16 oct 2022

Pola Oloixarac's Dark Constellations: A Review

Pola Oloixarac, Dark Constellations (New York: Soho Press, 2019). 202 pages. Translated by Roy Kesey.

Remember Donald Rumsfeld’s words to the press twenty years ago, in 2002? ‘[…] as we know, there are known knowns; there are things we know we know. We also know there are known unknowns; that is to say, we know there are some things we do not know. But there are also unknown unknowns – the ones we don't know we don't know.’ These latter ones are the scary ones, I guess. The Incas contemplated dark constellations in the night skies, where the dark spaces (the unknowns) were the object of interest rather than the bright, visible known points, the stars.

Argentine Pola Oloixarac weaves three stories into an unusual, weird and at times a little clumsy volume. The first part is set in the late 19th century: explorer Niklas Bruun ventures into caves on some Atlantic island. While in search for some hallucinogenic stuff that would allegedly erase whatever it is that separates one species from others, he and his group become the more-than-willing prisoners of a tribe whose women profusely engage in sexual intercourse with the visitors.

The second part has an enough promising start – it is truly hilarious and Oloixarac proves she does have the skill. An Argentine student travels to Brazil and gets pregnant. Her son is Cassio, who will become a notorious hacker and will eventually be hired by a big corporation with less than clearly defined aims and purposes. Governments and corporations seem engaged in a race to discover the way they would be able to capture our DNA either by means of real samples or using strange, ever-present instruments that resemble facial-recognition devices called Bionoses. Everyone, be careful where you fart! Your DNA might be collected and used against your will.

The final part brings in Piera, an Argentine biologist. It is set in just a couple of years’ time. She teams up with Cassio in an obscure plot to develop viruses and plant them across the whole world via the web.

The author seems to focus strongly on big issues, no doubt: where are we heading as Humanity? And what might be the consequences of blending the human and the technological in the context of a world where all of our data has fast become merchandise for sale? Scary, yes. The unknown unknowns!

Whatever might be uniting the goal of Bruun’s travels and Cassio and Piera’s heavily marijuana-induced plans to, well, do something that I found mind-boggling and pretty obscure, I may have missed. If Dark Constellations is intended to terrify us about where evolution is taking us, perhaps a little less vagueness and darkness would help. Lots of references to computer developments and popular culture of the 90s and later do not help us much to follow the scanty plot the book offers.

7 oct 2022

Reseña: The Coconut Children, de Vivian Pham

Vivian Pham, The Coconut Children (Vintage Australia, 2020). 282 páginas.

La década de los 70 vio la llegada de miles de refugiados vietnamitas, mayoritariamente del sur de Vietnam, a Australia. En Sydney muchos de ellos se establecieron en el barrio del suroeste de la metrópolis que se conoce como Cabramatta. Adaptarse a un nuevo país y una nueva cultura nunca es fácil, algo que esta novela (que representa el debut de esta autora australiana de origen vietnamita) explicita en la narración que hace Sonny Vuong de su adolescencia en la década de los 90.

Ya en los años finales de la secundaria, Sonny vive con sus padres, su abuela y su hermano pequeño en una casa de Cabramatta. Desde muy joven se ha sentido atraída por su vecino Vince Tran, quien al comienzo de la novela está celebrando su salida de un centro de detención para menores. Significativamente, una de sus primeras acciones es la quema de la bandera australiana que ondea en el patio del instituto. A Vincent Tran los jóvenes vietnamitas de Cabramatta lo reciben como a un héroe. Todo lo contrario que su propia familia. Su padre lo desprecia. El sentimiento es recíproco porque el padre de Vince tiende a la violencia cuando bebe en exceso.

El centro comercial de Cabramatta (Sydney). Fotografía de Maksym Kozlenko. 
La imagen que quiere transmitir el título es ciertamente hermosa: las palmeras cocoteras dejan caer sus frutos, que con frecuencia cruzan el mar y llegan a lugares lejanos donde echan raíces y crecen. The Coconut Children es por lo tanto la idea de los jóvenes vietnamitas en Australia como el fruto de una importante y enriquecedora diáspora.

