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21 sept 2023

Reseña: Your Wish is my Command, de Deena Mohamed

Deena Mohamed, Your Wish is my Command (Londres: Granta, 2023). 526 páginas.

¿Quién no recuerda la fantástica escena de Las mil y una noches en la que, por casualidad, Aladino libera al genio de la lámpara? El mero hecho de que un ser tan poderoso estuviese atrapado en una botella ya colmaba tus ansias como lector infantil de que volase tu imaginación hasta tierras exóticas, pero también la idea de disponer de cualquier deseo, que se haría realidad en el momento en que lo pronunciases, era todavía si cabe más tentadora.

En realidad, el tema central de Your Wish is my Command apunta hacia la flaqueza inherente al ser humano: la aspiración de conseguir lo que deseamos (sean riquezas, salud o amor – las tres cosas necesarias en la vida según la canción) nos puede conducir al límite. Mohamed comienza el libro plasmando un anuncio informativo del gobierno egipcio en el que se combaten los deseos de baja categoría embotellados (los de tercera clase los venden enlatados). Una mujer compra uno de ellos en una tienda y al llegar a case lo abre y pide al genio que le haga perder ocho kilos. El genio le corta un brazo y una pierna.

Página 90: Aziza ante la Autoridad. Los pobres no tienen derecho a soñar...

El libro está dividido en tres partes. En la primera, Aziza es una viuda pobre que arrastra la deuda contraída por Abdo, su marido, que murió tras desear repetidamente un Mercedes con deseos de tercera clase. Tras varios fracasos entre los que destaca cuando consigue un Mercedes de miniatura, a Abdo lo atropella un Mercedes que circulaba a toda velocidad. Aziza quiere superar el dolor de su pérdida con un deseo de primera clase. Reúne el dinero y lo compra en el quiosco de Shokry, que tiene tres a la venta.

Sin embargo, Aziza choca con la burocracia estatal. Para poder utilizarlo, primero ha de registrarlo en el Ministerio de Deseos. Los funcionarios asumen que una mujer pobre como ella ha debido de robarlo, lo confiscan y la encarcelan. ¿Quién se cree ella que es? Una mujer desdichada nunca podría alcanzar el nivel de las clases pudientes, y de ello se encargan los funcionarios que hacen cumplir la ley a rajatabla. ¿Hay un subtexto subversivo? Naturalmente.

Nour. Una versión contemporánea del viejo dilema: ¿Ser o no ser?
La segunda parte nos lleva hasta Nour, una joven estudiante universitaria con problemas de depresión, tedio y apatía por todo. Tampoco la terapia ayuda. Buscando escapar del atroz ciclo anímico del que no sabe cómo salir, Nour adquiere el segundo de los tres deseos de primera clase que tiene Shokry. Cuando finalmente abre la botella, su deseo es simplemente poder ser ella misma y poder salir adelante cada vez que lo necesite.

Shokry y Hagga. Aquí el burro está enojado, pero al final de la novela es el protagonista inesperado.
El protagonista indiscutible de la tercera y última parte es el propietario del quiosco, Shokry, que se debate entre deshacerse del último deseo de primera clase que heredó de su padre o regalárselo a la señora que le compra cigarros a diario, la vieja Hagga, que padece una enfermedad terminal. Mohamed lleva al lector al origen de los tres deseos que Shokry se niega a usar para sí mismo.

El mundo que traza la autora de Your Wish is my Command contiene magia y fantasía, pero una lectura cuidadosa te hace ver la dura crítica al sistema económico capitalista y a las consecuencias que todavía se viven y se sufren por causa del colonialismo de los siglos XIX y XX. La industria de los deseos, cuenta Mohamed, la iniciaron las potencias europeas, que en lugares como Egipto descubrieron cómo extraer y embotellar los deseos para venderlos. Del mismo modo que hay deseos de primera categoría (que solo los ricos pueden en teoría permitirse), surge toda una industria dedicada a la venta de deseos de segunda y tercera categoría, los cuales causan más perjuicios que otra cosa.

Mohamed dota a sus personajes de características esencialmente humanas: la vacilación y la noción del peligro que supone el poder que conlleva concretar tus deseos están presentes en todos ellos (excepto en la vieja Hagga, que sabe que sufre un cáncer terminal). Your Wish is my Command (Shubeik Lubeik en el original árabe) es una representación gráfica llena de matices y ecos de lo que nos hace tan frágiles: la condición humana. ¿Es acaso lo que queremos lo que realmente necesitamos?

Guía informativa sobre la nueva legislación relativa a los deseos.
Originalmente se publicó en tres volúmenes (de ahí las tres partes) y lo ha traducido la propia autora al inglés. Una curiosidad es que el libro se lee de izquierda a derecha, tal como se lee en la lengua árabe. Una obra impresionante tanto en su aspecto artístico como en el narrativo. Paneles a todo color con infinidad de detalles que te sumergen en las calles de El Cairo, lóbregas imágenes en negro, diagramas y gráficos que revelan los altibajos emocionales de Nour, o gráficos informativos sobre la historia de la explotación de los deseos. Your Wish is my Command ha recibido ya varios premios, entre ellos el Gran Premio del Festival de Comics de El Cairo. Muy, muy recomendable.

Pese a su aparente simplicidad, los dibujos son exquisitos. Tus deseos son mis órdenes.

2 ago 2023

Reseña: Selena Didn't Know Spanish Either, de Marisa Tirado

Marisa Tirado, Selena didn't know Spanish either (Huntsville, TX: Texas Review Press, 2022). 31 páginas.

La dedicatoria de esta plaquette, el primer libro de Marisa Tirado, está escrita en dos lenguas: «For my parents and my primos». El título, sin embargo, hace referencia a Selena Quintanilla (1971-1995), cantante texana de origen hispano-cheroqui que triunfó en una breve carrera interrumpida por su asesinato a manos de la fundadora de su club de fans. Según parece, Selena no aprendió bien el castellano hasta que comenzó su carrera musical profesional.

El bilingüismo es uno de los temas que afloran más directamente, a simple vista, en la poesía de Tirado. Sin embargo, una lectura más ambiciosa podría revelar que no se trata de la cuestión más candente y turbadora: Tirado investiga a fondo y araña sin piedad en la herida que supone la más que frecuente pérdida (y la posterior recuperación) de la lengua y la cultura de los inmigrantes hispanos en los Estados Unidos.

