrovic, escritor de origen chileno de novela negra en francés, ha de regresar a Santiago debido a que su padre sufre un proceso canceroso terminal. La relación del escritor con su país de origen es inestable en el mejor de los casos: “Todos pobres, mucho mejor, todos cagados…pero felices, guiados por Dios… ¿Y cuando se acabe? Nos vamos también. Nos asilamos en Argentina, en el Perú, en Nueva Zelandia y le regalamos esta cagada de país a los bolivianos… La Chili: le nouveau radeau de la Méduse, la balsa de la Medusa, un país todo tirillento, flotando, pide asilo, chilean [sic] boat people… (p. 28).

"Estoy sentado en un sillón de escay o cuerina o cómo [sic] se llame, un sillón muy ancho y bajo, junto a una ventana. Afuera, lo primero que veo: la cordillera de Los Andes, imponente masa gris jaspeada de blanco en las cumbres. Se me había olvidado lo majestuosa que es. Mi madre decía: es lo único que vale la pena en este país." (p. 16)
Su retorno a Chile también le lleva a reencontrarse con su hermano Vladimir, que vive con cierta opulencia, y la hermana gemela de éste, María. Dos polos opuestos del Chile post-Pinochet. A los 18 años, María regresó desde el exilio en Francia junto con su novio para unirse a la lucha contra el dictador. El novio, Fernando, fue eliminado por el régimen y María se vio reducida a la pobreza y desde entonces vive ejerciendo la prostitución.

Pero para Milan lo más difícil de reconciliar en su regreso a Chile son sus propios demonios. Los recuerdos de su detención por los carabineros y los malos tratos y torturas a que es sometido. El recuerdo imborrable de cómo un tío suyo, Waldo, hombre del régimen pinochetista, le salva la vida, pero ¿a cambio de algo inconfesable?

Narrada completamente en presente y en primera persona, Electorat alterna capítulos de mera narración con otros en los que introduce diálogos que reproducen el habla chilena. Y en el comienzo del libro esto funciona, e incluso engancha al lector, como cuando Milan llama por teléfono para contratar la visita de una chica de alterne llamada Ornella a su habitación del aparta-hotel; Ornella resulta ser su hermana María.

"Santiago es eterno, la vida es demasiado larga y uno, un pobre macaco repetitivo. En la Alameda tomo otro taxi. Me deja frente a las oficinas de Hertz, en la Costanera. Alquilo un Opel Corsa por una semana, renovable. Santiago es una ciudad imposible sin auto." (p. 29)
Sin embargo, y esto es algo muy de lamentar, todo el conjunto se desmorona hacia el final del libro. La técnica narrativa del presente no funciona para el Milan desquiciado y alucinado que regresa a París, acompañado de sus fantasmas, demonios interiores y visiones que le obsesionan. Electorat tenía muchas otras opciones para crear un relato más verosímil y efectivo, manteniendo el mismo desenlace. El resultado es una novela un tanto fallida, demasiado breve para lo que podía haber sido y que no cuaja el potencial que la historia de Milan Petrovic le ofrecía.

En mi opinión, lo mejor de No hay que mirar a los muertos es el inteligente juego que se establece entre poesía y narración. Así, mientras Milan acompaña a su padre moribundo con vasitos de pisco, le va leyendo sus poemas favoritos. Figura por supuesto Neruda, pero también Gonzalo Rojas, Nicanor Parra, Armando Rubio. No habría estado de más incluir un apéndice o un listado de los poemas citados y sus autores. Por lo demás, la edición de Tajamar contiene algunas erratas de bulto (“Nos sabíamos todos la fracesita de memoria” (p. 12).

Pucha, qué pena, con lo buena que podría haber sido…

10 may 2018

Eka Kurniawan's Beauty is a Wound: A Review

Eka Kurniawan, Beauty is a Wound (Melbourne, Text, 2015. 498 pages). Translated into English by Annie Tucker.
Eka Kurniawan’s novel was first published in 2002, and it was only thanks to the tenacious effort by the translator, Anne Tucker, that this epic Indonesian saga about a cursed female dynasty finally became available to English-language readers.

The novel occasionally feels more like a series of tales joined by a common thread, which in this case is Dewi Ayu, the fiercely independent woman whose resurrection after twenty-one (yes, 21!) years of her death is narrated in the first chapter. This is a book that has almost everything: love, sex, violence, rape, torture both physical and psychological, incestuous relationships, politics, folklore, religion, magic, ghosts, myths. The list could go on and on.

