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9 jun 2012

La cultura de la distracción – The culture of distraction

You've got mail!

A través de Javier Moreno (Rango Finito) llegué a este post (en inglés) del bloguero Joe Kraus,  publicado el 25 de mayo de 2012. Simplemente me limito a reproducir unos extractos traducidos al castellano, puesto que me pareció un post sumamente interesante y acertado. Espero que despierte tu interés, si es que puedes mantener la atención el tiempo necesario J.

Estamos creando una cultura de la distracción

Estamos creando y alentando una cultura de la distracción, en la cual estamos cada vez más desconectados de las personas y de los sucesos que nos rodean, y somos cada vez más incapaces de dedicarnos a pensar de forma prolongada. La gente ya siente ansiedad cuando sus cerebros no reciben estimulación.
Al hacer esto, estamos perdiendo cosas muy importantes. Amenazamos los elementos clave que subyacen en la creatividad y la perspicacia al rellenar todo nuestro tiempo “vacío” con estimulación. E inhibimos la conexión humana real cuando otorgamos prioridad a los teléfonos por encima de la gente que tenemos delante de nosotros.
¿Qué podemos hacer? ¿Es inevitable este derrotero? ¿O puede restablecerse el equilibrio?
[…]
Estamos sufriendo una crisis de atención en nuestra cultura. Nos estamos convirtiendo en una cultura distraída, una cultura que nos desconecta. […]
Estamos perdiendo mucho de nosotros mismos, de nuestras relaciones con los demás, de lo que es, en muchos modos, nuestra humanidad.
¿Qué podemos hacer al respecto? Si es una sensación generalizada, ¿hay algo que podamos hacer? ¿O escapa a nuestro control?

Parte 1. Una crisis de atención
[…]
Observa cómo el acceso a internet ha cambiado desde que aparecieron los smartphones […]. En la época anterior al smartphone accedíamos a internet aproximadamente unas cinco veces al día, en periodos más largos. Hoy en día, con los smartphones, estamos accediendo unas 27 veces al día.
La consecuencia de todo esto es que cada vez nos distraemos más. Cada vez somos menos capaces de prestar atención a nada por lo que solían ser periodos razonables de tiempo.
Y la parte curiosa de la distracción es que es una condición que va a peor. Cuanto más distraídos estamos, más probable es que nos distraigamos.
Hay quien dice que alternar nuestra atención entre cosas diversas que compiten por ella es realizar “multitareas”. Como si fuéramos un ordenador con dos centros duales que ejecutan procesos simultáneos.
Pero es que no lo somos. Hay numerosos estudios de ecografías cerebrales que demuestran que lo que llamamos multitareas en los humanos no lo son en absoluto. El cerebro solamente intenta alternar su atención entre dos tareas. Hacia detrás y hacia adelante, lo más rápido posible.
Está demostrado que no solamente somos más tontos cuando lo hacemos (en promedio, unos 10 puntos de Cociente Intelectual más tontos – es lo mismo que pasarse toda la noche sin dormir), pero además somos un 40% menos eficientes en lo que estemos haciendo, sea lo que sea.
Pero mi parte favorita sobre las multitareas es que está probado que cuanto más lo hagas, peor lo harás. Fíjate en eso. Es una de las poquísimas cosas que, cuanto más practiques, peor harás.
El motivo es que cuando practicas la distracción (eso son en realidad las multitareas – prestar atención a algo que te ha distraído de aquello a lo que le estabas prestando atención originalmente), estás entrenando tu cerebro. Lo estás entrenando para que preste atención a cosas que te distraen. Cuanto más lo entrenas a tu cerebro para que preste atención a las distracciones, más te distraerás  y menos podrás centrarte ni siquiera durante breves periodos de tiempo en las dos o tres cosas que, para empezar, estabas intentando terminar en tus ‘multitareas’.
Y eso, ¿no te parece contraproducente?
[…]
¿Por qué no podemos apartar la vista? ¿Por qué parecemos ser, la mayoría de nosotros, presa de esos aparatos incluso si sabemos que nos están creando un verdadero problema? Pienso que son dos las razones.
La primera es que estamos perfectamente mal adaptados, desde un punto de vista biológico, a estos aparatos. Nuestros antepasados estaban tranquilamente sentados en la sabana y crujió el árbol cerca de ellos; los que no levantaron la vista y vieron el león que venía a comérselos, ésos NO SON nuestros antepasados. Los que sí miraron, y vieron que solamente se trataba de un pájaro inofensivo, esos sí lo son. Estamos programados para prestar atención a toda estimulación nueva.
La segunda razón es algo que los casinos saben desde hace mucho tiempo. Para ilustrarla, deja que te pregunte si sabes cuál es la parte más rentable de la sala de juegos de un casino. Las máquinas tragaperras. Las maquinitas ganan dinero a espuertas porque emplean un principio denominado “pago al azar”. Resulta que si tiras de una manivela y paga de manera predecible, rápidamente te das cuenta y dejas de tirar. Pero, haz que el premio salga al azar y a la gente le costará muchísimo parar. Algunas veces tirarás y no sacarás nada, otras veces tiras y te dan un poco, y de vez en cuando, te tocará el premio gordo.
Piensa ahora en los mensajes de texto o las alertas de email de tu teléfono en este contexto. Algunos no son importantes. Unos sí lo son. Y muy de vez en cuando, te llegará algo muy urgente. Es un pago al azar en tu bolsillo.
La parte que me resulta asombrosa es que todos nos miramos unos a otros y nos vemos, en tanto que adultos, fracasando, y luego va y les damos estos aparatos a los niños y esperamos que ellos lo hagan mejor. Pues no, no lo hacen. De hecho, y eso lo saben los padres de cualquier adolescente, les va mucho peor…
¿Sabes cuál es la media de SMS que envía y recibe una chica de 13 a 17 años cada mes? En promedio: 4.000. Esto es, un SMS cada seis minutos cuando está despierta. A los chicos no les va mucho mejor: 3.000. Piensa en eso: te interrumpen una vez cada siete minutos.
¿Qué clase de cultura está creando eso? ¿Qué clase de entrenamiento mental está causando eso?
Yo diría que lo que está sucediendo es que nos estamos volviendo como un levantador de pesas que entrena solamente la parte superior de su cuerpo pero tiene las piernas muy pequeñitas. Estamos desarrollando excesivamente de forma radical las partes del pensamiento rápido, el cerebro susceptible de distracción, y permitiendo que las partes creativas y contemplativas de nuestro cerebro que buscan la soledad y la consolidación del pensamiento, que piensan a largo plazo,. se atrofien al no utilizarlas.  Y para mí, eso es triste y peligroso.