Así, en ‘Gaining Traction’, Tirado nos habla de «A year spent swimming in my language/ and I find anger everywhere./ My vowels conjugate with trauma./ Adverbs find ancestral fists./ Cuando mis labios se abren/ correctamente, el fuego/ dentro de mí crece./ Or is it justo?/ verdadero?/ What would my grandfather/ have yelled towards/ his Puerto Rican sun?...» Ese impulso con cimientos bilingües al que alude el título del poema se convierte – ¿irónica o amargamente? – en «unas cursivas a las que se pasa por alto». (p. 26)

Esas reflexiones acerca de la ira o las experiencias traumáticas figuran también en otro poema, ‘Charlottesville, Parkland High, etc., etc. etc.’ en el que denuncia la peor epidemia de la sociedad estadounidense: la violencia de las armas de fuego y la que acompaña a la reacción racista y supremacista, como ese momento en el que «…un Dodge Challenger/ te golpea en medio de una multitud/ y te voltea en el aire/ en el telediario». (p. 19, mi traducción).

Se califican ellos solos: sin palabras. Fotografía de Anthony Crider.

Un aspecto singular de este brevísimo volumen de poesía es el hecho de que contiene tres poemas que la autora titula como autobiografía de una joven. El primero es el segundo del libro: una declaración de intenciones que comienza con estos versos que traduzco: «Yo nací. A mis orejas las bautizó/ con una aguja de coser en la cocina/ mi abuela. Las aceras blancas nos avisaban/ de que los niños bilingües hacen de los parques infantiles lugares hostiles». (p. 1) En el segundo, tras describir los sonidos de un recién nacido como acordes con su cultura sónica, Tirado observa que «Estoy en casa, pero confundo a todas las camareras con mis erres sobrecargadas. Veo a una familia salida directamente de la infancia de mi madre, tumbados en un colchón en la bandeja de una camioneta. Siento las ganas de bajarme del Uber y preguntarles quién soy». (p. 16, mi traducción)

En la tercera pieza que Tirado titula  ‘Young Memoir’, el intento por recordar la lleva a reflexionar que ha descubierto que «quejarse en sí mismo es en realidad quejarse de la falta/ de cosas que buscar». (p. 24, mi traducción).

Curiosamente, en el poema que cierra el libro, ‘Alicante, Spain’, Tirado viaja para enseñar inglés

«…en el interior de una escuela, en el interior del país

de donde son mis antepasados, antepasados que saquearon

a mis otros antepasados mientras creaban mi sangre.

 

Una incómoda reunión familiar. Un muy maligno abuelo

de las montañas cantábricas, padre de padres

que lucharon con mis matriarcas con ágil apellido. La lucha

 

es larga, y el día de hoy es solamente su elocuente ser.

Hay momentos que me bendicen con sus lecciones de idiomas.»

pero no hay mención alguna de la cultura bilingüe en la ciudad a la que llega, también amenazada por políticas lingüísticas de origen estatal que en última instancia aspiran a eliminar definitivamente la antiquísima lengua local.

Selena Didn’t Know Spanish, Either es un brillante debut. Tirado combina poemas de versos cortos con otros en los que ocupa la longitud de la página, y también produce piezas breves en prosa. Juega con la chanza y los sonidos del castellano incrustados en sus poemas en inglés tejano. Es un valiente cuaderno donde reúne escritos sobre los sentimientos de desarraigo, redescubrimiento y autodescubrimiento.

‘Cobrando impulso’

He pasado un año nadando en mi lengua/ y me encuentro que hay ira en todas partes./ Mis vocales se conjugan con el trauma./ Los adverbios topan con puños ancestrales./ When my lips open/ correctly, the fire/ inside me grows./ Acaso es fair?/ True?/ ¿Qué habría gritado mi abuelo/ frente a/ su sol portorriqueño?/ Mientras me inclino hacia las profundidades/ del pozo de todo esto,/ una adolescente bilingüe avisa de/ mi inminente reducción,/ que me convierte, de alguien “talentosa”/ en unas cursivas a las que se pasa por alto.

15 mar 2023

Reseña: River Sing Me Home, de Eleanor Shearer

Eleanor Shearer, River Sing Me Home (Londres : Headline Review, 2023). 376 páginas.

Rachel, la protagonista de esta novela, la primera de la autora, nació en la esclavitud en una plantación de caña de azúcar en Barbados. En su vida solamente ha conocido la crueldad, la brutalidad, la obligación de trabajar a cambio de nada y el robo de los cinco hijos que sobrevivieron a las durísimas condiciones en que vivían. Cuando en 1834 llega el decreto real que pone fin a la esclavitud, ella sabe que no le ha llegado la libertad. La realidad era otra: los esclavos pasaban a ser “aprendices” con un contrato de seis años que no podían romper y que apenas les daba para no morirse de hambre.

Intuyendo que de un infierno van a pasar a otro, Rachel decide huir. Su única meta en la vida es reencontrarse con sus hijos. La primera ayuda le viene de una enigmática mujer, Mamá B., que acaudilla un pequeño poblado de esclavos huidos y emancipados. Gracias a Mamá B., Rachel consigue llegar a la ciudad, Bridgetown. Rachel encuentra a su hija Mary Grace, que trabaja en una sastrería. Los dueños de la tienda se apiadan de ella y le ofrecen trabajo y un lugar donde refugiarse del dueño de la plantación, que sigue buscándola.

Alentada por datos de un registro de venta de esclavos, de Barbados parten hacia Georgetown, en la Guyana Británica, en busca de los otros cuatro hijos. Durante el viaje se les une un marinero llamado Nobody (Nadie). En una de las plantaciones Rachel recibe la noticia de que a uno de ellos, Micah, lo ejecutaron sumariamente durante la rebelión de Demerara en 1823 (suceso histórico que es el eje central del libro White Debt, que reseñé hace unos meses). En su largo periplo se adentran en la jungla de Guyana hasta encontrar al tercero, Thomas Augustus, en un remoto y oculto poblado de esclavos huidos. Pero Thomas Augustus no quiere abandonar el lugar en el mundo en el que ha encontrado la paz y la libertad, de modo que Rachel, Mary Grace y Nobody reemprenden su viaje, esta vez rumbo a Trinidad, donde se supone que están las dos hijas que faltan.

En Trinidad no tardan en encontrar a Cherry Jane, que ha logrado ascender socialmente y no quiere renunciar a su buena fortuna. El viaje final para encontrar a su última hija, Mercy, es arduo, largo y dificil. Trinidad es una isla mucho más grande que Barbados y las condiciones son tremendamente difíciles. Cuando por fin dan con Mercy, descubren que está embarazada en una plantación del este de la isla. El dueño es el epítome de la brutalidad y será nada fácil que deje ir a Mercy. Pero la lucha por la libertad propia y de sus hijos guía a Rachel.

Un lugar en el mundo. Mayaro Beach, Trinidad y Tobago. Fotografía de Kalamazadkhan. 

De todo lo anterior se podría pensar que es una excelente trama (y en cierto modo, pese a la obvia falta de verosimilitud en muchos momentos, lo es). Pero una gran historia no siempre resulta ser una gran novela. En River Sing Me Home es más que notable la ausencia de oficio narrativo. Los personajes carecen de profundidad, pese al evidente esfuerzo de Shearer por dotarlos de algo sustancial. La famosa regla novelística (“Show, don’t tell”) apenas se cumple, y la novela se construye en una narración absolutamente lineal. Hay únicamente un punto de vista (el de la voz narradora omnisciente), constantemente centrado en la perspectiva de Rachel. Y además, le sobra melodramatismo.