La novela tiene muchos altibajos en términos de fluidez narrativa. La forma en que presenta Pham el proceso del paso a la adultez y el despertar sexual de Sonny es más bien melindrosa. La historia habría ganado mucho más interés y valor si hubiera profundizado en las terribles consecuencias que la distribución de heroína tuvo en la zona en esa época. Pham pasa apenas de puntillas por el tema, blanqueando la realidad de la utilización de menores de origen vietnamita por parte de capos sin escrúpulos.

Go, Coconut, float across the waves and take roots elsewhere!
Fotografía de Sarathkumaran Ranganathan.

Sonny sueña con poder salir de Cabramatta algún día e imagina que será Vince quien lo haga. Pham revela un terrible episodio de niñez de la joven Sonny. Tanto ella como Vince han tenido que superar momentos muy duros en sus cortas vidas. Pero ello se debe a motivos diferentes de los que afectaron a las generaciones que huyeron de Vietnam: la madre de Sonny todavía recuerda la peligrosa travesía en barcos atiborrados de gente, que con frecuencia eran atacados por piratas en medio del océano.

La idea que genera The Coconut Children dista en principio de ser ordinaria. El principal problema que tiene la novela, en mi opinión, es el hecho de que Pham escoge adoptar el punto de vista narrativo de una Sonny adolescente, pero es en realidad una mujer adulta la que está contando su historia. El contraste entre los dos puntos de vista es evidente y estridente.

Pudiera ser una historia universal de migración y adaptación a un nuevo entorno sociocultural, pero el sentimentalismo dominante de la Sonny adolescente empaña bastante el efecto total. Pham podría haber invertido más esfuerzos en intentar acercarnos al laberinto identitario en el que vive la segunda generación emigrante y menos en las sensibleras divagaciones e ingenuidades de la niña que se está haciendo mujer. La novela funciona mucho mejor cuando Pham renuncia a esa voz inmadura y trabaja con sus bazas de buena escritora, que sin duda las tiene.

Te dejo la traducción del prólogo de The Coconut Children.

Prólogo: Le dijo la pequeña ola al tsunami...

La luna llena flota en el firmamento nocturno como una catarata. El cielo ha hecho la vista gorda e ignora a la gente de la patera. Pero vosotros lo veis todo, ¿no? Ahí va, una diminuta barca pesquera que lleva a doscientas almas, un exceso de cuerpos suspendidos por encima de apenas una brizna de agua. Es aquí donde se reúnen el mito y la memoria. Donde la Historia viene a soñar despierta, inmortalizada en tinta, pero con la muerte en las mentes.

Él os está llamando: Ông bà tổ tiên. Los ancestros. Aquí está él, sentado bajo una maraña de piernas, brazos y destinos. Mi padre. Vuestro hijo. Le habéis visto crecer, desde que era un chiquillo que se chupaba el dedo pulgar hasta que se volvió un muchacho retador. Lo conocéis muy bien: No os molesta en tu lugar de descanso sin tener sobradas razones. Ha pronunciado vuestros nombres únicamente en sus oraciones, para ofrendar las primeras frutas de la nueva cosecha, pero ahora os convoca porque anoche murió un bebé, demasiado joven para poder entender a qué sabe la leche materna. Suavemente lo dejaron reposar en el mar desde el lado de la embarcación, mientras todos miraban en un aciago silencio, medio esperando que el océano envolviese al muerto recién nacido como si fuese una manta, o que el chiquillo aprendiese a nadar en el último instante.

El silencio es otra suerte de ahogamiento. También hubo piratas, con taimadas sonrisas que abarcan el horizonte entero y unos machetes oxidados por el agua del mar, que os robaron generaciones de oro y a todas las mujeres bonitas. Mirad a vuestro hijo, el heredero de vuestra piel bañada por el sol. Puede que el resto del mundo olvide vuestra muerte, pero él es la única prueba de que alguna vez vivierais.

Ancestros, he oído historias sobre vosotros. Vosotros y yo somos dos clases de espíritus. Mi padre ni siquiera ha imaginado mi llegada. Aún estoy a dos décadas de distancia. Soy una bruma por nacer, una concentración de gotitas de rocío, mil efectos ópticos que todavía no ha punzado la sangre. El vuestro es un cuerpo ligado a la tierra que desobedece a las lápidas. Vuestros desordenados huesos tienen sus propias ideas. Extrañáis los brazos y piernas que os faltan. Vuestra mano os escribe cartas de amor. Vuestro espíritu está impregnado de sufrimiento, bastante como para que os dure hasta la eternidad. Conocéis suficiente a la muerte como para ponerla a hacer otros recados.

