13 abr 2015

Reseña: The Whole Story and other stories, de Ali Smith

Ali Smith, The Whole Story and other stories (Londres: Penguin, 2003). 178 páginas.

Hay libros que te dejan una enorme interrogante después de su lectura. Con unos, puede tratarse del consabido regusto amargo que te causa su patente mediocridad (“¿Quién tomó la decisión de publicar este bodrio?”). Con otros, la pregunta puede girar en torno a si un enfoque alternativo o someter al texto a una revisión severa mejoraría el libro de manera sustancial. Ninguno de los dos casos anteriores puede aplicarse a este volumen de relatos (el tercero de la novelista escocesa y el primero suyo que he leído).

La principal característica de los relatos de The Whole Story… es que no son cuentos en el sentido más tradicional y acostumbrado de la palabra. En todos ellos prima el artificio narrativo por encima del argumento, y el resultado es que su lectura pueda parecer a ratos una pizca cargante. Es decir, una vez establecida la idea generadora del relato, la autora parece preferir concentrarse en lo más abstracto y teórico de la creación ficcional en vez de desarrollar los personajes y crear una línea argumental plausible, que no implica necesariamente verosímil. El planteamiento es por tanto sumamente entretenido, incluso hilarante en ocasiones (por ejemplo, en el caso de ‘May’, una mujer se enamora perdidamente de un árbol, y lo hace hasta las últimas consecuencias, mientras que la reacción de su marido ante este inesperado enamoramiento es llevado también al extremo de lo insólito).

Teniendo en cuenta la fecha de publicación de este volumen (2003), cabría naturalmente apostillar que se trata de un conjunto harto original en las técnicas de construcción experimental del relato, riesgoso y aventurado en el tratamiento del aspecto argumental de una historia como algo si no accesorio, al menos secundario. Dudo que sean muchos los lectores que declaren sentirse plenamente satisfechos con la lectura de estos relatos de Smith. Doce años después, no resultan una lectura fácil, pese a que las ideas que los sostienen son en casi todos los casos originales, insólitas, brillantes.

Tomemos por ejemplo el primer relato, irónicamente titulado ‘The Universal Story’, en el que la intervención (casi me atrevería a denominarla una constante intromisión o intrusión) de la voz narradora es patente desde la primera oración:

Había una vez un hombre que moraba junto a un camposanto.
Bueno, vale, no era siempre un hombre, en este caso particular era una mujer. Había una mujer que moraba junto a un camposanto.
Aunque, a decir verdad, en realidad nadie usa esa palabra hoy en día. Todo el mundo dice cementerio. Y ya nadie dice moraba. En otras palabras:
Había una vez una mujer que vivía junto a un cementerio. Cada mañana al despertarse miraba por la ventana de detrás de la casa y veía…
De hecho, no es así. Había una vez una mujer que vivía junto – no, en – una librería de lance. Vivía en el piso de la primera planta y llevaba la librería que ocupaba todo la planta baja. (p. 1, mi traducción)  
El relato sigue progresando a fuerza de saltos, y pasa de la librera a una mosca que se posa en el lomo de un libro, un ejemplar de El gran Gatsby, para volver a la mosca y su historia vital y retomar luego la historia de ese ejemplar de la novela de Fitzgerald y cómo pasó de mano en mano hasta terminar en la librería, en la que un joven entraría una tarde y compraría no solamente ese ejemplar sino todos los ejemplares de la novela de que disponía la librera, para luego entregárselos a su hermana, artista experimental que construía barcos con materiales extraños que irremediablemente se hundían al poco de botarlos en el agua. El relato, pues, no tiene ni un auténtico principio ni un verdadero final, y diríase que ése es el elemento definitorio del ‘cuento’ (y por extensión, de todo el volumen) que parece querer resaltar Smith.

Que el viento le hinche las velas...

Otros relatos se configuran en torno al diálogo entre dos personajes (marido y mujer, preferentemente), que aportan sus puntos de vista en torno a un mismo argumento que no termina de desarrollarse ni alcanza un desenlace propiamente dicho. Es el caso del ya mencionado ‘May’; también ‘Being quick’, en el que una mujer cree tener un encuentro fortuito con la Muerte en una estación de trenes, y tras la parada forzosa del tren en el que regresaba a casa a causa de un accidente mortal en otra estación, decide regresar a casa siguiendo las vías del tren hasta que unos trabajadores la obligan a salir de la vía férrea. Y en 'Believe Me', este diálogo plantea la infidelidad confesada por un yo al que el interlocutor responde con una rocambolesca inversión de los términos que la primera confesión había establecido, explorando los límites de la confianza y la veracidad que se ponen a prueba en toda relación sentimental y forzando al lector a un posicionamiento frente a estos bosquejos de personaje: ¿es el yo hombre o mujer? ¿Y su interlocutor? ¿Qué tipo de relación percibe usted, lector, en esto que le propongo?

Otros relatos cuentan con tres voces (o personajes, si se prefiere) y sus correspondientes puntos de vista. ‘Paradise’ lo componen tres relatos de un mismo día contados por tres hermanas huérfanas en un pueblo cercano a Loch Ness. Kimberley McKinley es la gerente del turno de noche de la hamburguesería local cuando unos ingenuos chicos locales tapados con pasamontañas tratan de llevar a cabo un atraco. Gemma trabaja a bordo del barco que lleva a los turistas (“fuckers”, según la tripulación) por el loch, vendiendo paquetes de papas, refrescos y bebidas espirituosas cuando el bar está abierto. La más pequeña, Jasmine, se emborracha entre las tumbas del cementerio local. En un hogar sin padres, Kimberley es imperturbable y madura, Gemma esconde un carácter avinagrado detrás de una fachada servicial, mientras que Jasmine…es Jasmine. Es ciertamente un relato memorable.

Del resto de relatos de The Whole Story and other stories cabría destacar dos: ‘The Start of Things’, en el que Smith vuelve a adoptar el juego de las dos voces para contarnos una pelea conyugal que (aparentemente) termina en reconciliación cuando ambos se dan cuenta de que se han quedado fuera de la casa en medio de una fuerte nevada. Y 'The Heat of the Story', un curioso cuento de Navidad, en el que tres mujeres de distintas edades entran ebrias a la misa del gallo, arman un considerable escándalo y terminan en la calle contándose historias, expulsadas de la iglesia por el sacerdote.

Los demás relatos se titulan ‘Gothic’, ‘Erosive’, ‘The Book Club’, ‘Scottish Love Songs’ y ‘The Shortlist Season’, del que incluyo aquí un párrafo traducido.