River Sing Me Home, que tan buenas reseñas ha recibido tras su aparición, no deja de ser un claro ejemplo de cómo se puede dar con una gran historia y desarrollarla construyendo una trama que es simplemente pasable, y que sin embargo termina materializándose en una narración rectilínea, bastante predecible y una pizca ramplona. Una pena, todo sea dicho.

12 feb 2023

Reseña: Caste - The Lies that Divide Us, de Isabel Wilkerson

 
Isabel Wilkerson, Caste: The Lies that Divide Us (Londres: Allen Lane, 2020). 476 páginas.

Mucho antes de que las veleidades de la política pusieran de moda la palabra en una maniobra harto conocida de tergiversación semántica, los portugueses aplicaron el término ‘casta’ al sistema jerárquico hereditario que dividía la sociedad en la India del siglo XVI a la que llegaron para consolidar su preeminencia en el comercio de especias en el mercado europeo. Los portugueses compartían la palabra, posiblemente derivada de ‘cesta’, con los castellanos, en una época en la que judíos y moriscos estaban siendo expulsados de las tierras en las que habían nacido.

“Fue con la creación del Nuevo Mundo que los europeos se convirtieron en blancos, los africanos en negros, y todos los demás en amarillos, rojos o morenos. Fue con la creación del Nuevo Mundo que se separó a los seres humanos en función de su aspecto, identificados únicamente por contraste entre sí y clasificados para formar un sistema de castas basado en un nuevo concepto denominado raza. Fue en el proceso de clasificación que a todos nos asignaron papeles para satisfacer las necesidades de una mayor producción.
Ninguno de nosotros somos nosotros mismos.” (p. 53, mi traducción)

La premisa clave del libro de Wilkerson reside en que tres sistemas de segregación social (el sistema de castas de la India, el nazismo de la Alemania del siglo XX y el sistema racial de los Estados Unidos) comparten una misma lógica. Es sin duda debatible, aunque tras la lectura del libro a mí me da la impresión de algo de cierto debe haber en lo que plantea Wilkerson.

Para poder distinguir entre racismo y sistema de castas, Wilkerson nos recuerda que el primero es algo deliberado y perverso, algo esencialmente personal; el sistema de castas sería el armazón estructural social, económico y jurídico que mantiene las desigualdades y que, por ende, permitiría que tenga lugar el primero.

Resulta evidente que toda simplificación de fenómenos tan complejos y que presentan tantísimas aristas supone un riesgo. Wilkerson aporta en siete secciones un análisis extraordinariamente completo de cómo los sistemas de castas reproducen la desigualdad – a través de estrategias de endogamia y herencia de privilegios, por ejemplo, y ciñen prácticamente todos los aspectos de la sociedad en la que persisten.

Una muestra de ello lo da en la comparación del sistema en India y en los EE.UU. en el siglo XX. El concepto de casta se basa en nociones de pureza y contaminación externa: igual que las castas superiores indias consideran ‘intocables’ a los parias, en muchos municipios norteamericanos a las familias afroamericanas se les prohibía bañarse en las piscinas públicas porque las autoridades alegaban que contaminaban el agua.

Además de un exhaustivo análisis de la literatura existente, la autora aporta ejemplos de su propia experiencia vital. Apunta los enormes daños que las absurdas pautas de dicho sistema causa a la sociedad del país, en una evidente refutación de los valores democráticos en los que dice estar basada: es la raza de la víctima la que predice quién va a recibir los mayores castigos y con mayor probabilidad en el sistema legal de castas de los EE.UU. El veneno del sistema es tan poderoso que hasta los miembros de las castas inferiores tienden a asumir su posición en los estratos inferiores de la comunidad. “El éxito en el sistema de castas estadounidense precisa de un cierto nivel de destreza a la hora de decodificar el orden preexistente y responder a sus dictados. El sistema de castas nos enseña a todos respecto de quiénes son las vidas y opiniones que deben tener mayor peso y prevalencia en la mayoría de los encuentros. Uno de sus maestros aventajados es el sistema de justicia penal, el cual desciende de los códigos penales de la era de la esclavitud.” (p. 240, mi traducción)

“Davis terminaría obteniendo su doctorado en antropología por la Universidad de Chicago y formaría parte de su Facultad, convirtiéndose así el primer catedrático titular negro en una importante universidad blanca estadounidense. Pero sufriría otros ultrajes. Los compañeros de la Facultad debatieron abiertamente si debía permitírsele que enseñara a estudiantes blancos, y durante un tiempo tuvo prohibido comer en el comedor de la facultad.
De los principales estudiosos del Sur estadounidense de la primera mitad del siglo XX, él y su esposa fueron de los únicos investigadores de campo que trabajaron a la sombra de la subordinación del sistema de castas.” (p. 256, mi traducción) Sello conmemorativo del antropólogo Allison Davis (Fuente: https://postalmuseum.si.edu/exhibition/the-black-experience-shaping-education/dr-allison-davis)

Sería ilógico esperar que Wilkerson tuviera la varita mágica que soluciones los males de estos antiquísimos sistemas de desigualdad y privilegio, pero como mínimo hay que apelar a que todos empecemos por sentir y demostrar empatía: “La empatía no sustituye en modo alguno a la experiencia. No podemos decirle a una persona que tenga una pierna rota o una herida de bala que no tiene dolor. Y la gente a la que le ha tocado la lotería de la casta no están en condiciones de decirle a otra persona que haya sufrido bajo la tiranía del sistema de castas qué resulta ofensivo o hiriente o degradante para quienes están en el estrato inferior. El precio del privilegio es la obligación moral de actuar cuando uno ve a otra persona que recibe un trato injusto. Y lo menos que puede hacer una persona de la casta dominante es no empeorar el dolor.” (p. 386, mi traducción)

“La mayor desviación del guion del sistema de castas estadounidense fue la elección de un afroamericano al más alto cargo del país. La Historia nos había enseñado que este trastorno del orden social tendría consecuencias. Y las hubo.” (p. 311, mi traducción)

Caste es un libro apabullante por su franqueza. No por ser conocedores de las monstruosas y repugnantes atrocidades cometidas en nuestra era dejan de impactarte los datos que aporta y las conclusiones que se derivan.

Caste lo publicó en castellano Paidós Ibérica en 2021, con el título Casta: El origen de lo que nos divide, con traducción de Antonio Francisco Rodríguez Esteban.

6 feb 2023

Reseña: Klara and the Sun, de Kazuo Ishiguro

Kazuo Ishiguro, Klara and the Sun (Londres: Faber and Faber, 2021). 307 páginas.

