13 ago 2020

Reseña: The Permanent Resident, de Roanna Gonsalves

Roanna Gonsalves, The Permanent Resident (Crawley: UWA Publishing, 2016). 285 páginas.
Con la clausura de fronteras y las fuertes restricciones al movimiento de personas que la pandemia ha traído, el programa migratorio que contribuye al sostén de la economía australiana ha cesado en 2020. Los migrantes que estaban aquí antes del cierre de fronteras están tratando por todos los medios de conseguir el estatus de residente permanente, el título de este libro de narraciones breves de Gonsalves, escritora natural de Goa (India).

El libro consta de dieciséis relatos en los que se contemplan y refieren las vicisitudes, las ambiciones soñadas y no logradas, las esperanzas quebradas y la pérdida de identidad, pero también los pequeños triunfos (que siempre son menos). Casi todos tienen como protagonista a una mujer india católica. Los relatos narran las dificultades a las que se enfrentan a su llegada a Australia. Quieren dejar atrás aspectos deleznables de su cultura de origen (el intolerable sexismo tan perfectamente detallado en ‘Up sky down sky middle water’, por ejemplo).

Las circunstancias pueden ser diferentes en algunos casos. En ‘Curry Muncher 2.0’, una joven india es testigo de la agresión racista que sufre su compañero de trabajo en un restaurante. Tras una odisea nocturna por los barrios de Sydney, el joven decide no presentar denuncia porque está esperando conseguir la residencia permanente.

En ‘CIA (Australia)’ una anestesista de origen indio presiona a la recepcionista del hospital para que calle sobre un error en el quirófano que desemboca en tragedia. Otro relato, titulado ‘The Dignity of Labour’, nos cuenta cómo el matrimonio de Deepak y Nina se viene abajo tras haber emigrado a Australia. Mientras el marido se ve obligado a realizar trabajos por debajo de la categoría a la que estaba acostumbrado en India, Nina estudia un posgrado. La fricción degenera en un terrible caso de violencia doméstica, que dejará a Nina con secuelas permanentes.

Uno de los mejores del volumen, en mi opinión, es ‘The Skit’. Una estudiante india de un MBA en una universidad australiana ha escrito un sketch y decide compartirlo con otros compatriotas en una reunión social. Tras leérselo, todos empiezan a hacerle sugerencias para que lo cambie, de manera que no hiera la susceptibilidad de los posibles lectores australianos. Gonsalves capta con sutilidad las voces, las inflexiones y manierismos lingüísticos de los comensales. Entre todos la convencen de que ha de cambiar el desenlace de su historia y hacerlo más del agrado de las autoridades para no poner en riesgo sus posibilidades de obtener la residencia permanente. La historia funciona muy bien como parábola de lo que hay que tragar para hacerse un hueco en la sociedad australiana.
¿Y qué contaba el sketch de Lynette? Pues esto:

“Era la primera vez que leía sus escritos en voz alta ante alguien, por no hablar de un grupo de personas. Al principio titubeó un poco, y al lengua se le enredó con las primeras frases del diálogo. Mas bien pronto interpretó el silencio reinante en la sala como interés, y se animó a seguir.

El relato era una amalgama de muchos otros relatos sacados de los periódicos de ese año. Una chica viene a Sydney con un visado de estudiante, asiste a una escuela privada donde aprende peluquería. Como a muchas otras antes que ella, su agente de migraciones, la escuela privada y el hombre que le estampó el visado en el pasaporte le han prometido la residencia permanente en Australia, la llamada RP. La matrícula cuesta mucho más de lo que publicitaba el folleto. Cuando ella se queja al encargado de asistencia social a los estudiantes, él se muestra muy comprensivo, la invita a su casa y después de un vaso de vino empieza a besarla. Al principio ella opone resistencia, como la buena mujer de las películas indias y las escuelas religiosas, pero él es muy mono, muy ardoroso y sabe qué hacer. Sucumbe a sus reclamos y a los que su propio cuerpo le hace. En medio de esa pasión, sin embargo, él le dice: «Llámame Mountbatten.» Luego, con los ojos cerrados, sin apenas aliento procede a llamarla guarra zorra apestosa a curry. Ella se queda pasmada. Se marcha de allí a toda prisa y decide presentar una denuncia por abuso sexual y racismo ante los juzgados locales. Él rebate las alegaciones y, utilizando los recientes escándalos de amaños de partidos de críquet entre la India y Australia, contraargumenta que ella estaba intentando comprarlo con sexo. La historia alcanzaba su desenlace en una dramática escena en la sala del tribunal: la chica es deportada y el funcionario sale impune.” (p. 42-43, mi traducción)

Aunque Gonsalves se esfuerza por mostrarnos los temores y las desagradables experiencias por las que pasan muchas inmigrantes indias en Australia, la principal pega que se le puede poner a este volumen de relatos es la excesiva uniformidad de sus tramas y temáticas. Son relatos insistentemente centrados en un grupo social específico: ciudadanas indias católicas en Australia. De las tramas no se transmite conocimiento alguno de otros grupos étnicos o sociales, ni siquiera de esa mayoría apática anglosajona que elige cada tres años a políticos y políticas que se adhieren a planteamientos abiertamente racistas. Es como si el resto de la sociedad fuera simplemente un paisaje de fondo para la exhibición de un grupo muy particular de emigrantes.

