30 nov 2025

Reseña: God's Country, de Percival Everett

Percival Everett, God's Country (Boston, MA: Beacon Press, 2024 [1994]). 219 páginas.

«Lo primero que vi fue el humo. Era demasiado humo como para que estuviera saliendo por la chimenea, de manera que fustigué al caballo y me apresuré a ascender la colina. Mucho más que una grata lumbre en la chimenea: era mi casa, carajo, toda en llamas, ardiendo en un santiamén. Brotaban llamaradas rojas y amarillas que se alzaban entre una espesa humareda. Y alrededor de la casa había unos hombres que incluso en la distancia tenían una pinta cutre, rodeando la casa en sus caballos y dando grito. Dos de ellos arrojaron más antorchas en el interior de la casa, mientras que otros dos disparaban flechas por todas partes; uno de ellos llevaba a mi esposa colgada sobre la silla, como si fuera una alfombra. Ella estaba soltando una ristra de palabrotas, lo que me hizo sentirme orgulloso de ella, carajo. No podía distinguir las palabras, pero el tono era bueno para insultarlos y maldecirlos». (p. 3, mi traducción)

Es una tarde de 1871, el vaquero Curt Marder está volviendo al rancho que tiene en las afueras de un pueblito de mala muerte en alguna parte del oeste; desde una prudencial distancia, Marder es testigo de cómo una pandilla de forajidos disfrazados de nativos americanos asaltan y queman su casa, raptan a su mujer Sadie y matan a su perro de un flechazo. En vez de intentar salvar a su mujer, da media vuelta y se presenta en el saloon del pueblo, donde su relato provoca la lástima de los parroquianos y del dueño del bar, a quien le debe tres dólares. Todos los hombres que escuchan su historia coinciden en la imperdonable atrocidad de que hayan matado al perro, pero no parecen darle importancia al hecho de que Sadie haya sido raptada y, muy posiblemente, esté siendo víctima de violencia sexual mientras Marder mendiga unos tragos de whiskey.

Tras pasar la noche en un establo, Marder sale a buscar a Bubba, de quien todo el mundo dice que es el mejor rastreador de la zona. De camino al rancho donde esta Bubba topa con un joven muchacho, Jake, cuyos padres han sido asesinados (quizás por la misma banda de delincuentes). Los tres forman un inusual grupo en persecución de los criminales: Marder, sin un centavo, le promete la mitad de su tierra al rastreador Bubba (de raza negra) si consigue recuperar a Sadie. La mala suerte a la que parece estar condenado querrá que esa misma noche Marder pierda toda la propiedad en una partida de póker muy posiblemente amañada.

Esta es una deliciosa novela picaresca de la época moderna, ambientada en la frontera durante la conquista del Salvaje Oeste de los EE.UU. tras la Guerra Civil. Everett toma la estupenda decisión de adoptar la primera persona y hacer que sea Marder quien confiese sus temores, aprensiones, mentiras, cobardías y traiciones. Gracias a ello, de su boca sale contantemente un torrente de prejuicios resultado de su «flaca educación» imbuida de racismo y sexismo, además de una sarta de estupideces y demostraciones de ignorancia, múltiples mentiras, latrocinios y traiciones a quienes, en teoría, debería agradecerles su ayuda.

En poco más de 200 páginas encontrarás un poco de todo: peleas de bar, duelos a la puerta de un establo, la masacre de una tribu india, el atraco a un banco, el linchamiento de un pobre muchacho negro que no ha cometido ningún crimen, jóvenes mujeres que ofrecen sus encantos en el único hotel de la ciudad, entre otros variados incidentes. Evitando hacer un spoiler, diré que el desenlace no debiera sorprendernos. El mundo es como es y las conductas morales no siempre tienen cabida en él: además, Marder es quien es, como se deduce del primer párrafo de la novela.

Otro autor al que seguirle la pista: Percival Everett. Fotografía de Phibeatrice.

Everett publicó God’s Country inicialmente en 1994. Además de su corrosiva carga irónica, el libro destaca por la altísima calidad literaria de la voz que el autor genera para el protagonista, quien si viviera en 2025 sería muy probablemente un acérrimo seguidor de MAGA. El libro se lee en menos que canta un gallo y los nombres que Everett otorga a los estrafalarios personajes que Marder y Bubba van encontrando en sus desventuras te harán reír.

Me pregunto, sin embargo, la razón por la que ningún guionista o director de Hollywood no ha querido hasta ahora convertirla en una película. Hay en este libro una gran historia que no solamente entretendría a muchos; también podría transmitir un mensaje que es cada vez más necesario. ¿Irritaría a muchos espectadores que siguen creyendo que la expansión de los EE.UU. hacia el oeste fue una epopeya heroica en vez de la conquista brutal y homicida impulsada por el supremacismo blanco que sigue latente en el corazón del país?

28 nov 2025

Reseña: There's no Time like the Present, de Paul B. Rainey


Paul B. Rainey, There's no Time like the Present (Canadá: Drawn & Quarterly, 2025). 333 páginas.

Imaginemos por un instante que existiera la posibilidad de viajar en el tiempo y que la tecnología necesaria para ello fuera similar al Internet. ¿A que época del Tiempo irías? Para los tres personajes principales de esta novela gráfica del británico Paul B. Rainey, lo más provechoso de esa tecnología sería simplemente la posibilidad de ver episodios futuros de sus series y franquicias favoritas.

Los tres personajes, al comienzo de la obra, están luchando por abrirse camino en la vida, intentando sortear las dificultades que todo el mundo encuentra en esa tercera década (trabajo, vivienda, relaciones estables, etc.). Barry, que vive todavía con sus padres, es el típico nerd enganchado a las series de ciencia ficción, ganándose los cuartos quemando DVD con episodios futuros de series descargados de la llamada ultranet, que es el canal de entrada al futuro. Su mejor amigo se llama Cliff, también aficionado a Dr. Who y series similares. Cliff vive como inquilino en la casa propiedad de Kelly Elegance, adicta al yogur y a los batidos de chocolate. Cuando termina la jornada laboral, se sientan a ver episodios de sus series favoritas.

No hay mejor momento que el presente, así que fíjate en el menú, Barry. (p. 76)

No son personajes particularmente excepcionales, ¿verdad? En cierto modo, lo que les une es el hecho de que no han dejado completamente atrás la adolescencia. Las viñetas de Rainey se centran mayoritariamente en circunstancias cotidianas y en las reacciones a los sucesos que les afectan en el día a día mediante primeros planos de sus rostros.

Cuando el futuro amenaza con ser igual que el presente... (p. 102)

La novela se compone de siete capítulos, pero la historia comprende, grosso modo, tres partes. La ya mencionada sobre la juventud de los protagonistas, una segunda parte que se sitúa en la misma ciudad (Milton Keynes) unos cincuenta años más tarde, y la tercera, un continuo desplazamiento por el futuro en el que la narración sigue las vicisitudes y aventuras de Kelly en sus viajes por el tiempo.

