Precedido por un acertadísimo
prólogo a cargo de Ignacio Echeverría, Cuarto de derrota recoge diversas
contribuciones periodísticas del autor, radicado en Suiza, en un libro que, aunque
resulte más bien inclasificable, deja un muy buen sabor de boca.
Al referirse al
libro que prologa, Echevarría echa mano de la palabra «instalación» con el fin
de tratar de identificar para el lector el texto o los textos que tiene por
delante. Resalta que “lo relevante […] es el juego de relaciones que se
establece entre las distintas piezas”. Coincido con él: aun distando mucho de
ser un rompecabezas literario, Cuarto de derrota es un encaje de textos
que en buena medida se complementan y suceden, tanto temática como estilísticamente.
Así, la primera
pieza (subtitulada “a modo de introducción”) se llama ‘Mortales inmortales’.
Sombra lo sitúa en la librería Albatros de Ginebra, que regenta un buen amigo
suyo. El lugar, según me dice el sabelotodo Google, existe. Viene a ser una
presentación del elenco de personas/personajes que van a desfilar por el libro.
El propósito es la recreación de las personas en hologramas lectores, “luces
[…] luciérnagas librescas […] que revolotean de libro en libro, dejando el
testimonio de su lectura” y que abren “senderos de lectura significativos”. Una
utopía tecnológica para fomentar lo que el autor llama «bibliodiversidad».
Ya la primera
pieza de este montaje atrapa al lector. ‘Diacronía y tránsito del fantasma’ aborda
la crisis social que la codicia de bancos y especuladores inmobiliarios causó
en España tras 2008. Tras hacer un somero repaso de los datos disponibles para
la segunda década del siglo, Sombra plantea la terrible hipótesis de que muchas
de las personas desahuciadas hayan pasado a ser «fantasmas»: “es posible
imaginar…que cientos de miles de personas, deslizándose en el olvido y silencio
institucionales, hayan acabado por desvanecerse. […] Esto explicaría por qué el
Gobierno los omite de su relato.” (p. 27-8).
Diferentes
gobiernos, en lugar de aportar soluciones, han optado por agravar la situación:
“la venta de la vivienda social a los mismo agentes cuya voracidad desempeñó un
papel tan decisivo en el origen de la crisis. […] en una operación que hace
risible al bombero pirómano, a los agentes más desbocados del mercado
inmobiliario.” (p.37)
El camino que se
abre está claro: uno puede concluir que el sistema económico neoliberal y sus
políticas buscan desaparecer a sus víctimas, los vulnerables, y borrarlos del
mismo modo que uno puede eliminar lo escrito en un procesador de textos con la tecla
retroceso o seleccionándolo y pulsando cualquier otra tecla.
El texto anterior
lo sigue con un relato de la librera Edith, que trabajó en una librería de
Erfurt en la República Democrática Alemana hasta 1986. Sombra nos cuenta cómo
lectores y libreros sorteaban los obstáculos y dificultades que enfrentaba la
distribución de libros en la época en que los libros de George Orwell eran
requisados en la frontera.
El carácter de
los textos que componen Cuarto de derrota es extraordinariamente
variado. Así, el cuarto, ‘Cartas del inframundo y postales de aquí cerca’, nos
acerca a Australia por medio de Jake Bilardi, el joven australiano que se
radicalizó en Melbourne y se unió al Estado Islámico, poniendo fin a su vida en
un atentado suicida en Ramadi, Iraq. Es una meditación en torno a los motivos
que llevan a un chico a luchar contra un sistema que le hacía sentirse marginado,
solo, sin sentido. Sombra concluye el artículo con humor, retocando una de las
fotos de Bilardi junto a dos de sus compañeros para darle tres futuros
alternativos al camino que tomó.
|
By all means, fight the system, sure. But fight it in alternative, less violent ways... |
El texto que da
título al libro, ‘Cuarto de derrota. Apuntes sobre el pecio cibernético’,
retoma a personajes aparecidos en el tercer capítulo (‘¡Libertad al autómata!’)
y plantea una especie de thriller repleto de comentarios sobre teoría literaria
y en torno a la historia y la teoría de la cibernética y la robótica. Dos de
los asistentes a la presentación de un libro en Albatros causan una enorme
conmoción cuando dos autómatas disparan contra la conferenciante. Las tres
balas no alcanzan su objetivo, pero dañan tres libros que reposaban en las
estanterías: Robinson Crusoe, Quédate este día y esta noche conmigo
y Treasure Island. ¿Casualidad?
Tras el inaudito misterio
que Sombra sitúa en la sala donde se decide el rumbo de la nave (la metáfora no
es mero capricho ni coincidencia), Sombra relata retazos de la historia de Oleg
Lavrentiev, un oscuro soldado soviético que diseñó planes para el desarrollo de
un reactor que permitiera la fusión nuclear controlada. Es urgente que quienes
están al mando en el cuarto de derrota de este planeta en el que vivimos consideren
que la inversión en los bocetos y planos de Lavrentiev puede ser una solución
inmediata al calentamiento global.
El libro concluye
con una breve obra teatral titulada ‘La Tigreca’, en la que los personajes ya
conocidos reaparecen para descifrar un asesinato, revelar los trapos sucios de diversas
empresas que se aliaron con el nazismo para controlar el mercado de la
industria química o construir una meditación sobre la intervención de autómatas
en nuestro futuro.
Si algún defecto
se le puede encontrar a Cuarto de derrota, es el hecho de que contiene
bastantes erratas. Como ya se pudo constatar en La
quimera del Hombre Tanque, Sombra es audaz en su escritura: consigue, por
ejemplo, que Borges le hable a Mercè Rodoreda en catalán, juntando al genio argentino
con la autora en un banco de un parque ginebrino. Un libro sorprendente, que rehúye
insolentemente su categorización. Era, pienso yo, ciertamente inconcebible a priori.
Nota: Le
agradezco al autor la oportunidad de leerlo y reseñarlo. Gracias, Víctor.