Parte II – ¿Qué perdemos como consecuencia de nuestra reducida capacidad de concentración y la facilidad para distraernos?
[Dice] Sherry Turkle, profesor del MIT en  tecnología y sociedad: “Nos sentimos solos pero tenemos miedo de la intimidad. Las conexiones digitales ofrecen la ilusión de la compañía sin las exigencias de la amistad. Esperamos más de la tecnología y menos los unos de los otros”. En el nivel más básico, estamos perdiendo los modales. Y en el meollo de los modales está la consideración de los demás. El reconocimiento mutuo.
[…]
Lo segundo es que, en mi opinión, estamos perdiendo creatividad y  perspicacia. Piensa en tus propios ejemplos, cuando te has sentido más creativo o cuando has logrado tu mejor rendimiento. […] Sea lo que fuere, lo más probable es que estuvieras PERDIDO EN EL MOMENTO, completamente absorbido en lo que estabas haciendo. Era algo de más largo plazo, no una reacción rápida. Estabas en la zona: tu atención estaba fijada, calma, presente.
Una vez la gente experimenta esa zona, la mayoría quiere volver ahí: es una sensación de óptimo rendimiento, de alta creatividad, de alta vitalidad.
¿Cuál es el lugar donde la gente dice sentir mayor discernimiento, donde ven las cosas claras? En la ducha. ¿Por qué la ducha? Porque no hay mucho que hacer. Estamos relajados, la mente vaga pero no está siendo bombardeada constantemente con información nueva […] La ducha es un tiempo tipo VACÍO. El tiempo que nuestra mente hace conexiones sutiles y discierne. La creatividad REQUIERE tiempo vacío.
Antes, los vacíos solían ocurrir todo el tiempo. Ahora están desapareciendo. Estás almorzando con un amigo y se levanta para ir al baño. Un vacío, un hueco. Sacas el teléfono porque no estar estimulado te hace sentirte ansioso. ¿Y haciendo cola en el banco? Solía ser un vacío. Ahora se ha convertido en oportunidad para enviar un email o un SMS.
No pensábamos que los tiempos vacíos y el “aburrimiento” fuesen valiosos. Ahora que los estamos perdiendo, nos damos cuenta de lo valiosos que eran.
En pocas palabras, en la esencia de la creatividad, del discernimiento, de la imaginación y de lo que nos hace humanos hay la capacidad de prestarle atención a CUALQUIER COSA – nuestras ideas, nuestros pensamientos, los demás. Y eso es lo que está más amenazado.
[…]

Parte III – ¿Qué podemos hacer?
Estaría bien poder decir que la solución es dejar de usar los aparatos, pero eso plantea dos problemas:
·      los aparatos tienen un valor real: nos facilitan la información en modos que eran impensables hace 30 años;
·         sería como decirle al levantador de pesas que dejara de ejercitarse: reduzca usted la musculatura del pecho y de la espalda para que se equilibre con las piernas…
No, pienso que la solución es equilibrar el entrenamiento de DISTRACCIÓN del cerebro que haces todos los días con un entrenamiento que refuerce la ATENCIÓN de largo plazo.  Queremos SUPERAR NUESTRO MIEDO AL ABURRIMIENTO, LA ANSIEDAD DE ESTAR SIN ESTÍMULOS, reconocer el valor del tiempo vacío y no sentir ansiedad por ello.
[…]
Un paso, creo yo, es tomarse unas vacaciones semanales de todos los aparatos. Tomarse un respiro de la distracción. […] Quiero crear la posibilidad de tener un tiempo vacío.
[…]
Además de ese descanso, otro paso es ENTRENAR ACTIVAMENTE la atención de largo plazo y la plena concienciación. Para algunos eso significa dejar el teléfono y darse un paseo de 15 minutos. Para otros significa meditar. Otros van a la iglesia o a un templo. Sea lo que sea, conviértelo en práctica DIARIA de ralentizarte. Entrena esa parte de tu cerebro.
[…]

N.B.: Nunca he tenido teléfono móvil propio, y una antigualla que heredé de mi mujer la dejé morir hace más de un año. Mucha gente se sorprende de que no tenga uno, y hay incluso quien me felicita por el paso dado, algo así como si hubiese dejado de fumar o superado una prueba difícil. Nada más lejos de la realidad. Fue de lo más fácil.

2 jun 2012

La pereza intelectual, en acción



Leyendo ayer en la prensa algunas cosillas procedentes del estado español me encuentro con un  artículo firmado por un Luisgé Martín titulado Elogio de la pereza. Comentaré aquí algunas de las banalidades (siendo amable en mis apreciaciones) que el autor reparte de forma gratuita para el deleite o escarnio (según se mire) de sus lectores.

Dice Luisgé: “Es falso que el trabajo dignifique. Trabajar —es la parte que más me gusta de la Biblia— es un castigo divino, una maldición que empobrece la mayoría de las vidas.” Como buen españolito, Luisgé parece creer en el Dios cristiano que está emperrado en hacer de nuestro breve paso por la existencia un verdadero valle de lágrimas. Cuando Luisgé habla del empobrecimiento de la vida de aquellos que trabajan, no me cabe ninguna duda de que lo basa en su experiencia propia. Es decir, asumo que el señorito Luisgé trabaja, y que le pagan, y que debido a ello la suya es una existencia miserable.