Them geezers o'er there... (p. 205)

Es ciertamente una novela gráfica entretenida y de muy fácil lectura. Confieso, no obstante, que no me convenció la tercera parte. No porque crea que el recurso narrativo del viaje a través del tiempo es imposible además de absurdo; más bien, es el hecho de que los hilos que debieran ajustar la madeja de esta historia de manera más firme se antojan un tanto improvisados y sueltos.

14 nov 2025

Reseña: The Message, de Ta-Nehisi Coates

Ta-Nehisi Coates, The Message (Londres: Penguin Books, 2024) 232 páginas.

En 1967, el canadiense Marshall McLuhan llegaba a la conclusión de que «el medio es el mensaje». Mucho han cambiado desde esa época los medios de comunicación. Cabría cuestionarse hasta qué punto la máxima de McLuhan sigue siendo válida: las redes sociales son sin duda el medio más extendido y popular en esta segunda década del siglo XXI, pero apenas constituyen mensaje alguno. En tanto que medios, están vacíos de significado. La inanidad es su principal característica, ¿no?

Ta-Nehisi Coates publica este libro en 2024 con un título muy llamativo. Se compone de tres secciones digamos que son tres ensayos que Coates, profesor en Howard University (Washington DC), presenta a sus propios estudiantes para que se los valoren y evalúen. Cada uno de los tres capítulos presenta las reflexiones que un viaje a tres lugares diferentes del mundo provocan en el autor: Dakar (Senegal), Columbia (Carolina del Sur) y Cisjordania (Palestina).

La visita a Senegal le da pie a analizar los orígenes míticos del sistema colonial que los países europeos desarrollaron para justificar los excesos de dicho sistema. El tono general de esta parte es triste. Pasa de la nostalgia por un pasado irrecuperable a la realidad contemporánea de un país que sufre el cambio climático y del que quieren emigrar sus ciudadanos más brillantes.

En el siguiente capítulo, Coates visita a una profesora de inglés de secundaria de una escuela de Columbia llamada Mary Wood. La profesora quiere usar en sus clases un libro de Coates, Between the World and Me, pero se encuentra con la feroz oposición de quienes pretenden prohibir recursos educativos que explican la Teoría Crítica de la Raza y suprimir el empoderamiento de los jóvenes estudiantes que se enfrentan al racismo y a la ideología supremacista tan extendida en los estados sureños.

Pero es quizás la tercera sección, la más extensa, la que resulta ser más oportuna. El viaje a Palestina (de diez días de duración) se produce en 2023. Durante su estancia en los territorios ocupados de Cisjordania comprueba con estupor e indignación que el sistema discriminatorio en el que sus padres habían crecido en los EE.UU. (las llamadas leyes ‘Jim Crow’) se ha reproducido en Palestina de manera más sofisticada en parte gracias al uso de tecnologías de represión en buena parte financiadas por los propios EE.UU. Coates refiere que, si Israel fue fundado con el propósito de proteger a quienes fueron objeto de una persecución salvaje e inhumana, el estado israelí ha pasado a adoptar violentos sistemas de control de los pobladores palestinos, a quienes les niega su humanidad. En tanto que periodista, denuncia la supresión de las voces palestinas en el escenario mediático global.

¿Cuál es, por lo tanto, el mensaje? Como buen profesor, Coates insta a sus alumnos a que analicen cuáles deben ser los propósitos de la escritura. Y en el caso del periodismo, su puntos de vista sobre la situación actual de la profesión no deja lugar a dudas: «Los periodistas dicen escuchar “a las dos partes” como si un dios desinteresado hubiese establecido una oposición binaria. Pero son los propios periodistas los que están jugando a ser dios; son los periodistas quienes deciden qué partes son legítimas y cuáles no lo son, qué opiniones han de tenerse en cuenta y cuáles han de quedar excluidas del marco. Y ese poder constituye una extensión del poder de otros curadores de la cultura —los ejecutivos de las cadenas de TV, los productores, los editores— cuya función principal es decidir qué historias se cuentan y cuáles no. Cuando te borran de la discusión y te eliminan de la narrativa, ya no existes». (p. 148, mi traducción)

The Message se añade a toda una serie de ensayos que propugnan que la lucha contra la opresión debe ser de ámbito global y debe contar con la intercomunicación de la amplia mayoría de pobladores del planeta que quisiéramos hacer de él un mundo más justo. Es obligación del periodismo decidir contar historias de quienes no tienen acceso a los medios y de aquellos cuyas voces son silenciadas, ya sea mediante el borrado de su existencia o mediante la violencia de la guerra. Con demasiada frecuencia, advierte el autor de The Water Dancer, son los mismos que detentan el poder quienes manipulan la realidad con su discurso: «Puede parecer extraño que las personas que ya han alcanzado una posición de poder mediante la violencia inviertan tanto tiempo en justificar su expolio con palabras. Pero incluso los expoliadores son seres humanos cuyas violentas ambiciones deben enfrentarse a la culpa que los corroe cuando se encuentran con los ojos de sus víctimas. Y por lo tanto debe contarse una historia, una historia que levante un muro entre ellos y aquellos a quienes pretenden estrangular y robar». (p. 29, mi traducción)

Publicado este año también en castellano (El mensaje) por Capitán Swing, con traducción a cargo de Paula Zumalacárregui.

11 nov 2025

Reseña: Why Nations Fail, de Daron Acemoglu y James A. Robinson

Daron Acemoglu y James A. Robinson, Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity and Poverty (Londres: Profile Books, 2013 [2012]). 529 páginas.

Los sistemas político-económicos nacionales fracasan de muchas maneras. No cabe considerarlos un éxito si albergan en sus sociedades tan atroces niveles de desigualdad que coexisten en ellos billonarios y pobres sintecho en apenas unos kilómetros cuadrados, o colegios privados con todo tipo de lujosas instalaciones y escuelas públicas en las que la falta de recursos influye muy negativamente en la educación de sus alumnos, por poner un par de ejemplos.

De una de las pruebas irrefutables de ese fracaso soy testigo todas las mañanas, de lunes a viernes, cuando acudo a la piscina local a hacer mis 36 piscinas (a veces más, según el día). Desde hace casi tres años, alguien duerme en su automóvil en un aparcamiento cercano a la piscina, sea invierno (con temperaturas de hasta -6 o -7 grados) o verano. Siendo Australia un país rico que parece gozar de las instituciones inclusivas que tanto ensalzan los autores, existen a pesar de ello muchos reductos de pobreza. Se calcula que hay en Australia cerca de veinte mil menores de edad que no tienen un techo bajo el que dormir por las noches. Se puede hablar por tanto de un fracaso, tanto a nivel microeconómico como (micro)político.