Semilla de sicómoro Fotografía: Lofaesofa (Laurence Livermore)


Llevaba unas hojas enganchadas en la capucha del suéter. Se cayó algo. Cuando llegó al piso rebotó bastante alto e hizo un ruido sorprendentemente seco para ser algo tan pequeño, y lo recogí. Era una semilla de sicómoro, su única aleta estaba nervada como una especie de piel y le daba a la semilla un aspecto surrealista: una pequeña avellana voladora, un ala a la que le hubieran acoplado una cabeza encogida, un pez que era casi todo él aleta. Pero el dependiente de la galería detrás del mostrador de venta de postales me estaba observando con algo de interés, de modo que volví a poner la semilla en el interior del suéter junto con las hojas, lo doblé y me lo puse encima del brazo y escuché cortésmente cómo me decía que la entrada era gratuita, que los folletos sobre la exposición eran también gratuitos y que los catálogos ilustrados costaban £16,30. (p. 144-5)

5 abr 2015

Reseña: Los acasos, de Javier Pascual

Javier Pascual, Los acasos (Barcelona: Random House Mondadori, 2010). 251 páginas.

Puede que se trate de una coincidencia de fechas o no, pero el trasfondo histórico de esta novela del madrileño Javier Pascual ciertamente tiene mucho en común con la ocupación del continente australiano a partir de 1788 tras la llegada de la Primera Flota a Port Jackson. En Los acasos, Pascual narra los eventos que rodearon la guerra de fronteras al norte de México contra la nación apache y otros pueblos que durante siglos habían vivido más o menos tranquilamente en las tierras al norte del desierto de Sonora. En ambos casos, la ocupación por parte de tropas y colonos venidos de diferentes partes de Europa supuso prácticamente la exterminación de los pueblos oriundos de esas tierras.

El subgénero de la novela histórica entraña dificultades en cuanto a su ejecución exitosa. Por una parte, es necesario que el autor se sumerja durante largos periodos de tiempo en la documentación histórica que le vaya a permitir hacer verosímil e íntegra la versión de la historia que va a constituir el eje argumental de su narración. Por otro lado, debe dotar de vida a sus personajes para que no parezcan simples marionetas acartonadas sobre el papel. La buena noticia es que Pascual sale airoso respecto a ambos desafíos, especialmente en el primero, pero no siempre en el segundo.

La Sierra Madre en Arizpe. Fotografía de Edgar26c
Pascual escoge poner la veracidad de lo contado por el narrador principal (interpone otra voz narradora desde un principio, la cual nos avisa de la posible falta de veracidad de lo que cuenta Moisés Mújica en sus legajos). Esto constituye una pirueta ficcional con muchos riesgos, pero al autor le reporta muy buenos dividendos.

La introducción a la memorias de Moisés Mújica la realiza un narrador anónimo, escribano al servicio del ejército colonial, el cual nos informa de la muerte de aquél, “último hombre que pudo ver vivo al apache Chirlo” (p. 9), y de la obligación que tiene de preparar un documento que denomina “Escritura Funeral” con los legajos atribuidos a Mújica para enviárselos a su familia en Cádiz. Más adelante, surgen enormes sospechas en torno a la autenticidad de ese documento porque le es devuelto por la madre de la familia como “falso testimonio de un falso hijo” (p. 10).

Apaches en atuendo guerrero: Fotografía de Timothy O'Sullivan (1840-1882)
El tema de la historia narrada por Mújica es la guerra del imperio español (ya muy próximo su final al otro lado del Atlántico) contra los apaches que vivían en una vasta zona al norte de Chihuahua, en lo que hoy en día es Nuevo México y Arizona. La visión de Mújica es descarnada: sus confesiones (dirigidas a su supuesta hermana Flora, a la que añora muchísimo) retratan un cuerpo militar brutal y despiadado, cuyos integrantes son presa de una codicia inagotable y que ven a los apaches como meras alimañas a las que deben exterminar. Y a fe mía, que lo hicieron. Mújica da detalles de las muchas matanzas causadas en uno y otro bando en una guerra de frontera que con el paso de los meses y los años es poco más que simple rutina para él.

Presidio de San Agustin del Tucson, reconstruido en la actualidad. Fue edificado originalmente por los soldados españoles en 1775, y delimitaba la frontera septentrional del imperio. Fotografía de Darkwind.
Pero las cosas cambian cuando cae prisionero de los apaches, con quienes vive un largo periodo de tiempo. El alférez Mújica sobrevive con fortuna – y especialmente por la intervención del jenízaro Asén Bayé, apache criado con los españoles tras quedar huérfano. Mújica, que – según confiesa a su hermana – nunca ha sentido una verdadera vocación militar, aprende a vivir entre los apaches y sobrevive en gran parte gracias a una mujer repudiada por su marido por infidelidad (la marca del repudio es el corte del apéndice nasal). Tras un par de intentos de huida infructuosos, logra evadirse del yugo apache tras matar a un viejo guerrero que le había tomado algo de cariño.

El relato de Mújica trata de situarse en una difícil imparcialidad. Si el apache es descrito como un pueblo guerrero asentado en tradiciones que hoy en día no podríamos sino calificar de brutales y regresivas, los españoles no les van a la zaga: soldados de fortuna, hombres despiadados instruidos para llevar a cabo el expolio de tierras extranjeras con las malas artes de la barbarie, siempre justificadas por una falaz superioridad racial y el beneplácito de la consabida jerarquía religiosa que todo lo disculpa.

Las reflexiones de Mújica son francamente interesantes por lo contemporáneas que resultan: “una mala paz siempre será preferible a una buena guerra” (p. 134). El profundo conocimiento de los apaches le permite adentrarse en su filosofía de la vida: “a nosotros [los españoles] nos toca escribir la Historia que nos conviene, y a ellos [los apaches] les corresponde sufrir la que en verdad les toca y nadie más que ellos conoce ni conocerá porque no saben ni quieren escribir y porque desconocen la existencia de esa fabricación del hombre que llamamos Historia.” (p. 146) Sustituye “españoles” por “ingleses” y “apaches” por “indígenas australianos” y el paralelismo es harto evidente.

La entrada a Arizona desde Nuevo México. Creo que el cartel no va dirigido a los emigrantes del sur de la frontera. Fotografía de Wing-Chi Poon.

La duda sobre la veracidad del relato de Mújica es una estrategia que busca relativizar y ficcionalizar aún más si cabe el ejercicio de balance histórico que lleva a cabo Pascual. El novelista madrileño hizo un ingente esfuerzo por ambientar el relato del alférez en su época de tal forma que sea creíble. Términos más bien oscuros como jenízaro, pujacante, onagro, tártago o mimbreño, entre otros, junto con una sintaxis decimonónica y arcaizante, contribuyen a crear una voz para Mújica. No me resultó tan verosímil, en cambio, el pliego atribuido al apache Asén Bayé como “Memoria de Méritos” (p. 187-230). Resulta asimismo un poco chocante que el relato del mismo Mújica pase del pretérito (predominante al comienzo del libro) a hacerse en presente cuando Mújica da cuenta de su desastrosa expedición en pos de unos desertores que termina en su cautiverio en poder de los apaches. Son pequeños detalles que no restan méritos a lo que es, en su conjunto, un buen libro.