Que la inteligencia artificial continúa haciendo progresos asombrosos no es noticia. De hecho, es evidente que en un futuro no muy distante las máquinas programadas y los algoritmos van a suplantar la mayoría de las tareas y funciones que durante siglos han realizado los humanos. La cuestión realmente candente es si esos robots o androides o llámense como se llamen podrán adquirir rasgos esencialmente humanos.

La Klara de Ishiguro es una AF, una ‘Artificial Friend’. Pero resulta ser no solamente una máquina diseñada para ser amiga y hacerle compañía a niños y jóvenes, pues es también la narradora de esta novela. Sugiero no obstante fijarse en un importante (en mi opinión) detalle gramatical de lo que acabo de decir: he utilizado el género femenino. ¿Pueden los Artificial Friends adquirir y cultivar rasgos tan humanos como ese?

El amigo artificial por excelencia para quien, como yo, tenga que cortar el césped varias veces al año.

Al comienzo de su relato, Klara cuenta cómo cada mañana se coloca en el escaparate de la tienda donde está en venta. Klara y sus colegas se nutren de la luz solar. Dicha energía les permite caminar, hablar, ver el mundo (en una suerte de pantallazos a la manera de Windows, supongo) y, lo más importante, aprender a comportarse en el contexto de la sociedad humana en la que van a vivir.

Un día entra en la tienda Josie, una jovencita que parece estar padeciendo una enfermedad cuya curación no parece posible. Tras la visita, Klara se ilusiona y espera pertinazmente que vuelva a por ella. Finalmente Josie vuelve con su madre y compran su amiga artificial. La vida en la casa de Josie supone muchos cambios, pero Klara demuestra un gran poder de adaptación, algo que ya quisieran tener muchos humanos.

El mundo en el que viven Klara, Josie, la madre de Josie y el círculo de amigos y conocidos es ciertamente similar al nuestro: hay polución muy nociva (que Klara relaciona con unas máquinas que identifica como Cootings), y entre las nuevas generaciones parece haber una selección de protegidos (entre los que no está el amigo/vecino/novio de Josie, Rick). Ishiguro mantiene todos los aspectos que pudieran apuntar a un lugar conocido (en los Estados Unidos) dentro de una imprecisión premeditada, aunque la sociedad en la que se inscribe la historia de Klara es inequívocamente la occidental.

Seguramente el episodio que más desasosiego causa en la novela es la visita a Capaldi, una suerte de artista con quien la madre de Josie ha estado negociando la producción de un retrato de la hija: ante la creciente posibilidad de que sucumba a su enfermedad, Capaldi explora la conversión de Klara en una reproducción de la joven enferma.

¿Dónde estarán los límites de la inteligencia artificial, si es que los vaya a haber? ¿Podrá un robot reemplazar a personas tan importantes para nosotros como nuestras amistades y demostrar empatía? Sabemos ya que hay máquinas diseñadas y programadas para matar y hacer cumplir la ley. Alguien que sabe mucho de este tema me confesó que dejó su trabajo y abandonó la investigación en robótica porque los límites éticos que él quería respetar a toda costa estaban siendo erosionados por sus superiores. Es, como mínimo, para estar intranquilos.

En todo caso, ciñéndonos estrictamente a los aspectos puramente literarios de Klara and the Sun, Ishiguro juega con nuestra capacidad para resistir con la incredulidad, realizando una arriesgada apuesta al hacer del robot la narradora. El lenguaje mismo que emplea Klara es en apariencia trivial: les habla a las personas en tercera persona (nunca directamente, sin recurrir al «tú»). Pienso que es una estrategia deliberada del autor. Nadie se va a identificar con un narrador que no habla como un ser humano. ¿O sí?

Un buen libro con muchos más matices e interrogantes de los que uno aprecia a simple vista. Lo recomiendo.

Publicado en castellano como Klara y el Sol por Anagrama en 2021, con la traducción de Mauricio Bach; i en català, amb el títol de La Klara i el Sol, en una edició també d’Anagrama del mateix any, amb traducció a càrrec d’en Xavier Pàmies.

22 dic 2022

Reseña: Seek You - A Journey Through American Loneliness, de Kristen Radtke

 
Kristen Radtke, Seek You: A Journey Through American Loneliness (Nueva York: Pantheon Books, 2021). 352 páginas.

Mitad memoria, mitad ensayo, Seek You desafía las categorizaciones fáciles y pone al lector contra las cuerdas de la soledad como el mal que más aqueja a la sociedad altamente interconectada del siglo XXI. Y fíjate que he utilizado la palabra «interconectada», no «acompañada». Porque no son, evidentemente, lo mismo.

Conectados sí, pero... ¿acompañados?
Radtke divide el libro en cuatro grandes secciones temáticas: ‘Escucha’, ‘Observa’, ‘Haz clic’ y ‘Toca’. Partiendo de la premisa de que “a menudo la soledad resulta exacerbada por la percepción de que uno está solo mientras que todos los demás está conectado. Está exagerada por la sensación de estar al margen de algo en lo que otros participan, sea una familia, una relación o incluso un chiste.” (p. 12, mi traducción)

En un extenso repaso histórico de los avances, movimientos e impulsos sociales comunicacionales del siglo pasado, Radtke une fenómenos tan dispares como la introducción de la risa enlatada en las comedias televisivas, las salas de chat que proliferaron hace un par de décadas, las redes sociales que siguen en pleno apogeo, las matanzas causadas por hombres armados o los experimentos del psicólogo Harry Harlow, cuya dudosa reputación se basa en los ensayos en torno a la separación del bebé, sus necesidades de dependencia y las consecuencias del aislamiento social. Para todo lo anterior, Harlow utilizó macacos en pruebas que implicaban una brutal tortura de los animales.

El libro funciona, principalmente porque Radtke yuxtapone los datos históricos y científicos con sus propias experiencias y observaciones. Pese a tener un formato gráfico, son las palabras las que mejor transmiten el mensaje. Las imágenes realzan e incrementan el texto. La tipografía está más cerca de la caligrafía manual que de la generada por computadora y encaja perfectamente en los fondos blancos, verduzcos pardos, anaranjados y oscuros sobre los que la autora superpone una infinidad de motivos, desde paisajes a titulares, pasando por pantallas o retazos de ambientes.