Cooks River, pintura de William Henry Broadhurst, de la colección de la Biblioteca Estatal de Nueva Gales del Sur.
Casi todos los relatos se ubican en Sydney, pero no muestran la poderosa riqueza multicultural que el país y su moderna sociedad ofrece. Quien solamente lea esta colección de relatos se va a crear una imagen muy distorsionada de la vida en las ciudades australianas en la primera mitad del siglo XXI. Sin duda al circunscribirse a los estratos sociales que la autora conoce bien la noción de autenticidad de lo que escribe está casi garantizada, pero ¿es suficiente para abrirse paso entre la comunidad literaria de una Australia multicultural? Lo dudo.

2 ago 2020

Reseña: The Amateur Science of Love, de Craig Sherborne

Craig Sherborne, The Amateur Science of Love (Melbourne: Text, 2011). 280 páginas.
El amor, ese eterno interrogante. ¿Qué es el amor? ¿Hay una ciencia del amor, aunque sea para aficionados? Según Colin Butcher, el protagonista y narrador de esta novela del escritor neozelandés radicado en Australia, Craig Sherborne, no nos enamoramos, sino que enfermamos (“They say we fall in love. But really we fall in sickness” p. 36)

Colin escribe esta especie de confesión en lo que él denomina un cubículo de honestidad. Es un pequeño recinto en la casa que comparte con su esposa Tilda, y allí escribe todos los días lo que él considera la verdad de su relación.

El joven Colin huye de la granja de sus padres en Nueva Zelanda con la ambición de convertirse en un afamado actor en Londres. Al respecto, Norm, su padre, piensa que no sabría distinguir un Hamlet del culo por donde caga (“wouldn’t know his Hamlets from his arsehole”, p. 5) Antes de emprender esa huida, se las ingenia para llevarse a la cama a Caroline, una mujer (casada) que viene a la casa a ayudar con la limpieza un par de veces por semana.

En Londres Colin no consigue pasar de la primera prueba que le hacen en la Real Academia de Artes Dramáticas. Al menos en el albergue juvenil de la City sí puede encontrar trabajo y un minúsculo cuarto donde dormir, muy lejos de los ambiciosos objetivos profesionales que se había marcado.

Y es allí donde conoce y elige a Tilda, una australiana, quien tiene unos diez años más que él. Tilda tiene también ambiciones artísticas y, en cierto modo, también huye de algo: de un matrimonio en el que se zambulló siendo demasiado joven. Como suele ocurrir en muchos enamoramientos, el principio es fogoso y febril, pero fulminante para los bolsillos de un joven como Colin. No se puede vivir de manera estable como pareja en un albergue juvenil, ni tampoco en pensiones u hoteluchos de Ámsterdam.

De manera que ese amor y la lujuria que lo acompaña los lleva a Australia. Y en Melbourne comienzan sus desencuentros. La interdependencia de su relación los sumerge en una cada vez más absurda y funesta espiral de la que ninguno de los dos parece saber muy bien cómo evadirse. En Melbourne, Tilda descubre que está preñada, y Colin consigue convencerla para que aborte.
El azud en el río Wimmera, en Jeparit, Victoria.
Con la idea de dejar atrás el sinsabor que Melbourne tiene para ella, la pareja encuentran un lugar donde instalarse. El pueblo se llama Scintilla, en la región conocida como Wimmera, en el oeste del estado de Victoria. Por cuatro chavos compran una vieja sucursal de un banco y lo convierten en su hogar. Colin encuentra pronto trabajo en la revista semanal local, donde escribe sobre asuntos tan triviales como supuestos avistamientos de pumas (especie exótica en Australia) o el robo de tuberías.

Cuando a Tilda le diagnostican un cáncer de mama, Colin muestra su verdadera naturaleza. Tilda sobrevive, pero al lector le queda la sensación de que a Colin tanto le habría importado un desenlace positivo como uno negativo. Para él, la diferencia de edad con Tilda empieza a ser un obstáculo insalvable. Y aun así, decide proponerle matrimonio a Tilda.

Tras una plaga de ratones de dimensiones bíblicas (un fenómeno no tan inusual en esa parte de Australia), Colin conoce a Donna, la atractiva mujer de Cameron Wilkins, periodista famoso que, coincidentemente, se está muriendo de cáncer. Y ahí lo dejo.