Mas la tesis de Acemoglu y Robinson es obviamente de un ámbito macro. La razón de que haya estados cuyo fracaso los aboca a la pobreza y al subdesarrollo, según los autores, tiene una estrecha conexión con la existencia de instituciones económicas extractivas (ejemplos de estas serían los monopolios, el feudalismo y el esclavismo). Este tipo de instituciones económicas conllevan no solamente la mala gestión de los recursos, sino que ayudan a que quienes detentan el poder político se agarren a él como a un clavo ardiendo y continúen reforzando las antedichas instituciones económicas.

El libro esta repleto de ejemplos históricos con los que los autores quieren demostrar su teoría. Niegan en un principio que los factores geográficos o culturales sean determinantes. El primero es un punto problemático y discutible. Me resulta inconcebible que los factores geográficos y naturales se vean como virtualmente irrelevantes en este estudio.

Los autores recibieron el Nobel de Economía en 2024. Este libro se publicó en 2012, y no deja de ser una defensa a ultranza de las democracias liberales occidentales y el modelo capitalista liberal que domina la economía mundial, nos guste o no.

Una mañana llegó al Departamento, cambiando para siempre el proceso de edición y corrección de textos. Ciertamente produjo una destrucción creativa. El Apple Macintosh 512K. Fotografía de Maksym Kozlenko. «El miedo a la destrucción creativa es la principal razón por la que no hubo un incremento sostenido de los niveles de vida entre el Neolítico y las revoluciones industriales. La innovación tecnológica hace prósperas a las sociedades humanas, pero también implica la sustitución de lo viejo con lo nuevo, y la destrucción de los privilegios económicos y el poder político de ciertas personas. Para que haya un crecimiento económico sostenido necesitamos nuevas tecnologías, nuevas maneras de hacer las cosas, y por regla general vendrán de los neófitos […]. Puede que haga que la sociedad sea próspera, mas el proceso de destrucción creativa al que da inicio amenaza el sustento de quienes trabajan con tecnologías anticuadas». (p. 183, mi traducción)    

Además de la cuestión geográfica, los autores parecen soslayar el factor humano en muchos de los ejemplos de naciones que a lo largo de la historia han sido víctimas de sus instituciones extractivas y el círculo vicioso al que se abocan: cuando riqueza y poder se concentran en unas pocas manos (élites), aumenta su capacidad para dilatar ese poder y reforzar las instituciones que sostienen a quienes detentan el poder (político y económico).

Why Nations Fail no es un libro de historia, pero los autores realizan un largo recorrido por la historia universal con el objeto de demostrar su tesis. Y pienso que es ahí donde realmente aparecen algunas grietas en su tesis. Afirman acertadamente Acemoglu y Robinson en lo siguiente: «La desigualdad en el mundo de hoy existe porque durante los siglos XIX y XX algunas naciones pudieron aprovechar la Revolución Industrial y las tecnologías y métodos de organización que esta trajo consigo, mientras que otras naciones no pudieron hacerlo. El cambio tecnológico es solamente uno de los motores de la prosperidad, pero es quizás el más decisivo. Los países que no aprovecharon las nuevas tecnologías tampoco se beneficiaron de los otros motores de la prosperidad. […] ese fracaso se debió a sus instituciones extractivas, bien como consecuencia de la persistencia de sus regímenes absolutistas, bien porque carecían de estados centralizados. Pero este capítulo también ha demostrado que, en varias instancias, las instituciones extractivas que sustentaban la pobreza de estas naciones fueron impuestas, o como mínimo aún más reforzadas, por el proceso mismo que estimuló el crecimiento europeo: La expansión comercial y colonial. De hecho, la rentabilidad de los imperios coloniales europeos a menudo se basó en la destrucción de sistemas políticos independientes y economías indígenas en todo el mundo, o en la creación de instituciones extractivas esencialmente desde cero, como en las islas caribeñas, en las que, tras el colapso casi total de las poblaciones nativas, los europeos importaron esclavos africanos y erigieron los sistemas de plantaciones». (p. 271, mi traducción)

Muy bien. La colonización cimentó las instituciones extractivas que existían ya en esos países además de decimar las poblaciones locales de esas tierras. Pero los autores alaban repetidamente el proceso de creación de instituciones inclusivas de Inglaterra tras su Revolución Gloriosa de 1688 y subrayan que, gracias a ese evento, los ingleses avanzaron en el desarrollo económico y político que ayudó a que se diera la Revolución Industrial y el progreso tecnológico que trajo la prosperidad: «Inglaterra contaba con una amplia coalición de reciente formación, compuesta por comerciantes en el Atlántico, industrialistas y una alta burguesía con inclinaciones comerciales, que estaba a favor de que los derechos patrimoniales se cumplieran a rajatabla». (p. 410)

Discrepo: estaban a favor de que se cumplieran sus derechos patrimoniales, evidentemente no los de los demás, especialmente los derechos de los pueblos a los que impusieron su colonización. Los derechos de las poblaciones indígenas, tuvieran o no instituciones extractivas o regímenes absolutistas o autoritarios ya existentes, no contaron para ninguna de las naciones europeas que durante siglos se dedicaron al hurto, a la transformación irreversible de entornos naturales y a la sobreexplotación de los recursos y la esclavitud de las personas.

Otros capítulos de Why Nations Fail están dedicados a China y a la ayuda exterior. Del gigante asiático los autores pronostican que no podrá sostener el crecimiento porque no cuenta con instituciones políticas inclusivas. Respecto a la ayuda exterior, la critican ferozmente porque apenas consigue llegar a quienes realmente debería estar destinada.

Es un libro atractivo y de lectura fácil. Una pega que se le puede poner es que a ratos resulta un poco repetitivo. Cabría preguntarles a los autores si piensan que el modelo de los EE.UU., donde las élites económicas han irrumpido en las instituciones políticas, sigue siendo un ejemplo de éxito o si se trata de una nación encaminada al fracaso. El tiempo lo dirá.

Thanks, Jeff, for the tip. Cheers, mate.

28 oct 2025

Reseña: Olga Dies Dreaming, de Xochitl González

 
Xochitl González, Olga Dies Dreaming (Londres: Fleet, 2022) 373 páginas.

En una reseña anterior, la que escribí hace apenas dos o tres semanas sobre Monkey Boy, de Francisco Goldman, mencionaba esa suerte de profecía que hizo Carlos Fuentes en los años 90 a propósito de la coexistencia del inglés y el español en los EE.UU. El Spanglish es ya una realidad, de manera que, puesto que soy alguien who moves constantly, daily, between the two languages, se me ocurre una idea un tanto provocadora.

Yes: this is un reto, qué carajo, to those Latino writers out there in the USA que escriben en inglés pero que quizás piensan tanto en castellano como en la otra lengua. ¿Quién será el autor o la autora que, one day, will make it possible for us readers to leer una novela unida por las dos lenguas? Is it enough to scatter unas cuantas palabras en castellano across two hundred, three hundred pages of a novel, simplemente para aderezar con una pizca de sabor latinoamericano un pinche libro estadounidense? IMHO, no, it is nowhere near enough.