Cuartel de la National Rifle Association en Virginia. Fotografía de Bjoertvedt.
Hay algo en el libro de Radtke que está indudablemente circunscrito a la realidad estadounidense: las muertes que de forma reiterada causan las armas de fuego en el país. Dice la autora: «Se podría decir con total certeza, como hace la mayoría de todos los que conozco en Nueva York, que el problema son las armas de fuego, y las ilógicas leyes que permiten proliferación. Más allá de los grupos de presión y del dinero están quienes se afligen en grupos, acurrucados detrás de sus ordenadores y teléfonos y en vigilias y por los canales por cable más tolerables, unidos todos por la conciencia de saber que están absueltos, que les escriben a los miembros del Congreso y a sus representantes estatales para decir 'no más' y 'basta ya'. Mis amigos y a veces yo misma diremos en cambio que los otros, esos que repiten lo de «las armas no matan a la gente» o lo de «démosles armas a los profesores», esos que defienden su derecho a tener armamento contra un enemigo inevitable, son en realidad el enemigo, son el mal que ha causado tantas nueva y enorme pérdida de vidas.» (p. 165)

No es Seek You un libro que plantee soluciones o brinde recursos para superar la soledad. Todos sabemos que el contacto humano, sea directamente físico o simplemente visual, nos hace sentirnos menos solos. Es en cierto modo un tratado, un ensayo gráfico, marcado por el rigor y la benevolencia (en el sentido más etimológico de la palabra).

«Para mí, la soledad es como estar bajo el agua, como palpando un mundo mudo en el que el volumen del sonido de tu propio cuerpo es alto frente al silencio de todo lo demás. Los sencillos gestos que con tanta facilidad se hacen en tierra se vuelven dificultosos, como si estuvieras lanzándote contra una carga para la que no está hecho cuerpo alguno». (p. 104, mi traducción)

6 nov 2022

Reseña: Transcendence, de Gaia Vince

Gaia Vince, Transcendence. How Humans Evolved through Fire, Language, Beauty and Time (Gran Bretaña: Allen Books, 2019). 294 páginas.

¿Por qué reflexionar sobre nuestros orígenes como seres humanos y esa fascinante evolución por la que hemos pasado hasta ser quienes somos, ahora en 2022, frente a los innumerables quehaceres y frecuentemente estresantes desvelos que nos mantienen ocupados a diario? Una respuesta válida a esa pregunta (una pizca simplista, lo sé) sería porque quizás nos encontremos ante un etapa clave en la supervivencia de la Humanidad.

Una manera mucho más llevadera (y ciertamente menos angustiosa para muchos) es leer libros como éste. Transcendence propone una lectura persuasiva de quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos.

La autora plantea una breve historia de la humanidad en torno a cuatro conceptos clave: fuego, lenguaje, belleza y tiempo. Esos cuatro aspectos de nuestro quehacer en este planeta son, a grandes rasgos, los que nos han permitido imponernos a medios francamente hostiles, a someter a otras especies y finalmente a sobrepoblar nuestro mundo. De ser un primate vulnerable e insignificante en las sabanas africanas hemos llegado a ser el animal más numeroso y temible (incluso para nosotros mismos) en el planeta.

Le Tour de France? “Las diferencias genéticas entre poblaciones están desapareciendo, no porque hayamos dejado de evolucionar genéticamente, sino por nos estamos entremezclando más. Gran parte del aislamiento tribal del pasado terminó con los devaneos sexuales entre grupos, el mestizaje, la migración y el comercio. Incluso cuando las tribus mantenían normas estrictas que prohibían el mestizaje entre grupos, la evidencia genética prueba que continuó. La domesticación del caballo y la invención del transporte rodado lo aceleraron, pero ya bien entrado el siglo XIX los europeos continuaban casándose con parientes cercanos. La bicicleta redujo esto de forma considerable al permitir el sexo entre poblaciones geográficamente distantes. La venta de cuatro millones de bicicletas antes de la Primera Guerra Mundial tuvo un impacto notable en la sociedad francesa, que incluyó el hecho de que los franceses crecieran en estatura al reducirse el número de matrimonios entre parientes consanguíneos. En Inglaterra se vio el mismo efecto.” (p. 190, mi traducción). Fotografía de Macieklew.
Así, el fuego nos facilitó unos recursos que eran impensables hasta que se logró su dominio: contribuyó a estabilizar la dieta, se convirtió en una herramienta defensiva y ayudó a potenciar el sedentarismo.

Con el lenguaje, los humanos pudieron transmitir conocimiento para guiar a las siguientes generaciones, uniendo más todavía a grupos y tribus que tendían a estar dispersos. La invención de la escritura no solo hizo posible que yo escriba hoy esto: ha facilitado la evolución cultural y el intercambio de mucho más que ideas o historias.

El concepto de belleza contribuyó sobremanera al comercio. La globalización (tan denostada por ciertas ideologías retrógradas e involucionistas) favoreció la socialización y la compartición no solamente de mercancías, gustos estéticos o mitos, sino también de valores que hoy en día tenemos por irrenunciables.

Vince pone el dedo en la llaga cuando al seleccionar el tiempo como cuarto factor clave de nuestra singular aventura en el tercer planeta de un diminuto sistema en una parte insignificante del universo. Si bien la idea del Tiempo nos ha ayudado a organizarnos (y también a estresarnos), queda en evidencia nuestra absoluta incapacidad para leer el horizonte y planear qué debiera ocurrir en nuestro entorno (sea a pequeña escala o mucho mayor) cuando ya no estemos aquí para solucionar los problemas que surjan.

“H.G. Wells publicó The Time Machine [La máquina del tiempo] en 1985, una década antes de que Einstein publicara su teoría de la relatividad especial; por primera vez, la posibilidad de que los seres humanos tuvieran control absoluto sobre el tiempo empezaba a parecer matemáticamente factible. Lo irónico es que, pese a toda nuestra experiencia con el tiempo, nos resulta no obstante tan difícil como siempre planear el futuro de la humanidad e imaginar un mundo en el que estemos muertos. Quizás se trate de un fracaso cognitivo de la biología, pero es sin duda una deficiencia cultural.” (p. 213, mi traducción) 

Escrito en un lenguaje perfectamente comprensible, con Transcendence Gaia Vince parece exhortarnos a considerar el largo camino recorrido y la responsabilidad que tenemos como dueños del planeta de no reducir ese itinerario a unas pocas décadas más. Tenemos las herramientas, las intuiciones y la voluntad para escoger nuestro destino. ¿Sabremos hacer lo necesario?

Una obra atrevida y fascinante, además de muy recomendable; este libro de Gaia Vince se publicó el año pasado como Trascendencia en la editorial El Viejo Topo. La traducción corrió a cargo de Josep Sarret Grau.

7 oct 2022

Reseña: The Coconut Children, de Vivian Pham

Vivian Pham, The Coconut Children (Vintage Australia, 2020). 282 páginas.

La década de los 70 vio la llegada de miles de refugiados vietnamitas, mayoritariamente del sur de Vietnam, a Australia. En Sydney muchos de ellos se establecieron en el barrio del suroeste de la metrópolis que se conoce como Cabramatta. Adaptarse a un nuevo país y una nueva cultura nunca es fácil, algo que esta novela (que representa el debut de esta autora australiana de origen vietnamita) explicita en la narración que hace Sonny Vuong de su adolescencia en la década de los 90.