Y añade el escribiente: “Incluso las tareas más nobles, como la creación artística, se convierten en algo desagradable cuando se hacen a cambio de un salario.” Es decir, que en opinión del señorito Luisgé, el trabajo de un artista (no creo que nadie ose citar ‘El elogio de la pereza’ como ejemplo de creación artística) es más noble que el trabajo asalariado del panadero que crea una hogaza de pan para que Luisgé se tome bocatas a media mañana, o más noble que el trabajo asalariado de un traductor, por poner un caso que me resulta familiar. No sé cuán desagradable le resultará al lector su trabajo, pero sospecho que al casi 50% de jóvenes españoles  sin trabajo y sin claras perspectivas de poder ingresar en el mercado laboral, la gracia de Luisgé no debe resultarles un chiste muy digerible.

A su juicio, “el derrotero ideológico de la izquierda europea” debería ser “el elogio de la pereza.” Si por casualidad Luisgé aspirase a convertirse en portavoz de la izquierda europea, yo me atrevo humildemente a sugerirle que cambie su discurso. Si mira más allá de los Pirineos, el señorito verá que en Europa se trabaja, y que la holgazanería y la pereza (que no son lo mismo que el merecido aprovechamiento del ocio) solamente conducen a la ruina, a la decadencia y al hambre.

Mirándose, como suele ser habitual entre muchos españolitos eurocéntricos, el ombligo, el señorito Luisgé remata la faena con la siguiente perla cultivada: “La verdadera humanización de nuestras sociedades está en el ocio, en la vacación, en la disposición libre de nuestro tiempo para ocuparlo en lo que deseemos, sea hacer transacciones financieras delante de un ordenador o leer un libro debajo de un árbol.” Pues yo le exhorto encarecidamente a Luis G. (ya me estaba cansando de la otra grafía, que se me antoja un poquito pija) a acudir urgentemente a difundir sus asombrosas ideas en otras partes del mundo, por ejemplo a Gabón, o a las Islas Salomón. Sería interesante comprobar el entusiasmo con que reciben sus sabias palabras. Según él, “Vivimos en sociedades ya lo suficientemente ricas…como para que pueda considerarse con seriedad el establecimiento de una renta básica universal.” ¿Con seriedad? Venga, de acuerdo; comencemos por la Z: apliquemos su propuesta a Zimbabue y Zambia, por poner un caso.

Y estotro: “La única respuesta sensata a este panorama desolador es la pereza. El enaltecimiento social de la ociosidad y la holgazanería.” Lo anterior debe de haberlo escrito en son de guasa, sin duda. La única respuesta sensata a la sandez es hacerles callar la boca a los majaderos, que, por lo que se ve, pululan en las páginas de los diarios “de la izquierda europea.”

Spain is different!!!
Olé!

31 may 2012

Running

Source: SMH
One September morning I ran away with all my family trying to escape from approaching death.

There are some who will run away from the duty they were elected to do, and still think of themselves as PM material.

Enough said.

26 abr 2012

The Blog is Dead. Well, not quite.




The blog is dead, they say. Maybe it’s true. But I don’t care. I’ve always had a bit of a tendency of swimming against the current.
So here I go, as stubborn a boy as I’ve always been, and open a new blog. I have called it Timeless swoon. Notas Literarias will remain what it is, a blog about literature and culture.


***


El blog ha muerto, dicen. Puede que sea verdad. Pero a mí me da igual. Siempre he tenido un poco la tendencia de nadar contracorriente.

De modo que, el chico testarudo que siempre he sido, voy y abro un nuevo blog. Lo he llamado Timeless swoon. Notas Literarias seguirá siendo lo que es, un blog sobre literatura y cultura.

19 abr 2012

Vallejo, El País y la cultura



En un estimulante artículo que le publica El País a Fernando Vallejo hoy, el autor colombiano escribe lo siguiente acerca de la más que inapropiada escapada a Botsuana de Juan Carlos de Borbón: “Es el Rey que se merece España, el país que despeña cabras desde los campanarios de sus pueblos para celebrar, con la bendición de la Iglesia, la fiesta del santo patrón”.

No le falta razón a Vallejo, quien con mucha ironía pone el dardo en la diana igual que el batidor monarca habrá puesto la mira de su esplendente escopeta sobre incontables animales a lo largo de los muchos años que ha podido dedicar a ese sangriento ‘hobby’, a costa de la asignación que pagan los ciudadanos del estado español. Vallejo señala que en un principio la prensa se (pre)ocupó de subrayar la fractura de cadera de ese viejo hombre que ostenta una corona, en lugar de reprenderle y afearle lo erróneo de su conducta moral. Razón no le falta, como decía antes.

Lo que no deja de sorprenderme es que Vallejo no le dedique al periódico mismo un fuerte y merecido puyazo, que continúa incluyendo la brutal, bárbara y cruel ‘fiesta’(¡!) de los toros en su sección de Cultura. Me pregunto qué pensaría (o cómo se sentiría) alguien como John Coetzee (por poner un ejemplo) si un día viese una noticia acerca de su obra literaria haciéndole compañía a la crónica taurina de la cotidiana atrocidad en Las Ventas o La Maestranza. No creo que le entrasen unas ganas irreprimibles de visitar España, ni de concederle una entrevista en exclusiva al alelado becario de turno.


In a stimulating article by Fernando Vallejo that the Spanish newspaper El País publishes today, the Colombian writer says the following about the more than inappropriate Botswana spree by Juan Carlos de Borbón: “This is the King Spain deserves, the nation whose people throw goats off the belfries in its villages to celebrate, with the Catholic Church’s blessing, their patron saint’s day.”

Vallejo is quite right: he has cast his ironical dart right onto the bull’s eye, just like the hunting monarch must have set the sight of his shiny shotgun on innumerable animals throughout the many years he has indulged in his bloody ‘hobby’, an expense met by the allowance paid by the citizens of the Spanish state. Vallejo points out that initially the media (El País) was concerned with underscoring the hip fracture suffered by the old man who wears a crown, instead of reproaching and criticising the erroneous nature of his moral behaviour. Vallejo is quite right, as I said before.

What surprises me nonetheless is that Vallejo will not serve a deservedly strong jab of rebuke on the newspaper, which continues to include the brutal, barbaric and cruel ‘fiesta de los toros’(!) in their Culture section. I wonder what someone like John Coetzee (to name one example) would think (or how he would feel) if he found an article about his literary work next to the bullfight report of the everyday atrocity at Las Ventas o La Maestranza bullrings. Somehow, I don’t think he would be in a hurry to visit Spain or give an interview to their dullish, daft trainee journos.