¿Le daréis pues una bendición? Lo justo para hacer que la barca se mueva un poco más deprisa. Y quizás un poco de sobra, para que se lo guarde en el bolsillo para su próximo viaje.

Mi padre piensa en las bombas y en las florecillas que están cayendo en todo el mundo. Aquel viejo poema le viene a la cabeza. El que escribió un desgraciado leproso que quería amar a alguien, pero no soportaba que nadie lo mirase.

¿Quién quiere comprar la luna? Yo os la venderé.

Oh, quién fuera joven y muy pobre, y pensar que el mundo te pertenece. Y eso resulta ser casi verdad. 

27 sept 2022

Ressenya: Dropbear, d'Evelyn Araluen

Evelyn Araluen, Dropbear (St. Lucia: University of Queensland Press, 2022 [2021]). 104 pàgines.

No és gens habitual que un llibre de poesia guanyi premis literaris. En el cas de Dropbear, el llibre va guanyar un premi prou especial: el Stella Prize, un guardó que des de l’any 2013 condecora tots els anys un llibre escrit per una dona australiana. Un aspecte diferent d’aquest premi és el fet que no fa cap distinció entre gèneres: tots tenen el seu espai.

El mateix títol del llibre ens insinua una visió irònica, fins i tot satírica. Es tracta d’una criatura imaginària, una enganyifa que seria una mena de coala sanguinari i agressiu que es deixa caure dels arbres sobre turistes desprevinguts i els ataca amb ullals afilats.

The dropbear! Ai quina por! Fotografia de Yamavu.
Dropbear és un llibre eclèctic: combina poemes amb peces curtes de prosa i fins i tot microcontes. El seu to general és subversiu, mordaç i divertit, però també tallant com un vent glacial. Araluen posa la seva mira en l’herència colonial que continua essent part no només del cànon literari australià sinó del seu sistema polític que es reflecteixen tan escandalosament en les desigualtats entre l’establishment de l’Austràlia anglosaxona i els seus pobladors originaris.

No li fan falta metàfores per a fer-se entendre. Les seves composicions prenen les preocupacions més actuals de la nostra societat en la segona dècada del segle: els drets de la població indígena australiana, el desastre mediambiental i el canvi climàtic, la manca d’igualtat social, el sistemàtic emblanquiment de la realitat històrica colonial. Són potser qüestions incòmodes, però hi ha en Dropbear molt d’ humor en la juganera reconstrucció intertextual que fa de referències ben conegudes.

Per posar un exemple, en ‘Playing in the Pastoral’ l’autora fa servir eines tipogràfiques per a fer una deconstrucció del discurs clàssic pel que fa a la interpretació de les terres australianes després de la colonització:

“The evocation entanglement entrapment of convictions complexes consequences which have, since invasion, haunted structured hallowed settler responses to, and representations restraints of Aboriginal land home and its custodians, ruptures at its most revolting readable in Australian poetics. / L’evocació embolic parany de conviccions complexos conseqüències els quals han, d’ençà la invasió, perseguit estructurat les respostes sagrades dels colons a, i representacions controls de la llar terra aborigen i els seus custodis, es trenca en el seu punt més repugnant llegible en la poètica australiana.” (p. 19; la traducció és meva)

En Dropbear hi ha denuncia i ironia. En una peça dedicada als poetes australians clàssics i contemporanis (‘To the Poets’) escriu Araluen:

“Potser el que us han fet a vosaltres, també m’ho han fet a mi?

Al principi, esporuguits, només coneixíeu aquesta terra com un lloc hostil, amb mancances. Aquí no trobàveu cap marca vostra. L’horror relliscava sublim mentre construíeu cases i cerques i esglésies. La primera destral que va abatre un eucaliptus. [...] Els nostres ossos han cimentat els vostres edificis, els vostres poemes, però durant tot aquest temps hem estat marginats, a la perifèria i en les reserves. [...] Agafeu la llengua de les nostres boques sagnants i poseu-la dins de les vostres cançons.” (p. 36, la traducció és meva)

Araluen declara una lluita sense donar quarter al cànon literari colonial. En el poema ‘The Trope Speaks’ [Ens parla la metàfora] escriu:

[...] The trope offers an aesthetic hybridisation of Eurocentric and Aboriginal culture wherein all that is fundamentally alienating to the white settler gaze is translated into jargon and misappropriated cryptomythology. / La metàfora ofereix una hibridació estètica de la cultura euro-cèntrica i la cultura aborigen, dins la qual tot el que és fonamentalment alienant a la mirada del colon blanc es tradueix al seu argot i una cripto-mitologia esbutxacada.” (p. 32; la traducció es meva).