Se me dirá probablemente algo un rato socorrido: “Es el mercado, amigo”. Sure, the market rules, pero también el mercado se podría abrir to new, audacious perspectives. The sky would not fall, ¿no  crees?

Olga Dies Dreaming narra las vidas de la protagonista y su hermano. Ambos son Nuyoricans (born in New York, de ascendencia portorriqueña). Olga labura como wedding planner, ha aprendido las triquiñuelas necesarias to make some extra dollars out of gullible wealthy people and then some. Prieto, el hermano, es político (quite obviously a Democrat; I mean, this is New York, the city that never sleeps and hates Donald Trump!). Desde muy pequeños, ambos han conocido el ideal de lograr la independencia para Puerto Rico. In fact, their mother left them and joined radical leftwing groups in Central America and la Isla del Encanto.

Gonzalez intercala algunas cartas de la madre en la narración. El efecto es surprisingly positive, pues te permite ir deduciendo where the whole thing is heading. Los hermanos, en sus vidas públicas, tratan de esconder certain family secrets (their father died of AIDS as a result of his heroin addiction; Prieto is gay, pero no se atreve a salir del armario).

La novela progresa hacia 2017, camino de un desastre con nombre de mujer: el huracán María. When Puerto Rico is flattened by the hurricane, la miserable respuesta de la administración colonial enciende los ánimos en la isla. Olga y Prieto viajan con el propósito de hacer whatever they can do to help. Una vez en la isla, they find that their mother is the anonymous leader of a pro-independence group que sí está ayudando a la comunidad tras el desastre.


El subtexto es francamente político, pero no primordial. La historia de Puerto Rico desde la colonización castellana should be enough to make Jesus weep. Xochitl Gonzalez condimenta estos temas con diversas subtramas (romantic stuff, family disputes, local politics, sexual assault) y muchos personajes, muy variopintos. Olga Dies Dreaming ain’t half bad, if you know what I mean. La pregunta que le haría a la autora es si le tentó la idea de hacer hablar a muchos de sus personajes en castellano en vez de hacerlo mayoritariamente en inglés. The more, the merrier. Many a scene from the book would definitely improve si las conversaciones sonasen un poquito más genuinamente portorriqueñas.

Los macheteros. La enseña del Ejército Popular Boricua. Fotografía de BaptisteGrandGrand

Compruebo con mucha sorpresa que Xochitl Gonzalez ha publicado dos ediciones de la novela en castellano (Olga muere soñando (2024) una en Planeta México y otra en “español neutro” en Planeta).

16 oct 2025

Reseña: I Ate the Whole World to Find You, de Rachel Ang

Rachel Ang, I Ate the Whole World to Find You (Melbourne: Scribe, 2025). 316 páginas.

El libro cuenta con un título que promete (algo así como ‘Me comí el mundo entero para poder encontrarte’), pero se trata de un volumen que trata temas muy actuales con una perspectiva sombría. La australiana Ang recopila cinco cuentos gráficos en los que la protagonista es una misma mujer, Jenny. Cada una de esas historias revela un episodio bizarro o traumático para ella.

Gran parte de lo que la autora quiere transmitirnos se expresa por medio de los dibujos. Las expresiones faciales de los personajes te dan a entender perfectamente la tristeza, los desaciertos en la comunicación, los atropellos y humillaciones, los anhelos malogrados por la pobre interacción que tiene lugar entre seres humanos que, si bien se conocen, nunca logran traducirlos correctamente mediante palabras.

 

En la primera historia, ‘Hunger’, Jenny descubre que el chico con el que está comenzando a desarrollar una relación romántica persigue un objetivo muy inquietante por el que quisiera convertirla en un objeto de capricho morboso.

En ‘The Passenger’, Jenny viaja en tren junto a su ex y a su nueva amiga, perdida en sus pensamientos sin control. La ficción convierte el momento en un desastre: el tren descarrila. Página tras página, los bocadillos de los personajes se presentan vacíos de texto. Vacilaciones, dudas, inseguridades. La incapacidad de comunicarse se desborda en un caos alucinatorio. Este capitulo enlaza perfectamente con el siguiente, ‘Your Shadow in the Dark’, en el que Jenny está hablando con su prima por Skype cuando un recuerdo desagradable de su niñez provoca una crisis entre ellas. Como suele ocurrir, las palabras o la ausencia de estas causan malentendidos y sinsabores.

En la cuarta parte, ‘Swimsuit’, Jenny acude a una piscina de verano con un amigo. La cita no parece estar yendo a ninguna parte: hay sentimientos que no son correspondidos. De repente, se produce un grave incidente racista en la piscina. Su reacción a este suceso es muy diferente de la de su amigo.



El capítulo final se titula ‘Purity’, un recorrido vital con parto incluido, un homenaje a la maternidad y al cuerpo femenino: «dos almas que conectan en el mundo», reza la primera viñeta, en la que Jenny sostiene en alto un bebé.

I Ate the Whole World to Find You refleja una visión crudamente lúgubre de la sociedad de nuestra época y de la incapacidad para comunicarnos cuando más herramientas tecnológicas parecemos tener a nuestro alcance para ello. Algo falla, sin duda.

12 oct 2025

Reseña: Monkey Boy, de Francisco Goldman

Francisco Goldman, Monkey Boy (Londres: Grove Press, 2021). 323 páginas.

La migración es una cuestión que, tras mis casi 30 años como emigrante, continúa despertando mi interés, tanto en un ámbito sociopolítico como en el literario. La identidad del migrante en el país de destino la marcan numerosísimos factores, naturalmente. En los Estados Unidos de América, donde los migrantes ya son objeto de caza y captura por parte de un régimen que no esconde sus verdaderas intenciones, la literatura producida por migrantes o descendientes de migrantes goza de una excelente salud, a pesar de (o quizás precisamente a causa de) la represión reinante.

En el telón de fondo lingüístico pareciera estar teniendo lugar un forcejeo entre la ‘vieja América’ anglosajona y el futuro, entre el inglés y la lengua castellana, escenario que parecía intuir entre líneas el gran Carlos Fuentes en un artículo de 1998 (ojo, casi 30 años): «en el siglo por venir, nada se ganará con oponer el castellano y el inglés en los Estados Unidos. Como parte y cabeza de una economía global, los Estados Unidos deberían renunciar a su actual condición, oscilante entre la estupidez y la arrogancia, de ser el idiota monolingüe del universo» (EL PAÍS, 18 de junio de 1998). «Cosas veredes», don Carlos. No solo no han renunciado, sino que le han regalado al idiota monolingüe las riendas del poder.

En la época en que apareció el artículo, me gustaba compartir ese texto con mis mejores estudiantes de lengua castellana y apreciar las reacciones que producía entre australianos angloparlantes que querían mejorar sus destrezas lingüísticas en castellano. En cierto modo, muchos razonaban que la convivencia de las dos lenguas era en el largo plazo era lógica. La convivencia se da y se seguirá dando. A todo periodo de oscuridad le sigue uno de iluminación.