4 abr 2012

The daily struggle - La lucha diaria




Us and them
And after all we're only ordinary men
Me, and you
God only knows it's not what we would choose to do
Forward he cried from the rear
And the front rank died
and the General sat, and the lines on the map
Moved from side to side

Black and blue
And who knows which is which and who is who
Up and Down
And in the end it's only round and round and round
Haven't you heard it's a battle of words
The poster bearer cried
Listen son, said the man with the gun
There's room for you inside

Down and Out
It can't be helped but there's a lot of it about
With, without
And who'll deny it's what the fighting's all about
Out of the way, it's a busy day
I've got things on my mind
For want of the price of tea and a slice
The old man died





Nosotros y ellos,
A fin de cuentas, solamente somos hombres normales
Yo y tú
Sabe Dios que no es lo escogeríamos hacer
¡Adelante! gritó desde la retaguardia
y los que estaban en primera fila murieron
el General se sentó, y las líneas del mapa
se movieron de un lado a otro

Negro y azul
quién sabe qué es qué, y quién es quién
Arriba y abajo
finalmente no hace otra cosa que dar vueltas
¿No lo han oído? Es una batalla de palabras
gritaba el hombre-cartel
Oye, muchacho, dijo el pistolero
Dentro hay sitio para ti

En la puta calle
no puede evitarse, se da con mucha frecuencia
Tener o no tener,

¿quién va a negarlo? De eso se trata la lucha.
Apártate, hoy estoy ocupado,
tengo mucho en qué pensar.
Por no tener suficiente para comer
murió el viejo...



Es una lucha, y es diaria. Nada más. Y después, no hay nada.

30 mar 2012

La Suite Iberia de Albéniz, en Canberra


Guillermo González
La noche del jueves tuvimos la fortuna de asistir a un formidable concierto de piano organizado por la Embajada de España en Australia. El maestro Guillermo González interpretó para una reducida audiencia (la entrada era por invitación) la suite Iberia de Isaac Albéniz íntegramente.
A beneficio del público, González se tomó la molestia de ir explicando a su manera (no siempre fácil de comprender para los que no conocen España) en qué elementos y aspectos de la cultura fundamentalmente andaluza basó su composición Albéniz. Especialmente iluminadoras fueron sus referencias al estado físico y emocional del compositor en sus últimos años de vida, que queda perfectamente reflejado en la música.
Desde siempre, cada vez que asisto a un concierto de buena música, de música clásica, recuerdo el entusiasmo con que mi abuelo materno, Venancio, hablaba de sus compositores favoritos, de la pasión con que describía la música. Con frecuencia, y puede que sea ley de vida que esto nos suceda solamente muchos años después – cuando ya no están con nosotros – uno redescubre en ciertos aspectos de la niñez al abuelo como una persona realmente única, y por quien se siente, si cabe más profunda todavía, una postergada admiración.


Además del gusto por la música, mi abuelo me descubrió el mundo de la literatura y el gusto por los idiomas. Nacido en un pueblecito cercano a La Mancha conquense, mi abuelo Venancio – el ‘abuelito’ – desafiando todas las presiones contrarias imperantes en el régimen fascista de Franco, aprendió, gracias a su profesión de viajante comercial, la lengua catalana y la habló con mucho orgullo.
Mis hijos mellizos han empezado a asistir a clases de piano durante el primer trimestre del curso. En casa hay ahora un viejo piano que, arrinconado durante muchos años en la casa de mis suegros, se limitó a acumular polvo y fue brutalmente aporreado por muchas manos de niños. De hecho, a muchas teclas blancas les faltan trozos de marfil; pero ahora está ya afinado, y sus notas llenan una casa triste de sonidos amables y comprensivos, sonidos tiernos que nos hablan y a veces hasta reconfortan, a falta de otros sonidos más directamente humanos.
Anoche me resultó muy curioso escuchar con claridad las tonadillas típicas de Madrid en el trasfondo de ‘Lavapiés’, sonidos de otra época, de otro mundo, que hoy en día apenas se escucharían en Madrid si no es en forma un tanto estereotipada, para el entretenimiento de turistas guiris despistados.
Particularmente entrañable y misteriosa me resultó también la parte de la suite titulada ‘Albaicín’, donde el piano de González hacía brillar y tintinear en mis oídos las aguas del Genil y las aguas que discurren por los jardines del Generalife, en un mágico contraste con las guitarras flamencas que sonaban al otro lado del río. Anoche, ‘Albaicín’ me llevó de vuelta a una ciudad de la que en otro tiempo siempre dije que tenía la vista más hermosa del mundo. Desde entonces, he visto algunas que presentan una dura y seria competencia. Por apenas unos instantes me volví a ver como aquel veinteañero en Granada, un chico mucho más joven e ingenuo, un hombre sin las secuelas de la tragedia y el trauma, en la estimulante compañía de una persona de la que no he sabido nada en más de veinte años.
La realidad, sin embargo, recupera su papel predominante y su crudeza en nuestras vidas, y lo hace a través de la ficción. A la mañana siguiente, tras el concierto, he leído esto que cito, procedente de The Leftovers, de Tom Perrotta: ‘Apparently even the most awful tragedies, and the people they’d ruined, got a little stale after a while’. Apparently.

24 mar 2012

A la fi de l’estiu: la collita



Avui he fet collita. Ahir el vent del sud-oest ja portava els seus aromes d’autumne i la gelor de l'Antàrtic: a les muntanyes de Tasmània va caure una mica de neu. L’estiu s’ha acabat.

Enguany les pluges han estat (potser massa) generoses, i hem arreplegat (i menjat, és clar) de panotxes de dacsa, mongetes tendres (batxoqueta molt fina), safanòries, tomàquets petits i també autèntiques tomaques valencianes (ma mare em va enviar llavors fa un parell d’anys), pèsols xinesos i remolatxa. L’horta que tinc aquí a casa no és massa gran i no em dóna per a molt, però és el sabor de les verduretes i dels tomaques el que s’aprecia: és autèntic! I et dóna un plaer força especial menjar a la nit el que has arreplegat de la teua horta...