Si The Amateur Science of Love pretende ser el retrato de lo que solamente se puede explicar como la indiferencia, insensibilidad y puro ensimismamiento de un hombre egoísta e inmaduro, la novela lo consigue. De Tilda, sin embargo, queda un dibujo mucho menos detallado: en realidad, nunca llegamos a tener su punto de vista, lo cual es lógico en tanto que la novela es una confesión de Colin. Posiblemente ese desequilibrio sea intencional por parte de Sherborne. El problema es que la trama parece ser muy próxima a la propia vida del autor.

Los capítulos, relativamente cortos, tratan de proyectar la urgencia de la escritura de Colin. La prosa de Sherborne expresa cabalmente la agitación y la frialdad del narrador para admitir su deleznable actitud destructiva de una relación que nació como amorosa y se hunde con el paso de los años. Como a los miles y miles de imbéciles que no respetan las necesarias restricciones en este tiempo de incertidumbre y riesgo constante para nuestra salud, alguien debería haberle leído la cartilla a Colin: que la vida no es ninguna fiesta. 

Si fuera cierto lo que dice Colin del amor como una enfermedad, estaba ya curado antes de entrar en la pequeña capilla donde contrajo matrimonio.

21 jul 2020

Laurent Binet's The 7th Function of Language: A Review

Laurent Binet. The 7th Function of Language (Londres: Harvill Secker, 2017). 390 pages. Translated from the French by Sam Taylor.
Should I say I was lucky to study and read Roland Barthes at university? I believe so. I remember enjoying his Mythologies and wondering about what other product-signs we should be demythologising and deconstructing, yet at the time, most nights I would go out and I sort of ended up being interested in, well, different things.

Sort of a myth himself now, isn't he? Young Roland Barthes, Photograph by Fragolaleone
Barthes died in an accident in the streets of Paris. He was knocked down by a laundry van in late February 1980, and passed away a month later. I certainly found his work inspirational, and we could well ask ourselves what, were he still alive, he would be making of contemporary signs such as the bitten-off apple of the software and hardware giant or the M-shaped arches of the multinational you-want-fries-with-your-burger? company that has been clogging the arteries of millions of people all over the world for years.

Binet takes the fact of Barthes’ accident and makes it into a fictional murder. But why would a semiotician be murdered? Because he had with him the only copy of a text authored by Russian linguist Roman Jakobson. Allegedly, this text would identify the seventh function of language, which would be a magical performative function giving its possessor the power to make people do things. Something every politician might kill for, of course.

In a parody of detective novels, thrillers and similar, Binet constructs a big metafictional joke. The policeman in charge of the investigation into Barthes’ death, Bayard, starts by interviewing Foucault about semiotics and semiology. He understands fuck-all, obviously, so he tries to read Barthes and others, which angers him even more, and so he will seek the aid of a lecturer on semiotics: enter Simon Herzog, who impresses Bayard by revealing his background and most of his personality traits by simply looking at him and his clothes.

What happens next (and the above is just the beginning of this bizarre, hilarious and crazy fiction) is a long story. The unlikely duo are partnered in the pursuit of the mysterious document in a journey that takes them from Paris to Bologna, where they witness political vendettas, are allowed entrance to a secret Logos Club in which orators and debaters engage in rhetorical duels, with the loser getting a finger chopped off when defeated, and miraculously escape the bombing of the railway station.

They next travel to a big conference at Cornell University, in Ithaca, NY. Their stay is punctuated by various strange episodes, amongst them the death of Jacques Derrida, savagely killed by dogs while a girl named Cordelia was giving him a blowjob.

No, Derrida did not die here. Binet chooses to kill him at Cornell, but only in fiction. Photograph by Laurenvhs.
The final part takes them to Venice. More Logos Club challenges, more chopped fingers (and other body parts, too!) street skirmishes and kidnappings. Outlandish events and conversations are too numerous to recap; characters come and go without rhyme or reason. And after winning his oratorial challenge at the Club, Simon is made to pay a huge price.

With The 7th Function of Language, Binet enjoys himself a lot, and if you are game to take a refreshingly quick dip into the theory of semiotics, linguistics and metafiction, this is a novel that will make you laugh out loud. The list of real people Binet makes irreverent use of is inexhaustible: from Umberto Eco to Julia Kristeva, from Michel Foucault to Noam Chomsky, from Bjorn Borg to Vitas Gerulaitis. Presidents such as Giscard d’Estaing and Mitterrand, prime ministers such as Laurent Fabius, and a noticeably young Afro-American politician named Barack Obama.

There is comedy, there is Hollywood-style action, car chases, sex, hot steamy baths where old men and young gigolos meet. There are also puns, play on words and names, a constant game played between fact and fiction in which Binet deliberately shows his hand by using the first person, a bold interference in the narrative that not always pays dividends.