Dropbear és una col·lecció d’escrits que col·loquen a una jove indígena australiana al front d’una lluita justa i necessària, la qual és encara molt més urgent ara, quan un nou rei britànic s’asseu al tro que el fa sobirà australià i al Parlament es debat atorgar veu pròpia als pobles i nacions indígenes. Tot i la ràbia que sens dubte fa acte de presència en moltes de les peces que componen el llibre, n’hi ha també tendresa i estimació per aquesta terra, la seva fauna i flora i molta esperança pel seu futur.

14 sept 2022

Reseña: Act of Grace, de Anna Krien

 
Anna Krien, Act of Grace (Carlton: Black Inc., 2019) 318 páginas.

El concepto ‘act of grace’ se recoge en la legislación australiana como un pago efectuado a la persona que ha sufrido una pérdida. Incluso en el caso de que no exista obligación legal alguna de que el Estado haga tal pago, se reconoce la responsabilidad (¿moral?) por dicha pérdida. Por ejemplo, por la muerte de civiles en la invasión militar de Iraq, en la que Australia participó tan alegremente.

Act of Grace reúne las historias interconectadas de varios personajes cuyas vidas se entrecruzan muy brevemente de forma fortuita. Tiene un formato ambicioso, en tanto que su estructura no es estrictamente lineal ni novelística.

Por un lado tenemos a Toohey, veterano de la Guerra de Iraq, un hombre violento y brutal, traumatizado por sus experiencias bélicas, y que tiene aterrorizados tanto a su hijo Gerry como a su mujer. Tras un salto en el tiempo, vemos cómo Gerry escapa de la tóxica influencia de su padre y de la negatividad que rodea su vida en Melbourne y durante un viaje por Estados Unidos se alista en un movimiento de protesta contra un oleoducto en Dakota.

Por otro lado está Robbie, una joven indígena australiana cuyo padre, Danny, fue víctima de la llamada Generación Robada. Tras haber sido boxeador en su juventud, Danny está ahora entrando en una fase de grave deterioro por culpa de la demencia. Robbie también enfrenta sus propios problemas de identidad y se debate entre la vida en la gran ciudad y la llamada del desierto, del corazón de Australia.

“La algarabía en el estacionamiento era ensordecedora. Un grupo de sudorosos turistas japoneses descansaban a la sombra de un árbol; otros, en cambio, desfilaban en sus Segways, que runruneaban por el sendero, balanceándose sobre los estrafalarios vehículos. Delante de ella, en la base de Ulurú, había una pequeña puerta de madera. La entrada para el ascenso a la roca. Robbie vio una fila de personas que trepaban por la ladera de la magnífica piedra rojiza, una hilera de hormiguitas portadoras de resplandecientes antenas (cámaras, gafas de sol, teléfonos móviles). Robbie los miró con desagrado y luego desvió su rumbo, tomando el sendero en dirección sur.
A medida que se iba alejando del aparcamiento se permitió ir levantando la vista: la roca le resultaba imponente. Era hermosa, con sus colosales curvas anaranjadas esculpidas como piernas o brazos humanos; el interior de unos muslos tallados por miles de años de viento y lluvia. Bandas de algas negruzcas cubrían los lugares donde corrían los pequeños riachuelos en la roca, las marcas de que habían quedado tras la estación lluviosa. Tenía labios que sobresalían y había lugares arenosos para cobijarse; y los carteles que explicaban dónde se había preparado la comida y dónde se trataban los asuntos del clan, y otras cosas.” (p. 194, mi traducción)

La tercera hebra de esta intrigante madeja es la de Nasim, una mujer iraquí crecida en el seno de una familia artística y acomodada de Bagdad. Su vida parecía estar perfectamente encaminada para convertirse en una talentosa pianista, pero todo se va al traste cuando las cosas empiezan a torcérsele a Saddam. No contentos con el asesinato de sus dos padres, uno de los vástagos de Hussein la viola, la tortura y luego la deja tirada en la calle como si fuera mera basura. Nasim logra sobrevivir gracias a la misericordia de una mujer que la encuentra y la recluta para su negocio: un burdel. Pero la fortuna o el destino le pondrán en las manos la posibilidad (en realidad, ilegítima) de solicitar asilo en Australia.