No tinc massa clar per què, però quan estic treballant a la meua horta sent una connexió especial amb la meua terra. Recorde els matins quan anava amb mon pare al Mercat d’abastos, i compràvem caixes senceres de taronges, de maduixes. Érem quatre boquetes a casa, i els preus eren més baixos al mercat. També recorde els colors i les olors del Mercat Central, la gran varietat de productes de la terra, el peix, la carn, els embotits, eixes sardines salades tan bé col·locades dins dels barrilets de fusta, les fruites seques, les veus de les dependentes, l’entonació tan característicament valenciana de les seues paraules. “Quant et pose, rei? Vols un kilo només?”

Aquesta remolatxa l'hem batejat 'Messi': el més gran!

Prop de l’horta vaig plantar ara fa gairebé dos anys una figuera. Per a molta gent, la idea de plantar un arbre per recordar la meua filla Clea semblava prou natural, i ens donaren uns quants vals per comprar-ne. Potser siga una bona idea, però el cas és que Clea i jo ja havíem plantat  prop de casa un arbre (un kurrajong, un arbre natiu) un parell de mesos abans de la seua mort. L’etiqueta que portava l’arbre deia que les figues que em done en el futur serien turques.

Enguany la figuera m’ha donat una figa només, la primera. Me la vaig menjar jo, va estar molt tendra i molt dolça, però la veritat és que no em va semblar gens estrangera. Pense que, malgrat tot, aquestes seran figues de Ngunnawal.

20 mar 2012

En el SPOKE Word Festival de Adelaida



El pasado fin de semana tuve la suerte de formar parte de un panel de oradores en el contexto del Día Multicultural del SPOKE Word Festival en Adelaida. En el panel figuraban escritores de muy diversa índole y origen: Juan Garrido Salgado, Lionel Fogarty, Dylan Coleman, y Ranjit Ratnaike.

Juan Garrido Salgado y Lionel Fogarty leyeron algunos de sus poemas. Garrido es un poeta mapuche chileno que reside en Australia desde 1990, tras huir del régimen pinochetista, mientras que Fogarty es un autor aborigen, nacido en la tierra Wakka Wakka, que trata los temas de los derechos de los pueblos indígenas a conservar sus tierras y sobre la injusticia que sufren los aborígenes en su propia tierra.

Coleman publicará en octubre su primer libro, ‘Mazing Grace, y el sábado habló de la búsqueda y recopilación de datos y testimonios que le van a permitir contar la historia de su padre, emigrante griego que vivió terribles experiencias que le dejaron una profunda e indeleble huella, y de su madre, que creció en la misión de Kooniba, en el desierto de Australia Meridional. Dylan es de linaje indígena y griego, y ganó el Premio David Unaipon para manuscritos inéditos de los Premios Literarios del Gobierno de Queensland.

Ratnaike es originario de Sri Lanka, y ha publicado un libro titulado Saradasi: The Prophecy, una obra de ciencia ficción.

Por mi parte, mi intención fue hablar un poco de la experiencia de escribir en una tierra extraña desde una triple perspectiva como emigrante, como traductor y como autor. La idea principal en la que centré mi breve alocución fue la de cruzar fronteras, en oposición a los manidos eslóganes políticos que tratan de explotar el miedo y la ignorancia.

Cada vez que nos desplazamos, cada vez que traducimos, cada vez que escribimos, estamos superando líneas divisorias – unas son invisibles, otras son físicas, muy visibles. El caso es que, en un mundo donde la tecnología sigue avivando los procesos tanto de comunicación como de desplazamiento (físico y virtual), ese constante atravesar las fronteras ha de terminar por borrarlas, por eliminarlas y quitarles el sentido, la razón de ser.

Jude Aquilina, del SA Writers Centre, presenta a los miembros del panel 
Esta es una versión editada de lo que dije el sábado, seguida de su traducción al castellano.


It is both challenging and exciting to engage in these conversations. I’d like to speak about my experience of writing, about how I see what academics like to call the writerly self, or what I would rather name my identity as a Spanish-Australian individual who crosses borders on a daily basis in writing, and one who ultimately will always be a migrant writer. I like to think of writing as border-crossing. 
We live in a world where we are still constrained (and contained) by physical, linguistic and abstract lines, by borders, and in that sense only we could argue we’re all migrants. There are those who commend such lines and think of themselves realists, always appealing to our fears by stressing that the border is there to be protected, a line not to be transgressed, while at the same time making a vainglorious display of pride in the multicultural fabric of Australia’s migrant background. We should remind them that migrants need to cross borders, that the origins of this country are based and always will be based on a transgression. 
In the film The Three Burials of Melquiades Estrada, Tommy Lee Jones takes us on a superbly ironic journey across the border back into Mexico. They reach a derelict house where a lonely blind old man, who seems to be just waiting for his death, spends his time listening to a Mexican radio station in a language he does not understand. Why, the character played by Jones asks him. “I like the sound of it”, the old man replies. 
Like the old man, I like the sound of what’s over the border, and my writing aims to reach out and bring others over the border, so that eventually the line becomes blurry and meaningless. I believe I write from a place that has many characteristics of a border zone: it is neither here, nor there. I can write in a language that is not my native tongue, yet I feel comfortable enough to produce beautiful poetry in that language and share it. 
A few days ago, my cousin Juli Capilla, an established poet who has published a few prize-winning books, while writing in his blog about an exhibition of modern Australian indigenous painting he had been able to visit with his two children, suggested that I could provide some information about the many cultures of the Aboriginal peoples. My response was that I should feel ashamed: I still know very little about these cultures after fifteen years. How can we cross those invisible lines that still separate us within your/my country? 
I believe we need to come to terms with the fact that the border, la frontera, is spreading everywhere. And it is precisely that process (embodied by the unstoppable spread of English as a world language) that will render all borders blank, inconsequential. We should not reinforce the infectious, malicious idea that physical, political and economic borders have been made in order to separate at a time when borderline zones are pioneering new forms of plurality in the wider community. Let us allow the blurring of frontier-based dynamic cultures to put an end to the ignorant contagion of intolerance that the border protection mindset encourages. 
I have successfully crossed one invisible, personal border. It has taken fifteen years for me to do so; it has taken such a very long time for me to feel entitled to say that the land of the Ngunnawal in the Canberra area is a land I belong to. The price was too dear, too personal, and too cruel. This realisation only came to me after I buried my daughter Clea. 
Clea was born, bred and buried in Ngunnawal land. After she died, it occurred to me that my child, who was a proud Year 1 student at the local public school, Amaroo School, did belong in Ngunnawal, and because she’s buried there, so do I now.