The volcano crater of Pozzuoli near Naples is where Simon exacts his revenge. What a scenic spot to finish the novel! Photograph by I. Shevtsov.
The 7th Function of Language is a delicious parody, yet to me it felt more like fanciful, delightfully absurd and exhilarating entertainment than a thriller. The plot is far more sophisticated than any bestseller might ever dream of; yet underlying the playful, the profane, and the mocking the novel does offer aplenty there is also a deeply felt homage to the sciences of language and a clever invention from historical materials. And I’d bet my little finger that Barthes would have given Binet his tick of approval.

19 jul 2020

Reseña: Rain, de Mary M. Talbot y Bryan Talbot

Mary M. Talbot and Bryan Talbot. Rain (Londres: Jonathan Cape, 2019). 157 páginas.

Las primeras cuatro páginas de este relato gráfico nos trasladan a la selva amazónica en la primera década del siglo XIX, citando a Alexander von Humboldt, quien ya observaba entonces que las consecuencias de la deforestación estaban alterando el sistema climático y el régimen de lluvias, a la vez que provocaba la erosión del terreno y graves inundaciones en torno a los ríos. Más de dos siglos después, el problema no solamente se ha agravado. Como señalaba Scranton en We’re Doomed. Now What?, hemos excedido los márgenes de explotación racional y sostenible de los recursos que alberga el planeta. Lo que nos sobrevenga de ahora en adelante es una incógnita.

Si von Humboldt pudiese ahora en 2020 hablar...
Mitch y Cath son las dos protagonistas de esta novela gráfica. La primera vive en el norte de Inglaterra, en un pueblo de Yorkshire, y su vida gira en torno a ideales medioambientalistas como la comida orgánica, y participa en grupos de protección de los páramos locales. Cath, por su parte, vive en Londres y desconoce en gran medida algunos de los temas que preocupan a su pareja.

Un paseo por los campos de las hermanas Brontë.
Buena parte de la historia se centra en los activistas locales y en sus acciones de vigilancia y protección de la fauna y flora. Los cambios producidos en el páramo y su entorno por un empresario y terrateniente local con el fin de sacar las máximas ganancias posibles de la masacre anual de urogallos son uno de los hilos narrativos. También lo es la participación de Mitch y Cath en protestas contra el fracking y las decisiones políticas del gobierno de Su Majestad.

Las protestas son necesarias, sí; pero en las urnas, ¿por qué se sigue votando a quienes no tienen voluntad de buscar soluciones urgentes?
La pega principal que se le puede poner al libro es que, pese a sus excelentes intenciones e ineludible mensaje, la historia personal de las dos mujeres no termina de cuajar dentro de su estructura total. Porque, de pasajes meramente didácticos, o incluso técnicos, sobre los efectos nocivos de pesticidas o de las repercusiones de prácticas contrarias al sentido común y al medio ambiente, pasamos a escenas domésticas sin mucha lógica narrativa. Que el libro tiene un ánimo pedagógico es innegable. Lograr que el mensaje llegue al lector de manera creíble a través de retazos de la historia de la relación personal de dos mujeres no es sin embargo tan fácil ni efectivo.

Son dibujos detallados, muy expresivos. El contraste entre páginas en tonos grises o simplemente en blanco y negro y páginas repletas de colorido sirve para remarcar decididamente la belleza de lo natural frente a lo urbano. A veces el paso del tiempo se representa por medio de una planta o un paisaje, como queriendo recalcar que aunque no lo percibamos en el día a día, la flora nos recuerda que las estaciones avanzan una tras otra.

Merry Christmas? I don't think so....
El relato de Mitch y Cath alcanza su punto culminante con la riada que impacta al pueblo. Este episodio está efectivamente basado en hechos reales: las inundaciones de los días de Navidad y San Esteban en 2015 que tantos daños causaron en el norte de Inglaterra y Escocia. Rain es un valioso intento de concienciar al lector de la terrible realidad a la que estamos abocados, sea por las lluvias torrenciales, sea por incendios forestales como los que padecimos en esta parte del mundo donde vivo. Pese a sus buenas intenciones, sin embargo, como novela gráfica no acaba de funcionar.

17 jul 2020

Xavier Bosch's Nosaltres dos: A Review

Xavier Bosch, Nosaltres dos (Barcelona: Columna, 2017). 566 pages.
What to make of the many people we meet throughout our lifetime? Some stay close for years, even decades; others remain close for shorter periods of time, while others simply vanish as quickly as they became part of your inner circle, albeit briefly. Yet as you approach the twilight years, it should be a good idea to look back (not in anger, though) and assess.

But the question remains: is it really that good an idea? Who knows? This is a matter which is probably easier to deal with in fiction than in real life, don’t you think?

‘The two of us’: the title alludes to are Kim and Laura, who meet at university when they have to complete a joint assignment on Mary Shelley’s Frankenstein. It is the 1980s, but theirs is a friendship that grows through the months and years, and grows stronger, too.