En Act of Grace Krien aborda con destreza temas importantes y muy candentes en nuestra época. La guerra y los traumas que causa (tanto a quienes son damnificados civiles como a quienes, como actores en la contienda militar, sufren las terribles consecuencias de la violencia que infligen o les infligen; véase, por ejemplo, el caso de The Yellow Birds, de Kevin Powers); la búsqueda de la identidad en una sociedad multicultural no exenta de fuertes fricciones; la masculinidad tóxica y el conflicto generacional que suele darse como resultado de ella. 

Los tres personajes podrían reclamar esa indemnización a la que el título hace referencia. Pero también es el caso que los tres podrían hacerse responsables de actos que merecerían una suerte de resarcimiento hacia otras personas. Toohey respecto a su hijo Gerry; Nasim por el engaño cometido para poder ingresar a una sociedad que no la habría aceptado de saber la verdad sobre ella. Y Robbie por no saber posicionarse dentro la dualidad indígena versus no indígena, pese a ser consciente de las horrorosas circunstancias que cambiaron la vida de su padre para siempre.

Es un libro provocativo, también valiente y ambicioso. Se trata de la primera obra de ficción de Anna Krien, quien ha escrito varios libros de reportaje en torno a cuestiones muy candentes en Australia, tanto medioambientales como sociales.

24 ago 2022

Reseña: Underdogs, de Chris Bonnello

Chris Bonnello, Underdogs (Londres: Unbound, 2019). 288 páginas.

La premisa de Underdogs es sencilla a la vez que una pizca simplista. Un megalómano generosamente financiado por el gobierno de Su Majestad, Nicholas Grant, toma el poder político y militar e instaura un régimen de terror y brutalidad gracias a un ejército de clones. La mayoría de la población es arrestada y llevada a una megaprisión llamada Nueva Londres.

Tras el ataque inicial, algunos alumnos de una escuela especial huyen y, dirigidos por un científico adulto, conforman un grupo de resistencia armada autodenominado Underdogs, algo así como ‘Los desaventajados’.

Y cierto es que, en principio, parecerían estar en desventaja. Todos los jóvenes tienen algún tipo de disfunción neurológica o de personalidad. Son autistas, disléxicos o sufren algún trastorno, como la ansiedad o una propensión patológica a la desobediencia. Pero son esas características las que también les hace más fuertes y les permite causar el caos cada vez que atacan al régimen totalitario de Grant. De hecho, en una incursión adolescente descabellada, logran entrar en Nueva Londres, donde habrán de enfrentarse a un psicópata adolescente a sueldo de Grant. Las peripecias se suceden, pero gracias a sus dones y talentos, la mayoría de ellos sobreviven.

Quizás lo más atractivo de este libro radique en que a su autor, Chris Bonnello, lo diagnosticaron como autista (concretamente, el síndrome de Asperger). La novela es pues una llamada en defensa de estas personas que tan frecuentemente sufren encasillamientos erróneos o son marginados por buena parte de la sociedad.

El otro dato curioso sobre el libro es el hecho de que fue el micromecenazgo lo que lo hizo posible. La editorial, Unbound, es una empresa editorial internacional de financiación colectiva de carácter privado. Al final del libro figuran los nombres de todos los que de alguna u otra manera contribuyeron a hacerlo posible.

Dejando esos dos datos de lado, Underdogs es un libro de aventuras más enfocado al mundo adolescente que a otra cosa. Entretiene, pero creo que es más que evidente que no pasará a la historia.

17 ago 2022

Reseña: China Panic. Australia's Alternative to Paranoia and Pandering, de David Brophy

David Brophy, China Panic. Australia's Alternative to Paranoia and Pandering (Carlton: La Trobe University Press junto con Black Inc., 2022). 264 páginas.