3 abr 2015

Copias - un cuento de Craig Cliff, en Hermano Cerdo


La revista Hermano Cerdo ha publicado esta semana mi traducción al castellano del relato 'Copias', del escritor neozelandés Craig Cliff. Se trata del segundo cuento que traduzco de este autor, pues hace ya varios años pude publicar en la misma revista 'Servicio de alta mar', un relato en torno a las aventuras de un joven neozelandés en el mundo fronterizo de los buques dedicados al transporte del carbón extraído de las minas de Queensland.

'Copias' tiene una temática bien diferente. Narrado en primera persona, trata de la obsesión por la reproducción de las imágenes del padre de un hombre joven, quien años después de la muerte de aquel contempla cómo esa obsesión puede habérsele transmitido a él. Es, al fin y al cabo, una reflexión sobre la vida, sobre quiénes somos y cuál es la misión (si la hubiere) que venimos a cumplir en este mundo, escrita en clave irónica.


El relato original en inglés, 'Copies', formaba parte de A Man Melting, primer volumen de relatos de Cliff, que reseñé en este blog en octubre de 2013. La única novela de Craig Cliff hasta la fecha, The Mannequin Makers, también cuenta con su pertinente reseña, en octubre del mismo año.

"La vida es una serie de repeticiones imperfectas.

Eso es lo que me dijo el terapeuta de mi madre – y yo lo repito aquí y ahora, de manera imperfecta – la única vez que hablamos. Eso fue antes de que yo conociera a Sarah, antes de que fuera a la universidad, antes, cuando los sueños eran todavía nuevos. Puede que le mencionara la palabra evocadores al terapeuta, no estoy seguro. Recuerdo que la sala de espera no tenía revistas, solamente una antología de las tiras cómicas de Calvin y Hobbes, y que él apenas habló. Cuando lo hizo, fue para decir algo oblicuo, que dejaba como colgando, dejando que el silencio me empujara otra vez a hablar. Pero cuando dijo «la vida es una serie de repeticiones imperfectas», en voz baja, como si supusiera que iba a tranquilizarme, me di cuenta de que la única persona con la que quería hablar era la única persona con la que ya no podía hablar.

Mi padre el artista."

Así comienza 'Copias'. Puedes leer el cuento completo en la revista, aquí. Mi más sincero agradecimiento a Craig Cliff y a Random House New Zealand por permitirme traducir y publicar este relato en castellano, en una traducción que, a fin de cuentas, no deja de ser una copia imperfecta de su original.

31 mar 2015

Reseña: The Rehearsal, de Eleanor Catton

Eleanor Catton, The Rehearsal (Nueva York: Reagan Arthur/Back Bay Books, 2011 [2008]). 309 páginas.

¡El mundo es un gran escenario/ y simples comediantes los hombres y mujeres! (Como gustéis, II.vii.138)

Robert Smirke, The Seven Ages of Man: The Lover, 'As You Like It,' II, vii
La primera novela de la neozelandesa Eleanor Catton, quien hace dos años se merendó el Man Booker Prize con su más que esplendorosa The Luminaries, juega no solamente con el concepto de la representación artística como ficción y/o fingimiento, sino que experimenta también con la estructura narrativa propia típica de la novela, con resultados muy satisfactorios.

A modo de resumen y sin dar apenas detalles sobre su argumento y desenlace, podríamos decir que The Rehearsal combina el progreso no necesariamente lineal de dos líneas argumentales por capítulos alternativos que se confunden, como un Tigris y un Éufrates, en el capítulo final. Los capítulos, a su vez, se componen de escenas fragmentarias y solo aparentemente desordenadas.

La novela arranca con el escándalo de un idilio amoroso entre una estudiante y el profesor de música en un instituto de una ciudad neozelandesa, que nunca es identificada en la narración. La historia de este tabú, el amor prohibido, será sin embargo utilizada por la troupe de estudiantes de primer año del Instituto de Artes Escénicas local para su proyecto teatral común de fin de curso. En realidad, y es algo que el lector agradece a Catton, nunca queda claro hasta qué punto la relación entre Victoria y el profesor de música debió ser motivo de escándalo.

Quizás el aspecto puramente literario más atractivo de The Rehearsal lo constituyan las constantes referencias a los conceptos de performance y rehearsal, es decir, la representación escénica y el ensayo. Pero no son solamente referencias: Catton no se corta, no teme romper las reglas (¿qué  reglas?, imagino que muchos dirán). Los personajes actúan en el papel de otros en una especie de representación paralela de la historia ‘real’, en un juego de luces y sombras que la autora introduce sin previo aviso. Es evidente que el lector tendrá que estar atento para no perderse. No es novela para distraídos.

El gran tema de The Rehearsal (y en esto radica, a mi entender, el título) es la adolescencia como época vital crucial, en la que la persona ensaya qué clase de comediante va a ser cuando tenga que salir al escenario real de la vida adulta. Es por eso que a través de los diálogos los personajes indagan en los tabúes sexuales y de comportamiento social que quedan ocultos detrás de la fachada socializada. Son temas de relaciones de poder en la intimidad, de cómo se ejerce ese poder sobre la inocencia desde la base de la experiencia, de qué es lo auténtico y qué es, al fin y al cabo, lo ilusorio, lo representado, lo actuado.

Catton trabaja con pericia el lenguaje de sus personajes, y lo hace con un propósito definido. Julia, por ejemplo, puede pasar del habla cotidiana de las adolescentes al registro erudito y elevado de una mujer adulta y segura en sus convicciones. Se trata siempre de una actuación, no debemos olvidarlo, pero es una representación muy atrayente, muy sugerente.

Quizás el personaje más enigmático sea la profesora de saxofón, mujer madura que esconde un oscuro pasado de frustración, capaz de manipular las emociones de sus alumnas y de echar abajo las defensas o resistencias de las madres de aquéllas con palabras que parecen a veces más balazos o aguijonazos que otra cosa. Es un gran acierto la contraposición entre las escenas en el estudio de la profesora de saxofón, con sus hábiles interrogatorios y manipulaciones, y los episodios en los que los estudiantes de arte dramático pugnan por destacar y llamar la atención de los tutores. Resulta también llamativo que el único profesor cuyo nombre no es revelado en toda la novela es el del supuesto abusador de la estudiante, el profesor del grupo de jazz del instituto, míster Saladin.

Si no la has leído, al igual que recomiendo The Luminaries, te recomiendo que lo hagas, y que disfrutes de este lúdico puzle que guarda tras sus sombras y espejos una fuerte crítica a la sociedad actual y el sistema educativo imperante. Está ya publicada en castellano por Siruela bajo el título de El ensayo general, en traducción de Tamara Gil Somoza.

24 mar 2015

Reseña: Preparation for the Next Life, de Atticus Lish

Atticus Lish, Preparation for the Next Life (Nueva York: Tyrant Books, 2014). 417 páginas.