“In the late afternoon sun, the lake was a millpond. A bluish calm mirror reflecting every reddish hue of the day that was hiding behind the mountains. Slowly, the night was shadowing the road to Mieres, the Estunes, the Rocacorba summit or Xicu Cabanyes’ Forest of Erotic Sculptures. Perhaps Kim would have liked to see the gigantic cocks at Can Ginebreda? But it was getting dark, and without any daylight the temperature at the Russian fishing house was coming down severely. Laura noticed she was getting a split lip. A while before Kim had wrapped around his neck, as if not meaning to, the blue scarf Laura had taken off so she could zip her leather jacket. But neither of them was in a hurry. Due to the last bits of light, where the water became darker, they thought they could glimpse drops of mercury.” (p. 57, my translation) Photograph by JosepBC.
Kim is the third son of a Barcelona hotel owner, something of an upper-middle class dynasty, the Rafels. His life has been more or less decided for him: complete a degree, join the management team at the hotel and enjoy the perks of belonging to the wealthy. Laura is from Banyoles, her family is not as well-off as Kim’s, but what she lacks in privilege she makes up for with her efforts, intelligence and perseverance.

The Russian-looking fishing house on Lake Banyoles. Photograph by Enfo.
One way or another, life always hits us with heavy blows. In Kim’s case, he wakes up hungover on the day he was supposed to accompany Alex, his eldest brother, to Ibiza in the family boat. Roger, son number two, takes his place. On the way to the island, the boat rams into a half-submerged shipping container. They both perish.

After graduating, Kim and Laura find their own ways. Laura meets a much older English academic, falls for his charm and chooses the peace he irradiates. She goes to live with him England. Soon she specialises in conference interpreting and builds a reputation. After three years or so, she receives a big bunch of flowers from Eric, a much younger man, the manager of a rock band, who has offered her a full-time position. Not much later, she moves in with him.

During those years, Kim has remained in Barcelona, has married Miriam. He still has his fun, plays tennis with his mates and drives his sports car around. He has stayed in touch with Laura via email or the occasional phone call. When she finds out Eric has AIDS and realises she’s been living through a daily Russian roulette with him and the band, she asks Kim for help. The two friends meet in London. Laura decides to return to Barcelona, but Miriam notices there could be something other than friendship. Eventually, and thanks to some not completely explained intervention from Kim, Laura is offered a job in Australia.

“Lakes give cities some respite. The peace of the Serpentine was being shattered only by the clatter of cutlery and trays, the polite rustle of those who were queuing while waiting for the second course – hot stew, grilled steak or some fish unbeknownst to Kim – and the feeble voice of the tanned cashier. No sooner had the rain stopped than two young men from the cleaning services company, easily identifiable because of their green overalls, started drying up the stone benches and tables. Sun-seeking people, both tourists and locals, came out to drink their coffees by the water. The ducks quacked incessantly, perhaps disoriented by the sudden change in the weather. Kim threw away the umbrella, which had already served its purpose, grabbed the apple pie his sweet-toothed father liked so much and, grabbing his suitcase with his other hand went outside to eat it. To take in the cool November air and wait for Laura. Whatever the problem she might have, he was very much looking forward to seeing her. Whatever it was that was the matter with her, and he was hoping it was nothing too serious, he was kind of anxious to meet her again… He felt someone standing behind him was grabbing him by the shoulder.” (p. 297) The Serpentine at Hyde Park. Photograph by Tristan Surtel. 
The story then jumps back to 2016, where the book starts with the party to celebrate that Kim turns 50. Laura has been invited, too. She flies all the way back for the occasion. Kim and Miriam are already divorced. What will happen when the two friends see each other again, after so many years?

Nosaltres dos mostly entertains. There is nothing more to the story than the personal: Bosch does not contextualise the plot or his characters in terms of socio-political issues. If anything, it is just the hotel business and its ups and downs before and after Barcelona becoming the host city for the Olympic Games in 1992. And that’s about it. The language is informal, the plot has few uncalled-for twists and the gross interference from the Rome-based side of the Rafels family adds some mystery and spice to what is, largely speaking, a romance.

In my view, Bosch relies on adopting Kim’s narrative point of view much too heavily. While there may be some depth to his character, this is not the case with Laura. Her side of the story hardly ever comes across as fully convincing.

While this is a piece of fiction, there is however one factual error that I found quite amusing, given that I have lived in Canberra for over a decade. There has never been a Faculty of Translation and Interpreting at the University of Canberra. As a matter of fact, UC no longer  hosts a School of Languages. The Spanish Language Department, for which I was a tutor for one rather forgettable year, was wrecked by its inept managers and other scandalous matters, which are absolutely irrelevant here.

A novel about friendship, love and the passage of time. They say time heals all wounds, and I completely disagree. The proverb is hardly accurate. It is however true that time does not kill off true friendships. Ever.