Como en otras latitudes y longitudes, el estatus de China como superpotencia del siglo XXI y sus repercusiones en la geopolítica mundial son el motivo de un fuerte, acalorado y no siempre racional debate en Australia. Procedentes de las posiciones políticas más conservadoras en el tedioso espectro ideológico australiano se suelen escuchar voces estridentes y beligerantes, que con bastante frecuencia cuentan con el apoyo mediático para encontrar su cámara de resonancia, contagiando a la opinión pública de una preocupante desinformación y sembrando la cizaña de la xenofobia, el racismo y la histeria.

Tras la aparición del virus del Covid-19 en China, el Gobierno de Scott Morrison (quien en estos días pasa por sus horas más bajas como figura política) demandó una investigación internacional sobre sus orígenes. La respuesta de China fue la lógica ante una serie de medidas que Beijing consideró agresivas e injustificables: “Las leyes de seguridad, las decisiones sobre inversión extranjera, los allanamientos contra periodistas chinos: la lista es larga. El efecto combinado de todas estas medidas ha sido el de cultivar una imagen de China como país singularmente peligroso con el que no puede continuar la situación normal.” (p. 10, mi traducción)

Brophy se pregunta en los diferentes capítulos del libro a qué se debe este giro radical hacia la confrontación entre las elites políticas australianas, particularmente si se tiene en cuenta el robusto acercamiento que se produjo hace apenas una década, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre ambos países en 2015. Uno de los factores pertinentes para la respuesta es el papel que Australia insiste y persiste en jugar como subalterno de la hegemonía político-militar de los Estados Unidos en el Pacífico.

¿Y qué papel debiera ser ese? Dice Brophy: “En lugar de una ‘potencia media’, una descripción más fiel del rol de Australia en el mundo es el de una gran potencia de menor grado, cuya capacidad para actuar de tal manera ha venido siendo posibilitada por y, de hecho, depende de, su relación con una verdadera superpotencia. El término que algunos utilizan para describir tal situación es subimperial. En la práctica, una Australia subimperial le pide a los EE.UU. que avale sus ambiciones de tener un mini imperio propio, que se extienda mucho más allá de los límites de la isla continente y se adentre en el Pacífico. Y es en esta esfera de influencia en la que Australia y China están empezando a enfrentarse de forma directa.” (p. 85, mi traducción)

Una imagen de las protestas que tuvieron lugar en HK a fines de 2014. Fotografía de Citobun. 
Si Brophy es crítico con el establishment político australiano, no lo es menos con el régimen unipartidista que rige los destinos de una quinta parte de la humanidad: “La negación de los derechos democráticos básicos por parte del PCCh […] es una realidad desoladora, que debería irritarnos a todos. Pero Occidente le hace un flaco favor a la causa democrática cuando la construye no como la calidad cuantificable de un sistema político sino como una de las vertientes de una simplista ecuación binaria: democracia versus autoritarismo. Es incluso peor la tendencia a reducir dicho debate a uno entre dos ‘modelos’ diferentes: el chino y el estadounidense.” (p. 45, mi traducción)

Que el debate mediático y político en torno a la relación de Australia con China roza la histeria es innegable. A raíz de las medidas que Beijing adoptó contra ciertas exportaciones australianas, algunas voces se alzaron al verle las orejas al lobo del fuerte declive económico que podría resultar de un mayor enfrentamiento diplomático y comercial con el gigante asiático. No hay que olvidar que “No fue Beijing la que decidió permitir que la economía australiana dependiese de un puñado de sectores exportadores de alto rendimiento. Y ahora que China está manifestando su descontento con las políticas australianas mediante una menor adquisición de dichos productos, no es tampoco Beijing la que decidirá cómo va a responder Australia. No quiero minimizar la cuantiosa importancia del superávit comercial para el bienestar de Australia ni el impacto que las acciones de China pudiera tener en los ciudadanos de a pie en Australia. Pero resulta imposible abordar la ansiedad que rodea la vulnerabilidad de Australia a la presión comercial sin reflexionar de una manera más amplia sobre la enorme influencia que el sector de los recursos ejerce en la política australiana.” (p. 101, mi traducción)