Llevo cierto tiempo acariciando la idea de escribir unas líneas acerca de por qué continúo – en estos tiempos en que la originalidad y la brillantez literaria rara vez se suman en un mismo autor – leyendo las más recientes novedades, especialmente cuando se trata de la ópera prima de algún autor desconocido. El motivo principal, intuyo, tiene más que ver con la búsqueda de perspectivas y actitudes afines a mi visión del mundo y de la vida que con la esperanza (¿fundada exactamente en qué en datos o hechos?, me apresuro a añadir) de descubrir al próximo genio de las letras universales del siglo XXI.

El caso es que la primera novela del estadounidense Atticus Lish ha venido a confirmar que realmente vale la pena estar atento a esas novedades, por muchas mediocridades que vean la luz del sol y constituyan un desperdicio de papel o megabytes, según cuál sea tu soporte favorito.

NY skyline: Fotografía de Shmuel Spiegelman
El consabido elogio del The New York Times que la editorial decidió reproducir en la portada de la novela habla de una historia de amor (“Perhaps the finest and most unsentimental love story of the new decade”). Debo al instante expresar mi desacuerdo: Preparation for the Next Life no es una historia de amor, aunque la trama incluya una exquisita historia de amor. Esta novela de Lish es un prodigioso estudio de la dificilísima vida en los márgenes en la ciudad más famosa del mundo en nuestro tiempo.

A los Estados Unidos llega una joven uigur musulmana del noroeste de China, Zou Lei. Inmigrante ilegal, sin papeles en un país que sigue conmocionado y paranoico tras el 11-S, Zou habla muy mal el inglés y no conoce a nadie. El sueño americano puede ser para ella simplemente tener la certeza de asegurarse la próxima comida. Pero a las primeras de cambio cae en una redada e ingresa en prisión. Welcome to America!

Tras salir de la cárcel, sigue buscando trabajo y un lugar donde poder dormir. Subsiste con pequeños trabajos, tales como pasarse horas vendiendo DVD pirateados en el metro. Finalmente consigue trabajo en la cocina de un restaurante chino, como limpiadora, lavaplatos y chica para todo, por una miseria de salario. Dado que no domina el dialecto cantonés de la mayoría de los empleados, su posición en esa jerarquía está claro: el último. Pero Zou Lei cuenta con el tesón y la capacidad de sufrimiento que hicieron que muchos emigrantes terminaran siendo, si no los amos de la ciudad de Nueva York, al menos ciudadanos notables y respetados.

Graffiti en las calles de NY. Fotografía de Patrice78500
Zou tiene también muy asumido el axioma de mens sana in corpore sano, y en los pocos descansos laborales que tiene se entrega al ejercicio físico. En uno de ellos conoce a Brad Skinner, veterano de la campaña de Iraq, y accede a intercambiar con él números de teléfono. Lo que sigue es una fascinante historia (entre otras cosas, sí, de amor). Zou Lei tendrá en Skinner una fuente de apoyo y de compañerismo, que le servirá para mejorar su nivel de inglés. Skinner tendrá en Zou Lei una compañera que lo trata con mucho cariño. Skinner ha vuelto de la guerra totalmente desquiciado: la espalda llena de cicatrices y la memoria repleta de horrores (tanto los infligidos por él como los sufridos); debiera estar recibiendo atención por su trastorno de estrés postraumático, pero en cambio abusa de las pastillas, el alcohol y la mariguana y tiene unos bruscos y frecuentes cambios de humor; es, naturalmente, difícil la convivencia con él.

Perdido en la jungla de asfalto y en la nube químico-etílica de las diferentes sustancias que consume, Skinner encuentra alojamiento en alquiler en la casona de tres pisos de Queens regentada por la irlandesa Sra. Murphy, fumadora empedernida y obesa que nunca sale de casa. Con ella viven su hija Erin, y su segundo marido, sindicalista violento. Esperan el regreso de su hijo Jimmy, que cumple una larga condena en prisión. La llegada de Jimmy a la casa añade un cariz de amenaza latente a la narrativa (desde el sótano en el que duerme, Skinner oye fuertes pisadas de alguien nuevo en la casa). El autor nos hace ver que es solo cuestión de tiempo que Skinner y Jimmy tengan un enfrentamiento, especialmente cuando el inquilino empieza a darse cuenta de que alguien está entrando en su dormitorio cuando él está fuera de casa y le están desapareciendo cosas (latas de cerveza, paquetes de tabaco).

Una vista del barrio Queens. Fotografía de Nmilbrodt.
La relación entre la inmigrante ilegal y el exveterano de la guerra está tratada sin ningún sentimentalismo. Skinner no es, desde luego, ningún angelito, pero de sus conversaciones con Zou Lei se colige que sí quisiera creer en un futuro mejor que esa existencia deprimida y carente de expectativas de mejora que tiene. En varias ocasiones, saca la pistola que conserva de la campaña en Iraq y juguetea con la idea de apretar el gatillo mientras la apunta contra sí mismo. En una estrategia que quizás peque un poquito de simplista, Lish contrapone la figura de Jimmy con la de Skinner para que éste último quede como el bueno frente al malo de la historia. Y malo, Jimmy, lo es. Tiene maldad en abundancia, aunque sea en realidad otra víctima más de un sistema de justicia errado en sus principios y políticas. En una de sus escapadas, Jimmy sube a un pequeño recinto tras escoger a una mujer china para que le prestes sus servicios como masajista. Lo que ocurre en esa habitación, en una atmósfera asfixiante, es uno de los episodios de mayor brutalidad y sadismo que he leído en mucho tiempo. El hecho de que la masajista sea de raza china añade unas dosis extraordinarias de  tensión y suspense a los acontecimientos que van a suceder después.

También se disfruta de la prosa límpida y a ratos elegante de Lish. Para los que no conocemos bien Nueva York, seguir a los personajes en sus largos recorridos por la ciudad es todo un reto (quizás sea recomendable leer la novela con la ayuda de un buen mapa), y Lish aporta sutiles descripciones en las que demuestra contar con unas grandes dotes de observación y la habilidad de decir mucho en pocas palabras. Un botón de muestra:

“Broadway de día. Salía la gente en tropel del metro, moviéndose en grupos que se iban fragmentando y luego atravesaban otras columnas de gente, igual que en un colador. Olía los pretzels. Desde un Denali negro se podía ver la mano de un conductor, que descansaba el brazo sobre el volante, una mano de atleta, un reloj de pulsera caro. Todas las chicas llevaban botas de esquimal. El pelo les rebotaba en la parte de atrás al caminar. Eran tantas que resultaba increíble. Había chicas oficinistas fumando a la entrada de los edificios, y tipos en mangas de camisa que salían a fumar con ellas, jóvenes con pantalones, tipos normales que no se habían alistado después de terminar la secundaria, y Skinner escuchaba el sonido de sus voces al pasar y todo le parecía muy extraño.” (p. 71, mi traducción)
En Preparation for the Next Life Lish recoge el lenguaje de la ingente mezcolanza humana que es Nueva York. Acentos castellanos de México, Puerto Rico o República Dominicana, pero también mandarín, cantonés, y el habla peculiar de los irlandeses, y ante todo ese inglés macarrónico que hablan todos los que han llegado allí desde cualquier parte del mundo en busca de una vida mejor, a un mundo amenazante, inseguro y desalentador, y en el que solo les es posible instalarse en los márgenes, ateridos por el frío en invierno y agobiados por el calor en verano, pero siempre albergando alguna remota esperanza de salir a flote y vivir un poco mejor. Son el otro, a los que los gobiernos ponen trabas burocráticas de todo tipo (Zou Lei y Skinner no se deciden a casarse porque ella no tiene ningún documento de identidad legítimo).