23 jun 2020

Lluna dolenta, un poema de Claire Askew

No es pot veure-la sempre d'una mateixa manera. Està sempre vigilant-nos?
Fotografia de Jessie Eastland 

Lluna dolenta

La lluna deu estar farta d'aparèixer en poemes;
l'agafen sempre dits de xuclamel tardaner,
sempre traspuada al llac a través de les llates del moll,
sempre argentant la cua que sacseja la carpa.
És sempre plat del sopar o mirall,
sempre retall d'ungla, sempre un somriure.

La lluna deu estar farta d'aparèixer en poemes.
Sempre la xinxeta brillant al cantó de la fotografia,
sempre fent ullades a l'interior de les llars de la classe mitjana.
Sempre arranjada per sobre d'un pont de Paris o Venècia,
sempre pupil·la o símbol,
sempre dona radiant, sempre fruitera.

També la trobes a la parabrisa esquerdada de l'escena del crim
amb les seves taques de sang. Està penjada sobre la porquera,
tacant de blanc el costat de la sitja
i esbiaixant-se amb ganivetades pels flancs d'un camió.
La trobes a totes les llandes abonyegades de la deixalleria,
transformant el terrer en una mola de peixos bruts.

Mai no és calavera soterrada,
mai el tap de goma en el lavabo d'un ionqui.
Mai el gat blanc amagat sota les rodes d'un camió,
mai la medusa pudenta embarrancada a la platja.
Mai un càlcul biliar; tampoc la dent arrencada, és clar.
Ningú no vol llegir poemes sobre aquestes coses.


Versió en llengua catalana del poema 'Bad Moon' de l'escocesa Claire Askew, publicat al llibre Be the First to Like This: New Scottish Poetry (2014) Pots trobar l'original en anglès aquí. © de la traducció, J. Salavert, 2020.

22 jun 2020

Reseña: Friend of my Youth, de Amit Chaudhuri

Amit Chaudhuri, Friend of my Youth (Londres: Faber & Faber, 2017). 164 páginas.

Si vives en una parte del mundo distante de tu punto de origen, el regreso a tu ciudad natal siempre te plantea interrogantes, pero además le da alas a la nostalgia y te extravía. Te encuentras de pronto en rincones para los que no parece haber pasado el tiempo, y otras partes de la ciudad, novísimas o reformadas, te sorprenden y hacen tambalear tu sentido de la orientación y la memoria. Y en cierto modo, esa transitoria presencia física acentúa tu ausencia permanente.
"La rareza en el corazón del Parque Kamala Nehru es el zapato gigante. La cancioncilla infantil que te venía a la mente al verlo por primera vez cuando eras niño era "Érase una mujer que vivía en un zapato", y en la cabeza te creabas un mapa del parque de acuerdo a una lista imaginaria de moradas, entre las cuales estaba también la casa hecha de golosinas (de la cual Hansel y Gretel empezaban a comer trocitos tan pronto la encontraban). Nunca he entrado en el zapato. Tiene un piso de altura; la gente siempre se está subiendo a él." (p. 30, mi traducción). Fotografía de Nichalp.
Chaudhuri regresa en Friend of my Youth a su ciudad natal, Mumbai, a la que llama por su nombre colonial, Bombay. Este es un relato sin trama: el autor, Chaudhuri, que es también narrador, llega y se aloja en el club donde se alojó con sus padres en los últimos días antes de dejar la ciudad hace ya años. Va a presentar su último libro, y comprueba que la librería del Hotel Taj no lo tiene en sus estantes. Cambia unos zapatos que le compró a su madre en su zapatería favorita. Pasea por lugares que frecuentaba en su niñez antes de concederle una entrevista a un joven periodista y cenar con un conocido, el dueño de una librería.
¿Habríamos de eliminar también celebraciones del colonialismo como esta? Sería una destrucción absurda. Por favor, ¡esperen a que pueda visitar Mumbai! Gateway of India. Fotografía de Nahushraj.
Dicho así, uno puede crearse la idea de que lo anterior no puede ser en ningún caso ni el tema ni el argumento del libro. Y así es: no lo es. La visita a Bombay le sirve al narrador para rememorar a su amigo Ramu, quien esta vez está ausente de la ciudad, internado en una clínica de desintoxicación de opiáceos. Mientras el narrador negocia calles, plazas, edificios y carreras con taxistas que intentan detectar si pueden engañar al “extranjero”, su conciencia se ve asaltada por los recuerdos de su larguísima amistad con Ramu. El pasado se le hace presente gracias a la evocación de la amistad ante su ausencia.