Monkey Boy es una autoficción que se disfruta por muchas razones. Por su elástica prosa y su constante y excelente ritmo narrativo, por el coctel de humor, ironía, traumas y vivencias que sirve Goldman, y quizás por la presencia de cadencias centroamericanas en el inglés de Goldman, cadencias y ritmos que sospecho podrá detectar quien realice un profundo análisis discursivo de la novela.

Goldman crea un alter ego llamado Francisco (Frankie) Goldberg. El personaje y narrador, como el autor, es el hijo de un padre judío-americano de origen ucranio y de una mujer guatemalteca que cuenta con algún antepasado de la vieja Castilla y posiblemente alguno de origen africano. Hay muchas otras coincidencias del narrador protagonista con la verdadera personalidad del autor: creció en un barrio de las afueras de Boston, reside ahora en la ciudad de México, y ha desarrollado su carrera profesional trabajando como periodista. Como Goldman, Goldberg ha publicado libros, entre ellos un reportaje en torno al asesinato de un obispo guatemalteco y las violaciones de derechos humanos en el pequeño país centroamericano. Se puede, por lo tanto, leer como un guiño a una posible autobiografía, que Goldman parece no querer escribir.

«…una verdad fundamental de la guerra de Guatemala siempre fue que quienes más riqueza y poder tenían que perder eran los más indiferentes respecto a saber cuántos habían sido masacrados: jóvenes madres, bebés, pueblos enteros, lo que fuera, no les importaba en absoluto. Hasta el día de hoy están seguros de que estaban en el lado correcto de la Historia, aunque lo único que puedan mostrar sean narcoestados fallidos con poblaciones que pasan hambre y de donde todo el mundo intenta largarse como carajo pueda, y ahora viene el siguiente narcopresidente, el General Cara de Culo, ‘a good boy’, según lo calificaba el embajador gringo en un artículo de periódico el otro día». (p. 63, mi traducción) El exgeneral Efraín Ríos Montt. Fotografía de Elena Hermosa / Trocaire.

Goldberg cuenta una vida en un viaje de cuatro días —de jueves a domingo— durante los cuales visita a su anciana madre en la residencia donde esta internada y a su hermana, a quien no ve con regularidad. Es la presencia constante del padre, el recuerdo imborrable de la violencia tanto física como psicológica y el menosprecio con los que trataba a Frankie, el hilo conductor de buena parte de la narración. Incluso describe el momento en que, ya con la fuerza de un adolescente harto de las constantes humillaciones, se rebela y le devuelve los golpes de una vez, derribándolo en el jardín de la casa. Nunca más volvería a ponerle un dedo encima.

No todos los recuerdos son tan negativos o traumáticos. Con el paso de las páginas, la novela se convierte en un entrañable homenaje a la madre, cuya memoria se ha ido deteriorando con el paso de los años. Es la experiencia migrante de la madre la que Goldman quiere transmitir: el tira y afloja que se produce entre el lugar de origen y el país de adopción.

Monkey Boy es una novela de la que realmente uno disfruta. Goldman adopta una estrategia que da muchos dividendos y que un lector atento agradece. Renuncia al uso de las comillas para expresar el estilo directo y con frecuencia te obliga a que deduzcas quién es el que habla. En la novela, el tiempo avanza y retrocede conforme los recuerdos de Frankie lo hacen necesario, pero en ningún momento se rompe la lógica narrativa.

En la antesala de la vejez, Goldberg/Goldman se pregunta si ha perdido el tren de la ‘normalidad’: pareja, hijos, hogar estable, etc. Quizás la cuestión no sea esa. Para alguien que es fruto de tantas ricas identidades, la normalidad quizás estribe en interiorizar todas esas vetas culturales, raciales y políticas y hacer de ellas un manifiesto existencial.

Monkey Boy la publicó en 2022 en castellano la editorial Almadía, con traducción a cargo de Daniel Saldaña París.

3 oct 2025

Reseña: La manada, de María del Mar Ramón

 

María del Mar Ramón, La manada (Bogotá: Planeta Colombiana, 2021). 280 páginas.

74 450 palabras, se anuncia en la tapa que contiene este libro. Algo inusual, ciertamente. Como si el número de palabras fuera a convencer al posible lector. El título les recordará a muchos el caso de la violación grupal de una joven durante los sanfermines hace ya nueve años. La novela de la colombiana María del Mar Ramón no trata estrictamente de un suceso como el de Pamplona, pero es una historia tan brutal y macabra como aquella y, desde luego, tan plausible.

El caso de la manada española marcó un antes y un después. O al menos, eso quisiéramos muchos. Fotografía de ProtoplasmaKid.  
El inicio es trepidante y violento. Solamente en los tres primeros párrafos, la palabra ‘sangre’ figura hasta cinco veces. La voz narradora nos revela que el protagonista, Hache, y la víctima, Juani, «se habían hecho la primera paja juntos viendo pelis porno a escondidas, a los doce años. Tampoco … contó que cuando el padre de Juani había muerto, Juani había vivido con él durante un mes…» (p. 16) ¿Qué llevó al victimario a matar a golpes al que fue durante mucho tiempo su buen amigo Juani en un parque de Bogotá?

En una novela que presenta algunos altibajos en su ritmo, la autora utiliza la técnica del flashback constantemente, de manera que la conjunción de circunstancias que conducen a que Hache consume esa salvajada se nos va revelando poco a poco. Del descalabro financiero y emocional de su familia se pasa al quebranto moral de un adolescente perdido y confuso al que se le hace insoportable la presión de sus pares al verse obligado a cambiar de colegio.

Como telón de fondo, la hipocresía reinante en los miembros de la alta burguesía bogotana, atados por una lógica de raíces absurdamente coloniales a la apariencia y sus ambiciones de estatus. Se vive en una sociedad que es nociva en cuanto que alimenta una forma altamente tóxica de concebir las relaciones interpersonales: imperan la inseguridad y la violencia física y sexual en detrimento de la empatía y la comprensión emocional. ¿Es de extrañar que alguien como Hache caiga en la trampa de formar parte de una manada de asesinos, violadores?

La manada es un oportuno intento por parte de María del Mar Ramón de desentrañar las claves que marcan lo que nunca deja de ser una tragedia predecible. Al libro, no obstante, le habría venido bien que un corrector de estilo lo hubiese revisado. No tiene mucho sentido que el registro del habla coloquial bogotana irrumpa en la sintaxis de la voz narradora omnisciente. Chirría.

Muchas gracias a la bogotana Ingrid, la sobrina de su tío, que me trajo La manada desde allá.

1 oct 2025

Reseña: Who Owns the Moon? de A.C. Grayling

A.C. Grayling, Who Owns the Moon? In Defence of Humanity's Common Interests in Space (Londres: Oneworld, 2024). 196 páginas.