Ya en los años finales de la secundaria, Sonny vive con sus padres, su abuela y su hermano pequeño en una casa de Cabramatta. Desde muy joven se ha sentido atraída por su vecino Vince Tran, quien al comienzo de la novela está celebrando su salida de un centro de detención para menores. Significativamente, una de sus primeras acciones es la quema de la bandera australiana que ondea en el patio del instituto. A Vincent Tran los jóvenes vietnamitas de Cabramatta lo reciben como a un héroe. Todo lo contrario que su propia familia. Su padre lo desprecia. El sentimiento es recíproco porque el padre de Vince tiende a la violencia cuando bebe en exceso.

El centro comercial de Cabramatta (Sydney). Fotografía de Maksym Kozlenko. 
La imagen que quiere transmitir el título es ciertamente hermosa: las palmeras cocoteras dejan caer sus frutos, que con frecuencia cruzan el mar y llegan a lugares lejanos donde echan raíces y crecen. The Coconut Children es por lo tanto la idea de los jóvenes vietnamitas en Australia como el fruto de una importante y enriquecedora diáspora.

La novela tiene muchos altibajos en términos de fluidez narrativa. La forma en que presenta Pham el proceso del paso a la adultez y el despertar sexual de Sonny es más bien melindrosa. La historia habría ganado mucho más interés y valor si hubiera profundizado en las terribles consecuencias que la distribución de heroína tuvo en la zona en esa época. Pham pasa apenas de puntillas por el tema, blanqueando la realidad de la utilización de menores de origen vietnamita por parte de capos sin escrúpulos.

Go, Coconut, float across the waves and take roots elsewhere!
Fotografía de Sarathkumaran Ranganathan.

Sonny sueña con poder salir de Cabramatta algún día e imagina que será Vince quien lo haga. Pham revela un terrible episodio de niñez de la joven Sonny. Tanto ella como Vince han tenido que superar momentos muy duros en sus cortas vidas. Pero ello se debe a motivos diferentes de los que afectaron a las generaciones que huyeron de Vietnam: la madre de Sonny todavía recuerda la peligrosa travesía en barcos atiborrados de gente, que con frecuencia eran atacados por piratas en medio del océano.

La idea que genera The Coconut Children dista en principio de ser ordinaria. El principal problema que tiene la novela, en mi opinión, es el hecho de que Pham escoge adoptar el punto de vista narrativo de una Sonny adolescente, pero es en realidad una mujer adulta la que está contando su historia. El contraste entre los dos puntos de vista es evidente y estridente.

Pudiera ser una historia universal de migración y adaptación a un nuevo entorno sociocultural, pero el sentimentalismo dominante de la Sonny adolescente empaña bastante el efecto total. Pham podría haber invertido más esfuerzos en intentar acercarnos al laberinto identitario en el que vive la segunda generación emigrante y menos en las sensibleras divagaciones e ingenuidades de la niña que se está haciendo mujer. La novela funciona mucho mejor cuando Pham renuncia a esa voz inmadura y trabaja con sus bazas de buena escritora, que sin duda las tiene.

Te dejo la traducción del prólogo de The Coconut Children.

Prólogo: Le dijo la pequeña ola al tsunami...

La luna llena flota en el firmamento nocturno como una catarata. El cielo ha hecho la vista gorda e ignora a la gente de la patera. Pero vosotros lo veis todo, ¿no? Ahí va, una diminuta barca pesquera que lleva a doscientas almas, un exceso de cuerpos suspendidos por encima de apenas una brizna de agua. Es aquí donde se reúnen el mito y la memoria. Donde la Historia viene a soñar despierta, inmortalizada en tinta, pero con la muerte en las mentes.

Él os está llamando: Ông bà tổ tiên. Los ancestros. Aquí está él, sentado bajo una maraña de piernas, brazos y destinos. Mi padre. Vuestro hijo. Le habéis visto crecer, desde que era un chiquillo que se chupaba el dedo pulgar hasta que se volvió un muchacho retador. Lo conocéis muy bien: No os molesta en tu lugar de descanso sin tener sobradas razones. Ha pronunciado vuestros nombres únicamente en sus oraciones, para ofrendar las primeras frutas de la nueva cosecha, pero ahora os convoca porque anoche murió un bebé, demasiado joven para poder entender a qué sabe la leche materna. Suavemente lo dejaron reposar en el mar desde el lado de la embarcación, mientras todos miraban en un aciago silencio, medio esperando que el océano envolviese al muerto recién nacido como si fuese una manta, o que el chiquillo aprendiese a nadar en el último instante.

El silencio es otra suerte de ahogamiento. También hubo piratas, con taimadas sonrisas que abarcan el horizonte entero y unos machetes oxidados por el agua del mar, que os robaron generaciones de oro y a todas las mujeres bonitas. Mirad a vuestro hijo, el heredero de vuestra piel bañada por el sol. Puede que el resto del mundo olvide vuestra muerte, pero él es la única prueba de que alguna vez vivierais.

Ancestros, he oído historias sobre vosotros. Vosotros y yo somos dos clases de espíritus. Mi padre ni siquiera ha imaginado mi llegada. Aún estoy a dos décadas de distancia. Soy una bruma por nacer, una concentración de gotitas de rocío, mil efectos ópticos que todavía no ha punzado la sangre. El vuestro es un cuerpo ligado a la tierra que desobedece a las lápidas. Vuestros desordenados huesos tienen sus propias ideas. Extrañáis los brazos y piernas que os faltan. Vuestra mano os escribe cartas de amor. Vuestro espíritu está impregnado de sufrimiento, bastante como para que os dure hasta la eternidad. Conocéis suficiente a la muerte como para ponerla a hacer otros recados.

¿Le daréis pues una bendición? Lo justo para hacer que la barca se mueva un poco más deprisa. Y quizás un poco de sobra, para que se lo guarde en el bolsillo para su próximo viaje.

Mi padre piensa en las bombas y en las florecillas que están cayendo en todo el mundo. Aquel viejo poema le viene a la cabeza. El que escribió un desgraciado leproso que quería amar a alguien, pero no soportaba que nadie lo mirase.

¿Quién quiere comprar la luna? Yo os la venderé.

Oh, quién fuera joven y muy pobre, y pensar que el mundo te pertenece. Y eso resulta ser casi verdad. 

14 sept 2022

Reseña: Act of Grace, de Anna Krien

 
Anna Krien, Act of Grace (Carlton: Black Inc., 2019) 318 páginas.

El concepto ‘act of grace’ se recoge en la legislación australiana como un pago efectuado a la persona que ha sufrido una pérdida. Incluso en el caso de que no exista obligación legal alguna de que el Estado haga tal pago, se reconoce la responsabilidad (¿moral?) por dicha pérdida. Por ejemplo, por la muerte de civiles en la invasión militar de Iraq, en la que Australia participó tan alegremente.