Dewi Ayu is born just a few years before the Japanese Imperial Army invades colonial Batavia and subjugates the local population while their Dutch masters flee the island of Java. Her story of survival during imprisonment in a camp and forceful prostitution for the Japanese officers is an amazing one, and Kurniawan spares us no detail. Thanks to her Weltanschauung, her cheery yet fatalistic view of life around her, Dewi Ayu triumphs over the war, the Japanese and the despotic patriarchal men in authority once independence is declared for Indonesia.

She gives birth to three daughters, Alamanda, Maya Dewi and Adinda. They are all beauties and they will be, just like their mother, lusted after by various men. Alamanda’s beauty, legendary, creates the profound antagonism between Shodancho, a military officer with a penchant for breeding fierce dogs, and Kliwon, an idealistic youth who ends up becoming the local Communist leader. Shodancho takes up the task of massacring Communists with gusto, only to have his by then wife Alamanda begging for Kliwon’s life. She will promise her love to Shodancho (who had raped her before and during their marriage) if Kliwon is allowed to live.

And he does indeed remain alive. However, he is exiled, tortured, humiliated and degraded beyond what is tolerable on an island called Buru (the very island where Suharto kept thousands of political prisoners during his regime).

Most of the novel is set in a fictional town called Halimunda, surrounded by jungle and mountains to the north and the ocean to the sea. Dewi Ayu, the grandchild of Dutch plantation owners, is initially raised as a privileged mixed-race girl, but the advent of war will put an end to her wealth and her liberty. Given her legendary beauty and no less fabulous love-making skills, she will manage to remain self-reliant and powerful in her own way. She is by far the most powerfully-depicted character, and her life story, together with her three daughters’ life stories, combine to create a richly imaginative and humorous epic. By contrast, male characters seem rather flat in their unwavering adherence to violence or their indecision.

Author Eka Kurniawan at the 2017 Goteborg Book Fair. Photograph: Peter Norrthon.
Annie Tucker’s translation is a true gift to 21st-century literature. Bearing in mind that Beauty is a Wound was first published in 2002, two years before Bolaño’s 2666, we need ask ourselves if it is just mere coincidence that two works by two writers who had never heard about (let alone read) each other have much in common. The world of Kurniawan’s novel is one where the beauty of women is a burden, almost a curse, to them. The violence men direct at them echoes the brutality Bolaño was denouncing in Mexico.

A great work of literature. Highly recommended.

16 abr 2018

Reseña: Democracy and Its Crisis, de A. C. Grayling

A. C. Grayling, Democracy and Its Crisis (Londres: Oneworld Publications, 2017). 225 páginas.
Democracia. Qué bonito concepto, ¿no? El gobierno del pueblo, la soberanía popular. ¿Está en crisis? Pues, viendo lo que está pasando en muchos de los estados considerados inveteradas democracias, diríase que sí. El filósofo británico Grayling escribió este ensayo en reacción a lo que él considera prácticamente un golpe de estado: el Brexit. Razón no le falta, pero el ensayo que A.C. Grayling proporciona en Democracy and Its Crisis semeja en algunos momentos más una pataleta que un riguroso análisis.

El libro se compone de dos partes bien diferenciadas. En la primera hace un escueto estudio de la historia de la democracia como concepto y su evolución hasta nuestros días. Desde el rechazo de la democracia por parte de Platón (en tanto que éste la veía como el gobierno de la muchedumbre y una más que probable deriva hacia el caos) hasta los pensadores ya archiconocidos: Hobbes, Locke, Rousseau, de Tocqueville, Spinoza, John Stuart Mill et al. Un somero repaso a las ideas y razonamientos que sostienen el concepto de democracia representativa que se ha erigido en forma dominante de la civilización contemporánea sobre el planeta (hecho innegable: tienen lugar elecciones legislativas en una amplia mayoría de países – otra cosa, y bien diferente, es si esas elecciones son verdaderamente democráticas, limpias y transparentes).