El subtítulo de este libro del filósofo británico nos propone la «defensa de los intereses comunes de la Humanidad en el espacio», mientras que la ilustración de la portada, un montaje impagable, muestra en mitad de un paisaje lunar un cartel que reza: «FOR SALE». Pero solamente quien es propietario de algo tiene derecho a venderlo, ¿no?

La pregunta que plantea Grayling podría parecernos prematura (no lo es) e incluso capciosa: nada ni nadie vive en la Luna. Y sin embargo, ha comenzado una carrera en la que no solamente participan diversos estados. También hay grandes corporaciones mineras que contemplan la explotación de nuestro único satélite natural y los recursos que contiene y la posibilidad de emplear la Luna como la base potencial para reenviar naves espaciales a Marte y a otras partes más lejanas del sistema solar. Será ciencia ficción, claro, pero solamente hasta que deje de serlo.

De hecho, Grayling no especula mucho sobre lo que pudiera ocurrir a finales de este siglo o el siguiente. En lugar de eso, el autor retrocede en la Historia y analiza los precedentes de que disponemos para razonar sobre la gran cuestión: ¿De quién es la Luna? Grayling acude a los tratados internacionales que regulan zonas terrestres que, al menos en teoría, no pertenecen a nadie porque nadie puede vivir en ellas: la Antártida, los océanos y los fondos marinos. Los antecedentes no son como para confiarse. Hay tratados, sí, pero tienen bastantes limitaciones, no todos los países los han ratificado y su vigencia tiene fecha de caducidad (ojo, es el caso del de la Antártida). Además, en el caso de la pesca en aguas internacionales, son numerosos los países que se pasan los tratados por la faja.

No contento con mostrarnos la triste realidad en torno a esos convenios internacionales, Grayling indaga en una verdad histórica que debiera causar vergüenza en los países occidentales. Se trata del proceso histórico que conocemos como repartición o la “carrera por África”, la descarada apropiación por parte de los europeos del territorio africano, en un periodo que va desde finales del siglo XIX hasta los inicios de la I Guerra Mundial. En esa carrera participaron Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Portugal, Bélgica y España. Las consecuencias de esa voraz rapiña las conocemos de sobra y seguimos siendo testigos de que lo acontecido entonces tiene conexión directa con los fenómenos migratorios de la primera mitad del siglo XXI. Políticos fascistas, racistas y xenófobos podrán negarlo todo lo que quieran, mas es una verdad incontestable.

Grayling, en definitiva, alerta de los más que probables conflictos que acarreará la inevitable explotación comercial de la Luna: «[…] tratar el espacio como una terra nullius sin regulación alguna de la explotación comercial constituye un método inequívoco para causar problemas tanto en el espacio como en la Tierra, pues tenemos – habrá que repetirlo una y otra vez – amplias pruebas de lo que normalmente provocan las carreras incontrolables por adquirir ventajas y beneficios. Por razones de prudencia, ya que no por otras, asegurarnos de que el espacio no se convierta en motivo de perturbación de la paz en el sentido militar del término exige asegurarnos de que se preserve también en dicho ámbito la paz comercial. Eso parecería ser de sentido común» (p. 112, mi traducción).

Si en nuestra época hay algo demostradamente incompatible con el sentido común, ese algo se llama capitalismo neoliberal. Grayling insiste en el hecho de que la Luna no tiene propietario. Lo que urge es un «reconocimiento de que, si bien nadie es dueño de la Luna, no obstante, porque es parte de la ‘herencia común de la humanidad’, todos somos responsables de ella» (p. 112)

En mi opinión, sería mejor dejarla tranquila otros mil millones de años. La lluna, setembre de 2022. Fotografía de Dinkun Chen.
El autor no ofrece ninguna solución. No es ni su competencia ni su misión hacerlo. Con carácter meramente informativo, el libro agrega tres apéndices: los tres tratados antes mencionados (el Tratado de las Naciones Unidas sobre el espacio ultraterrestre de 1967, el Tratado Antártico de 1961 y algunos extractos de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982).

La próxima luna llena, aquí en la tierra de los Ngunnawal, se producirá el martes 7 de octubre de 2025, a las 2:47 de la tarde.

27 sept 2025

A Social Truth, not TruthSocial


“Observad. El cadáver purulento de la podredumbre estadounidense empotrado en un traje que no queda nada bien: La sordidez de un estafador, la cobardía del que se evade del servicio militar, la glotonería de un parásito, el racismo de un miembro del Ku Klux Klan, el sexismo de un asqueroso tipejo de callejones oscuros, la ignorancia de un borrachito de taburete de bar, y la avaricia de un monstruoso demonio de un fondo especulativo —todo él bañado con un espray de color naranja y exhibido como marrano galardonado en una feria de condado. No es un presidente. Ni siquiera es un hombre. Solamente la síntesis enferma de todo lo que este país jura que no es, pero que siempre ha sido —arrogancia disfrazada como excepcionalismo, estupidez que se hace pasar por sentido común, crueldad que se nos vende como dureza, codicia exaltada como ambición, y corrupción adorada como un evangelio. Es la sombra de los EE.UU. hecha carne, un ídolo de calabaza podrida que demuestra que, cuando una nación se arrodilla ante el dinero, el poder y el rencor, no solamente pierde el alma: Ha cagado una obscenidad desmesurada y la llama su líder.” Oliver Kornetzke, 18 de agosto de 2025.


11 sept 2025

Reseña: New and Collected Hell, de Shane McCrae

Shane McCrae, New and Collected Hell: A Poem (Londres: Corsair, 2025). 113 páginas. 

Estoy convencido de que el Inferno de Dante sigue siendo una lectura muy apropiada para los tiempos que corren. No se puede negar la existencia de infiernos sobre la Tierra. Nunca ha dejado de haber sufrimiento ni dolor para la humanidad. De hecho, los avances tecnológicos nos han aportado tanto beneficios como estragos y exacerban en muchos casos la crueldad y la maldad que siguen imperando en muchos lugares.

El infierno sobre la Tierra, en la orilla oriental de mi amado Mediterráneo. Fotografia de Jaber Jehad Badwan.

El poeta estadounidense Shane McCrae retoma el tema dantesco de la visita al inframundo en una audaz aproximación contemporánea. El protagonista de este viaje es un poeta que narra su paso por el infierno en compañía de un guía al que sigue y obedece. Este Virgilio se presenta como empleado del Boss del lugar, y tan pronto hace su entrada manifiesta que la tarea que el Boss le ha encomendado es un castigo. Se dirige al poeta sin miramientos: “Hey fuck you / fucking shithead follow me.

El guía se llama Law (es decir, La Ley) y es una especie de robot con forma de pájaro. Hay en el infierno un departamento de recursos humanos, en el que se realizan entrevistas a quienes han de acceder al abismo de condena eterna. Hay asimismo una gigantesca pantalla en la que se exhiben de forma interminable las imágenes de los malditos, un motivo que recuerda a esas enormes aglomeraciones de pantallas de vigilancia policiaca en los grandes eventos.