Majestuoso. Hotel Taj en el centro de Mumbai. Fotografía de QuartierLatin1968.
Sin embargo, la impresión que me queda de la lectura de Friend of my Youth es que es la ciudad de Bombay/Mumbai la amistad que el autor añora más, en tanto que personifica la niñez y juventud del escritor. Hay además una recurrente remembranza del episodio más sangriento y trascendente en la historia reciente de la ciudad: el ataque terrorista contra el Hotel Taj en 2008:

“El silencio se ha restablecido tras su salida [de un grupo de visitantes al hotel]. Es aquí donde están las habitaciones. Silenciosas, muy silenciosas. Sin acceso para intrusos. Aquellos hombres se dirigieron a esta ala del edificio, por supuesto, y el juego del gato y el ratón duró cuatro días. Gente que huía, que se escondía, que moría, que cambiaba de ubicación a extrañas horas, guiada por empleados del hotel.

El circuito cerrado de TV captura instantes de lo ocurrido: los hombres armados, resueltos; los huéspedes y empleados que transitan a las tantas de la noche. Todos atrapados, dando vueltas en esta parte del hotel. La mala iluminación en el video del circuito cerrado de TV se hace eco del mausoleo por el que recibió su nombre: en el que los turistas rodean las tumbas de mármol, envueltas en la media sombra perpetua del duelo, allí donde no se les permite hacer fotos. En consecuencia, no hay evidencia de nuestra visita a las últimas moradas de Mumtaz Mahal y Shah Jahan. También las imágenes del circuito cerrado, cuando las ves, semejan ser una imposibilidad.” (p. 60-61, mi traducción)

Para tratar de entender cómo concibe Chaudhuri el acto de la escritura quizás valga la pena citar un extracto de una entrevista que le hicieron en la revista Los Angeles Review of Books (LARB) hace poco más de un año: “uno podría pensar que el trabajo del artista es el de producir una historia o un mundo, sea cual sea el término que usted prefiera — algunas personas piensan en términos de linealidad, de modo que prefieren la palabra ‘historia’; otros piensan en términos de lo espacial, como es mi caso, de modo que pensamos en términos de un mundo — sin embargo, pensamos que ese trabajo está, de alguna manera, separado de la persona que está ocupando o reflexionando sobre el proceso de la escritura o del mundo que esta crea, y ese es el trabajo del ensayista o el crítico.”

Tráiler de Hotel Mumbai (2018). Como película no es mala en absoluto. 
Parece evidente que la noción convencional de lo que debe ser novela o historia, tal como se suele entender, no es algo con lo que comulgue Chaudhuri, algo que se puede observar de la lectura de otras obras suyas, como Odysseus Abroad o Afternoon Raag, cuyos ámbitos narrativos se sitúan en Inglaterra. La autoficción sigue vivita y coleando, y en el caso de Chaudhuri, es una lectura agradable.

El autor que no es el autor. O lo que eso signifique. Fotografía de Biswarup Ganguly.
La edición de Friend of my Youth, en todo caso, habría ganado mucho con la inclusión de un glosario de términos habituales en el inglés de la India que no son habituales a los lectores en lengua inglesa de otras regiones globales, y un mapa del centro de Mumbai/Bombay también sería útil para quienes no hemos tenido la oportunidad de conocer la ciudad.

21 jun 2020

Reseña: Home Fire, de Kamila Shamsie

Kamila Shamsie, Home Fire (Londres: Bloomsbury, 2017. 264 páginas.

Al comienzo de esta séptima novela de Kamila Shamsie (en este blog puedes encontrar reseñadas cuatro de las seis anteriores: la dramática Burnt Shadows, la entretenida Salt and Saffron, A God in Every Stone y Kartography, que en su día me decepcionó) la joven inglesa de origen paquistaní Isma está en Heathrow a punto de tomar un vuelo intercontinental, de esos que se solía tomar antes del COVID, para comenzar su doctorado en Amherst. Su destino es Nueva York. Antes de permitirle abordar el vuelo, su equipaje es registrado con minuciosidad, y después es sometida a un interrogatorio que, como mínimo, es extremadamente indiscreto, y que incluye el siguiente intercambio:

«¿Se considera usted británica?», le dijo el hombre. «Soy británica.» «Pero… ¿Se considera usted británica?» «He vivido aquí toda mi vida.» (p. 5)

Durante muchos años Isma ha jugado el papel de hermana mayor, y también de madre y padre, de los gemelos (Aneeka y Parvaiz). La madre murió tras una enfermedad y el padre, yihadista de los locos carniceros de ISIS, murió mientras era trasladado a Guantánamo, tras ser arrestado en Afganistán. No es, por lo tanto, un entorno familiar ni feliz ni placentero. Sin embargo, Isma ha tratado desde siempre de criar a sus hermanos pequeños para que sean ciudadanos responsables y adquieran una buena educación.

De manera que cuando Parvaiz traba amistad con simpatizantes del DAESH y luego se marcha al norte de Iraq a ayudar a filmar las ejecuciones de los verdugos del autoproclamado califato, Isma no lo duda y pone sobre aviso a las autoridades. Ello le granjea el rencor inmediato de Aneeka, cuyo enojo se concentra en esa traición familiar, pero no alcanza a ver otro tipo de deserción mucho más grave: el compromiso de proteger a sus hermanas de todo mal.