Participar en estas conversaciones es un reto emocionante. Quisiera hablar de mi experiencia como escritor, de cómo veo lo que a los académicos les gusta denominar el ser escritor, o lo que yo prefiero llamar mi identidad como un individuo hispano-australiano que cruza fronteras todos los días al escribir, uno que en última instancia siempre será un escritor migrante. Me gusta pensar en la escritura como un cruce de fronteras. 
Vivimos en un mundo donde seguimos constreñidos (y contenidos) por líneas físicas, lingüísticas y abstractas, por fronteras, y únicamente en ese sentido se podría decir que todos somos migrantes. Hay quienes ensalzan esas líneas y se dicen realistas, siempre apelando a nuestros miedos al acentuar que la frontera está para ser protegida, una línea que no debe ser transgredida, mientras que al mismo tiempo hacen una exhibición vanagloriosa de orgullo por el tejido multicultural del origen migrante de Australia. Debemos recordarles que los migrantes tienen que cruzar fronteras; que los orígenes de este país se basan y siempre se basarán en una transgresión. 
En la película Los tres entierros de  Melquíades Estrada, Tommy Lee Jones nos lleva en un viaje maravillosamente irónico de regreso a México cruzando la frontera en sentido contrario. Durante el viaje llegan a una casa en ruinas donde vive un viejo solitario y ciego, quien simplemente parece estar esperando la muerte y quien pasa el tiempo escuchando una estación de radio mexicana en un idioma que no entiende. ¿Por qué, le pregunta el personaje que interpreta Jones? “Me gusta cómo suena”, le responde el viejo. 
Como a ese viejo, a mí me gusta cómo suena lo que está al otro lado de la frontera, y al escribir aspiro a alcanzar y a traer a otros al otro lado de esa línea fronteriza, de manera que a la larga la línea se vuelva borrosa y sin sentido. Creo escribir desde un lugar que tiene muchas de las características de una zona fronteriza: no está ni aquí ni allí. Sé escribir en una lengua que no es mi lengua materna, pero me siento lo bastante cómodo para producir hermosa poesía en esa lengua y compartirla. 
Hace unos días, mi primo Juli Capilla, poeta ya establecido que ha publicado varios libros galardonados, escribía en su blog sobre una exposición de pintura aborigen moderna que había podido visitar con sus dos hijos, y sugería que yo podría dar más información sobre las muchas culturas de los pueblos aborígenes. Mi respuesta era que debería sentir vergüenza: sé muy poco todavía de estas culturas tras quince años. ¿Cómo cruzar estas líneas invisibles que aún nos separan dentro de vuestro/mi país? 
Creo que debemos asumir el hecho de que la frontera, the border, se está extendiendo a todas partes. Es precisamente ese proceso (plasmado por la propagación imparable del inglés como lengua mundial) que hará de todas las fronteras algo vacío e incoherente. No debemos reforzar esa idea contagiosa y maliciosa de que las fronteras físicas, políticas y económicas se han hecho para separar, justo cuando las zonas fronterizas son pioneras en la creación de nuevas formas de pluralidad en la comunidad global. Permitamos que la imprecisión de las dinámicas culturas que surgen en las líneas fronterizas termine con el ignorante contagio de la intolerancia que alienta la mentalidad de la protección de fronteras. 
Yo he conseguido cruzar una frontera invisible y personal. Me ha llevado quince años hacerlo; me ha llevado todo ese larguísimo tiempo sentirme con derecho a decir que la tierra de los Ngunnawal en la región de Canberra es una tierra a la que pertenezco. El precio fue demasiado caro, demasiado personal, demasiado cruel. Me di cuenta de ello solamente tras enterrar a mi hija Clea. 
Clea nació, se crió y fue enterrada en la tierra de los Ngunnawal. Después de su muerte, me vino la idea de que mi hija, una estudiante del año 1, orgullosa de su escuela pública, la Escuela de Amaroo, sí pertenecía a la tierra Ngunnawal; y porque está enterrada allí, también yo pertenezco ahora.

11 mar 2012

Un año después: 11 de marzo

Racecourse Beach (borrowed from Surf-Sisters.com)

Lo creas o no, Canberra celebra su día de fiesta siempre el segundo lunes del mes de marzo, sea cual sea la fecha. El año pasado ese festivo día cayó en el 14 de marzo, por lo que aprovechando el final del verano austral nos fuimos toda la familia a la costa, a una preciosa playa llamada Racecourse Beach.
Llegamos allí poco después de la hora de la cena (en Australia se cena sobre las 7 en el horario de verano), dejamos todos nuestros bártulos playeros, guardamos comida y bebida, preparamos las camas y fuimos a echar un vistazo rápido a la playa antes de que se hiciera de noche.
Sobre las 8 de la noche ya estábamos de regreso en el bungalow alquilado por tres noches, dispuestos a relajarnos, y con el ánimo de propiciar que los mellizos pudieran disfrutar de un largo fin de semana. Encendí entonces el televisor, dispuesto a ver alguna de esas películas que han repetido mil veces, o simplemente para entretener a los chicos un rato antes de meterlos en la cama.
Esto es lo que vimos:

Dirás: Todo el mundo ha visto esas imágenes; no son nada nuevo. Cierto, las han pasado por TV una y otra vez hasta la saciedad. Pero estoy seguro de que tú, quien en estos momentos lees estas palabras que ahora escribo, no las puedes ver ni las has visto de la misma manera que mi familia y yo las vimos. Ojalá nunca tengas que verlas.