Act of Grace reúne las historias interconectadas de varios personajes cuyas vidas se entrecruzan muy brevemente de forma fortuita. Tiene un formato ambicioso, en tanto que su estructura no es estrictamente lineal ni novelística.

Por un lado tenemos a Toohey, veterano de la Guerra de Iraq, un hombre violento y brutal, traumatizado por sus experiencias bélicas, y que tiene aterrorizados tanto a su hijo Gerry como a su mujer. Tras un salto en el tiempo, vemos cómo Gerry escapa de la tóxica influencia de su padre y de la negatividad que rodea su vida en Melbourne y durante un viaje por Estados Unidos se alista en un movimiento de protesta contra un oleoducto en Dakota.

Por otro lado está Robbie, una joven indígena australiana cuyo padre, Danny, fue víctima de la llamada Generación Robada. Tras haber sido boxeador en su juventud, Danny está ahora entrando en una fase de grave deterioro por culpa de la demencia. Robbie también enfrenta sus propios problemas de identidad y se debate entre la vida en la gran ciudad y la llamada del desierto, del corazón de Australia.

“La algarabía en el estacionamiento era ensordecedora. Un grupo de sudorosos turistas japoneses descansaban a la sombra de un árbol; otros, en cambio, desfilaban en sus Segways, que runruneaban por el sendero, balanceándose sobre los estrafalarios vehículos. Delante de ella, en la base de Ulurú, había una pequeña puerta de madera. La entrada para el ascenso a la roca. Robbie vio una fila de personas que trepaban por la ladera de la magnífica piedra rojiza, una hilera de hormiguitas portadoras de resplandecientes antenas (cámaras, gafas de sol, teléfonos móviles). Robbie los miró con desagrado y luego desvió su rumbo, tomando el sendero en dirección sur.
A medida que se iba alejando del aparcamiento se permitió ir levantando la vista: la roca le resultaba imponente. Era hermosa, con sus colosales curvas anaranjadas esculpidas como piernas o brazos humanos; el interior de unos muslos tallados por miles de años de viento y lluvia. Bandas de algas negruzcas cubrían los lugares donde corrían los pequeños riachuelos en la roca, las marcas de que habían quedado tras la estación lluviosa. Tenía labios que sobresalían y había lugares arenosos para cobijarse; y los carteles que explicaban dónde se había preparado la comida y dónde se trataban los asuntos del clan, y otras cosas.” (p. 194, mi traducción)

La tercera hebra de esta intrigante madeja es la de Nasim, una mujer iraquí crecida en el seno de una familia artística y acomodada de Bagdad. Su vida parecía estar perfectamente encaminada para convertirse en una talentosa pianista, pero todo se va al traste cuando las cosas empiezan a torcérsele a Saddam. No contentos con el asesinato de sus dos padres, uno de los vástagos de Hussein la viola, la tortura y luego la deja tirada en la calle como si fuera mera basura. Nasim logra sobrevivir gracias a la misericordia de una mujer que la encuentra y la recluta para su negocio: un burdel. Pero la fortuna o el destino le pondrán en las manos la posibilidad (en realidad, ilegítima) de solicitar asilo en Australia.

En Act of Grace Krien aborda con destreza temas importantes y muy candentes en nuestra época. La guerra y los traumas que causa (tanto a quienes son damnificados civiles como a quienes, como actores en la contienda militar, sufren las terribles consecuencias de la violencia que infligen o les infligen; véase, por ejemplo, el caso de The Yellow Birds, de Kevin Powers); la búsqueda de la identidad en una sociedad multicultural no exenta de fuertes fricciones; la masculinidad tóxica y el conflicto generacional que suele darse como resultado de ella. 

Los tres personajes podrían reclamar esa indemnización a la que el título hace referencia. Pero también es el caso que los tres podrían hacerse responsables de actos que merecerían una suerte de resarcimiento hacia otras personas. Toohey respecto a su hijo Gerry; Nasim por el engaño cometido para poder ingresar a una sociedad que no la habría aceptado de saber la verdad sobre ella. Y Robbie por no saber posicionarse dentro la dualidad indígena versus no indígena, pese a ser consciente de las horrorosas circunstancias que cambiaron la vida de su padre para siempre.

Es un libro provocativo, también valiente y ambicioso. Se trata de la primera obra de ficción de Anna Krien, quien ha escrito varios libros de reportaje en torno a cuestiones muy candentes en Australia, tanto medioambientales como sociales.

24 ago 2022

Reseña: Underdogs, de Chris Bonnello

Chris Bonnello, Underdogs (Londres: Unbound, 2019). 288 páginas.

La premisa de Underdogs es sencilla a la vez que una pizca simplista. Un megalómano generosamente financiado por el gobierno de Su Majestad, Nicholas Grant, toma el poder político y militar e instaura un régimen de terror y brutalidad gracias a un ejército de clones. La mayoría de la población es arrestada y llevada a una megaprisión llamada Nueva Londres.

Tras el ataque inicial, algunos alumnos de una escuela especial huyen y, dirigidos por un científico adulto, conforman un grupo de resistencia armada autodenominado Underdogs, algo así como ‘Los desaventajados’.

Y cierto es que, en principio, parecerían estar en desventaja. Todos los jóvenes tienen algún tipo de disfunción neurológica o de personalidad. Son autistas, disléxicos o sufren algún trastorno, como la ansiedad o una propensión patológica a la desobediencia. Pero son esas características las que también les hace más fuertes y les permite causar el caos cada vez que atacan al régimen totalitario de Grant. De hecho, en una incursión adolescente descabellada, logran entrar en Nueva Londres, donde habrán de enfrentarse a un psicópata adolescente a sueldo de Grant. Las peripecias se suceden, pero gracias a sus dones y talentos, la mayoría de ellos sobreviven.

Quizás lo más atractivo de este libro radique en que a su autor, Chris Bonnello, lo diagnosticaron como autista (concretamente, el síndrome de Asperger). La novela es pues una llamada en defensa de estas personas que tan frecuentemente sufren encasillamientos erróneos o son marginados por buena parte de la sociedad.

El otro dato curioso sobre el libro es el hecho de que fue el micromecenazgo lo que lo hizo posible. La editorial, Unbound, es una empresa editorial internacional de financiación colectiva de carácter privado. Al final del libro figuran los nombres de todos los que de alguna u otra manera contribuyeron a hacerlo posible.

Dejando esos dos datos de lado, Underdogs es un libro de aventuras más enfocado al mundo adolescente que a otra cosa. Entretiene, pero creo que es más que evidente que no pasará a la historia.

16 ago 2022

Reseña: The Water Dancer, de Ta-Nehisi Coates

 
Ta-Nehisi Coates, The Water Dancer (Londres: Penguin, 2019). 405 páginas.