Estatua de ministro franquista, demócrata de toda la vida. La calle es mía, la foto no. Fotografía de Iago Pillado..
En la segunda parte Grayling aborda los males que la aquejan y las posibles soluciones. Por ejemplo: “Hay otras razones más que las ya obvias por las que importa la defensa de los principios subyacentes de la democracia representativa, […] Una es que una importante parte del problema de la política es la política misma, y que debe reconfigurarse el lugar de lo político en la vida de un estado o de una comunidad nacional. La otra es la necesidad de que haya en las escuelas una educación cívica de carácter obligatorio, y que exista el voto obligatorio, con una matización respecto a que el voto comience a los dieciséis años de edad.” (p. 7, mi traducción) Si los más jóvenes pudiesen votar, otro gallo cantaría. Como arguye en muchas ocasiones mi esposa T., no tiene sentido que voten ancianos cuyo uso de la razón roza el cero absoluto mientras chicos y chicas de 16 y 17 años se ven privados del derecho a escoger a quienes van a regir sus vidas por unos cuantos años.

¿Qué problemas identifica Grayling? Pues no debiera costarnos muchos identificarlos: órganos legislativos que no exigen cuentas a sus ejecutivos (el caso del Reino Unido con el referéndum del Brexit es evidente); segundo, la carencia de la más elemental educación cívica y política del electorado (éste es un mal que aqueja al mundo entero, pese al riesgo de generalizar en demasía); y tercero, la manipulación y tergiversación de la información mediante poderosas herramientas tecnológicas (sí, señor Zuckerberg – eso es exactamente lo que ha pasado delante de sus narices, ¿y usted sin enterarse?)

 True, hard-working democrats getting ready for brekky. Como dice mi amigo Gustavo: ¡y que revienten los pobres! Fotografía: Pepe Madrid.
Así pues, ¿qué es lo que un orden verdaderamente democrático precisa? Dice Grayling: “… esencial para algo que merezca dicho nombre es la posibilidad de debate, la libertad de expresión y de reunión, y el debido proceso de ley que proteja al pueblo del arresto y el castigo arbitrarios, muy especialmente en relación con temas de opinión.” (p. 32, mi traducción) Tomen nota, MPuntoRajoy y cía.

Que no todas las estructuras e instituciones de los estados democráticos están cumpliendo su función cabalmente es algo que cae por su propio peso: de lo contrario, no habría desempleados, ni gente desamparada, ni pensionistas que malviven ni marginados de toda clase y condición. Es decir, no habría tanta desigualdad como innegablemente existe (y sigue creciendo): “Cuando crece la desigualdad, cuando la brecha entre las capas superior e inferior de la sociedad se vuelve palmariamente considerable, surgen los problemas. Esa es una enfática lección de la historia. Los demagogos capaces de atribuir la desigualdad a la inmigración o a las egoístas élites insensibles que controlan el gobierno, o ambas cosas, pueden así promover una oleada populista de la cual pueden sacar tajada. Pueden tratar de remodelar el orden político y económico según su patrón preferido, el cual con frecuencia no será, por supuesto, probablemente una mejora para el pueblo cuyo apoyo han explotado para conseguirlo.” (p. 116-7, mi traducción)

Con frecuencia se mira a los EE. UU. como gran modelo a seguir en la implantación de los ideales democráticos. Y, sin embargo, el reciente fenómeno de la elección del narcisista más inepto que haya visto el mundo en los últimos tiempos como presidente es motivo de inquietud para Grayling: “La disposición estadounidense a revisar el orden constitucional está tan limitada como lo está el fundamentalismo religioso en su planteamiento para revisar su visión de un texto sagrado.” (p. 112, mi traducción) Como en otros lugares, el texto constitucional se ha convertido en credo inviolable, y el sistema que se sustenta en él defiende su legitimidad con uñas y dientes, y no cede un ápice ante las demandas de reforma. Ay, cuán largo me lo fiais.

Grayling sugiere que el voto debiese ser obligatorio, y cita Australia como ejemplo. Aun con la obligatoriedad de presentarse en los colegios electorales el día de los comicios (que no es lo mismo que votar), el sistema australiano es manifiestamente imperfecto. Cuando se creó la Federación, los ‘padres’ de la Commonwealth australiana se aseguraron de que una minoría rica de terratenientes anglosajones tuviesen mayor peso del que les corresponde en las decisiones de gobierno. Las pruebas son evidentes: en 2016, el partido de los Nacionales (en coalición con la derecha Liberal desde siempre) obtuvo 10 escaños con el 4,6% de los votos, mientras que Los Verdes, que consiguen regularmente más de un 10%, solo consiguieron 1 escaño.

Como escribía ayer, el ciudadano o la ciudadana contemporánea se enfrenta a un inquietante dilema. ¿Qué es preferible: exigir el respeto de los gobiernos a su derecho a las libertades civiles, aunque el sistema político te deje en la ruina y poco a poco te mate de hambre, frío/calor o con la contaminación (o las cuatro cosas a la vez), o renunciar a ellas a cambio de un modelo de producción que te garantiza un crecimiento económico cercano al 10% anual?