El subtexto satírico que insinúa McCrae (mayoritariamente oímos las palabras de ese poeta desconocido y al pájaro-robot) es patentemente político. Si la composición de este volumen la inició McRae en la segunda década del siglo, es ahora en 2025 cuando es(t)e infierno parece incuestionablemente haberse hecho realidad. El poemario denuncia la ordinariez y la sevicia de una buena parte de la humanidad en esta época en que vivimos. Pero nos recuerda que “Eres fuego y hielo, y eres yo y tú, y cada uno es cada uno y somos el mismo”, sentencia Law.

El protagonista condenado cruza una laguna en solitario. Tras llegar a la otra orilla, lo someten a la visión forzada de todas las personas a las que en algún momento de su vida ha hecho daño. El infierno es un mundo que imita los mundos de la realidad virtual. Las ideas preconcebidas que tenía desaparecen en cuanto el pájaro robot le anuncia lo que le espera:

It’s mostly assholes who think Hell’s where justice happens Hell
Is sorrow’s Heaven where it goes to live forever with
Its god the human body

[En su mayoría, son los gilipuertas quienes piensan

que el Infierno es donde tiene lugar la justicia.

El Infierno es el Cielo del dolor adonde acude a vivir eternamente

con su dios, el cuerpo humano]

New and Selected Hell no pretende emular al poeta italiano (del cual leí hace unos cuatro años esta deliciosa traducción al inglés de la Divina Commedia, muy recomendable), sino que se inspira en el clásico para invitar a su lector a explorar ese inframundo de numerosos significados sobrepuestos y a considerar la insoportable carga de dolor que comporta la vida, adoptando en todo caso una perspectiva irónicamente agridulce. Como debe ser, ¿no?

30 ago 2025

Reseña: Quarterlife, de Devika Rege

 

Devika Rege, Quarterlife (Londres: Dialogue Books, 2025 [2023]. 403 páginas.

Narendra Modi ha ocupado el cargo de primer ministro de la India desde 2014. Son ya once años al mando del país más populoso del planeta, un estado postcolonial que encierra feroces contradicciones con su sistema de castas, de muy difícil comprensión para quienes ni conocemos ni nunca hemos visitado el país. El sistema parece alimentar a su vez un complejo marco de tensiones religiosas y lingüísticas que, según explica Revika Rege en esta primera novela, influye decisivamente en la política nacional.

En su parte inicial, Quarterlife gira en torno a tres personajes principales. Pese a haberse hecho con una green card, Naren ha tomado la decisión de dejar los EE.UU., donde tenía un buen empleo y ganaba un buen salario, y regresar a la India. En el avión lo acompaña Amanda, joven estadounidense anglosajona que busca un profundo cambio de aires tras conseguir una beca como educadora que la lleva a uno de los arrabales más pobres (musulmán) de Mumbai. A fin de facilitar en cierto modo su aclimatamiento a la ciudad y las condiciones de vida de las que va a ser testigo a diario, Naren la invita a pasar unos días en casa de sus padres. Es allí donde conoce al hermano pequeño de Naren, Rohit, unos cuantos años más joven que ella. Rohit es una especie de playboy, dispone de dinero, conoce a gente y quiere ser emprendedor en el mundo del cine.

Con su vuelta a casa, Naren cree que podrá aprovechar la ola de desarrollo económico que atraviesa la India y liderar una empresa que le hará rico. Ha aprendido mucho en América y sabe jugar sus cartas. Mientras que su hermano Rohit, cansado de lo vacua que puede ser la vida de fiestas, drogas y alcohol que lleva, se lanza a realizar un viaje de autodescubrimiento de sus raíces.

La mejor parte del libro, desde mi punto de vista, la constituyen las conversaciones que tienen lugar entre Amanda, Naren, Rohit y todos los amigos de este. En un ambiente que va tensionándose conforme pasan los minutos, Rege consigue que un grupo representativo de una joven generación de indios e indias hable de sus esperanzas e inquietudes, y que esos personajes examinen los temas candentes del país: las castas, las clases sociales y las ambiciones que las empujan, las múltiples identidades religiosas y culturales que coexisten en un enorme territorio en el que el auge del nacionalismo hindú que aupó a Modi al poder amenaza con provocar más revueltas y masacres.

La larga y vehemente conversación entre todos los asistentes a esa fiesta en casa de Rohit revela la hipocresía de muchos de ellos. El resultado es una ruptura de muchas amistades e incluso de relaciones de pareja entre algunos de ellos. En un paralelismo entre el hecho individual y el hecho social, Rege plasma con lo que resulta ser bastante destreza para un debut literario el choque interno de una sociedad multilingüe, contradictoria y áspera.

Dejando de lado algunas tramas secundarias, como la relación que tiene lugar entre Rohit y Amanda (¿Es amorosa o puramente sexual?), son muchos los subtemas que la autora trae a colación con resultados variados. Los vínculos corruptos entre los políticos y las grandes corporaciones, la manipulación de los medios, la propaganda que se transmite a través de Bollywood, o las mafias terratenientes y mineras que degradan las tierras fértiles y arruinan a millones de campesinos que terminan engrosando las barriadas de la extrema pobreza (sobre este tema, recomiendo leer la excelente crónica de Katherine Boo, Behind the Beautiful Forevers).

En definitiva, una muy buena opera prima de Revika Rege; para quien no conozca India, esta novela ayuda a comprender el complejo entramado social que enfrenta el país que, sin duda alguna, quiere eliminar la pobreza. La cuestión es: ¿Podrá hacerlo sin eliminar los antiquísimos lastres que forman parte de su cultura? El nacionalismo hindú que gobierna con Modi no parece dispuesto a soltar prenda.

Únicamente una pequeña objeción: Para ayudar un poco al lector ignorante como yo mismo, la edición de Dialogue Books podría haber incluido un glosario de las muchas palabras de otras lenguas que se utilizan de forma habitual en India pero que no son habituales en el inglés estándar internacional. La novela ya ha recibido dos premios en el país natal de la autora.

1 ago 2025

Reseña: From Where I Fell, de Susan Johnson

Susan Johnson, From Where I Fell (Crows Nest: Allen & Unwin, 2021). 338 páginas.

La historia de la literatura está repleta de excelentes ejemplares de novelas epistolares, desde la Edad Media, pasando por Pamela; or, Virtue Rewarded o Werther en el siglo XVIII, hasta nuestros días, con magníficos ejemplos como The Color Purple (1982) o, más recientemente, The White Tiger (2008) de Aravind Adiga. La invención del correo electrónico (el vocablo ‘emilio’ nunca llegó a cuajar entre los hablantes del castellano, lo cual es una verdadera pena, en mi opinión) ha traído consigo interesantes exploraciones e intentos en el género narrativo por excelencia, la novela. From Where I Fell, de la australiana Susan Johnson, es uno de estos tanteos de innegable calidad.