Si no podemos venderlo, pues habrá que beberlo... Vinos australianos en un supermercado. Fotografía de Maksym Kozlenko.
China Panic se compone de ocho capítulos, además de una introducción y la pertinente conclusión. Brophy escribe para un público que no es meramente académico, lo cual se agradece. Incluye capítulos sobre la cuestión latente de la apertura democrática en China (y cómo ven el tema la población inmigrante china en Australia), la lucha por retener unos mínimos posos de democracia en Hong Kong y la situación de los derechos humanos de los uigures en la región autónoma de Sinkiang. El suyo es un análisis sesudo, bien matizado y ponderado no exento de un idealismo que, dadas las circunstancias por las que atraviesa el mundo en esta segunda mitad de 2022, no deja de ser necesario. Su insistencia en que las elites dirigentes australianas deben anteponer los intereses de la gente normal a la hora de reconducir y reformular las relaciones sino-australianas al tiempo que aboguen por un combate firme contra la opresión y por la defensa de los derechos humanos.

Culpar a la víctima siempre da rédito a quien aboga por ese tipo de maniobras sucias: "El hecho de que China, en alguna ocasión, haya descrito las críticas que recibe como racistas ha dado pie a la perspectiva de que la crítica del racismo bien pudiera ser parte de una conspiración del PCCh." (p. 214, mi traducción). Sello conmemorativo de los 100 años del Partido Comunista de China emitido por Serbia en 2021.
Lástima que hasta ahora, el doble rasero de la realpolitik haya ganado siempre la partida y haya impuesto distorsiones y duplicidades en la relación de Australia con muchos de sus vecinos asiáticos.

16 ago 2022

Reseña: The Water Dancer, de Ta-Nehisi Coates

 
Ta-Nehisi Coates, The Water Dancer (Londres: Penguin, 2019). 405 páginas.

El narrador protagonista de esta novela es Hiram Walker, hijo y a la vez esclavo del propietario de una gran hacienda de cultivo de tabaco en Virginia llamada Lockless. Cuando lo pone a servir al heredero (también su medio hermano) en la mansión, Hiram demuestra tener unas dotes casi sobrenaturales. Su memoria es perfecta y retiene hasta el más mínimo detalle. Bien pronto habrá quienes tengan interés en utilizar sus extraordinarias habilidades.

Sin embargo, Hiram tiene también extensas lagunas en su memoria. De su madre apenas recuerda nada. La madre fue vendida cuando Hiram era pequeño y nunca más supo de ella. En las plantaciones esclavistas, la vida de un ser humano era un valor comerciable; si un esclavo trataba de escapar y lo atrapaban, el castigo era terrible. La muerte podía ser en realidad una forma de huida preferible. Estamos a mitad del siglo XIX: las tensiones entre Norte y Sur pronto desembocarían en la Guerra Civil. Existen ya bien organizadas redes de soporte que luchan contra la esclavitud a su manera.

Un monumento recordatorio de la barbarie: la sencillez de unas cadenas enterradas en el polvo del tiempo. Forks of the Road en Natchez, Misisipí. Natchez fue uno de los mercados de compraventa de esclavos más activos en el Sur. Fotografía de Taylerpomeroy.

Una noche, mientras regresan de un día de carreras a Lockless junto a su hermano (Maynard, un perfecto imbécil, la perfecta encarnación de un calavera) el carruaje se adentra en una bruma azulada y cae al río Goose. Maynard muere ahogado; Hiram despierta a millas de distancia del río, aturdido pero ileso. Poco antes del accidente, el esclavo ha tenido una extraña visión: su madre, bailando en el agua.

Campo de cultivo de tabaco. Fotografía de EMW.

Desde ese momento, su vida va a dar un fuerte giro. Sus extraños poderes los han detectado los miembros del Underground, una red de personas (de raza negra y blanca) que saca clandestinamente a esclavos de las plantaciones y los lleva al Norte, donde pueden vivir en libertad. Coates pinta un detallado cuadro de las plantaciones (ya por entonces camino de la ruina debido a la degradación del suelo) y las ciudades de Virginia, Alabama y otros estados sureños y de las clases sociales que las habitan: los esclavos de ascendencia africana, los terratenientes (que se autodenominan ‘Gente de Calidad’) y los blancos más pobres que malviven como pueden y se encargan de capturar a los esclavos huidos por recompensas.

El poder que Hiram tiene se llama ‘Conducción’. Tan pronto como aprenda a dominarlo, los dirigentes del Underground van a reclutarlo para sus fines liberadores. Pero Hiram no puede esperar y escapa junto a Sophie, otra esclava de Lockless de la que está enamorado. Su aventura dura poco: los encuentran y los someten a violentas torturas.