No, tú no has visto esa larga lengua negra (que en las imágenes avanza por las tierras del norte de la isla de Honshu a gran velocidad, ¿verdad que sí?) aparecer de repente entre tus pies, mientras corrías agarrando de la mano a tu hijo de cinco años y gritabas 'Corred, corred' a tus hijos y tu esposa.
Tú no has sido alzado en vilo por la fuerza brutal del océano y engullido décimas de segundo después por una montaña de agua, un océano que de pronto se ha salido de su sitio. No, tampoco lo has visto venir como lo veo venir yo, así, aquí, ahora o en cualquier momento, porque, oh shit, la línea del horizonte está arqueada y aunque no parece que tenga sentido, aunque parece absurdo e increíble, el instinto te dice que tienes que correr.
Tú no has corrido descalzo con el pánico metido en el cuerpo, mientras vas gritándoles a todos los que te vas encontrando en tu huida desesperada que corran, que corran, que viene el océano.

Tú no has sentido los golpes de innumerables trozos de coral, de maderos, de troncos de árbol en la espalda, las piernas, los pies, la cabeza mientras te estás hundiendo, no puedes hacer nada por evitarlo, no puedes nadar en esta masa de agua que juguetea contigo y con ese niño de 5 años, tu hijo, que tienes bien agarrado con un brazo porque si lo sueltas, ¿qué va a sucederle?

¿Qué os va suceder? Después de la primera, y unos segundos de lo que parece una calma que tira de vosotros hacia atrás, viene una segunda, que es mucho peor, que arrastra todavía mucha más mierda, que lleva esos tejados de calamina que podrían cortarte la cabeza, como le sucedió a algunos...

Y no se termina, porque luego viene una tercera, y estás tragando agua, y como puedes, sin saber cómo, consigues levantar en vilo por encima del agua a ese niño de cinco años, a tu hijo, para que por lo menos él sí, oh fuck, oh fuck, por lo menos él sí, joder, por lo menos él sí, que respire, que se salve…

Y tus fuerzas empiezan a abandonarte cuando todavía llega una cuarta, y tú ya no piensas en nada, no puedes ya pensar en nada porque todo se oscurece, ya no puedes luchar más contra esos diez metros de altura de un océano que de pronto ha engullido la playa por la que apenas treinta segundos antes estabas paseando con tu familia: tus tres hijos, tu esposa y tú, de vacaciones en lo que apenas un minuto antes era el paraíso.

Y de algún modo, cuando aquello termina, sigues flotando con tu hijo en brazos, estás inmovilizado por los escombros que se han acumulado, y cuando por fin logras salir de allí, no encuentras a tu hija, la hermana mayor, la niña de tus ojos.

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Hace ahora un año, esos dos niños que la mañana samoana de la que hablo tenían cinco años y una hermana mayor que ya no tienen, vieron esas imágenes en la tele y les dijeron a sus padres, llorando: “I don’t want to die”. Por suerte, tú no has vivido eso, ese terror televisado directamente al inconsciente de sus recuerdos, a los miedos que creías haber dejado atrás. Y yo te digo que ojalá nunca tengas que vivir algo así.

Cuando esto salga publicado [lo he dejado programado para las 00:00 horas del 11 de marzo de 2012], estaremos los cuatro otra vez en Racecourse Beach. Nosotros, los padres de esos dos chicos, estaremos intentando normalizar sus vidas, estaremos haciendo un esfuerzo por que esos niños, los mellizos que le tenían tantísimo miedo a lo que veían en televisión y que estaba sucediendo a miles de kilómetros de distancia, disfruten de la playa y que jueguen con las olas del océano, como cualquier otro niño.
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Uno puede interiorizar una pesadilla así; de hecho, uno no tiene otra opción que hacer que pase a formar parte de su ser y apartarlo de la vida diaria, del trabajo, de lo cotidiano. O uno hace eso, o se vuelve loco. Seguro que este fin de semana los canales de televisión 'celebran' el primer aniversario. Durante muchas horas, la alerta se había extendido a las costas orientales de Australia - iba a tardar ocho horas en llegar, habían calculado.

Nunca llegó. Pero uno nunca se acostumbra a revivir la peor de sus pesadillas.
Hay algo que me despierta casi todas las noches, y no es ni el perro del vecino, ni la preocupación por pagar los plazos de la hipoteca, ni la posibilidad de que comience una guerra nuclear porque EE.UU. (o quien sea) ataque a Irán.