La novela comienza con un email enviado a dos direcciones diferentes a un mismo hombre, un Chris Woods. Lo envía Pamela Robinson (el guiño a la protagonista de la novela de Richardson es obvio) en el día en que el hijo mayor de ambos (Chris y Pamela), Raf, cumple 16 años. Pamela y Chris se han divorciado: ella ha regresado a Sydney y él se ha quedado en Europa. En ese correo, Pamela le confiesa que ha quedo escribirle multitud de veces para expresarle que, en cierto modo, lamenta su drástica decisión y que asume la culpa de haberles causado tanto dolor a sus tres niños: Raphael, Claude y Baptiste.

Una de las dos direcciones a las que envía el mensaje sí existe: pero pertenece a una estadounidense de origen griego, Chrisanthi Woods. A partir de la primera respuesta de Chris (desde el estado de Nueva York) Johnson comienza a trenzar un intercambio de confidencias y reproches, enojos y consejos, disquisiciones pseudo filosóficas y retazos humorísticos entre dos mujeres que comparten el mismo idioma. Pamela es, con bastante frecuencia, irritante y pesada, y está excesivamente predispuesta a compartir detalles que a Chris ni le van ni le vienen.

El intercambio durará casi un año. La pregunta que Johnson quiere que nos hagamos es: ¿Puede llegar a importarle nuestra vida y nuestros problemas a una persona desconocida? En el caso de Pamela, a los relatos que comparte con su corresponsal sobre el caos que reina en su vida en Sydney, Chris responde frecuentemente con empatía, ánimos, cariño o brutal franqueza, según corresponda.

Es el progreso de esta larga correspondencia lo que sostiene la novela. A diferencia de las cartas, que solían ser el medio habitual para comunicarse a larga distancia – las generaciones nacidas después del año 2000 no entienden el hecho de que apenas hace tres décadas no había email ni Facetime ni Teams, y que una llamada telefónica a los antípodas podía suponer la décima parte de tu sueldo mensual – tal y como suelen ser los emails, son capítulos cortos. Ello ayuda a que el lector no haga muchas pausas.

A través de la correspondencia, que termina de forma brusca sin que se sepa la razón (Johnson deja abierto un final que te permite elucubrar qué es lo que ha provocado el final del intercambio), somos testigos del periplo vital de ambas mujeres en pos de un cambio que les dé, si no la felicidad, al menos la satisfacción de haber alcanzado un cambio positivo.

No es una de las autoras australianas mejor conocidas en el resto del mundo, pero Susan Johnson sigue demostrando con From Where I Fell su maestría y buen hacer literario.

18 jul 2025

Reseña: A History of Books, de Gerald Murnane

Gerald Murnane, A History of Books (Artarmon, NSW: Giramondo, 2012), 205 páginas.

La mayoría de las reseñas de este libro de Murnane publicado en 2012 (aunque tres de los cuatro textos que lo componen fueran publicados una década antes, dos en antologías y uno en una revista literaria australiana) inciden en el hecho de que es un texto que tiene un componente autobiográfico. Murnane solamente utiliza la primera persona en dos de los textos que componen este libro: ‘As It Were a Letter’ y ‘Last Letter to a Niece’. En cambio, en ‘A History of Books’, el texto más largo del volumen, no aparece nunca la primera persona.

No se trata de una historia de los libros en general, tampoco de los libros que ha escrito el autor, sino de libros que leyó a lo largo de su vida y que de alguna forma dejaron en él alguna huella, aludida siempre en forma de una imagen invocada gracias a las palabras que leyó y que muchos años más tarde había lógicamente olvidado.

Si tras leer cada uno de estos libros conserváramos una imagen propiciada por alguna o algunas palabras rememoradas de su lectura, ¿qué tendríamos sino un pequeño mundo propio de imágenes? Fotografía de Martin Vorel.
‘A History of Books’ contiene una treintena de secciones. En muchas de ellas escribe acerca de un hombre ya mayor que concibe la imagen de un joven que ha leído un libro y se ha formado una idea de dicho libro que ha subsistido en forma de imagen de algo o alguien. Si estás ya familiarizado con la prosa de Murnane, sabrás de lo que hablo. El autor siempre ha tratado temas similares: es la obsesión sobre la que gira buen parte de su obra literaria. Imágenes que se crean en su mente tras la lectura de libros, recuerdos de libros leídos y apuntes tomados que le pudieran servir para más adelante escribir una ficción.

Murnane hace de la precisión el principio rector de su escritura: aunque sus oraciones son largas, son perfectamente correctas y están ejemplarmente estructuradas desde el punto de vista sintáctico. Insiste una y otra vez en que todo lo que escribe es una ficción en torno a lo que los libros de ficción han creado en su memoria. Un ‘metamundo’ literario, si un concepto así tiene sentido. Leamos un ejemplo: «Cierto hombre que tenía casi setenta años de edad estaba tomando apuntes para una obra de ficción que no esperaba escribir nunca. El hombre había tomado apuntes para muchas obras de ficción durante muchos de los cincuenta años previos. Algunas de esas obras las había terminado por escribir, y algunas de las obras que había escrito habían sido publicadas más tarde. Durante los diez años anteriores, no obstante, en las pocas ocasiones en que el hombre se había sentido apremiado a escribir ficción, había aliviado ese apremio tomando apuntes para una u otra obra que no esperaba escribir nunca.

En una de las obras de ficción del hombre mencionado ya publicadas figuraba un informe de un hombre ficticio que había leído cierto libro: una traducción a la lengua inglesa de un libro escrito en la lengua húngara y publicado por vez primera en Hungría tres años antes del nacimiento del hombre mencionado. Aunque el libro publicado del hombre era ficción, cualquier lector podría haber descubierto que la existencia del libro mencionado en la narrativa ficticia era un hecho, y que el libro mismo afirmaba ser un libro de no ficción. (¿Por qué acabo de escribir la expresión un libro de no ficción? ¿Por qué se usa tan rara vez la expresión un libro factual? ¿Es nuestra manera de reconocer que la mayoría de los hechos aparentes son, de hecho, ficción? Y, si a los libros de ficción no se les denomina libros no factuales, ¿es porque entendemos que la mayoría de los asuntos nombrados en los libros de ficción tienen una existencia factual?» (p. 103-4, mi traducción).

El otro texto del volumen lleva por título ‘The Boy’s Name was David’ (publicado anteriormente en Collected Short Fiction, que ya reseñé hace casi cuatro años), en el que Murnane ensambla sus recuerdos como profesor de escritura creativa con uno de sus temas favoritos, las carreras de caballos (puedes leer o releer mi reseña de Tamarisk Row), en un breve relato que me ha resultado sumamente original. A History of Books es otro libro de lectura esencial para quien quiera saborear la singular obra de este australiano, pero no me voy a conformar con eso. No es mi intención ir contracorriente ni crear polémica, pero el hecho es que pienso que A History of Books no es un libro de ficción ni una colección de relatos ni nada parecido. Para mí, se trata de uno de los ensayos acerca del acto de la creación literaria más originales jamás escritos.

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