Roosevelt Avenue es una de las calles más nombradas en la novela. Fotografía procedente de Brownstoner Queens

Esta es una novela norteamericana un tanto atípica, quizás incluso unAmerican en algunos de sus elementos. Bienvenida sea la diferencia, bienvenido sea un nuevo autor con una propuesta fresca y discordante con las tendencias más convencionales.

31/01/2017: Por fin ha aparecido la novela en castellano, publicada por Sexto Piso como Preparación para la próxima vida. con traducción a cargo de Magdalena Palmer.

21 mar 2015

Reseña: The Double, de Maria Takolander

Maria Takolander, The Double (Melbourne: Text, 2013). 257 páginas.

Este primer libro de narraciones breves de la australiana Maria Takolander consta de dos partes bien diferenciadas. La primera (el grueso del volumen) la componen un total de ocho relatos cuyos títulos corresponden a obras ya clásicas de la literatura universal. Son a un mismo tiempo homenajes y recreaciones muy libres – en algunos casos más creaciones que recreaciones – de obras ya conocidas: ‘The Red Wheelbarrow’, un poema de William Carlos Williams; ‘Three Sisters’, que inspira la obra de teatro homónima de Antón Chejov; ‘The Double’, como la novela de Fiódor Dostoievski; o ‘The Obscene Bird of Night’, iluminada por la obra del chileno José Donoso El obsceno pájaro de la noche; la lista la completan ‘Paradise Lost’, ‘Mad Love’, ‘The Interpretation of Dreams’ y ‘The War of the Worlds’.

Los relatos de la segunda parte tienen no solamente una temática común sino un mismo tono sarcástico. El primero de ellos, ‘A Roānkin Philosophy of Poetry’ tuve el gusto de poder traducirlo para la revista de los campeones, Hermano Cerdo, hace ya tanto tiempo que el enlace a la traducción ya no funciona, pero si te apetece, es todavía posible leerlo en su versión original en inglés, aquí, cuando fue premiado con el Elizabeth Jolley Prize de 2010.

Varios aspectos temáticos son comunes a los relatos de The Double: la memoria como presencia irrebatible del pasado en la vida presente de personajes que ven el futuro con miedo y perciben una amenaza en la presencia de otros personajes que en el mejor de los casos son apenas visibles cuando no están totalmente ausentes. Muchos de estos relatos indagan en la violencia (en varios casos caracterizada por la figura del padre en la sociedad patriarcal occidental). El escenario (más que el tema) de la emigración es otro aspecto presente en varios de los cuentos de The Double, bien como nuevo entorno geográfico del mundo actual, bien como lugar indeterminado de un futuro post-apocalíptico (como es el caso de ‘The War of the Worlds’ o ‘Paradise Lost’).

No me resulta nada fácil decidirme por un par (o incluso un trío) de ellos como recomendación en la categoría imperdible, lo que en inglés normalmente se conoce como must-read. Pero si me viera en esa tesitura, escogería estos tres: ‘Mad Love’, ‘The Interpretation of Dreams’ y ‘The Double’. En el primero una mujer cuenta el castigo o desquite al que somete durante la luna de miel en África que ella misma ha escogido al hombre con quien se ha casado (bastante mayor que ella) al darse cuenta de que en realidad lo odia. Para mí, el relato funciona de modo particularmente efectivo porque Takolander lo escribe en primera persona, dirigido a un que es el marido. Así comienza ‘Mad Love’:

Me pediste que me casara contigo en la oscuridad, mientras estabas todavía montado encima de mí. Yo dije que sí, tú me diste un beso en la mejilla y te dejaste caer en la cama.

Después, acostada junto a ti en la oscuridad, saqué a colación el asunto de la luna de miel. La colcha de plumón me parecía sofocante, y podía oír el anticuado despertador que tenías en la mesilla de noche. Mientras miraba la penumbra del techo te dije que deberíamos hacer algo arriesgado. Lo que yo quisiera estaría bien, respondiste. Y entonces te pusiste a roncar. (p. 91, mi traducción).
 
Con un tono frío, directo e incluso calculado, la narradora relata la ceremonia y el viaje en un pequeño tour por una desolada región africana (Namibia viene a la cabeza), con un desenlace demoledor.  

El segundo relato que yo escogería como muy recomendable, ´The Interpretation of Dreams´, tiene como protagonista a un joven estudiante. La llegada al instituto de una chica nueva, Amelia (con una problemática reputación), cambiará su vida y la de sus compañeros de manera brutal. El chico, desmañado y solitario, sufre el trauma de haber crecido con una madre anoréxica hospitalizada y un padre abandonado a sus aficiones. Se refugia en la  novelas de Stephen King y en la masturbación. Amelia aparece como un vendaval, vestida y maquillada provocativamente y, tras sentarse a su lado en la clase de literatura (el grupo está, curiosamente, leyendo Edipo Rey) le sigue en el recreo, se sienta enfrente de él, le roba el plátano de su almuerzo y empieza a contarle sus proezas sexuales. A partir de ese momento Amelia es una pesadilla para él, sensación que se acentúa a causa de llamadas telefónicas anónimas que recibe cada noche. Takolander controla el tempo de la narración con maestría, y el relato se resuelve con un trágico pero brillante desenlace.

´The Double´, que da título al volumen, se centra también en el trauma de juventud de una mujer de origen finlandés (Takolander es de origen finés) que vive en una granja australiana con su marido, aunque pasa la mayor parte del tiempo sola y limitada por la discapacidad que sufre (tiene un brazo paralizado por causas no explicitadas). El recuerdo de un trágico episodio en un lago de Finlandia, en el que murió su hermano mayor, la atormenta; el reflejo de su imagen en la charca de agua que la avería de una bomba ha creado, es el detonante de una resolución más que sorprendente.

Los relatos de la primera sección de The Double son por lo tanto inteligentes ejercicios intertextuales con numerosas alusiones a obras literarias clásicas, escritos en una prosa escueta y precisa pero altamente poética (la vertiente creativa más importante de la obra de la autora es la poesía). Pero las alusiones literarias no escasean tampoco en los cuatro relatos de la segunda parte, la que podríamos llamar la parte de Roānkin, un conjunto de cuatro cuentos metaliterarios con un indudable ánimo satírico. ¿Quién o quiénes se sitúan tras los blancos de los dardos sarcásticos de Takolander?