El narrador protagonista de esta novela es Hiram Walker, hijo y a la vez esclavo del propietario de una gran hacienda de cultivo de tabaco en Virginia llamada Lockless. Cuando lo pone a servir al heredero (también su medio hermano) en la mansión, Hiram demuestra tener unas dotes casi sobrenaturales. Su memoria es perfecta y retiene hasta el más mínimo detalle. Bien pronto habrá quienes tengan interés en utilizar sus extraordinarias habilidades.

Sin embargo, Hiram tiene también extensas lagunas en su memoria. De su madre apenas recuerda nada. La madre fue vendida cuando Hiram era pequeño y nunca más supo de ella. En las plantaciones esclavistas, la vida de un ser humano era un valor comerciable; si un esclavo trataba de escapar y lo atrapaban, el castigo era terrible. La muerte podía ser en realidad una forma de huida preferible. Estamos a mitad del siglo XIX: las tensiones entre Norte y Sur pronto desembocarían en la Guerra Civil. Existen ya bien organizadas redes de soporte que luchan contra la esclavitud a su manera.

Un monumento recordatorio de la barbarie: la sencillez de unas cadenas enterradas en el polvo del tiempo. Forks of the Road en Natchez, Misisipí. Natchez fue uno de los mercados de compraventa de esclavos más activos en el Sur. Fotografía de Taylerpomeroy.

Una noche, mientras regresan de un día de carreras a Lockless junto a su hermano (Maynard, un perfecto imbécil, la perfecta encarnación de un calavera) el carruaje se adentra en una bruma azulada y cae al río Goose. Maynard muere ahogado; Hiram despierta a millas de distancia del río, aturdido pero ileso. Poco antes del accidente, el esclavo ha tenido una extraña visión: su madre, bailando en el agua.

Campo de cultivo de tabaco. Fotografía de EMW.

Desde ese momento, su vida va a dar un fuerte giro. Sus extraños poderes los han detectado los miembros del Underground, una red de personas (de raza negra y blanca) que saca clandestinamente a esclavos de las plantaciones y los lleva al Norte, donde pueden vivir en libertad. Coates pinta un detallado cuadro de las plantaciones (ya por entonces camino de la ruina debido a la degradación del suelo) y las ciudades de Virginia, Alabama y otros estados sureños y de las clases sociales que las habitan: los esclavos de ascendencia africana, los terratenientes (que se autodenominan ‘Gente de Calidad’) y los blancos más pobres que malviven como pueden y se encargan de capturar a los esclavos huidos por recompensas.

El poder que Hiram tiene se llama ‘Conducción’. Tan pronto como aprenda a dominarlo, los dirigentes del Underground van a reclutarlo para sus fines liberadores. Pero Hiram no puede esperar y escapa junto a Sophie, otra esclava de Lockless de la que está enamorado. Su aventura dura poco: los encuentran y los someten a violentas torturas.

Serán los miembros del Underground quienes lo saquen del Sur y lo trasladen a Filadelfia. En esa ciudad Hiram empieza a vivir como un hombre libre y a comprender la misión que el movimiento abolicionista quiere completar en todo el país. Sus esfuerzos se ven a veces recompensados con pequeñas victorias, pero en otras ocasiones sufren reveses e infortunios y pierden a leales integrantes de sus comandos.

El autor de The Water Dancer, Ta-Nehisi Coates, en 2015. Fotografía de Eduardo Montes-Bradley.   

La narración mantiene un ritmo constante, aplicando el suspense como recurso recurrente. El uso del ingrediente mágico (basado en el mito de cómo los africanos secuestrados y transportados en los buques esclavistas saltaban al mar y regresaban a sus tierras danzando sobre la mar). Coates controla bien la compleja caracterización de los personajes e incluso los secundarios están competentemente retratados y construidos.

Una brillante novela que nos fuerza a reflexionar no solo sobre la importancia de todos nuestros pasados sino también en las repercusiones que la injusticia de la violencia racial tuvo en las vidas de esas personas desarraigadas por la más deplorable lacra del colonialismo. Porque han de aprender a aceptar y a demostrar amor por hijos e hijas que son mezcla de dos razas y el producto de violaciones.

The Water Dancer se ha publicado este año en castellano (El baile del agua: Seix Barral, 2022, en traducción de Javier Calvo). I també en català (Ballar amb l'aigua: Àmsterdam, 2022, amb traducció a càrrec d'Anna Llisterri i Boix).

1 ago 2022

Reseña: Los días perfectos, de Jacobo Bergareche

Jacobo Bergareche, Los días perfectos (Barcelona: Libros del Asteroide, 2021). 177 páginas.

Los días perfectos es un librito compuesto de dos largas cartas que escribe Luis. La primera va dirigida a su amante mexicana Camila, con quien había estado acudiendo a un congreso de periodismo en Austin (Texas) hasta ese año. Por un lado, la carta rememora cómo se conocieron y pasaron días que rozaron la perfección, mientras que por otro hace un repaso de su peculiar investigación de corte biográfico-literario en torno a las cartas del Nobel de 1949 de Literatura, William Faulkner, a Meta Carpenter, la secretaria de su agente, con quien mantuvo una relación de las llamadas ilícitas.

En realidad, la fascinación de Luis con Faulkner y sus cartas le sirve al autor como subterfugio narrativo para dotar al libro de un trasfondo literario para la (apenas presente) trama.

La segunda parte es también una carta de Luis, dirigida en cambio a su esposa Paula en Madrid. En ella también hace mención de Faulkner y sus misivas a Meta, refiriéndose a la apatía a la que intuye que la vida conyugal lo ha condenado: «somos incapaces de arrancar espontáneamente con esa vieja melodía sobre la que improvisar a dúo, nos salimos de la canción todo el rato, estamos tocando sin escucharnos, la intensidad se pierde pronto y todo parece previsible y recitado a media voz como recitan las viejas en misa.» (p. 162)

Un día perfecto, una canción perfecta.

¿Qué es un día perfecto?, podríamos preguntarle a Luis (o a Bergareche, ya puestos). E incluso si fuese posible dar con una respuesta a esa pregunta, yo personalmente la rebatiría de inmediato, porque la idea de vivir ‘un día perfecto’ ya no me sirve de nada. Me es más atractiva la noción de vivir cada día como si pudiese ser el último día que viva. Pero ninguno es perfecto.

En ambas cartas Luis compone una diatriba no exenta de humor sobre el hecho de enamorarse y ejercer el apasionamiento en nuestras vidas. Pero no deja de ser una invocación convencionalmente rebelde en contra de la frustración que sigilosamente invade nuestras vidas conforme envejecemos.

Y un último apunte: Bergareche traduce «collarbone», es decir, la clavícula (de la carta que Faulkner le dirigió a Meta un viernes de 1960) como «vértebra», un pequeño error significativo dado el contexto en el que aparece.

El cuadro favorito de Luis: Goya, Retrato de la Marquesa de Santa Cruz, 1805.

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