5 mar 2012

Handwritten: Una exposición en la Biblioteca Nacional

El cartel de la exposición


Aprovechando el diluvio que cayó en Canberra durante el fin de semana, llevé a mis mellizos a visitar la exposición Handwritten: Ten Centuries of Manuscript Treasures from Staatsbibliothek zu Berlin, que en castellano viene a ser Escrito a mano: diez siglos de tesoros manuscritos de la Biblioteca Estatal de Berlín.
La exposición reúne cerca de cien piezas únicas entre libros, pergaminos y hojas de papel, cuya característica común es que fueron escritas a mano. Desde una fastuosa copia del siglo XIV de La divina comedia de Dante a una carta de disculpa de Franz Kafka a un editor amigo suyo, Blei, pidiéndole perdón por haber publicado una reseña en una revista de la competencia, los documentos que reúne esta exposición proporcionan una visión muy completa de cómo ha evolucionado la escritura a lo largo de los siglos. Estos son algunos de los nombres de personajes históricos cuyos escritos forman parte de la exposición: Voltaire, Descartes, Dickens, Goethe, Hegel, Schopenhauer, Kant, Martín Lutero, Miguel Ángel Buonarotti, Copérnico, Galileo Galilei, Napoleón, Newton, Erasmo de Rotterdam, Maquiavelo, Kepler, Charles Dickens, Heinrich Böll, Herman Hesse, Albert Einstein, Diesel, Bosch, Benz, Planck, Marie Curie, el capitán Cook, Simón Bolívar, Florence Nightingale, Alfred Nobel, Dostoievski, Nietzsche, Pasteur…
La exposición se complementa además con diversas muestras de partituras escritas a mano por músicos de renombre universal: Bach, Brahms, Haydn, Handel, Schumann, Beethoven, Wagner, Mendelssohn, etc.
Ambas listas, creo yo, dan buena cuenta de lo exhaustivo que es el planteamiento de la exposición, la cual ha contado también con su propio blog (en inglés).
Karl Hartwig Gregor von Meusebach invita a champagne a Ernestine von Witzleben el 24 de abril de 1804 de una forma muy original.
Por otra parte, Handwritten nos lleva también a plantearnos algunos interrogantes. Por ejemplo, la cuestión de qué sucederá con el arte de la escritura, la caligrafía, ahora que prácticamente todo puede hacerse por medio de herramientas tecnológicas. La digitalización de muchos textos antiguos asegura su ‘supervivencia’ (y el acceso más fácil y asequible por parte millones de lectores, al menos en potencia), pero no la continuidad del arte de los calígrafos y los amanuenses.
También cabe preguntarse cuál será la calidad de la escritura de los ciudadanos que completen una educación ‘normal’; respecto a esto, cuento con la experiencia de haber enseñado en un instituto de enseñanza secundaria aquí en Australia, y he visto de primera mano las desastrosas consecuencias de una pobre formación en la destreza de escribir. Sé además de muchos personas que solamente saben escribir en letra mayúscula.
Veo también cómo escriben mis dos mellizos, quienes pronto cumplirán ocho años, y constato con alguna preocupación que todavía no saben escribir (al menos en mi opinión) correctamente. Sí saben, y muy bien, manejar iconos en la pantalla de un iPad, y también saben ya teclear párrafos enteros en un ordenador, por ejemplo.
Teniendo en cuenta que muy pronto mejorarán (y mucho) las aplicaciones que permiten ya ‘escribir’ directamente )es decir, sin tener que usar las manos) en PCs, tabletas, iPads y utensilios similares que sin duda harán su aparición en las próximas décadas, el panorama no es nada alentador para el arte de la escritura. De hecho, cada vez son menos las personas que escriben cartas a mano.
Pero mejor rectifico lo anterior: cada vez son menos las personas que escriben cartas. Pero ese es otro cantar.

1 mar 2012

Marzo - Acantilados de Maria Island

'Painted cliffs', Maria Island (Tasmania)

Maria Island (Isla de María) se halla en la costa oriental de Tasmania. Por alguna extraña razón que desconozco, los locales pronuncian el nombre “Maraia”. El nombre lo recibió del explorador neerlandés Abel Tasman en honor a la mujer del gobernador de Batavia (una fortificación construida junto a la actual Yakarta), Maria van Diemen. Según parece, los habitantes originarios la llamaban Toarra-marra-mona (hay otros lugares australianos de nombre similar: Turramurra en Sydney, o Mona Vale).
La colonización europea de la isla se inició, como en el resto de Tasmania (la tierra de Van Diemen) en forma de asentamiento penal inglés, aunque ya los franceses habían explorado la isla con la expedición de Baudin en 1802. Durante el siglo XIX se fundó Darlington, el principal núcleo de población de una isla que llegó a albergar distintas industrias, aunque todas ellas terminaron por fracasar. Convertida en Parque Nacional, la isla es hoy en día un atractivo destino turístico en los meses de verano – en invierno, Tasmania es un lugar muy frío. Es posible la acampada (hay que obtener permiso), y en los edificios de Darlington hay opciones de alojamiento modesto, sin lujos.
Otro de los atractivos de la isla es su fauna: debido a su aislamiento del resto de Tasmania, el Parque Nacional ha acogido a algunas especies en peligro, que han proliferado y han hecho de Maria Island su nuevo hábitat.

A Cape Barren goose
Al norte de Maria Island se encuentra un pequeño islote que ha conservado el topónimo francés (Isle du Nord) que sirvió como “celda de aislamiento” (sobreañadido) para los convictos que infringían las reglas.

Isle du Nord, desde el ferry, camino de Maria Island. Más de un convicto moriría intentando escapar a nado.

La foto del mes de marzo de Notas Literarias muestra los acantilados de la costa occidental, donde la piedra arenisca adopta formas y colores de fantasía gracias a la acción de filtración del agua de lluvia.
Maria Island podría ser escenario ideal para una novela. Sus casas (algunas derruidas, en mitad de ninguna parte) guardan secretos inconfesables, perdidos en el tiempo. La isla posee un magnetismo que resulta difícil de explicar; no cabe duda que vale la pena hacer la visita y emprender algunas de las caminatas que propone el Parks and Wildlife Service de Tasmania.

29 feb 2012

Un chiste de psiquiatras (no es broma)

Bertram Mackennal, El dolor


Según parece, la Asociación de Psiquiatras Americanos (APA) ha propuesto (véase aquí, en inglés) que toda persona que no concluya su periodo de duelo y luto a las dos semanas de la muerte del ser querido se expone a ser considerada una persona que sufre de una 'enfermedad mental' y que por lo tanto necesita un 'diagnóstico'.
Cito del artículo anterior: "los sentimientos de tristeza profunda y de pérdida, el insomnio, el llorar, la incapacidad para concentrarse, el cansancio y la falta de apetito, que se prolonguen más de dos semanas después de la muerte de la persona amada podrían ser diagnosticados como depresión [el énfasis es mío] en lugar de como una reacción normal de duelo".
No sé, a mí de pronto me han entrado ganas de decirles a esos psiquiatras que vengan a verme, a 'diagnosticarme'. Yo podría contarles alguna que otra anécdota sobre el duelo, sobre el silencio de los muertos y el otro, el silencio de los vivos. En fin, la verdad es que podría hablarles de tantísimas cosas (siempre que no me cobren sus altísimos honorarios, a cada tanto por hora) que dudo mucho que se atrevieran a diagnosticar mi estado de ánimo como 'depresivo'. No creo que alguien que se ofrezca a hablar – como lo hago yo desde esta tribuna (perdón por la frase tan manida) - pueda ser identificado como alguien que sufre una depresión. La cuestión es tener a alguien dispuesto a escucharte (sin cobrarte, claro). ¿O acaso nos encaminamos hacia una sociedad en la que vamos a cobrar por mostrar 'nuestro lado humano'?
¿En qué planeta viven esos psiquiatras? No en el mismo que yo, desde luego.

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