16 mar 2015

The Seventh Day, by Yu Hua - A Review

Yu Hua, The Seventh Day (Melbourne: Text, 2015. 213 pages. Translated into English by Allan H, Barr,

Nota: Esta es la versión en inglés de la reseña publicada en castellano en Hermano Cerdo, que puedes, si lo prefieres, leer aquí

The passage from life to death should perhaps make it possible some sort of space or time wherein the deceased could gain access to some entertainment: a transitional period that would allow us to cast a last ironical glance around us and evaluate those who are left behind in the world of the living. Yet in reality – unless someone can prove the opposite – everything seems to indicate it is not so. Fortunately, literature, fiction, permits some licences. While we are it, who wouldn't enjoy such a thing?

In Yu Hua’s latest novel, The Seventh Day, the protagonist, Yang Fei, is a 41-year-old man recently killed by an explosion at the restaurant where he had been eating noodle soup, just as he was about to enjoy a small complimentary plate of seasonal fruit.

When he ‘wakes up’ the first day after his death, the city where he used to live is covered in thick fog through which he has to make his way to reach the crematorium, of which he poignantly says it is nowadays called a funeral parlour. He needs to hurry, as he has been assigned a cremation time, 9:30 am. Yang is washing at home and getting dressed with more appropriate clothes when the phone rings and a voice reminds him that he needs to be there at 9, with his pertinent booking receipt. Of course, he will be late.

The novel is made up of seven chapters that match the seven days between Yang’s death and the end of his pilgrimage across the Land of the Unburied.

The Seventh Day would be a macabre narrative were it not for the fact that irony is prevalent in Yu Hua’s writing. Where it is not, the novel feels too sentimentalist; yet let us not be deceived: there is a rich vein of black humour in this story.

At times the plot is nifty, innovative, amusing: Yu drafts a veiled criticism of contemporary Chinese society. Many of the dead he meets in his wanderings across the Land of the Unburied are destitute people who in their lifetime were unable to afford a small plot where their ashes can be buried. A married couple he stumbles upon explain how they died when the machinery sent by the local government knocked down their building while they were asleep inside, after having worked several shifts for very little pay. One girl roaming the weird ‘purgatory’ (the term is useless, but one has to write something!) of those who do not have a place where they can be buried tells Yang her story: how after scraping by with poorly-paid jobs she fell to her death from the highest building in the city. Later, Yang Fei meets the girl’s fiancé, who sold a kidney to one of the organ-harvesting mafias, got sick and died in abject poverty.

The Land of the Unburied is ‘populated’ by a multitude of dead. Most of them only have (literally) their bones left, resigned to spend eternity in a vast plain adorned with trees and rivers. In his rambling Yang runs into acquaintances; these are secondary characters who tell (us) their personal stories: these are significant additions to the plot because they allow Yu Hua to show many variegated perspectives of what life is like in today’s China, suggestive snippets of the kind of society prevalent in the Asian giant that has become the world economy’s big dynamo.

There are at least three different sections in the funeral parlour: one has plastic chairs for the less wealthy, another one has armchairs where the opulent sit while waiting their turn for their corpses to become ash, and the VIP zone which in the novel is used by the city mayor only, deceased in the room of a luxury hotel while enjoying the company of an attractive young lady.

Some episodes border on the obscene. Yang Fei is any case dead, and therefore he feels immune to criticism or the immoral weight of fame. In the seven days of the protagonist’s story, while he is searching for his father, also recently dead, and whom he assumes to be in the Land of the Unburied, Fei tells his life story: from how he was born in the most extraordinary fashion, falling though the toilet of a speeding train to his childhood with an unmarried father (the railway worker who found him on the tracks), his failed marriage to an attractive and ambitious woman, whom she finds in the bizarre limbo he keeps walking around in.

China, the ancient middle kingdom, is undeniably an economic and geopolitical superpower in the early 21st century. The country’s transformation in recent decades has been disproportionate. Its many problems, however, are well known: uncontrolled pollution, exhausted outdated models, political corruption and nepotism, unbridled consumerism and moral decadence (anyone interested in these issues would do well to read Chinese-Australian Ouyang Yu’s latest novel, Diary of a Naked Official – N.B. the review is in Spanish). Yu Hua does not hide: his criticism of the system is no obstacle for his characters to display (who are dead, let’s not forget) the kind of kindness and tenderness ordinary people who struggle to make a living day after day do have. As is often the case, the most vulnerable, the weakest, are those who powerlessly witness unstoppable economic growth, of which they will never get to taste a morsel.

Money can buy everything, apparently even after death. That is why the VIPs are cremated in an imported machine with leading-edge technology, whereas the poor have to go through the locally manufactured inefficient contraption. In any case, do not forget to take your number.

Next, please!

7 mar 2015

Reseña: Get in Trouble, de Kelly Link

Kelly Link, Get in Trouble (Melbourne: Text, 2015). 333 páginas.

Es una buena noticia la publicación de un nuevo libro de cuentos de Kelly Link, cuyo relato ‘Some Zombie Contingency Plans’ tuve el gusto de traducir hace unos años para la revista de los campeones, Hermano Cerdo, y el cual, si es que todavía no lo has leído, puedes (y deberías) hacerlo: aquí.

Digo buena nooticia porque me parece estupendo que alguien como Link vea recompensado su trabajo literario de años con la publicación de otro libro. Hay algo sumamente especial y atractivo en las historias de Link, a causa en buena medida de la ambigüedad con la que escenifica las historias. La singularidad de los cuentos de Kelly Link estriba en sus sorpresivos desenlaces.

En el caso de los ‘Planes de contingencia frente a los zombies’, la presencia del personaje principal, el Jabones, con su llegada nocturna a una fiesta a la que no ha sido invitado, parece una poco amenazadora desde el primer momento; pero la narración sabe guardar sus bazas ganadoras – esas que deben deleitar al lector para que sienta satisfacción por la lectura de un texto – hasta el último instante.

Ya el título de esta colección de cuentos nos indica que en estas narraciones los personajes van a meterse en problemas de toda índole. Es desde luego una colección variopinta en cuanto a los escenarios escogidos: desde un hotel de Nueva York a una nave espacial en medio del universo en otra época más avanzada que la nuestra, pasando por las orillas de un lago en el que existió una antigua colonia nudista desaparecida misteriosamente.

El relato que inicia Get in Trouble, titulado ‘The Summer People’, algo así como ‘los veraneantes’, tiene como protagonista a una jovencita a la que le despierta su padre una mañana con un vaporizador, para decirle que se va a Florida a una reunión religiosa y que debe cuidar de “los veraneantes”. Con un gripazo de impresión, Fran acepta la ayuda de Ofelia, compañera del instituto, a la que inmediatamente le pica la curiosidad por saber quiénes viven en la extraña casa medio oculta en la montaña. Los veraneantes resultan ser criaturas mágicas que decoran la casa con fantásticos juguetes. No es el mundo de los cuentos de los hermanos Grimm: los veraneantes cambian la configuración del iPod de Ofelia cuando ella lo olvida tras su primera visita a la casa. Cuando Ofelia insiste en aceptar el reto de pasar una noche entera en la casa, el lector puede intuir que algo siniestro se cierne sobre ella. Sin embargo, Link interrumpe la narración para llevarnos varios años después a un albergue juvenil europeo donde Fran reflexiona rememora cómo escapó su madre de la servidumbre hacia los veraneantes en la que estaba inmersa, y cómo Fran hizo lo propio.