Pero bueno, no hagas preguntas tan difíciles, haz el favor, que estamos a lunes.

15 abr 2018

Reseña: La quimera del Hombre Tanque, de Víctor Sombra

Víctor Sombra, La quimera del Hombre Tanque (Barcelona: Penguin Random House, 2017). 222 páginas.
(Vaya por delante mi agradecimiento al autor por enviarme un ejemplar de su novela, y costear ese envío de su propio bolsillo.)

Pocas imágenes definen mejor las postrimerías del siglo XX que la del famosísimo video de ese solitario manifestante en la Plaza Tiananmen en Beijing el día 5 de junio de 1989, quien, cargado con una bolsa de plástico en cada mano, se enzarzó en un desafiante baile con la columna de tanques del Ejército Rojo.

El Hombre Tanque, emblemático mural en las calles de Colonia. Fotografía de Raimond Spekking.
La identidad de esa retadora persona sigue siendo un misterio. Tanto en las artes plásticas como en el arte de las palabras el llamado Hombre Tanque se ha vuelto a hacer presente. Estatuas, murales, camisetas y libros han rendido homenaje a este anónimo defensor de los derechos humanos. Steve Erickson, por ejemplo, lo hacía emerger como líder de un movimiento de resistencia en su fascinante Our Ecstatic Days (2005).

En La quimera del Hombre Tanque, Víctor Sombra sitúa a ese joven chino, al que todos llaman Rana, exiliado en 2014 en Azerbaiyán y regentando un tugurio de mala muerte. Durry, un agente secreto chino criado en Surry Hills (Sydney), recibe el encargo de encontrarlo y preparar el reencuentro de Rana con el comandante del tanque al que hizo parar tantas veces en las inmediaciones de Tiananmen. La idea es grabar ese reencuentro en un video que escenifique la reconciliación de los que el régimen del PCCh aplastó en 1989 con los dirigentes contemporáneos de China, estos mismos que han hecho del capitalismo marxista (¿Para qué quiere usted otras libertades si tiene a su alcance la libertad de consumir todo lo que quiera?) la ideología triunfante en esta segunda década del siglo XXI. Y naturalmente, ese reencuentro habrá de grabarse con un teléfono móvil. Faltaría más.

Mas la escenificación se convierte más en encontronazo que encuentro. El militar se niega en última instancia a participar y la desconfianza general se impone. Rana huye y Durry recibe la orden de poner a fin a todo el proyecto, acompañado por una atractiva, aunque muy calculadora, joven agente de los servicios secretos chinos.

La quimera del Hombre Tanque es, desde un punto de vista meramente formal, un thriller cuya inconclusa resolución deja un buen gusto de boca. La virtud de Sombra es esconder bajo esa capa de trama de agentes secretos un importante debate de ideas que, sobre el armazón de una ficción histórica, resulta urgente, si no imprescindible. Al situar la novela en Azerbaiyán, en las orillas del Mar Caspio y sus pozos petrolíferos, Sombra apunta sus dardos en dirección a los males que aquejan a la sociedad globalizada de nuestros días: el yihadismo violento, tan pueril en sus fundamentos y justificaciones, la destrucción del planeta y la insostenibilidad del modelo productivo imperante, la incapacidad e insolvencia moral de la democracia liberal occidental para justificar los desmanes del capitalismo, y las derivaciones que éstos ocasionan en todos los estratos sociales menos favorecidos y en los países que todavía no han alcanzado un suficiente nivel de desarrollo.

Días más tranquilos en la Plaza en agosto de 2012. Fotografía de Nicor. 
La idea (ficticia, por supuesto, pero no del todo inverosímil) de una supuesta reconciliación entre esa generación que buscó romper con el orden comunista y denunciar la corrupción inherente al sistema de partido único no deja de ser original. La situación política actual en Hong Kong desmiente tajantemente que haya el mínimo asomo de posibilidad de que ello vaya a ocurrir.

Como tantas otras reconciliaciones políticas escenificadas para legitimar transiciones ‘blandas’ (o pacíficas) antes que permitir reformas profundas (o bruscas), sería siempre teatro. Como el bigote mexicano que Rana se deja crecer, es una impostura. Con un buen sombrero de mariachi, un poncho y bigote, cualquiera podría hacerse pasar por mexicano. Con o sin Máster, qué más da.

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