En las primeras semanas de sus estudios en los EE.UU., Isma conoce a otro británico de ascendencia paquistaní. Eamonn es el hijo del Ministro del Interior del gobierno de Su Majestad, Karamat Lone. Aunque en esa primera parte Shamsie nos da a entender que Isma y Eamonn podrían haber llegado a algo más que una amistad, el hecho es que, en la segunda parte, es Eamonn quien toma la iniciativa de acercarse a Aneeka, a quien ya había visto en fotos. La gemela de Parvaiz decide emprender una arriesgada huida hacia adelante, enamora al hijo del ministro para poder utilizarlo luego como peón en una audaz estrategia: conseguir que el ministro ayude a Parvaiz a regresar indemne e ileso a Londres.

La tercera parte del libro se titula ‘Parvaiz’, y nos lleva a Estambul y a Raqqa. Testimonios y reportajes sobre el régimen de terror, brutalidad y fascismo religioso que los delirantes miembros de esa secta del fin del mundo impusieron en esa parte del mundo por espacio de unos años hay de sobra. En Home Fire, Shamsie apenas describe algunos incidentes y momentos que, como era de esperar, hacen que Parvaiz ponga pies en polvorosa tan pronto como le surge la oportunidad.

Pero escapar del integrismo y de la barbarie no es fácil. A Parvaiz (o Pervys) lo cazan en las calles de Estambul, justo cuando intentaba buscar protección. Y es ahí donde el tema clave de Home Fire comienza de verdad. El ministro toma la decisión de prohibir la repatriación del cuerpo de su hermano gemelo:

“Hace apenas unos minutos el ministro del Interior habló con nuestro corresponsal político, Nick Rippons, acerca de Pervys Pasha:
-      De modo que tenemos otro caso de un ciudadano británico que…
-   Voy a cortarte ahí, Nick. Como sabes, el día que asumí mi puesto tomé la decisión de revocar la ciudadanía de todas las personas con doble nacionalidad que hubieran salido de Gran Bretaña para unirse a nuestros enemigos. Mi predecesor solamente usó esos poderes de forma selectiva, lo cual, tal como he dicho en repetidas ocasiones, fue un error por su parte.
-          Y Pervys Pasha, ¿tenía doble nacionalidad?
-          Así es. De Gran Bretaña y de Paquistán.
-         Y en términos prácticos, ¿tiene esto alguna consecuencia, ahora que está muerto?
-          Su cuerpo será repatriado a su nación de origen, Paquistán.
-          ¿No será enterrado aquí?
-         No. No vamos a permitir que los que se alzan en vida contra el suelo de Gran Bretaña mancillen ese mismo suelo a su muerte.
-          ¿Han informado a su familia en Londres?
-         Ese es un asunto que corresponde a la Alta Comisión de Paquistán. Perdona, Nick, no tengo tiempo para más. (p. 188-89, mi traducción)

Es, por lo tanto, una recreación del dilema que enfrentó Antígona en el clásico de Sófocles. Aneeka tiene que elegir entre obedecer la ley de Tebas, que prohíbe enterrar a los traidores, y el precepto religioso que le exige enterrar a su hermano. Aneeka toma la decisión de ir a Karachi y acompañar el cadáver de su hermano hasta que se levante la prohibición de repatriarlo. Quiere, lógicamente, que Parvaiz sea enterrado junto a su madre.

“Karachi: autobuses de colores vivos y edificios insípidos, paredes repletas de grafitis, vallas publicitarias con anuncios de teléfonos móviles, refrescos y helados, pájaros trazando círculos en el cielo incandescente. Parvaiz habría querido bajar las ventanillas y escuchar todos esos nuevos sonidos, pero ella permaneció sentada en el coche, en un silencio que únicamente alteraban las rejillas traqueteantes del aire acondicionado, un silencio concebido no por ella sino por su primo, el guitarrista, que se negaba a explicar por qué al desembarcar la habían escoltado funcionarios del aeropuerto, que la habían trasladado en un vehículo a la terminal de mercancías, donde estaba él esperándola a recogerla en un coche beige que tenía en el parabrisas la pegatina que proclamaba su membresía de un club de golf. Parecía más adecuado para un hombre de negocios que para un músico.” (p. 208, mi traducción) Fotografía de Asjad Jamshed.
Home Fire es una intensa novela en torno a temas muy actuales: el conflicto entre estado e individuo, representado por el dilema entre la desobediencia civil y el cumplimiento de la ley al que individuos de un comportamiento usualmente íntegro se ven abocados cuando se enfrentan a la injusticia y a la intransigencia del político populista de turno. Una valiente propuesta que interroga acerca de qué debemos entender por identidad y por justicia. El desenlace es, en cuatro palabras, electrizante, dramático, inesperado y cruel. Como la vida misma.

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