‘I Can See Right Through You’ cuenta la desdichada vida del famoso actor protagonista de una película de vampiros en el crepúsculo de su carrera y víctima del escándalo causado por un esperpéntico episodio sexual grabado en video, y al que la voz narradora se refiere siempre como ‘Demon Lover’. Deprimido, huyendo de su mujer y otro inevitable litigio por divorcio, acude a ver a su amiga Meggie, su antigua amante y coprotagonista de sus películas, que ahora presenta un reality sobre fantasmas y presencias de ultratumba. El escenario es una antigua colonia nudista a las orillas de un lago en Florida, en donde desaparecieron décadas antes todos sus miembros (el juego de palabras es fortuito, de verdad). El desenlace es más que sorprendente.

‘Secret Identity’ supone un significativo cambio de técnica narrativa, pues Link escribe en primera persona. La protagonista es una adolescente del midwest que ha venido a Nueva York a pasar un fin de semana con alguien a quien solamente conoce a través del mundo virtual de internet. El susodicho, Paul Zell, ha pagado la habitación en un hotel donde se está celebrando una convención de superhéroes y otra de dentistas. Puede que el desengaño al que está abocada sea el menor de sus problemas.

‘The New Boyfriend’ es el relato que más me ha gustado de este volumen. Un grupo de chicas adolescentes celebran sus fiestas tomando absenta en compañía de una especie de chicos artificiales, unos androides o robots, de una marca llamada ‘Boyfriend’. Los androides hablan y bailan, demuestran cariño e interés por las chicas. Pero todos ellos son propiedad de una de ellas, Ainslie – cuya familia nada no solo en dinero sino también en problemas. La última adquisición de Ainslie es el modelo ‘Ghost Boyfriend’, que puede configurarse en dos modos: corpóreo y espectral. Cuando Immy, una de las amigas de Ainslie, se enamora del nuevo robot e idea un plan para pasar una semana con él en el almacén de la madre de Ainslie (como es tan buena amiga, sabe dónde encontrar llaves para la casa y el almacén, además de la clave para desconectar la alarma), puede uno suponer que lo que Immy le ha dicho a Elin (otra chica del grupo de amigas) va a ser cierto: “Puede ser que yo no quiera lo que es real.”

Me gusta cómo escribe Kelly Link. Su prosa es límpida, tiene una enorme originalidad y sabe tirar del hilo conductor de sus relatos con destreza. Sus recursos, no obstante, no son extraordinarios, no tienen nada de insólito: los personajes son personas corrientes que no albergan sueños grandiosos, mas Link los zambulle en circunstancias un tanto surrealistas o fantásticas de las que mayoritariamente podrán salir, aunque lo hagan tocados para siempre. La vulnerabilidad de los personajes es precisamente lo que los hace más humanos: el deseo les lleva al desastre.

El resto de relatos de Get in Trouble son ‘Valley of the Girls’, ‘Origin Story’, ‘The Lesson’, ‘Two Houses’ y ‘Light’. En el primero, además de utilizar una forma tipográfica especial, reproduciendo la cartela que habitualmente rodea los jeroglíficos alrededor de cada uno de los nombres de los personajes, la estructura narrativa da saltos entre el pasado y el presente. Los jóvenes de esta historia son hijos de personas muy ricas, híper-controlados con microchips. Tienen también una cara pública, otra persona que los representa en público para evitar los escándalos. Las chicas se han entregado a la moda de construirse pirámides y sarcófagos como en el antiguo Egipto.

En ‘Two Houses’ la tripulación de una nave espacial se despierta de su larga hibernación para celebrar un cumpleaños. Lo hacen contando cuentos de fantasmas, sin que parezca importar mucho que la nave lleve años surcando en solitario el universo tras haber perdido repentinamente y sin explicación lógica alguna a su nave gemela. Cuando Maureen, el cerebro cibernético de la nave (una versión femenina de HAL) empieza a jugar con las imágenes decorativas que ilustran los cuentos que cuentan los miembros de la tripulación, empiezan a surgir ansiedades y serios atisbos de zozobra.

Estos son cuentos que no buscan satirizar, pese a la sutil ironía que demuestra Link en muchos de ellos. Los elementos irreales o fantasiosos no son añadidos gratuitos ni facilones: pienso que son más bien aspectos estructurales que le asisten a dibujar personajes que sin buscar la grandeza terminan en la desgracia. Siempre hay una lección en cada uno de ellos. Una colección de relatos muy entretenidos, muy recomendables.

24 feb 2015

Reseña: On Such a Full Sea, de Chang-rae Lee

Chang-rae Lee, On Such a Full Sea (Londres: Little, Brown, 2014). 352 páginas.

¿Cómo serán nuestras sociedades dentro de doscientos o trescientos años? ¿Será el calentamiento global un factor determinante en la reestructuración del orden social en un futuro quizás no tan lejano? ¿Qué aspiraciones tendrán los futuros ciudadanos, qué inquietudes? Esta es solo una de las ideas que puede barajar el lector de On Such a Full Sea, la última novela de este talentoso novelista estadounidense nacido en Corea.

Una joven llamada Fan, chica corriente que no destaca ni por su belleza ni por su inteligencia, de raza asiática, baja estatura y entregada a su trabajo como submarinista en los enormes tanques piscifactorías de la pequeña ciudad de B-Mor (el guiño a Baltimore es evidente) se escapa para buscar a su novio, Reg. Este ha desaparecido sin dejar rastro tras ser reclutado a la fuerza por las autoridades (el Directorio). Lo curioso del caso es que Reg parece estar libre de las enfermedades causadas por el mal que en la novela se identifica solamente por la letra C, y que tarde o temprano afecta a todos los habitantes del planeta. Lo que no sabe Reg es que tras un único encuentro sexual con Fan, la joven ha quedado embarazada.

El mundo de On Such a Full Sea (título que Lee toma prestado del Julius Caesar de Shakespeare) bos presenta una sociedad distópica, altamente jerarquizada y estratificada. Los habitantes de B-Mor son en realidad los descendientes de inmigrantes llegados varias generaciones antes de un lugar llamado Nueva China, en el que la vida se volvió imposible a causa de la altísima contaminación. Se dedican principalmente a la producción de alimentos, destinados a las ciudades “estatutarias”, centros urbanos en los que residen las élites económicas e intelectuales, separadas del resto del territorio por autopistas de peaje y cuerpos de seguridad. El ancho campo restante es lo que el narrador (sobre este narrador cabe añadir más cosas) denomina “los condados”, zonas indeterminadas en las que subsisten quienes pueden, entre bandas de ladrones y asesinos que recorren las regiones a la caza de dinero, comidas, esclavos. Así pues, tenemos un universo dividido en tres partes: la zona oscura y peligrosa, una suerte de zona intermedia terrenal (B-Mor) y una asociación de paradisíacos lugares de lujo y privilegio con clases sociales plenamente establecidas, las ciudades estatutarias.