Serán los miembros del Underground quienes lo saquen del Sur y lo trasladen a Filadelfia. En esa ciudad Hiram empieza a vivir como un hombre libre y a comprender la misión que el movimiento abolicionista quiere completar en todo el país. Sus esfuerzos se ven a veces recompensados con pequeñas victorias, pero en otras ocasiones sufren reveses e infortunios y pierden a leales integrantes de sus comandos.

El autor de The Water Dancer, Ta-Nehisi Coates, en 2015. Fotografía de Eduardo Montes-Bradley.   

La narración mantiene un ritmo constante, aplicando el suspense como recurso recurrente. El uso del ingrediente mágico (basado en el mito de cómo los africanos secuestrados y transportados en los buques esclavistas saltaban al mar y regresaban a sus tierras danzando sobre la mar). Coates controla bien la compleja caracterización de los personajes e incluso los secundarios están competentemente retratados y construidos.

Una brillante novela que nos fuerza a reflexionar no solo sobre la importancia de todos nuestros pasados sino también en las repercusiones que la injusticia de la violencia racial tuvo en las vidas de esas personas desarraigadas por la más deplorable lacra del colonialismo. Porque han de aprender a aceptar y a demostrar amor por hijos e hijas que son mezcla de dos razas y el producto de violaciones.

The Water Dancer se ha publicado este año en castellano (El baile del agua: Seix Barral, 2022, en traducción de Javier Calvo). I també en català (Ballar amb l'aigua: Àmsterdam, 2022, amb traducció a càrrec d'Anna Llisterri i Boix).

1 ago 2022

Reseña: Los días perfectos, de Jacobo Bergareche

Jacobo Bergareche, Los días perfectos (Barcelona: Libros del Asteroide, 2021). 177 páginas.

Los días perfectos es un librito compuesto de dos largas cartas que escribe Luis. La primera va dirigida a su amante mexicana Camila, con quien había estado acudiendo a un congreso de periodismo en Austin (Texas) hasta ese año. Por un lado, la carta rememora cómo se conocieron y pasaron días que rozaron la perfección, mientras que por otro hace un repaso de su peculiar investigación de corte biográfico-literario en torno a las cartas del Nobel de 1949 de Literatura, William Faulkner, a Meta Carpenter, la secretaria de su agente, con quien mantuvo una relación de las llamadas ilícitas.

En realidad, la fascinación de Luis con Faulkner y sus cartas le sirve al autor como subterfugio narrativo para dotar al libro de un trasfondo literario para la (apenas presente) trama.

La segunda parte es también una carta de Luis, dirigida en cambio a su esposa Paula en Madrid. En ella también hace mención de Faulkner y sus misivas a Meta, refiriéndose a la apatía a la que intuye que la vida conyugal lo ha condenado: «somos incapaces de arrancar espontáneamente con esa vieja melodía sobre la que improvisar a dúo, nos salimos de la canción todo el rato, estamos tocando sin escucharnos, la intensidad se pierde pronto y todo parece previsible y recitado a media voz como recitan las viejas en misa.» (p. 162)

Un día perfecto, una canción perfecta.

¿Qué es un día perfecto?, podríamos preguntarle a Luis (o a Bergareche, ya puestos). E incluso si fuese posible dar con una respuesta a esa pregunta, yo personalmente la rebatiría de inmediato, porque la idea de vivir ‘un día perfecto’ ya no me sirve de nada. Me es más atractiva la noción de vivir cada día como si pudiese ser el último día que viva. Pero ninguno es perfecto.

En ambas cartas Luis compone una diatriba no exenta de humor sobre el hecho de enamorarse y ejercer el apasionamiento en nuestras vidas. Pero no deja de ser una invocación convencionalmente rebelde en contra de la frustración que sigilosamente invade nuestras vidas conforme envejecemos.

Y un último apunte: Bergareche traduce «collarbone», es decir, la clavícula (de la carta que Faulkner le dirigió a Meta un viernes de 1960) como «vértebra», un pequeño error significativo dado el contexto en el que aparece.

El cuadro favorito de Luis: Goya, Retrato de la Marquesa de Santa Cruz, 1805.

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