En su huida, Fan sufre diversas peripecias, la primera de la cuales es un atropello en la carretera, accidente tras el cual es recogida por Quig y (a regañadientes) Loreen. Quig, antiguo veterinario expulsado de Asociación Estatutaria debido al comercio ilegal de drogas, la cura y le permite recuperarse en el asentamiento conocido como The Smokes, del cual es el líder. Allí ejerce la medicina y extrae beneficios de todo aquel que llega en busca de ayuda. Cuando el asentamiento está a punto de quedarse sin agua, Quig emprende un viaje acompañado de Loreen y Fan en busca de una taladradora potente y de medicamentos para el hijo de Loreen. ¿Destino? Una ciudad estatutaria llamada Séneca.

Quizás el aspecto más intrigante de esta novela sea el carácter del narrador. Con una voz anónima que habla en primera persona del plural en nombre de los habitantes de B-Mor, Chang-rae Lee crea un filtro narrativo sumamente atractivo: el narrador nos recuerda repetidamente que no ha sido testigo de la historia de Fan, la cual nos narra al tiempo que la envuelve en rumores, dudas y especulaciones. El narrador pone pues en duda la veracidad de la historia que cuenta, en un sutil intento por otorgarle a Fan (y a Reg) un estatus de heroína legendaria, mítica. La narración intercala por otra parte reflexiones de cierta índole filosófica sobre la vida en B-Mor y los leves cambios de rebeldía que experimenta su sociedad una vez la historia de Fan y Reg cobra visos de verdad/leyenda. Este recurso es desde luego arriesgado, pero no me cabe duda alguna de que Lee consigue lo que persigue, pese a que el ritmo de la narración decaiga en algunos momentos.

La trama se complica un poco más cuando los tres viajeros llegan a Séneca tras salir vivos de una emboscada en mitad de los condados, gracias a la astucia y presencia de ánimo de Fan. Quig entrega a Fan a un matrimonio sin hijos, pero cuando el dueño de la casa, Leo, intenta violarla la primera noche, su mujer (la Sra. Cathy) le golpea en la cabeza y le provoca un derrame cerebral. Fan empieza a acostumbrarse a vivir en la gran mansión, aprendiendo el oficio de sirvienta. Hay algo extraño y un poco siniestro en esa casa, como descubrirá Fan cuando Cathy la invite a pasar la noche en sus aposentos. Esta es, en mi opinión, la parte más sorprendente de la novela. Es un episodio que precede al giro argumental que ha de llevarnos al desenlace. Chang-rae Lee ya ha escrito varias obras que me resultaron amenas y satisfactorias (si te interesa saber de mi opinión respecto a ellas, están en el blog), pero On Such a Full Sea es un territorio nuevo, un reto distinto del que sale muy airoso.

La incógnita de si Fan encontrará a Reg impulsa la trama y mantiene por supuesto el interés del lector, pero es la posibilidad de que Fan encuentre a su hermano mayor, Bo Liwei (uno de los pocos jóvenes de B-Mor que consiguió aprobar los exámenes de acceso a la escuelas privilegiadas de la Asociación Estatutaria), lo que crea un aliciente argumental añadido, que en ningún momento resulta enrevesado ni arduo de seguir. El desenlace, pese a ser abierto y algo extraño, culmina una estupenda novela de uno de los autores estadounidenses a tener en cuenta en los próximos aňos.

16 feb 2015

Reseña: Let's Explore Diabetes with Owls, de David Sedaris

David Sedaris, Let's Explore Diabetes with Owls (Londres: Abacus, 2014). 275 páginas.

David Sedaris es colaborador habitual de The New Yorker, y de hecho hasta diez de las piezas que integran esta colección aparecieron anteriormente en la revista. A Sedaris se le suele catalogar como humorista o cómico, aunque trabaja en muchos medios y ha escrito libros para todos los gustos (que no he leído, me apresuro a añadir).

Let’s Explore Diabetes with Owls es una colección heterogénea, una mezcla de viñetas satíricas, fragmentos autobiográficos en clave humorística y monólogos dramáticos cuyos esperpénticos narradores se ridiculizan a través de sus propias palabras. Sedaris, por tanto, no busca la risa fácil, pero si a veces la consigue, no es porque sus escritos desplieguen el humor de manera evidente. Lo que se percibe (y con mayor frecuencia se agradece) es una airada ironía, la crítica velada de un observador paciente, o la hipérbole del cronista de una realidad absurda.

No es difícil identificar algunos de los temas que son fijaciones para el autor: los animales muertos (la taxidermia, el coleccionismo de ejemplares, la crueldad que los niños son capaces de infligir a inocentes animales), la inevitable discrepancia entre padres e hijos, los malos hábitos extendidos en nuestra sociedad actual, o incluso temas puramente escatológicos (‘#2 to Go’ cuenta las experiencias de un viaje a China, en donde “Una vez vi montones de flemas, relucientes como ostras recién desbulladas, en escalones y escaleras mecánicas. Las vi congeladas, tal si fueran manchas de aceite en las aceras, o supurando, pared abajo.” (p. 191, mi traducción)

Para mi gusto, lo mejor de este volumen son los autodestructivos monólogos. ‘I Brake for Traditional Marriage’ lo narra un hombre que, furioso porque el vecino estado de Nueva York ha aprobado el matrimonio entre personas del mismo sexo mata a su esposa, a su hija y a su suegra. “Puede que esto parezca injustificable, pero si la homosexualidad ya no es pecado, ¿quién puede entonces decir que matar también lo es? Si te sienta bien, hazlo; eso es lo que los legisladores del estado parecen decir. ¿A quién le importa lo que pueda pensar toda la gente decente?” (p. 168, mi traducción) El breve relato lo cuenta desde la celda de la comisaría a la que le han llevado tras atropellar a un chico (“casi seguro que era gay”) a la puerta de una escuela. Y explica que “si fuera gay, probablemente me soltarían” (p. 173), y acto seguido le planta un beso en la boca a su compañero de celda, Diego Rodriguez, inmigrante ilegal.

Jesus Shaves

Let’s Explore Diabetes with Owls es una lectura entretenida, pero me quedo con la certeza de que los relatos funcionarían mucho mejor en vivo, en el formato de standup comedy. Pienso que se pierde mucho en materia de entonación, pausas, esos guiños extratextuales que permite la lectura ante el público, la re-presentación de un texto en interacción con el público.

Por cierto, el poema que cierra el volumen bien podrían habérselo ahorrado, pues deja muy mal gusto de boca.

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